DIA 01. BRESCIA y LAGO ISEO. Dos destinos poco conocidos

2 de Julio de 2011.

Eran las cuatro de la mañana cuando el ruido insoportable del despertador reclamaba su protagonismo, aunque tendría que insistir en varias ocasiones para conseguir que me pusiera en pie. A pesar del madrugón uno estaba contento, pues nada tiene que ver este cuando es para realizar un nuevo viaje y no para ir a trabajar.

Si alguien ha leído el diario de “Milán y lagos de Lombardía” recordará que la última jornada optaríamos por elegir entre visitar Milán o Bérgamo, dado que con sólo un día era imposible afrontar ambas ciudades. Optaríamos por la primera, siendo la gran sacrificada la segunda y eso que nos alojábamos en la parte baja de esa urbe. Sería una sabia decisión pero eso nos dejaría, tanto a mis amigos, Raúl y Javi, como a mí, un cierto sabor amargo y una espina clavada, que decidiríamos sacárnosla en cuanto tuviésemos oportunidad, dándose esta tan sólo dos meses después, pues otro vuelo barato de la compañía Ryanair nos animaba a poner rumbo hacia allí, aunque sólo fuera por dos escasos días, la escapada más corta fuera de España que habíamos realizado.

El vuelo de las 06:00 saldría, sorprendentemente, en hora por lo que sólo dos horas después estábamos aterrizando en el aeropuerto de Orio al Serio de Bérgamo. Habíamos decidido dejar la visita a la monumental ciudad para mañana, por lo que hoy queríamos aprovechar para ver algo de los alrededores, necesitando para ello un coche de alquiler. No traíamos nada reservado, así que tocaba improvisar y comenzamos a preguntar en las diferentes compañías de alquiler de coches el precio para el día de hoy, decantándonos, claro está, por la más barata: Maggiore Rent, que nos lo dejaba por 62 euros con todo incluido. Cierto que por internet hubiera salido más económico pero esta vez nos descuidamos y no lo hicimos.

Tras recoger nuestro vehículo, un Fiat algo antiguo, nos pondríamos de camino hacia la ciudad de Brescia, situada a una hora de camino de donde estábamos, yendo por carreteras secundarias y es que nos apetecía disfrutar del paisaje lombardo y el encanto de los pueblos que iban quedando atrás, mejor que hacer el trayecto por autovía.

Eran las 10:00 cuando dejábamos el vehículo en un parking de arena que encontraríamos de casualidad, en el que no había que abonar ni un solo euro y a tan sólo cinco minutos caminando del centro histórico.

Importante centro industrial y comercial al pie de los Prealpes, Brescia era ya conocida en época romana. Durante la Edad Media fue ducado lombardo y ciudad independiente; más tarde pasó a depender de Venecia desde 1426 hasta 1797 y en ella floreció una famosa escuela de pintura. Tiene monumentos notables tanto del periodo romano como del Renacimiento y posee un rico patrimonio artístico.

Nuestro primer encuentro en la ciudad lo tendríamos con la imponente estatua ecuestre de Garibaldi, el héroe que junto a Víctor Manuel II, llevarían a Italia a la unificación. En la plaza del mismo nombre había ya un gran ambiente y es que se notaba que estábamos al lado de la zona más turística. Desde este punto tomaríamos la calle del mismo nombre que la escultura y la plaza, la cual nos llevaría directos hasta la torre della Pallata, uno de los principales monumentos del periodo medieval con 32 metros de altura, siendo la última estructura fortificada superviviente de esta parte de la muralla de la ciudad. El resto de elementos decorativos que se pueden ver, tales como el reloj, las almenas y la pequeña torre fueron agregados posteriormente, allá por el siglo XV.

Corso Garibaldi y Torre della Pallata

Torre della Pallata

La fuente neoclásica que se puede observar en la base de la torre cuenta con tres estatuas, representando la central a Tritón, mientras que la interpretación de las otras dos es polémica, pues hay quienes dicen que se trata de la representación de Mella y Garza, los dos ríos más importantes de Brescia, mientras que otros comentan que son Garda e Iseo, los dos cercanos y famosos lagos.

