18 de Agosto de 2014
Dispuesto a pasar mi tercer día completo en San Pedro en el
que, como se ha podido ver en los capítulos anteriores, no hay tiempo para
aburrirse de la infinidad de actividades que se pueden hacer por sus
alrededores. Hoy quería dedicarlo a un lugar del que me había hablado sumamente
bien la amiga chilena que me ayudó con los pasajes de avión y con el cambio de
moneda. De hecho me dijo en varias ocasiones que si tenía que renunciar a algo,
no podía ser el Salar de Tara y, cómo no, la hice caso incluyendo esta
excursión entre mis planes.
Aunque cada vez empieza a solicitarla más gente, es cierto
que sigue sin ser demasiado demandada como consecuencia del cierto carácter
exclusivo del que continua teniendo fama. Ello se debe, fundamentalmente, al
precio de la misma que suele estar en la mayoría de las agencias por unos 50000
pesos dado que es la zona más alejada a la que se llega desde San Pedro, casi
en el límite de las fronteras argentina y boliviana. El recorrido son unos 135
km de ida y otros tanto de vuelta y una parte importante de los mismos se hace
por desierto por lo que es imprescindible el todoterreno. Además no la realizan
todas las agencias y las que lo hacen, limitan el número de pasajeros para no
ser demasiados, como consecuencia de no poder meter grandes vehículos por los
terrenos en los que se circula. En mi caso, al contratar todas las excursiones
con Desert Adventure, me dejarían el precio de la misma por 40000 pesos, por lo
que me pareció que estaba bastante bien.
Lo mejor de esta excursión es que accedes a lugares
realmente complicados e inhóspitos y que si no es con auténticos conocedores de
la zona, la cosa se te puede complicar bastante. En nuestra ruta podríamos ver
parajes únicos con lagunas de variados colores, formaciones rocosas asombrosas,
salares perdidos en la inmensidad del altiplano chileno y todo ello bajo un
sentimiento de absoluta soledad a más de 4000 metros durante toda la ruta.
Pero empecemos por el principio, cuando a las ocho de la
mañana pasaba a buscarme por mi hostal, un nuevo guía llamado Sebastián, con un todo terreno normal
y corriente, lo cual empezaba a pintar bastante bien, dado que era señal
de que no íbamos a ser muchos en la excursión. Tras las presentaciones
oportunas e invitarme a ocupar el asiento del copiloto, nos desplazamos unos
metros más adelante, en la misma calle Toconao, para recoger al resto de los
integrantes del grupo: una pareja de franceses y otra compuesta por un francés
y una chilena. Todos ellos de unos sesenta años de edad. La última persona que
nos acompañaría sería una sorpresa pues se trataba de Magdalena, la chica que
nos había hecho de guía el día anterior en el valle de la muerte. En esta
ocasión venía sólo como turista y también un poco para aprender de esta
excursión por si algún día le tocaba hacerla a ella con algún grupo. La cosa no
podía empezar mejor ya que un grupo de seis personas es como una excursión
privada y de hecho no tardaría mucho en darme cuenta de que así iba a ser en
todos los sentidos.
Tras salir del pueblo tomaríamos la carretera que te lleve
hacia el paso Jama, limítrofe con Argentina, y tras los primeros kilómetros,
nos encontraríamos en la carretera con un ganado de llamas, yendo cada una a su
bola y cruzando la calzada como si nada. También tendríamos la oportunidad de
ver como un burro doméstico se acercaba hasta la ventanilla de Sebastián para
que este le diera unos mimitos.
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Llamas camino al Salar de Tara |
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Burro camino al Salar de Tara |
Tras estos primeros momentos de toma de contacto con los
animales domésticos de la zona, continuaríamos ya con un largo trecho recorrido
antes de que nuestro conductor y guía volviera a hacer una breve parada en el
arcén. Nos bajaríamos y Sebastián nos señaló hacia la línea del horizonte,
donde se podían ver perfectamente las antenas del proyecto A.L.M.A (Atacama
Large Millimeter Array), que es el mayor proyecto astronómico del mundo y el
primero verdaderamente global. Se ubica a 50 kilómetros de San Pedro, a 5000
metros de altura. El telescopio no tiene equivalente en el mundo, compuesto por
un grupo de 64 antenas radiotelescópicas que trabajan en conjunto apuntando
todas a la misma fuente para estudiar el Universo. Tras las fotos de rigor
continuaríamos con nuestra ruta.
