CANADA - DIA 18. Athabasca glacier: caminando sobre el hielo

17 de Julio de 2012.

Por fin había llegado uno de esos días que esperas con especial ilusión, sin hacer de menos al resto de vivencias, pero al ser algo distinto lo que íbamos a afrontar hoy, pues siempre tienes más ganas y estás más emocionado.

Así que deshicimos parte del camino que habíamos recorrido durante estos días pasados, exactamente 105 kilómetros en hora y media, y a las 09.30 estábamos en el segundo parking desde el que se camina hacia la gran masa de hielo del glaciar Athabasca, el más accesible de los que forman el inmenso campo de hielo de Columbia. Se trata de la acumulación de hielo más grande de América del Norte y cubre un área de 325 km cuadrados, teniendo en algunos lugares una profundidad de más de 300 metros. Otro dato interesante del mismo es que las aguas de su deshielo llegan a tres océanos distintos: el Ártico, el Atlántico y el Pacífico.

Por cierto, se me olvidaba, en ese trayecto que realizamos, de nuevo nos volveríamos a encontrar con nuestra amiga la osa y sus ositos, en un lateral de la carretera, así que pudimos decirles adiós antes de proseguir el camino.


Osa con sus oseznos al salir de Jasper


Como decía, después de aparcar y bajar del coche, vimos rápidamente una furgoneta con dos chicas que vestían camisetas de la empresa Ice Walk. www.icewalks.com , por lo que nos dirigimos hacia ellas. Esperamos un rato, mientras acababan de organizarse y de prepararlo todo y cuando estuvieron listas una de ellas se dirigió a nosotros para pedirnos nuestros nombres y comprobar que la reserva realizada en su día por internet era correcta. (73,5 dólares por persona). Allí estaban nuestros datos, por lo que nos dio la bienvenida y empezó a mirarnos de los pies a la cabeza para cerciorarse de que la ropa y el calzado que llevábamos puesto eran adecuados al trekking que íbamos a realizar.  De todas maneras si no tienes algo ellos te lo proporcionan. Traen de todo: forros polares, guantes, gorros, calzado, etc. Y todo incluido en la actividad. Como en nuestro caso dio por bueno el como íbamos, pasó luego a darnos una hoja de exención de responsabilidad para la empresa, para el caso de que suceda algo imprevisto, como caerte en un grieta, resbalarte y abrirte la cabeza, clavarte el piolet o algo parecido, vamos nada de gravedad, por lo que no hay que preocuparse, ji, ji. Firmamos la misma y ya estábamos preparados para iniciar la aventura. Una vez que se hizo el mismo procedimiento con todos los participantes y de facilitar como a la mitad de los mismos distintos accesorios que les faltaban, procedieron a separarnos en dos grupos de unas trece personas cada uno y nos pusimos en marcha.


Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Empezamos atravesando la cuerda que no debes atravesar si vas sólo y desde la que se tiene la famosa vista del glaciar. Seguimos caminando por un camino pedregoso y de tierra húmeda, realizando varias paradas para explicarnos las curiosidades y aspectos técnicos de la formación del glaciar, tales como su composición, el deshielo, etc. Cruzaríamos un pequeño río por un tablón de madera, con dos palos sostenidos por miembros de la expedición, haciendo de barandilla y por fin, nos introducíamos en la masa helada. ¡Qué emoción!


Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Una vez que nuestra guía comprobó el estado del hielo y se cercioró de que no íbamos a necesitar crampones para caminar por el glaciar, ya que hacía un día bastante bueno y el hielo no estaba demasiado duro, comenzamos a andar por encima de este. La verdad que se iba de maravilla y como no está demasiado empinado, no resbalaba mucho. Fuimos avanzando, a la vez que íbamos viendo un intenso color azul en algunos de los puntos que dejábamos bajo nuestros pies, pequeños riachuelos que avanzaban sigilosos y se entrelazaban los unos con los otros, consecuencia del deshielo.


Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Observamos grietas cuya profundidad se perdía más allá de nuestros ojos, haciendo imaginarte las consecuencias de un desafortunado resbalón por una de ellas. Estaba siendo de lo más emocionante. La guía nos dejó bien claro que en todo momento debes seguirla y que bajo ningún concepto debes apartarte del grupo, pues insistentemente nos hacía referencia a lo que podría suceder si no hacíamos caso. De hecho nos comentaba que los dos últimos rescates de gente que se ha internado por su cuenta por este lugar, han sido sólo para salvar los cuerpos.


Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

De todas maneras esta actividad es perfecta para cualquier persona. En nuestro grupo iban jóvenes, mayores, experimentados, novatos, etc. y todo el mundo se lo pasó de maravilla.

Continuamos otro largo rato caminando y durante ese trayecto pudimos asomarnos a una de las grietas sujetados por el brazo por la guía, bebimos la gélida y cristalina agua del deshielo, a la vez que llenábamos las botellas que llevábamos, vimos enormes balizas que indicaban hasta donde llegaba la nieve en invierno y pudimos comprobar que la altura triplicaba el lugar donde nos encontrábamos en ese momento, vimos los famosos vehículos especiales llenos de turistas que te trasladan hasta el glaciar, unos metros más arriba, hicimos el chorra y nos fotografiamos con el piolet de la guía, etc.


Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Sin darme cuenta, habían pasado tres horas desde el inicio de esta pequeña aventura y ni me había enterado, parecía que sólo llevábamos unos minutos allí, pero no, había transcurrido mucho más, por lo que teníamos que regresar y salir de aquella fabulosa masa helada que te hipnotiza y te hace perder la noción del tiempo. Había sido inolvidable y otra gran experiencia viajera.


Glaciar Athabasca. Campo de Hielo de Columbia

Después de darle las gracias a la guía y despedirnos de ella y de algunos de nuestros compañeros, cogimos de nuevo el coche y afrontamos 130 km más hasta la población de Lake Loise, donde comeríamos en el Mountain Restaurant (23 dólares por persona). Habíamos vuelto a atravesar entera la Icefield Parkway, con sus maravillosos lagos, glaciares, bosques, ríos, cascadas, animales, montañas, etc. y aunque ya todo nos resultaba familiar, sin embargo la sensación de asombro y de sentirte pequeñito e insignificante era igual o superior a la de la primera vez que circulábamos por aquí. Son las sensaciones que te brinda una naturaleza tan arrolladora y abrumadora como la de las Rocky Mountains canadienses y desgraciadamente había llegado el momento de decirlas adiós para siempre, o no, nunca se sabe.


Jasper desde Icefields Parkway

Cascada en Icefields Parkway

Glaciares en la Icefields Parkway

Seguiríamos después de llenar el estómago, atravesando de nuevo el parque Nacional de Yoho, esta vez sin paradas, y así sobre las 18.00 llegábamos al pueblo de Golden, en el que ya habíamos estado visitando aquel curioso puente de madera, hacía unos días, pero esta vez para pasar la noche. Sería en un Bed and Breakfast llamado Country Comfort y en el que nos recibiría una señora mayor de lo más agradable y simpática, para mostrarnos su coqueta casa y nuestra habitación. La tenía que daba gusto, todo muy limpio y bien cuidado y con el más mínimo detalle.


Country Comfort Bed and Breakfast.Golden

Country Comfort Bed and Breakfast.Golden

Aquí descansaríamos un largo rato antes de salir a dar una vuelta por el pueblo, y ya que habíamos llegado a una hora decente, también aprovecharíamos para tomarnos unas buenas cervezas (10 dólares los dos) en el típico bar que sale en las películas, sin que faltasen las miradas de los famosos perdona vidas, cuando estás entrando por la puerta, como diciendo: ¿y estos que hacen aquí? La saboreé como hacía tiempo que no lo hacía y cuando acabamos de tener una animada charla donde repasamos un poco todo lo vivido durante el viaje, nos marchamos a cenar a un restaurante supuestamente griego que nos había recomendado la señora, y que tenía también hamburguesa, costillas, ensaladas, etc. por lo que lo de griego lo mismo era porque les hacía ilusión decir que se dedicaban a este tipo de cocina. Lo que no me acuerdo como se llamaba. Nos tomamos unas costillas y una ensalada, más las bebidas (25 dólares por persona). Y con esto y poco más llegaría el día siguiente.

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