Como el taxi
que me llevaba al aeropuerto no venía a por mí hasta las 11.30, decidí
aprovechar las últimas horas en Cuzco viendo algunas cosillas que se me habían
quedado en el tintero.
En la calle
Hatun Rumiyuc se encuentra la famosa piedra de los doce ángulos. La fachada en
la que está ubicada pertenece al Palacio Arzobispal y ¡me iba a ir sin verla!
Así que sería lo primero que haría. Es increíble ver cómo encaja a la
perfección con el resto de piedras que la rodean.
Palacio Arzobispal |
Piedra de los Doce Ángulos.Palacio Arzobispal |
Luego
atravesé la plaza de Armas y me dirigí al museo Garcilaso, que como estaba
dentro del boleto turístico, pues así lo veía. Pero cuál fue mi sorpresa que
cuando llegué estaba cerrado. Pregunté a una policía y resulta que era festivo.
Se celebraba Santa Rosa de Lima y muchos museos y organismos no abrían sus
puertas. Así que me dijo que me fuera a la plaza de Armas que iban a desfilar
los distintos cuerpos oficiales e iba a haber una procesión en honor a la Virgen
hasta la iglesia de Santo Domingo. Muy obediente la hice caso y hay que
reconocer que fue un acierto.
Casa Inca Garcilaso. Museo Histórico Regional |
Farolillos en Calle del Centro Histórico |
Desfile Santa Rosa de Lima.Plaza de Armas |
Desfile Santa Rosa de Lima.Plaza de Armas |
Cuando
terminó la celebración era ya casi la hora de volver al hotel, por lo que
volvería a este y tomaría el taxi que me llevaría hasta el aeropuerto de Cuzco.
(12 soles)
Mi vuelo
hacia Cajamarca, con conexión en Lima, no salía hasta la 13.20 por lo que me
había sobrado más de una hora para pulular por allí. Pero me senté y no me
moví, estaba cansado de tanto tute.
Todo iba
transcurriendo sin el mayor sobresalto, yo allí todo pachorro repanchingado,
hasta que me dio por ir a comprarme una botella de agua. A la vuelta, me dio
por volver a comprobar en la puerta de embarque la hora de salida de mi vuelo.
De repente, la cara se me empezó a desencajar. La 13.20 era la hora de embarque
y las 13.55, la hora de despegue. Mi cara fue un poema porque esto suponía que
no tenía tiempo para realizar la conexión con el vuelo hacia Cajamarca. Se
sobreponía uno sobre otro. Esto era como consecuencia de los cambios que habían
ido realizando a lo largo de los últimos días, porque cuando lo saqué desde
Madrid, en principio, no iba a tener ningún problema.
Me fui,
entonces, rápidamente, a contarle a una chica, que parecía bastante eficiente, mi
problema. Después de decirme que como me habían puesto así los vuelos y que
efectivamente era imposible coger la conexión, empezó a teclear el ordenador y
a hacer unas llamadas. Después de cinco minutos interminables, me comenta que
me ha recolocado en la única plaza que quedaba en un vuelo que salía ya mismo.
Sin darme cuenta, un chico que yo no sé de donde salió, me dijo – sígueme y me
llevó por los pasillos internos del aeropuerto hasta la escalera que me subiría
al primer avión rumbo a Lima.
Cordillera de los Andes en Vuelo hacia Lima |
Cordillera de los Andes en Vuelo hacia Lima |
Ahora la
historia era el ver si conseguiría el objetivo, ya que con esta jugada, lo que
había hecho la chica era lograr que tuviera veinte minutos para realizar la
conexión, pero también era muy poco tiempo para llegar de un avión a otro.
Veríamos a ver.
Nada más
aterrizar, conseguí zafarme de unos y otros y ponerme el primero para salir del
avión. Al abrirse la puerta, me encontré con un chico que casi gritando dijo:
-“¡Daniel, por favor!” –“Sí, soy yo”, le dije –“Espero que estés en forma,
¡sígueme!”, me respondió. Y empezó una carrera a toda la leche por todo el
aeropuerto de Lima, como si nos fuera la vida en ello, que bueno, en realidad
me iba. Atravesamos medio aeropuerto y llegamos a los puestos de control, que
había que pasar nuevamente. Sin decir nada me colé, pasando de todo el mundo y
otra nueva carrerita hasta conseguir entrar en el último en el avión del día que
me llevaría hasta Cajamarca. Es evidente que según me senté me quedé frito
hasta que aterrizamos.
