5 de Abril de 2012.
Después de haber dormido como un
bebe, aunque con la cara que ponen estos cuando están de mala leche, pues me
daba un poco de asco la habitación, devolví la llave, me devolvieron los diez
euros y como el desayuno no estaba incluido, me compré nada más salir a la
calle, para empezar el día con fuerza, un chocolate calentito y un gofre de
chocolate, otro de los caprichos típicos belgas (4,5 euros). Me sentó de
maravilla pues hacía un poco de rasca.
Después empezaría mi ruta por el
Brujas de los Borgoñones, pues sería gracias a esta familia adinerada de la
realeza europea, que esta pequeña villa, se convirtiera entonces en una ciudad
portuaria a rebosar de familias nobiliarias, comerciantes y artistas y en
consecuencia haya quedado la herencia de aquel pasado glorioso y sea lo que es
ahora.
Comenzaría
entrando en la Catedral de San Salvador, la iglesia más antigua de la ciudad,
me di una vuelta por su interior y desde ella me fui a recrearme un rato a una
plaza preciosa, donde se encontraba la iglesia de nuestra señora, con la torre
de ladrillo más alta de Europa, y la residencia de los señores de Gruuthuse. Y
diréis, ¿y no entraste a ver la famosa obra de Miguel Ángel? Pues tengo que
reconocer que lo intenté, pero era temprano y todavía no estaba abierto y luego
se me pasó, ups, atontado por lo increíble que era todo aquello. En fin, tendré
que volver algún día.
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Catedral de San Salvador |
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Palacio de Gruuthuse |
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Iglesia de Ntra Sra y Palacio de Gruuthuse |
En unos segundos, otro caminito
me llevaría hasta otro evocador lugar en el que se encuentra el hermoso puente
de San Bonifacio y pequeñas casitas reflejadas en uno de los canales. Me
sentaría a disfrutar de este idílico rincón y, mientras, me fijaría, mirando
hacia arriba, en la ventana gótica más pequeña de la ciudad. Desde luego al
paso que llevaba no me iba a sobrar ni un minuto entre paradas y fotos.
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Puente de San Bonifacio y Arentshuis |
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Arentshuis o Casa Arents |
Ahora sí, después de ansiarme lo
suficiente, me iría para el impresionante patio interior de la Lonja, desde
donde subiría a la torre del campanario o Belfort. Ocho euros me soplaron por
la broma. Después de la subidita, que por cierto, no recomiendo a quien no
tenga demasiada paciencia, ya que es el mismo camino de subida y de bajada y a
veces es un caos porque casi no cabes al cruzarte y tienes que aprender
contorsionismo, te encuentras con las vistas de todo Brujas. ¡Menuda panorámica
chula! En el camino hacia las alturas estuve viendo también la antigua cámara
del tesoro, donde se te explica de maravilla todo y, además, en castellano
entre otros idiomas. Menos mal porque después de lo que te vale la entrada,
pues que menos. Luego también, ya casi llegando al final ves todo el conjunto
de campanas y su carrillón, lo cual es bastante interesante. Se te explica en
paneles informativos como funciona y los conciertos que en determinadas épocas
del año se dan.
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Lonja |
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Belfort y Lonja |
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Brujas desde el Campanario o Belfort |
Ya en el suelo me puse a pasear
por la Markt o plaza Mayor, admirando edificios como el Palacio Provincial o la
estatua de los dos héroes populares que fueron protagonistas en la resistencia
contra la dominación francesa en 1302. Después de fijarme en las casitas de
otra parte de la plaza y en los coches de caballos que salen desde aquí, me
dirigí hasta la plaza vecina, la Burg, para de nuevo volver a sorprenderme con
la majestuosidad de lo que me encontraba. Esta alberga el histórico
Ayuntamiento, uno de los más antiguos de Bélgica y modelo a seguir por otros
como el de Lovaina o el de Bruselas. Aquí está el museo de la ciudad, el cual
me perdoné. Al lado de este te encuentras también con el Tribunal de Justicia y
la Basílica de la Santa Sangre, una doble capilla de aire místico a la que sí
entré, siendo además gratuita. Puedes visitar los dos pisos, en el inferior
está la iglesia románica de San Basilio y en el superior está la Basílica
neogótica donde se guarda y se venera la reliquia de la Santa Sangre. Es
curioso comprobar la diferencia tan grande de estilos con tan sólo subir unas
escaleras.
