LISBOA - DIA 1. Primeros momentos en Lisboa

27 de Marzo de 2013.

Había oído tantas veces hablar del ambiente nostálgico que se respira por los viejos barrios de la capital lisboeta, leído tantos artículos donde se hablaba de sus calles decadentes donde parecía que el tiempo se había detenido, escuchado lo maravilloso de sus atardeceres y el carácter abierto y amable de sus gentes, que decidí que de esta Semana Santa no pasaba sin ir a conocer a nuestra capital vecina. Y ya de paso la monumental Sintra, que tampoco deja indiferente a nadie.


Casi recién aterrizado de Londres, pues ni siquiera habían transcurrido diez días, y con todavía presentes en mi cabeza los autobuses rojos de dos pisos, las inconfundibles y puntuales campanadas del Big Ben, el tenebroso y amenazador cielo gris y la complicada historia de los reyes e instituciones británicas, me disponía a hacer una nueva escapada en los jugosos cuatro días festivos de Semana Santa que venían por delante.

De la misma manera que el año pasado  y viendo que la cosa me salió a la perfección y dado que basta que hagas algo una vez para que se acabe convirtiendo en una tradición y dado que las tradiciones hay que cumplirlas (excusa barata), pues este año no iba a ser menos y seis meses antes me volvía a encontrar mirando vuelos económicos para estas fechas tan señaladas y para este destino en concreto. Ni que decir tiene que de igual manera que en Flandes, no se apuntó a sacar el billete con tanta antelación ni Rita, por lo que, de nuevo, afrontaba en solitario un nuevo viaje, lo que hacía que estuviese especialmente motivado y es que, últimamente, le estaba cogiendo cada vez más el gusto a esto de perderme sólo por ahí. Algo que ya no sé si es bueno o malo, porque de alguna manera te vuelve algo más individualista y luego te cuesta más adaptarte a viajar con gente.

En mi búsqueda de chollos, como comentaba, me centré especialmente  en la capital de nuestro querido vecino portugués, ya que no quería dejar pasar ni un año más sin conocer una ciudad como Lisboa que tan vinculada ha estado muchas veces a España y a la historia de los descubrimientos y de la navegación y siguiendo, al igual que nuestro país, en muchos aspectos destinos paralelos. Si además a esto le añadimos que ya conocía algo del norte y del sur de Portugal, pues era ya casi una obligación que pasara varios días en esta zona de la Península Ibérica.

Tras mirar en compañías de bajo coste y después de que no me convencieran ni los horarios ni los precios, me puse a indagar en diferentes buscadores hasta que sonó la frase: “Señores, han cantado Bingo” Y es que efectivamente había encontrado un billete por 80 euros con TAP Portugal, saliendo el Miércoles por la noche y volviendo el Domingo, también por la noche, vamos que ni pintado, justo lo que quería y a un precio que me pareció más que económico.

De esta manera a las 20.15 despegábamos de la terminal dos de lo más puntuales con la compañía estrella y líder de nuestro vecino. Ya en vuelo y a mitad del mismo, realmente que me quedaría con la boca abierta, al ver que las señoritas azafatas empezaban a darnos gratis a todos los pasajeros un pack de un mini zumo de fresa, un bocata de jamón y queso y lo que quisieras de beber, más si luego te apetecía, te daban a elegir café o té.

Todo esto con una hora de vuelo. Vamos que no recordaba algo así desde hacía siglos. Así que bravo por TAP PORTUGAL, que sigue tratando con tanto esmero a sus clientes.

Ni que decir tiene que con todo esto se me pasó el vuelo como si fuera un chasquido y como además en Lisboa es una hora menos, pues vamos que parecía que el tiempo se había detenido pues salimos de Madrid a una hora y llegábamos a la misma, ¡Tachán! ¡Magia!

Bajé del avión y una vez ya fuera de la zona de seguridad, lo primero que hice fue dirigirme hacia una oficina de turismo que había en la terminal. Tenía varias dudas acerca de la Lisboa Card, la típica tarjeta con la que supuestamente te sale todo más barato y con la que te ahorras una pasta en comparación de si lo haces por separado y pagando por cada lugar en concreto. Pero aquí es donde hay que ponerse a echar cuentas  y valorar bien las circunstancias de cada uno, los días que se va a estar y lo que se quiere ver, porque en base a todo esto a lo mejor puede ser que no sea tan rentable. Con esta tarjeta tienes derecho a utilizar el transporte público de forma ilimitada durante uno, dos o tres días, incluyendo los trenes a Sintra y Cascáis, más la entrada a unos 25 lugares turísticos  entre museos y monumentos y descuentos en otros que hay que pagar. Yo venía claramente con la idea de sacar una para tres días (39 euros), pero me encontré con algunos detalles que en unos minutos me hicieron replantearme el que hacer.

Desgraciadamente muchas veces te precipitas a la hora de tomar una decisión y la jugada te sale mal por no pensar bien las cosas. De esta manera me sentía yo, después de pasadas unas horas y no haberla comprado. El motivo por el que cambié mi idea inicial sería debido a que me informaron de que el Domingo se celebraba la Pascua y por tanto todos los lugares turísticos iban a permanecer cerrados, por lo que el día de gratuidad de los museos y monumentos lo pasaban al Viernes, con lo cual iba a ser un día que ya no la podías utilizar. Si a esto se le añade que hay que pagar en determinados sitios y sólo te hacen un pequeño descuento y la tarjeta de tres días para todo el transporte público me salía por 18 euros (ya que uno no estaría en la capital), pues tomé la decisión de optar por esto último. De tal manera que el margen que tenía en los siguientes días para entrar en los sitios era de 21 euros. Veríamos a ver si no la había cagado y la cosa me salía cara.

Después de todo este coñazo contable y de mis cábalas aritméticas, por fin cogí el metro en el mismo aeropuerto con mi tarjeta de transporte recién adquirida, como he contado, y tan sólo tres paradas después me estaba bajando en la estación de Oriente.

Estación de Oriente


Vamos que es una auténtica gozada, no tardas nada en llegar a cualquier lado. Yo me bajé aquí porque era donde estaba mi hotel, el Trip Oriente, que fue el elegido para mi estancia de cuatro días, gracias a una muy buena oferta que me consiguió mi tío que trabaja en el mundo de los hoteles, por lo que no es relevante el precio del mismo. Este está tan sólo a tres minutos andando desde la salida de la estación, por lo que fue todo rápido y sencillo.

Aún así, cuando entraba por la puerta de la habitación eran ya las 21.30, hora lisboeta, por lo que poco más haría por hoy, ya que me esperaban cuatro días de lo más intensos y había que estar descansados para afrontarlos.

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