Instantes después llegábamos hasta la maravillosa Piazza della Loggia, flanqueada por edificios y palacios venecianos de los siglos XV y XVI, entre los que destaca la propia Loggia, actual ayuntamiento, renacentista, porticado y profusamente decorado por arquitectos y escultores de la época. Justo enfrente de este se puede observar la torre del reloj, coronada por dos figuras que marcan las horas.

Palacio della Loggia

Torre del Reloj.Plaza Loggia

Parte trasera Torre del Reloj. Calle aledaña a Plaza Loggia

Para ser sincero, tengo que decir que todo lo anterior me lo tendría casi que imaginar o verlo desde determinados ángulos muy concretos y es que cual sería mi sorpresa que en estos precisos momentos, estaba instalado un mercadillo que tapaba casi hasta el último rincón del cuadrilátero, así como te imposibilitaba poder admirar cualquier perspectiva. Mi cara sería un poema, pues estaba en una de las plazas más espectaculares del norte de Italia, e ironías de la vida, puestos de bragas, cacharros, herramientas y demás utensilios, no me dejaban verla como me hubiera gustado. Mis amigos mientras tanto no paraban de pitorrearse y soltar alguna que otra carcajada ante mi mal humor, pero ya se sabe que quien ríe el último ríe mejor.

Seguiríamos caminando y apenas atravesada la puerta de la torre del reloj, tras unos metros, se abría ante nosotros la espectacular Piazza Paolo VI. Afortunadamente esta la encontrábamos tal cual es, sin improvisados escenarios y mostrando sus mejores galas. En ella destacan la mole de mármol blanco del Duomo Nuovo (catedral nueva); la Rotonda o Duomo Vecchio (catedral vieja), erigida sobre una basílica anterior, de estilo románico de finales del siglo XI. Dentro hay un magnífico sarcófago de mármol rosa del obispo Berardo Maggi, así como una cripta con columnas y capitales de época romana y bizantina, además de pinturas de los artistas locales que merece la pena contemplar; por último, impresiona también el llamado Broletto, uno de los más bellos palacios consistoriales lombardos de transición al gótico, con su alta y almenada Torre del Popolo y un balcón de pregones, poseyendo además un interesante patio medieval y renacentista tardío con añadidos barrocos.

Plaza Paolo VI

Palacio del Broletto y Duomo Nuevo

Duomo Antiguo o Rotonda

Duomo Antiguo o Rotonda

Duomo Antiguo o Rotonda

Tras la visita interior de cada uno de los anteriores edificios, unas escaleras cercanas y unas cuestas algo empinadas nos permitirían llegar hasta el castillo. Si no te apetece mucho pegarte la caminata y tienes vehículo, lo mismo es una buena idea llegar con él hasta la misma puerta y aparcarlo allí, pues hay sitio de sobra y no hay restricciones de aparcamiento en esa zona, al menos cuando nosotros estuvimos.

Castillo

Antes de entrar a su inmenso recinto y dado que mis amigos habían acabado algo saturados de tanto arte, me propondrían tomar unas cervecitas en una terraza situada justo a la entrada del mismo, lo que me parecería buena idea para coger fuerzas. Después del refrigerio y ya con las pilas cargadas, ahora sí, tocaba la conquista de la fortaleza.

Construida en 1343 para los Visconti, sobre los restos de un templo romano, esta construcción alberga una colección de armas y armaduras de los siglos XIV al XVIII, aunque lo mejor son sin duda las tremendas vistas de buena parte de Brescia y los alrededores, que sería lo que más disfrutaríamos desde sus almenas y torres.

Castillo

Brescia desde su Castillo

Brescia desde su Castillo

Castillo

Después de desandar lo andado, volvíamos a llegar al corazón de la ciudad sobre las 14:30 y, aunque ya había hambre, decidiría proponer acercarnos a visitar el Foro Romano, el cual había leído era bastante interesante, pero mi moción no sería aprobada por mis cansados y hambrientos amigos, por lo que fui conducido casi de forma obligada a una pizzería situada en la piazza Paolo VI.