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Plaza Mayor o Markt |
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Casas gremiales de la Plaza Mayor o Markt |
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Ayuntamiento. Plaza Burg |
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Basílica de la Santa Sangre.Plaza Burg |
Como ya había respirado
suficiente religiosidad, al salir, tomé la pequeña calle que está al lado del
Ayuntamiento (cuando se baja por ella es interesante mirar hacia arriba para
fijarse en la curiosa bóveda que une los dos edificios) y por ella llegué a un
bonito paseo al lado de uno de los canales por el cual comencé a caminar,
viendo las tiendas típicas de chocolate y alguna encantadora placita, para tras
plasmarlo todo en fotos, menuda mañana llevaba, me dolía ya el dedo, llegar a
uno de los sitios más preciosos de Brujas: el Rozenhoedkaai o Muelle del
Rosario. De hecho, dicen que es el más fotografiado de la ciudad. Así que nada
aquí estuve otro buen rato disfrutando.
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Bóveda entre Ayuntamiento y Antigua Escribanía |
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Muelle del Rosario o Rozenhoedkaai |
Como quería descansar un poco y
justo en este lugar hay uno de los cinco embarcaderos para coger las barcas que
te llevan por los canales, pues saqué mi billete (7,60 euros por 30 minutos) y
a relajarme se ha dicho. El paseo está muy chulo, pues ves la villa desde otra
perspectiva distinta, además el capitán te va contando historias y anécdotas
curiosas. Yo la verdad, que tampoco me enteré mucho de lo que decía porque
habló casi todo el rato en inglés, pero bueno entre lo que decía en castellano
y algo que pillaba suelto, pues algún detalle me quedé.
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Brujas desde la Barca en el Paseo Fluvial |
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Brujas desde la Barca en el Paseo Fluvial |
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Brujas desde la Barca en el Paseo Fluvial |
Al desembarcar continué mi camino
por la calle Dijver, donde se reunían los druidas siglos atrás, y tras otro
paseo acabaría viendo las casas de la caridad de San José, un conjunto de
casitas blancas alrededor de un patio del S.XVII.
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Conjunto de Casa de la Caridad de S.José |
Como ya eran las 14.00 y justo
pasaba por una pequeña hamburguesería de barrio en donde ofrecían un menú con
patatas fritas, refresco y hamburguesa grande por 7,5 euros, pues aquí que me
metí. No me acuerdo del nombre, pero sí que estaba situada en la calle
Wijngaardstraat.
Y la tarde iba a comenzar con
otro de los lugares que hacen de Brujas un sitio de cuento y del que no te
irías nunca. Hablo del lago del amor o el Minnewater, lleno de cisnes, de
coches de caballos recorriendo su entorno y de la paz que se respira en el
Beaterio que está justo al lado y que cuenta con un impresionante jardín lleno
de flores, rodeado por las blancas fachadas de las casas y el silencio, ni
siquiera interrumpido por los grupos de turistas. Un mundo aparte. La puerta de
entrada a esta maravilla cierra a las 18.30.
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Minnewater o Lago del Amor |
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Begijnhof o Beaterio |
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Begijnhof o Beaterio |
Cuando terminé de relajarme por
esta zona de Brujas y de comprarme una
caja de esos bombones tan famosos y que casi me hacen llorar, ¡joder, pero que
buenos estaban! Me comí los cinco de la cajita, uno detrás de otro, como si
fueran pipas, mmm, seguí andando y atravesando muchos de los sitios por los que
había paseado por la mañana y así atravesar la ciudad de la parte sur hasta la
norte, donde me esperaban lugares tan bonitos como: la Eiemarkt, una placita
encantadora, detrás de la Markt; las dos únicas fachadas que se conservan de
madera en la ciudad (calles Kortewinkel y Genthof); la plaza de Jan Van Eyck,
otra gran lugar que no tiene desperdicio con edificios como la casa de piedra
roja, la casa de los estibadores considerada la más pequeña de la ciudad y la
lonja de los burgueses con el famoso oso de Brujas, símbolo de la ciudad, etc.,
etc. En este último caso esto es así porque según la leyenda, el primer conde
de Flandes cuando visitó por primera vez la ciudad en el S.IX, se encontró con
un oso pardo al que venció tras una tremenda lucha y a modo de publicidad para
su hazaña, llevó este símbolo a la villa.