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Proyecto A.L.M.A en la Lejanía.Altiplano Chileno |
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Carretera en el Altiplano Chileno |
La primera parada larga sería en las lagunas Quepiaco, la
mitad de ellas congeladas especialmente por sus orillas. En ellas se puede ver
una muestra importante de la avifauna de la zona, y en esto que nos
entretuvimos, aparte de disfrutar, cada uno, del lugar y el entorno como mejor
le parecía. Yo me entretuve dándome paseos de un lado a otro y, cómo no,
haciendo fotografías. Los franceses se recrearon contemplando el paisaje hasta
hartarse. Esto era una auténtica gozada ya que no había ni tiempos ni prisas.
Sería en este hermoso lugar donde también desayunaríamos lo que nos preparó
Sebastián: sándwiches de queso, galletas, chocolates y café o té, según los
gustos de cada uno. Tras el festín continuaríamos el camino.
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Laguna Quepiaco |
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Laguna Quepiaco |
-¿Queréis pasear sobre el hielo?, nos preguntó nuestro guía
mientras conducía. A lo que al unísono contestamos todos que sí, por lo que nos
detendríamos en poco tiempo en la llamada laguna Diamante, completamente
congelada en invierno y con varios centímetros de espesor. El hielo estaba
totalmente duro pero con muchos resaltos y el secreto para no abrirse la cabeza
era no arrastrar nunca los pies al andar, tras plantar totalmente una planta,
luego había que hacer el mismo procedimiento con la otra y siempre atento con
las manos por sí te sorprendía el resbalón. Fue una experiencia fabulosa y más
en un entorno como el que nos rodeaba.
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Laguna Diamante |
Las sorpresas se sucedían una tras otra y esto no había
hecho más que comenzar. Y tras una fuerte subida y tras un repecho, nos íbamos
a dar de bruces con la sorprendente imagen de los Monjes de la Pacana, en la
lejanía. Nuevas fotos y hacia ellos que nos dirigimos para a partir de este
punto dejar la carretera y meternos ya en terreno pedregoso y de arena, donde tendríamos
oportunidad de observar la destreza de nuestro conductor, que se movía por aquí
como pez en el agua.
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Rumbo hacia los Monjes de la Pacana |
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Monjes de la Pacana |
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Monjes de la Pacana |
Había visto al entrar en más de una agencia para recopilar
información y precios, la fotografía de una inmensa roca que se eleva imponente
en la absoluta soledad del desierto y lo que son las cosas allí la tenía
delante de mí, soberbia, descomunal y desafiante. En ella nos recrearíamos como
media hora para rodearla por los cuatro costados y hacernos todas las
fotografías que quisimos. Después pararíamos otro rato en la llamada formación
Pablo Neruda que parece que recuerda al perfil del poeta.
A todo esto y cada vez que íbamos avanzando por los caminos,
pudimos ver yo no sé cuantas manadas de vicuñas y algunas bastante cerca, mucho
más que las que pude ver en el altiplano peruano que apenas se las apreciaba en
la lejanía.
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Vicuñas cercanas al Salar de Aguas Calientes |
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Vicuña cercana al Salar de Aguas Calientes |
La siguiente parada sería en el Salar de Aguas Calientes y
su entorno, donde nos demoraríamos como una hora contemplando la soledad del desierto
acompañado únicamente de una planta llamada paja brava y de las carreras de las
ya mencionadas vicuñas. Además aquí estuvimos recopilando algunos de los
minerales más famosos de la zona, especialmente la llamada oxidiana. Tras
constatar por parte de Sebastián que ningún miembro del grupo tenía ni mal de
altura ni hambre, ya que nos estábamos alimentando de los paisajes
sobrecogedores del desierto, decidimos continuar el camino hasta un mirador
natural desde el que se podía observar en la lejanía el Salar de Tara y las
formaciones rocosas de las catedrales, pero todavía quedaba un buen rato para
llegar hasta estar cerca de ellas.
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Salar de Aguas Calientes |
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Entorno del Salar de Aguas Calientes |
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Entorno del Salar de Aguas Calientes |
De hecho, la siguiente sorpresa iba a ser otro increíble
mirador, pero esta vez situado por encima del Salar de Tara y justo en frente
del que nos habíamos detenido momentos atrás. La felicidad en todo el grupo era
inmensa, pues no teníamos sensación alguna de estar haciendo un tour organizado
y parecía más bien un viaje de amigos que hacían y deshacían a su antojo. Aquí
estuvimos haciéndonos las siempre complicadas fotos de saltos y más por encima de
los 4000 metros de altitud, donde cualquier esfuerzo se nota el doble.