Al menos me quedaría el consuelo, ya de camino hacia el coche y al volver a pasar por la piazza della Loggia, de que esta se encontraba ya sin un solo resto del mercadillo callejero que había a primera hora de la mañana y que había provocado la sorna y el cachondeo de mis amigos. No había ni puestos, ni basura, ni turistas, absolutamente nada. El espacio estaba totalmente desierto lo que me haría esbozar una leve sonrisa tipo Gioconda y algún que otro chascarrillo jocoso en clara referencia a aquellos primeros momentos en la ciudad. Además me daría el lujo de permanecer allí un buen rato haciendo fotografías  y contemplando, con tranquilidad, el palacio Loggia con su peculiar cúpula, los Montes de Piedad, la Torre del Reloj y los diferentes pórticos que circundan el perímetro.

Plaza della Loggia

Plaza della Loggia

Pórticos y Torre del Reloj .Plaza  della Loggia

Plaza della Loggia

Con esa satisfacción unida al placer de saborear un rico helado, el cual no podía faltar, nos iríamos alejando del meollo de esta increíble ciudad, para antes de darnos cuenta estar otra vez en el coche y poner rumbo a nuestro siguiente destino.

En nuestro anterior viaje habíamos quedado entusiasmados de la belleza de los lagos Como y Garda y teníamos claro que no íbamos a desaprovechar la oportunidad de conocer otra gran masa de agua de la zona de la que también, sin ser tan grande como las otras, tenía muy buenas referencias. Estoy hablando del lago Iseo.

Lago Iseo

Es el séptimo lago más grande de Italia y el cuarto de Lombardía, y fue creado por un glaciar que descendió  desde Val Camonica, uno de los valles más grandes de los Alpes.

Son muchos los pueblecitos que se encuentran en sus orillas desde donde se pueden conseguir fantásticas perspectivas del mismo, tales como Sarnico, Iseo, Lovere, Castro, Tavernola o Sulzano, etc. Nosotros optaríamos por este último para conseguir la primera imagen del lago, tardando unos veinte minutos en llegar hasta él desde Brescia, pues sólo nos separaban menos de treinta kilómetros.

Lago Iseo e Isla Monte Isola desde Sulzano

Después de un tranquilo paseo por el casco urbano de esta localidad, teníamos claro que no nos íbamos a conformar únicamente con esta visión, por lo que pondríamos en marcha nuestra pequeña aventurilla para acabar por todo lo alto la jornada en la que estábamos.

De las tres islas con las que cuenta sólo se puede acceder a la más grande de ellas llamada Monte Isola, que por otro lado es la isla lacustre más grande de Europa, con sus pueblos típicos, dominados por el santuario de la Madonna della Ceriola, pues bien, ese era nuestro objetivo para obtener así unas panorámicas sin iguales.

Dejaríamos el coche aparcado en un pequeño parking del mencionado pueblo de Sulzano, donde pagaríamos cuatro euros por unas cinco horas, dirigiéndonos hacia el pequeño puerto de la población. Allí sacaríamos las entradas para el transbordador (3,5 euros cada una) que nos llevaría hasta el pintoresco pueblecito de Peschiera Maraglio, con un encantador puerto donde estaban amarrados los barcos de pesca típicos del lago.

Lago Iseo

Lago Iseo e Isla Monte Isola

Lago Iseo y Sulzano en la lejanía

Lago Iseo y Peschiera Maraglio

Afortunadamente la oficina de turismo estaba abierta por lo que aquí nos informarían como es debido de lo que teníamos que hacer para llegar al santuario. Lo primero era tomar el autobús que te deja en el pueblecito de Cure y que no salía hasta las 18:10, por lo que nos entretendríamos visitando la iglesia de San Michele, dando algún paseo por las callejuelas de Peschiera e incluso tomando algo rápido en una terraza situada a orillas de las aguas.

A la hora indicada, con una puntualidad extraordinaria, llegaba un pequeño minibús en el cual no creo que cupiesen más de quince personas, algo comprensible una vez vistas las carreterillas por las que tenía que circular. Por cierto que en la isla no veréis vehículos particulares ya que están prohibidos, permitiéndose sólo motocicletas, transporte público y burros, ¿curioso verdad?

