17 de Marzo de 2013.
Nada mejor
que comenzar el día con un british breakfast acompañado de buenos zumos de piña
y naranja, unas tostadas de mantequilla de cacahuete con frambuesa y de nutela
y unos bollitos con chocolate fundido por dentro. Me pasé un poquito pero tenía
que estar bien alimentado para afrontar el día con fuerzas. Como se ve el
buffet del hotel cumple las expectativas de cualquier persona exigente y además
todo riquísimo.
Con esta
alimentación sana y equilibrada, me ponía en marcha y salía a la calle rumbo al
British Museum (entrada gratuita) que tan sólo se encontraba a dos manzanas del
hotel, por lo que me plantaría allí diez minutos antes de las diez, hora en la
que habrían todas las salas, al menos el Domingo. Tan sólo disponía de una hora
y cuarto, ya que después había quedado con mi amiga que tenía la mañana libre,
por lo que tenía que ser especialmente selectivo, así que la verdad, en un
primer momento no sabía ni por dónde empezar, ni que ver.
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British Museum |
Esta
incertidumbre la resolvería nada más acceder al inmenso hall cubierto, diseñado
por Norman Foster y que cuenta con una cúpula de más de tres mil paneles de
cristal. Aquí cogería, como siempre hago, un mapa del museo y ¡sorpresa!, había
un apartado que decía “que ver en una hora en el museo”, indicando las piezas y
el lugar exacto de las mismas, así que no lo dudé y me centré en lo recomendado
por el folleto. Este gran recibidor es el corazón de la visita al edificio,
pues desde él se accede a cualquier planta y a cualquier ala y además se
encuentra abierto desde antes que el resto de salas, por lo que estuve
decidiendo por dónde empezar y tome la decisión que lo mejor iba a ser por la
escultura monumental del antiguo egipcio de la planta baja.
Por lo que a
las 09.55 estaba como una estatua esperando en la puerta. A las 10.02 abrían la
misma y ¡tachán! ¡La Piedra Roseta, cinco pasos delante de mí! Así que conseguí
ganar la carrera a todos mis adversarios y plantarme el primero delante de tan famoso
fragmento de granito negro. Así que pude apreciar a la perfección como están
grabados en ella los tres idiomas: el jeroglífico en la parte superior,
demótica en la parte media y griego antiguo en la inferior, permitiendo de esta
manera descifrar la ininteligible escritura jeroglífica egipcia, lo cual no se
había conseguido hasta el descubrimiento de esta en 1802. Me recreé lo justo y
necesario, para tampoco abusar, y así dar paso al resto de fieras que querían
hacer lo mismo que yo.
Después
pasearía durante un rato por varias salas admirando los increíbles tesoros egipcios
y deteniéndome en el increíble busto de Ramsés II, entre otras joyas, para
luego dirigirme hacia el departamento de Grecia y Roma, el cual posee una de
las colecciones más grandes y completas del mundo.
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Busto Ramses II. British Museum |
Para empezar
y así de primeras me encontré con la fachada del templo jónico de las Nereidas
que se encontraba en Turquía, el cual me dejó boquiabierto. No pude evitar
sentarme unos minutos en el banco que se encuentra justo delante para admirarlo
con detalle.
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Templo Jónico de las Nereidas.British Museum |
A
continuación seguirían un importante número de piezas procedentes del Partenón
de Atenas, que yo creo que no dejan indiferente a nadie. Y por si esto fuera
poco unas salas más allá me encontraría con los restos de dos de las siete
maravillas del mundo antiguo: unos correspondientes al Mausoleo de Halicarnaso
y otros procedentes del templo de Artemisa en Éfeso.
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Escultura del Mausoleo de Halicarnaso. British Museum |
Estaba
entusiasmado con lo que iba encontrando a cada paso, pero desgraciadamente ya
se me habían pasado cuarenta minutos como si hubieran sido cinco, por lo que
tuve que aligerar, así que me dirigí hacia la tercera planta para poder
disfrutar un rato de todo el conjunto de ataúdes, sarcófagos, momias y objetos
del antiguo egipcio y creo que puedo afirmar que son más espectaculares que lo
que pude ver en el museo egipcio de El Cairo, con excepción de la sala de las
momias y de la sala de los tesoros de Tutankamón. La calidad de las piezas y la
conservación casi perfecta hace que diste mucho del desastroso orden y mala
conservación de muchas de las piezas que tiene el país árabe. Aunque también es
cierto que los medios económicos no son los mismos.
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Sarcófagos Egipcios. British Museum |
Pasaban ya
unos minutos de las once y mi tiempo llegaba a su fin, pero no quería marcharme
de aquí sin darme el capricho de poder contemplar de cerca, una de esas
esculturas que para mí sería un sueño poder ver en el lugar al que pertenecen.