A las 16.30
estaba aterrizando en esta ciudad del norte de Perú, que tanto me había hecho
sudar.
En este
histórico lugar se libraría una de las batallas de más renombre entre españoles
e incas, pues sería aquí donde fue hecho prisionero el famoso Atahualpa para
poco tiempo después ser asesinado. Comenzaría el principio del fin del poderoso
imperio inca.
Después de
cogerme un taxi en el aeropuerto (10 soles), llegaría a mi hotel La Portada del
Sol (75 soles la noche), que lo había seleccionado mirando la Lonely Planet y
lo había reservado la noche anterior en Cuzco.
Nada más
llegar dejaría todo en la habitación y me fui a hablar con la chica de
recepción para que me informara de las cosas que quería hacer.
Con la
lección aprendida, me dirigí como a dos cuadras de mi hotel para tomar una
combi (0,80 soles) que me llevaría hasta la puerta de “Los Baños del Inca”.
Aquí se supone que curaba sus heridas Atahualpa después de cada batalla. En la
entrada hay una escultura de este dándote la bienvenida.
Baños del Inca |
Monumento a Atahualpa.Baños del Inca |
Estos baños
son un complejo de duchas, pozas y piscinas que utiliza toda la comarca para
estar bien limpitos, aprovechando las aguas termales de la zona. Nada más
entrar te encuentras como con unas diez piscinas, donde está prohibido bañarse.
Al principio no sabía por qué, pero después de hablar con un guardia de
seguridad, lo comprendí rápidamente y es que el agua sale en ellas a 78 grados.
Luego ya está la distribución del resto de sitios.
Baños del Inca |
Baños del Inca |
Yo me dirigí
a la zona de pozas, que son simplemente bañeras grandes, donde tú mismo te la
llenas y la regulas con las palancas de agua fría y caliente. Elegí estas
porque me las recomendaron al ser más higiénicas y seguras, pues son
individuales y dentro de ellas te encierras y no entra nadie. Allí estaría unos
cuarenta minutos relajándome. Me hubiera quedado más, pero recomendaban que más
tiempo era peligroso por riesgo de desmayo, por lo que estando sólo, no me la
quería jugar.
Cabina Particular. Baños del Inca |
Ya fuera me
volví a coger la combi (0,80 soles) que me dejó, de nuevo, en Cajamarca, la
cual está como a unos seis Kilómetros de aquí. Me dejaría cerca de la Plaza de
Armas y no sé cómo, estaba totalmente desubicado. Empecé a dar unas vueltas y
efectivamente creo que estaba perdido con respecto a la situación de mi hotel,
no lo encontraba.
Hoy me
estaba cubriendo de gloria. Empecé a preguntar a varias policías y las
indicaciones que me daban me llevaban hasta otro hotel, cuyo nombre era similar
al mío. Como no llevaba la dirección, porque no creía que esto me pudiera
pasar, pues sólo contaba con el nombre. Después de un cuarto de hora buscando,
nada de nada, hasta que di con una policía súper joven y simpatiquísima, que me
dijo que me acompañaba en mi búsqueda. Estaríamos unos 40 minutos de aquí para
allá preguntando en unos sitios y en otros, mientras íbamos de charleta
contándonos las costumbres peruanas y españolas. La verdad que no estábamos
poniendo mucho interés a la búsqueda en sí, pues sólo cuando recibió una
llamada de su jefe por radio, conseguiríamos encontrar mi dichoso alojamiento.
Me despedí
de la encantadora policía y me fui a cenar a un sitio que se llamaba Don
Octavio, al lado de la Plaza de Armas (24,50 soles). Me encantó ya que estaban
los típicos platos españoles de salir del paso y me apetecían un montón. Me
cené una pechuga de pollo a la plancha, con patatas fritas y arroz blanco. Y de
postre un crep con mermelada de fresa. ¡Me supo a gloria!
Terminaba ya lo que en principio se presentaba como un día insulso y de tránsito. ¡Pues menos mal que sólo iba a ser eso!
No hay comentarios :
Publicar un comentario