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Salar de Tara |
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Salar de Tara |
Era el momento de dirigirnos hacia el punto final del viaje,
pero antes de llegar hasta él, Sebastián todavía nos sorprendería parando en
los llamados monjes blancos, unas rocas blanquecinas preciosas que cuando
proyectan su sombra sobre la arena, parecen religiosos. Este fue otro de los
lugares que más me impresionaron, ya que son muy diferentes a todo lo que
llevábamos visto.
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Monjes Blancos |
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Monjes Blancos |
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Monjes Blancos |
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Monjes Blancos |
Y por fin llegábamos a la orilla de la laguna que se
encuentra acompañando al Salar de Tara, donde nos recibían unos seis flamencos
totalmente rosados, además de las imponentes catedrales, las inmensas moles de
piedra que hacen de vigía de toda esta zona natural tan bella. Qué mejor que
este lugar para saciar el apetito, pues ya eran las 15.20 de la tarde.
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Salar de Tara |
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Salar de Tara |
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Salar de Tara |
Sebastián volvió a sacar la misma mesa plegable del desayuno
y sobre ella en esta ocasión colocaría pollo, atún, guisantes, tomate,
aguacate, palmitos, cebolla y dos zumos de manzana y piña. Vamos que nos íbamos
a pegar un festín de cuidado teniendo como telón de fondo un lugar tan
privilegiado y aislado del mundo. Tras más de una hora de sobremesa, llegó el
momento de recoger y empezar el camino de regreso, no sin antes parar justo
debajo de las catedrales para ser testigos de lo inmensas que son y de lo que
impresionan de cerca.
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Catedrales.Salar de Tara |
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Catedrales.Salar de Tara |
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Catedrales.Salar de Tara |
Y con un “Se acabó lo bueno” por parte de Sebastián
empezamos el camino de regreso hacia la civilización, con una felicidad
inmensa, por parte de todo el grupo, que se reflejaba en la sonrisa que no
podía quitarse de nuestros labios y de un brillo especial en los ojos, señal de
la emoción y entusiasmo que habíamos sentido ante paisajes tan bellos y
sobrecogedores.
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Indicaciones a San Pedro de Atacama |
Pasadas las 18.30 llegábamos a San Pedro, donde me pasaría
un momento por el Hostal para dejar y ordenar algunas cosas, antes de irme a
cenar a la misma cafetería del día anterior y que tanto me había gustado, H2O,
donde me pediría un sándwich de queso y una coca cola (4600 pesos).
Aunque es cierto que me hubiera ido a meterme en la cama de
cabeza, un nuevo espectáculo me lo iba a impedir y es que el día anterior había
contratado con la empresa Space la contemplación y explicación de las
estrellas. El tour me costaría 18000 pesos y salía a las 21.00 de la calle
Domingo Atienza. Un autobús nos estaría esperando a dicha hora para llevarnos a
una finca privada a las afueras de la ciudad donde nos esperaría una señora
llamada Alejandra que tras darnos la bienvenida nos hizo acompañarla a un
espacio diáfano en el campo y hacer un círculo entorno a ella. A partir de este
momento y sirviéndose sólo de un lápiz laser como herramienta comenzó a
introducirnos en el mundo de los astros, las estrellas, las constelaciones, los
planetas, las supernovas, los asteroides, etc. Un sinfín de explicaciones que
me permitieron entender, tan sólo un poquito, un mundo que siempre me había
resultado realmente complicado y que tras esta experiencia fantástica, no hacía
más que reafirmarme en lo que pensaba.
Tras esta introducción a la astronomía de más de una hora,
era el momento de pasar a observar el firmamento en todo su esplendor a través
de potentes telescopios, donde me quedaría embobado observando los planetas
Saturno y Marte, nebulosas, galaxias, etc., pareciendo casi que podías tocarlas
alargando la mano y es que esta es otra maravilla más que posee Atacama.
La última parte de la visita sería una pequeña charla con un
astrónomo francés el cual además contestó algunas dudas de los allí presentes,
todo ello acompañado con una taza de chocolate caliente y alrededor de un
calentito brasero dentro de una gran carpa. Tras ello era el momento de volver
a la ciudad, donde llegaríamos a la 00.00. Y qué mejor manera que irse a
descansar con las estrellas del firmamento todavía presentes en mi cabeza.
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