Estoy hablando de un Moai de la Isla de Pascua, que se encuentra nada más
entrar al departamento de África, Oceanía y las Américas. Con esta increíble
talla ponía fin a mi visita a este museo, que se me había hecho cortísima y en
el que me hubiera tirado unas cuantas horas más, pero desgraciadamente el
tiempo manda.
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Moai de la Isla de Pascua.British Museum |
Salí a paso
ligero y casi corriendo me fui directo a la entrada de mi hotel, pues a las
11.15 había quedado con Sayu y evidentemente llegaba ya tarde unos minutos,
pero bueno lo que realmente quería es saltarme la exquisita puntualidad
inglesa, je, je, lo que un inglés nunca me hubiera perdonado. Como este no era
el caso, mi amiga ya me estaba esperando pero con toda tranquilidad y una
sonrisa en su cara.
Llegué, me
disculpé por los minutos de retraso y antes de que me diera tiempo a decir nada
más, me preguntó – “¿Listo para ir a conocer Camden Town? A lo que respondí con
un entusiasta -¡Of Course!
Para ello
tomaríamos muy cerca del hotel el famoso autobús rojo de dos pisos de la línea
168, pues aparte de que tenía muchas ganas de montar en uno, también es cierto
que nos pillaba mejor que el metro y además valía la travelcard, la cual sólo
tienes que enseñar al conductor y pasas sin problema.
En tan sólo
quince minutos nos habíamos plantado en este tradicional mercado, por lo que
nada más bajar del autobús comenzamos a pasear y rápidamente empezamos a encontrarnos con tenderetes, tiendas y
puestos que inundaban las calles, los soportales y las aceras. Lo que empezó en
su día, con unos pocos puestos junto a uno de sus canales, hoy se ha desbordado
y ahora se desparrama por todo el barrio y puede llegar a recibir hasta 100.000
personas en el día más tradicional para venir, que es el domingo, es decir hoy.
La verdad que estaba a rebosar de gente y de españoles, ya que se nos oía por
todas partes. Seguimos caminando entre el gentío y el tumulto de masas y nos
fuimos deteniendo en un montón de variopintas tiendas y curiosos edificios,
donde pudimos observar infinidad de curiosos objetos como uniformes militares,
botas esperpénticas, lupas, máscaras de gas, casetes, ropa de segunda mano,
pelucas, etc.
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Camden Market |
La verdad
que nunca he sido mucho de mercadillos, pero tengo que reconocer que este me
estaba encantando, realmente era distinto, diferente a todos los que llevaba
vistos, en una palabra: Auténtico. Continuamos visitando tiendas y encontrando
cerámicas, alfombras, muebles desvencijados, instrumentos musicales y así un
sinfín de cosas más.
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Camden Market |
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Camden Market |
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Camden Market |
Llegaría
después algún que otro pequeño canal, que le da, más si cabe, un encanto
especial a esta zona, y nos encontraríamos sin darnos cuenta con la zona
gastronómica de Camden, un montón de pequeños puestecillos con representación
de la gastronomía de muchas partes del mundo: coreana, turca, china, peruana,
en los cuales te daban a probar pequeñas cantidades para que te animaras a
comer en alguno de ellos. Como ya rozábamos la hora del almuerzo y teníamos
hambre, decidimos comer ya y decantarnos por Perú, ya que yo había visto que
tenían lomo saltado y me traía muy buenos recuerdos de cuando estuve en aquel
país en el 2011, por lo que pedimos dos raciones de este tradicional plato
peruano (12 libras) y nos sentamos en las mesas que se encontraban por allí
para tomárnoslo a gusto. Después, cruzaríamos a otra de las calles cercanas,
que conocía Sayu, y nos dimos el capricho de un crep enorme para los dos con
chocolate y coco que estaba buenísimo (3,75 libras). Y para terminar bien la
sobremesa, que mejor que meternos en uno de los innumerables pubs que hay por
allí y tomarnos una buena pinta de cerveza negra. Vamos que mejor imposible.
Ya eran las
14.30 y Sayu tenía que marcharse a trabajar, por lo que me despedí de ella
hasta el día siguiente y estuve pensando un rato que hacer. Al final, y dado
que de momento no llovía, aunque el cielo seguía amenazador, como siempre, me
decanté por pasar la tarde entre parques y algún que otro monumento de los
alrededores de la zona en la que iba a estar. Efectivamente, lo habéis
acertado, cogería el metro hasta el famoso parque de Hyde Park. Saldría justo a
un inmenso arco llamado Marble Arch, justo al lado de la famosa Speakers´Corner
o Rincón del Orador. Aquí había varios grupos de personas debatiendo y haciendo
exposiciones sobre diversos temas. Me acerqué un rato a uno de ellos a ver si
conseguía entender algo, pero vamos que ni dos palabras seguidas, así que opté
por dejarlo por imposible y comenzar a adentrarme en el parque. Y mira por
donde que comenzó a llover.
