19 de Julio de 2012.
Afrontábamos hoy el resto del camino,
350 kilómetros, hasta Vancouver, tardando aproximadamente unas cuatro horas en
llegar, por lo que entre que se nos pegaron un poco las sábanas y que hicimos
una parada de descanso, al final nos plantamos allí a las 14.00. Nos
registramos en nuestro hotel, el Best Western Sands, bastante céntrico y bien
situado, por lo que era perfecto para ir caminando a todos los lugares
interesantes, y dejamos el coche aparcado en el aparcamiento del hotel. Luego
nos fuimos a picar algo a uno de los restaurantes de los muchos que hay por los
alrededores, unos seguidos de otros, por lo que la oferta es interminable. La
verdad, que no fijé y no me acuerdo como se llamaba (14 dólares por persona).
Al acabar y ya que lo teníamos al
lado, decidimos empezar la tarde visitando uno de los parque más famosos de la
ciudad y también de los más animados, el Stanley Park. Como es bastante grande,
pensamos que lo mejor para conocerlo tranquilamente y sin prisas, era alquilar
unas bicicletas en una de las muchas tiendas que se encuentran cerca. Conviene
comparar los precios de varias de ellas ya que varían entre unas y otras, al
igual que la calidad de las bicis que ofrecen. Nosotros las alquilamos por tres
horas y nos costó 18 dólares cada una. Es obligatorio el casco ya que de lo contrario
te arriesgas a una buena multa. También te lo facilitan en la tienda
correspondiente. El circuito que haces dentro del parque es en un solo sentido
y es una senda diferenciada de la de los peatones y la compartes con
patinadores. Está bastante concurrida por lo que tuvimos que tener cuidado a la
hora de ir parando para no llevarnos a nadie por delante.
Comenzamos el circuito junto a
las cristalinas aguas de la bahía de Coal Harbour, donde ya pudimos empezar a
disfrutar de las estupendas vistas del Sky Line de Vancouver. Por esta zona
haríamos ya la primera parada para ansiarme a tirar fotos de la gran
perspectiva que se tenía de los rascacielos acristalados de la ciudad.
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Coal Harbour. Stanley Park |
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Vancouver Skyline desde Stanley Park |
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Estatua de Harry Jerome.Stanley Park |
Luego seguiríamos por el curvo
sendero del dique que penetra en el parque y en pocos minutos nos daríamos de
bruces con los famosos tótems de colores vivos e intensos. Yo creo que la media
hora no nos la quitó nadie en este punto, antes de continuar viendo varios
hidroaviones despegando desde el cercano
puerto.
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Tótems.Stanley Park |
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Tótems.Stanley Park |
Seguiría luego el Brockton Point,
con su pequeño faro rojiblanco y a modo de curiosidad, sería aquí donde Arnold
Schwarzenegger le pasó la antorcha a Sebastian Coe en la ceremonia inaugural de
las Olimpiadas de Invierno del 2010.
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Faro de Brockton Point.Stanley Park |
Continuamos pedaleando y en
nuestro camino encontraríamos la escultura de “Muchacha en Bañador”, perdida en
medio del mar; el espectacular puente de Lions Gate; el Prospect Point, con
espectaculares vistas del mar.
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Muchacha en Bañador.Stanley Park |
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Lions Gate Bridge desde Stanley Park |
Después seguiría la Siwash Rock,
un montículo rocoso cerca de la costa que forma parte de los mitos indígenas de
la región.
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Siwash Rock.Stanley Park |
Vamos que como se ve no te
aburres lo más mínimo en este entretenido circuito al lado del mar. Para ir
acabando llegamos hasta varias playas de arena donde la gente se relajaba y se
daba algún chapuzón.
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Third Beach.Stanley Park |
El parquecito no tiene desperdicio
y está todo muy bien cuidado. Decidimos antes de entregar las bicis, darnos
otra vuelta por el interior del recinto, fuera del jaleo y de la masificación
de la costa, para así llegar en un rato al llamado Lost Lagoon, un pequeño y
encantador laguito, donde ¡sorpresa!, pudimos ver una familia de mapaches tan
contentos, cruzando por un tronco que flotaba en el agua y bebiendo de esta,
¡qué graciosos! También en este punto de tranquilidad donde nos encontrábamos
había una garza azul, escondida y agazapada, observando todo lo que sucedía a
su alrededor. Fue genial.
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Lost Lagoon al Atardecer.Stanley Park |
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Mapache en Stanley Park |
Con la guinda de ver estos
animales, volveríamos a la tienda para dejar las bicis y a lo tonto eran ya las
19.30, por lo que como nos habían dado envidia, la gente que se encontraba
tirada a la bartola, en las playas de Stanley Park, pues decidimos imitarles e
irnos a una de las más famosas playas de Vancouver y que teníamos a tan sólo
cinco minutos del hotel: la de English Bay. Aquí pasearíamos hasta la escultura
Inukshuk, que se encuentra al final de la misma y después nos sentaríamos
tranquilamente a disfrutar del ambientazo que había.
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Inukshuk.Playa de English Bay |
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Playa de English Bay |
Yo aprovecharía y me escaparía un
rato a pasear descalzo, a mi aire, por la arena, mientras me metía hasta las
rodillas, otra vez y después de un año, de nuevo, en el Pacífico. Todo esto
mientras iba contemplando la puesta de sol, hasta que este se dejaba caer
definitivamente por la línea del horizonte. Volvería entonces hasta donde
estaba mi amigo y nos fuimos hacia el hotel.
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Puesta de sol en la playa de English Bay |
Como Javi no se encontraba muy
bien, se subió a la habitación, mientras yo me iría a cenar a una pizzería
cercana que ofrecía una oferta de pizza y bebida por seis dólares, con las
tasas incluidas, lo cual era un auténtico chollo. Se llamaba Panago. Después
que mejor que uno de esos helados especiales que hacen por estas tierras, donde
le echas todo tipo de extras y luego te lo mezclan todo y al final uno pequeño
aquí es como tres grandes en España. Estaba buenísimo. La heladería se llamaba
Marble Slab Creamery y es muy recomendable. Está en 1184 Denman Street. Me
quedé como nuevo antes de recogerme, definitivamente, por hoy.
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