Lago Iseo camino hacia Cure

Un trayecto por diferentes pueblos, situados cada uno en un punto cardinal, haría que comenzara mi intranquilidad y por tanto el cachondeo por parte de Raúl y Javi y es que como veía que el conductor se pasaba el desvío hacia nuestro destino, me levantaría para preguntarle si íbamos en la dirección correcta. En principio no tenía que haberse molestado por una pregunta tan inocente, pero claro si somos sinceros y tenemos en cuenta que le insistí hasta en tres ocasiones, pues la última de ellas frunciría el ceño y casi que le faltó hacerme bajar del autobús, aunque la educación le pudo más y ni me contestó. Mis amigos mientras tanto seguían pasándoselo en grande y me animaban a volver a preguntar una y otra vez, en fin.

Cuando ya creía que no íbamos a llegar nunca, por fin el autobús paraba en Cure, localidad desde la que empieza la senda que se interna en un bosque y te permite llegar a lo más alto de la isla, eso sí con algo de esfuerzo, pues a un ritmo normal tardaríamos una media hora, teniendo que afrontar varias cuestas con cierto desnivel que hicieron que acabáramos sudando como pollos.

Aunque el santuario de la Madonna della Ceriola no impresiona y es de lo más normalito, la verdadera recompensa de llegar hasta aquí son las vistas del lago Iseo desde todos los ángulos posibles. Las perspectivas son grandiosas y es una experiencia que bien merece la pena realizar.

Santuario Madonna della Ceriola .Isla Monte Isola

Santuario Madonna della Ceriola. Isla Monte Isola

Lago de Iseo desde Santuario Madonna della Ceriola

Lago Iseo desde Santuario Madonna della Ceriola

Estaríamos más de una hora recreándonos con este entorno idílico, para sobre las 20:30 comenzar el descenso, pues el último autobús que salía de allí era a las 21:10. Esta vez se retrasaría como cuarto de hora, pero al final llegaría, siendo el conductor el mismo que a la ida, animándome mis amigos a preguntar si quedaba mucho para llegar. Qué simpáticos. Creo que de haberlo hecho no hubiera salido nunca de la isla.

Lago Iseo al regreso del Santuario Madonna della Ceriola

De camino al pueblo de Peschiera, nos asaltaría una duda y es que no habíamos comprobado cual era el último barco de regreso desde la isla a Sulzano, lo que haría que fuéramos con cierta intranquilidad. No teníamos motivos para ello pues en estas fechas veraniegas los transbordadores están saliendo en intervalos de quince minutos y hasta las cuatro de la mañana, así que tanta preocupación para nada. Por cierto que a la isla Monte Isola también puede accederse de forma directa desde las poblaciones de Iseo y Sale Marasino.

Anocheciendo en el Lago Iseo

Anocheciendo en el Lago Iseo

De todas maneras aunque un día te permite hacerte una idea de cómo es esta zona, creo que lo ideal serían dos, para poder disfrutar de todo con calma y tranquilidad.

Sólo nos quedaba ya coger nuestro coche y dirigirnos hacia el aeropuerto de Orio al Serio para devolverlo, tardando unos cincuenta minutos, lo que nos haría llegar bastante justos antes de que cerraran la sucursal, además de para coger el último autobús que te lleva hasta la estación central de Bérgamo, pues este sale a las 00:00.

Una vez en esta sólo tardaríamos cinco minutos en llegar a nuestro hotel Best Western Cappello D´Oro, el mismo que reservaríamos en nuestra anterior estancia. (127 euros la habitación triple). Al igual que la vez anterior, la habitación no era muy amplia pero cabían bien las tres camas, era confortable y limpia, el personal era muy amable y el desayuno variado y abundante.

Una vez alojados, nos plantearíamos si salíamos a picar algo con la hora que era, pasando de las 00:30, por lo que la respuesta estaba clara al no poder con nuestras almas. Así que apagamos la luz y en unos segundos estábamos roncando.

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