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Marble Arch.Hyde Park |
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Speakers' Corner. Hyde Park |
Debió ser
que como iba sólo pensaron por allí arriba, pues pobre hombre, vamos a hacer
que vaya acompañado y me regalaron la fina y molesta cortina de agua durante
ratos alternos, por lo menos me daban una tregua de vez en cuando. Por supuesto
que no me amedranté y aunque un poco calado, seguí con los planes tal y como
los tenía previstos. Estos no eran otros que perderme tranquilamente pos sus
inmensas explanadas e ir encontrándome con algunas esculturas, jardines y
monumentos destacables.
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Hyde Park |
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Hyde Park |
Comencé
después de un largo paseo llegando hasta una de las zonas más bonitas de este
espacio, un puente desde el que se tiene una excelente perspectiva de los dos
inmensos lagos que forman parte de Hyde Park, el Serpentine y el Long Water.
Aquí me detendría un rato bajo la lluvia a disfrutar del entorno y de la
soledad reinante en ese momento.
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Serpentine Lake. Hyde Park |
Tras unos
breves minutos más de andadura me internaría por los Kensington Gardens,
adosados a Hyde Park, y ya en estos acabaría llegando hasta una escultura de
bronce que siempre me había llamado la atención en muchas fotos y guías que
había visto y estaba encaprichado con ella, me refiero a la del personaje
infantil de Peter Pan, que además desde niño ha sido uno de mis personajes
favoritos.
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Peter Pan. Kensington Gardens |
Aquí estaría
un rato contemplándola, antes de seguir hasta los cercanos y monumentales
jardines italianos con sus bellas fuentes y llamativas esculturas, donde me
detendría otro rato para ya a continuación dirigirme, haciendo una diagonal y
pasando por el centro de estos jardines, a donde está el Prince Albert Memorial
que recuerda al marido de la reina Victoria, fallecido tan sólo a los 42 años
de edad. Es un templete que mide 54 metros e impresiona por su monumentalidad,
lástima que la mitad inferior del mismo estuviera cubierto por andamios para su
restauración.
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Jardines Italianos. Kensington Gardens |
Justo en
frente está otro de esos edificios que tantas veces hemos visto en la tele, el
renombrado Royal Albert Hall, uno de los teatros más famosos de Londres y del
mundo. Aquí han tocado y actuado los más grandes artistas internacionales y me
hacía bastante ilusión encontrarme delante de él, así que estuve un rato
haciendo fotos de un lado a otro.
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Royal Albert Hall |
Me pondría
en marcha de nuevo y volví a entrar a Hyde Park, donde fui rodeando la orilla
del lago Serpentine, donde pude ver en un lateral una fuente en forma de anillo
en honor a la princesa Diana de Gales, para después ya encaminarme hacia la
salida del mismo por la espectacular
Gran Entrada compuesta por inmensas columnas jónicas.
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Serpentine Lake. Hyde Park |
Delante de
esta pude ver el Wellington Arch, construido en honor al Duque del mismo nombre,
el cual atravesé y, ya sin lluvia, lo que hace que casi me ponga a bailar, fui
por la gran avenida Constitution Hill, hasta llegar a la puerta principal del
palacio de Buckingham.
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Palacio de Buckingham |
Recuerdo que
la primera vez que estuve aquí fue para ver el cambio de guardia y se
encontraba a rebosar de gente, no cabía ni un alfiler. Hoy me encontraba justo
con todo lo contrario, éramos sólo unos cuantos turistas por los alrededores y
nada más y, la verdad, que me gustaba esa tranquilidad y paz que había en el
ambiente, así que me senté mirando al real edificio, en las escalinatas que hay
en frente, debajo del colosal monumento de la Reina Victoria y esperé a que los
últimos rayos de luz desaparecieran.
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Palacio de Buckingham |
En
principio, poco más me quedaba por hacer hoy, al ser completamente de noche,
pero como tampoco estaba muy lejos andando, me animé y fui callejeando hasta
los famosos almacenes Harrods, pero cuando quise llegar ya habían cerrado, por
lo que me tuve que conformar con ver su exterior iluminado como si siempre
fuera Navidad.
Me seguía
resistiendo a irme ya para el hotel, por lo que tomé el metro y me fui otra vez
para el corazón de Londres a ver iluminada la Abadía de Westminster, las Casas
del Parlamento con el Big Ben y la London Eye. Por aquí estuve pululando un
buen rato, haciendo unas cuantas fotos, hasta que ahora sí, de repente, me
entró el bajón y mi cuerpo me dijo que parase ya, por lo que volví a coger el
metro hasta la estación de Holborn, donde estaba mi hotel, me compré un
bocadillo con una fanta en el Subway del día anterior (4,70 libras) y me subí a
mi habitación a cenar y a descansar, que con la tontería eran ya casi las nueve
de la noche.
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Casas del Parlamento Iluminadas |
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Abadía de Westminster Iluminada |
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