Un taxi me
llevaría al aeropuerto de Trujillo (20 soles), para estar así en la terminal
como una hora y media antes de la salida del vuelo hacia Lima, el cual saldría
a las 07.40. Esta vez no hubo ningún imprevisto y todo se desarrolló sin
contratiempos.
A las 09.00
estaba saliendo de la terminal con el mochilón a cuestas, esperando encontrarme
por allí con un amigo de Raúl y Ángela, los limeños que conocí en Gocta, el
cual era taxista y había llamado el día anterior para que fuera a recogerme,
tal y como me recomendó, sin compromiso alguno, Raúl.
Después de
media hora, allí no había ni Dios con un cartel en el que pusiera mi nombre,
tal y como habíamos quedado por teléfono. Así que como no estaba por la labor
de seguir esperando, salí a la calle para coger un taxi que me llevara al
centro de Lima.
Cuando
empecé a decir que lo que pretendía era que me cobraran 30 soles por carrera,
como que les sentaba bastante mal, debía ser poco. Pero mira por donde que al
oírme uno de ellos, me dijo que vale pero que tenía que ser compartido. Así que
dicho y hecho, ya que una pareja de alemanes que estaba al lado, accedió a
compartirlo conmigo.
Nos dejó a
una cuadra de la plaza de Armas, por lo que era perfecto para mis intereses
pues tenía a menos de cinco minutos la oficina de turismo, a la que me dirigí
para pedirles, que si por favor, me podían guardar el pedazo mochilón que
llevaba conmigo. La señora que estaba allí no me lo puso nada fácil, pero al
final, después de rogarle, enseñarle el pasaporte y decirle que dentro sólo
había ropa sucia y ninguna bomba, accedió a ello hasta las tres de la tarde, ya
que cerraban a las cuatro. Se notaba muchísimo que estaba en la capital. Menuda
desconfianza, en comparación con lo que llevaba de viaje.
El 18 de
enero de 1535, Francisco Pizarro fundó, en lo que hoy es la Plaza de Armas, la
capital del Perú. Sería por ella por donde comenzaría la visita, ya más liviano
y únicamente con la mochila pequeña. En su perímetro se encuentran la Catedral,
el Palacio de Gobierno y la Municipalidad Provincial de Lima. En la parte
central hay una hermosa fuente que hace de complemento perfecto al resto de
casas coloniales que la rodean. Comprensible por todo ello fuese declarada
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.
Plaza de Armas y Catedral |
Plaza de Armas |
Plaza de Armas |
Plaza de Armas y Catedral |
Cuando me
cansé de recorrerla por sus cuatro costados y de hacer todas las fotografías
posibles, me dirigí al interior de la Catedral (10 soles). Me hacía especial
ilusión ver la tumba donde yacen los restos de Francisco Pizarro, por la
importancia histórica que tuvo este personaje. Su capilla es realmente bonita.
Después seguiría recorriendo sus naves, el Altar Mayor, el coro y el resto de
capillas.
Catedral |
Tumba de Francisco Pizarro. Catedral |
Sobre las
11.45 me encontraba delante del Palacio de Gobierno, que sería residencia de
Pizarro. Pero más allá de este dato de interés, mi objetivo era ver el cambio
de guardia que, diariamente, se realiza en el Patio de Honor por el glorioso
batallón de los Húsares de Junín. La ceremonia dura una media hora entre
música, desfile y pasos.
Palacio de Gobierno. Cambio de Guardia |
Desde aquí, a
tan sólo dos cuadras, estaba el convento de San Francisco de Asís, el cual me
sorprendió bastante, aunque no más que nuestra guía (es obligatorio el ir en
grupo), llamada Catherine, que me dejó prendado. A parte de ella, las
catacumbas que se visitan, me gustarían bastante pues se ven un gran número de
huesos y cráneos y se recorren los misteriosos pasadizos. (La entrada son 7
soles).