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Jan Van Eyckplein y canal |
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Fachada de Madera Única en Genthof |
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Jan Van Eyckplein |
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Oso de Brujas en la Poortersloge o Lonja de los Burgueses |
Tras contemplar el exterior de
alguna iglesia más, sin la mayor importancia, y de ver el hotel de cinco
estrellas perteneciente a la cadena Kempinski, el cual fue un precioso palacio
de duques y condes y siete veces más grande de lo que es ahora, ahora sí, me
encaminé, para ponerle la guinda al día, a ver de cerca a los famosos molinos
brujenses. En su día, en la explanada donde se encuentran llegó a haber unos
treinta molinos, hoy sólo quedan cuatro y se pueden visitar por dentro dos de
ellos. Ya eran las 19.00 y estaban cerrados, pero sí que me sentaría a
descansar un rato, tampoco mucho, pues hacía un poco de rasca y todavía quería
ver la única puerta amurallada de entrada a la ciudad que sigue en pie, como
así hice.
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Molino en Los Vesten |
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Kruispoort o Puerta de la Santa Cruz |
Por último y ya que el sol
empezaba a consumirse, que mejor que acabar mis últimos momentos por aquí que
con una rica cerveza en la cervecería De Garre, una de las más famosas de
Brujas y que además elabora la suya propia. Esta se encuentra en un pequeño
callejón a la derecha según vas de la plaza Markt a la Burg. Tras degustarla
con tranquilidad y comerme el aperitivo de cuadraditos de queso, que la
acompañaban, a las 20.15, con los últimos rayos de sol, me encaminé hacia la
estación de trenes, dejando atrás uno de los lugares más increíbles que había
conocido hasta ahora.
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Cerveza Garre con aperitivo de queso |
En ella tomaría el tren que en
treinta minutos me dejaría en Gante (6,20 euros), para una vez en esta ciudad,
coger desde la estación un tranvía (1,20 euros) que te lleva hasta el mismo
centro de la ciudad. Sería aquí donde me bajaría para dar un breve paseo por el
Gante nocturno, que por cierto también merece mucho la pena, aunque a mí me
gustó más como tenían iluminada Brujas, pero eso ya es cuestión de gustos.
Tampoco me recrearía demasiado ya que estaba cansado y tenía ganas de llegar a
mi alojamiento que estaba como a veinte minutos andando.
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Catedral de San Bavón |
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Campanario Municipal o Belfort |
Se llamaba Hostel 47 y en mi caso
reservé una habitación con seis personas. Eran tres literas y a mí me tocaría
una cama de las de arriba, porque el resto ya estaban todas ocupadas. La
habitación estaba muy bien, bastante limpia e incluso con dos pequeñas
estanterías al lado de cada cama para poder dejar el móvil, las llaves y demás
pequeñas cosas que nunca sabes dónde ponerlas en estos casos. Pequeños detalles
que se agradecen un montón. Fuera de la habitación estaban las duchas y los
lavabos, todo muy limpio también, parecían hasta nuevos. Dios, que felicidad,
vamos que me quedo mil veces más con
este hostal aunque seamos seis en la habitación que en el de Brujas, teniendo
una para mí sólo, ¡menuda diferencia! El precio eran 29 euros reservándolo por
internet, allí directamente era más caro, no me acuerdo cuanto.
En la habitación, cuando llegué sobre las 22.30, sólo
había un chico de Barcelona con el que estuve charlando media hora. El resto de
gente estaba quemando la noche gantesa, así que nada, preparé las cosas para el
día siguiente, me comí unos bollos que me había comprado por el centro y di por
terminado el día.
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