Convento de San Francisco |
En otra
pequeña caminata de dos cuadras, me había plantado en el museo del Banco
Central de Reserva del Perú, dispuesto a ver una exposición permanente de Oro,
dentro de una cámara acorazada, que me habían dicho que era sorprendente y muy
recomendable. Pero esta vez la fortuna no estuvo de mí lado y me tuve que
conformar con ver el grosor de las puertas que guardaban la supuesta colección.
La estaban actualizando y parece ser que iban a tardar cosa de un mes en ello.
Camara Acorazada Banco Central de Reserva |
Camara Acorazada Banco Central de Reserva |
Antes de
comer, pasaría por la plaza de San Pedro, para ver la iglesia del mismo nombre,
que data de 1636 y cuya planta fue inspirada en la casa matriz jesuita de Roma.
Destacan sus magníficos retablos de estilo churrigueresco.
Iglesia de San Pedro |
Y ahora sí,
muy cerca de esa plaza, me fijaría en un antiguo convento convertido en
restaurante con un patio central cerrado. Se llamaba “Los Vitrales de Gemma” y
ponían menús por 12 soles. Como me gustó, aquí que me metería y opté por sopa
de sémola y unos espaguetis a la boloñesa. Y de postre algo parecido al flan.
Al salir,
tenía que ir a por él mochilón, pues ya eran las tres, así que le di las
gracias a la señora de la oficina de turismo y me puse a pensar que hacía con
él el resto de la tarde. Después de preguntar a varios policías de la plaza de
Armas, pues está blindada, uno de ellos me propuso que lo mismo podía dejarla
en la sede de la policía turística. Ni corto ni perezoso, me cogí un taxi (5
soles) y me fui para allá (avenida de España). Dos mujeres policías me
recibieron y después de pedirme el pasaporte, accedieron sin mayor problema a
ello. Volví a quedar liberado del enorme peso, pero aún así cogería de nuevo un
taxi, ya que me recomendaron que tuviera cuidado fuera de la delimitación que
conforman el río Rimac al norte, la avenida Abancay al este, la avenida Tacna
al oeste y la plaza Grau al sur.
De nuevo, en
el centro, llamaría a una amiga viajera para ver si se podía tomar algo
conmigo, pero la pillé entrando a clase por lo que pasaría el tiempo visitando
el convento de Santo Domingo, fundado por Santo Domingo de Guzmán (5 soles,
incluyendo el guía).
Convento de Santo Domingo |
Tiene dos
claustros muy bonitos y además en el descansan los restos de Santa Rosa de Lima
y de San Martín de Porres, dos de los Santos más importantes de Perú.
Convento de Santo Domingo |
Convento de Santo Domingo |
Escultura. Convento de Santo Domingo |
Tampoco
quería dejar pasar la oportunidad de contemplar de primera mano la fachada de
lo que hoy es la sede principal del Ministerio de Asuntos Exteriores peruano,
pues corresponde a una impresionante casona que fue al antiguo palacio de los
Marqueses de Torre Tagle.
Palacio de los Marqueses de Torre Tagle |
Para acabar
la tarde y ver de forma segura un poco más allá de lo que es el centro
histórico, me cogí un autobús turístico de dos pisos que te hace un recorrido
por la ciudad de cincuenta minutos, explicándote un poco los lugares por los
que vas pasando. (Empresa Mirabús, 8 soles).
En el
trayecto vas viendo sitios como el Parque de la Exposición, el Estadio
Nacional, hoy considerado el más moderno de Sudamérica, organismos
institucionales, el parque del circuito mágico del agua (tenía una pinta
buenísima con un montón de fuentes chulísimas adornadas con colores y música),
etc. Vas un poco rápido pero bueno, te llevas una idea general de lo que es
algo más de ésta inmensa ciudad de más de nueve millones de habitantes.
Palacio de Justicia desde Bus Turístico |
Ya era de
noche cuando bajé del bus y casi las 18.30. Estaba algo cansado, por lo que
decidí pasar el resto de la tarde entre una cafetería de la calle de la Unión,
la calle comercial de la ciudad, tomándome algo tranquilamente, y el Mc
Donalds, donde quería guarrear un poco (18,50 soles).
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