Parece que en la provincia de Barcelona sólo existe su capital y que más allá de la misma no hay nada más. Es cierto que la Ciudad Condal es única y atesora infinidad de lugares a los que podrías dedicar todo el tiempo del mundo, pero un porcentaje muy alto de personas se conforma con esta visita y no le da una oportunidad, ya sea por tiempo o por desconocimiento, al resto de la provincia. Yo mismo he perdido la cuenta de las veces que he viajado a la capital de Cataluña y a pesar de conocerla bien, he repetido lugares, una vez tras otra, sin nunca plantearme una escapada a otros destinos cercanos. Este viaje iba a servir para, por fin, desquitarme de ello.
Durante cinco días completos y junto con mi buen amigo Raúl, un asiduo a muchos de estos viajes, nos internaríamos por el interior de una provincia repleta de sorpresas. Espacios naturales de amplio registro, un impresionante rosario monacal, castillos roqueros de los señores de la guerra, pueblos anclados en el pasado, museos de incalculable valor se irían sucediendo jornada tras jornada, superando cada una de ellas a la anterior.
Nuestro punto de operaciones sería Barcelona, ya que nos pareció más cómodo no tener que andar cambiando de alojamiento cada poco tiempo y considerando que las distancias en la provincia no son tampoco exageradas. Optaríamos por la Casa del Mar cercana al puerto que gracias a mi trabajo me permite poder utilizarlas si cuentan con hospedería a precios irrisorios.
Para desplazarnos optaríamos por alquilar un coche en el aeropuerto del Prat, donde llegaríamos desde Madrid, ya que nos parecía una paliza el tener que hacer tantos kilómetros en sólo seis días y entre dos el coste sería bastante similar al comparar el precio del vuelo y el alquiler con el de la gasolina de ida y vuelta más los peajes desde la capital.
Después de haber llegado ayer por la noche y descansar lo suficiente, hoy nos pondríamos ya a la faena madrugando y dirigiéndonos, sin prisa pero sin pausa, a nuestro primer destino.
CASTELLAR DE N´HUG
Situado a 140 kilómetros de Barcelona, tardaríamos en llegar algo menos de dos horas. Se trata de una pequeña localidad que se ha convertido en una de las principales atracciones turísticas de la comarca del Berguedá. Es uno de los pueblos más altos de la región y por ello se cuelga sobre un balcón en la montaña que lo rodea, consiguiendo panorámicas maravillosas desde muchas de sus calles o plazas. Igualmente, es recomendable tomar alguno de los caminos que te alejan del conjunto urbano y así poder disfrutar de una perspectiva genérica del mismo.
Castellar de N´Hug |
Castellar de N´Hug |
Castellar de N´Hug |
Plaza Mayor e Iglesia de Santa María. Castellar de N´Hug |
Se vaya por donde se vaya, resulta imposible ignorar los escaparates de las tiendas. Curiosamente, en cada uno de ellos cuelga un cartel donde reza la afirmación de ser el único del pueblo con horno de leña.
FUENTES DEL LLOBREGAT
Paseando desde el mismo aparcamiento donde habíamos dejado el coche para la visita de Castellar de N´Hug, nos acercaríamos a realizar este breve itinerario bien señalizado con paneles explicativos que están dispuestos en cada recodo del camino para una mejor comprensión del entorno natural.
Son tres las cascadas principales por las que brota impetuoso el río entre coníferas y árboles de ribera. Unas pasarelas permiten contemplar estos surtidores espectaculares en los que se inicia el largo viaje de estas aguas, 170 km, hacia el Mediterráneo.
Fuentes del Llobregat |
Fuentes del Llobregat |
POBLA DE LILLET
Nuestra siguiente parada estaría situada a sólo diez kilómetros de la anterior, tardando en llegar un cuarto de hora. Se trataba de la Pobla de Lillet, rodeada de extensos pinares que dominan el paisaje, así como de los riscos de la sierra de Falgars, que se elevan sobre el valle de Lillet, donde los ríos Arija, Regatell y Llobregat aportan el caudal necesario para las tradicionales industrias textiles que se esparcen por esta comarca.
La Pobla de Lillet |
Entre sus monumentos hay que destacar la iglesia de Sant Cristófol, templo gótico que alberga un Cristo en Majestad románico del siglo XII, así como tres puentes, dos de ellos de origen medieval, para salvar las aguas del río y transitar de un lado a otro de la población.
La Pobla de Lillet |
Puente Medieval. La Pobla de Lillet |
Pero si hay un lugar especialmente interesante ese es el que corresponde a los Jardines Artigas, a un kilómetro escaso de la población, fabulados por Antoni Gaudí para esta familia de industriales. La glorieta, los puentes, la cascada y las figuras del peculiar bestiario gaudiano, como la fuente de la cabeza de vaca, la del león o el águila, conforman un espacio tan sugerente como sorprendente.
Jardines Artigas. La Pobla de Lillet |
Jardines Artigas. La Pobla de Lillet |
Jardines Artigas. La Pobla de Lillet |
BAGÁ
En poco más de otros once kilómetros llegábamos a Bagá, cuyo casco antiguo es una auténtica delicia, con todo el sabor de una villa medieval. De su fortificación todavía resta una sección de la muralla que rodeaba el núcleo antiguo.
Muralla de Bagá |
Calle Mayor. Bagá |
Pasear por sus calles bien empedradas depara sorpresas como la de descubrir la iglesia gótica de Sant Esteve, un edificio de planta basilical con dos portadas góticas, tres naves y un gran ábside central con curiosa forma hexagonal. El ábside pudo ser uno de los elementos defensivos de la muralla. En el interior se guarda una cruz relicario bizantina del siglo XIII que trajeron de las cruzadas.
Bajo la anterior está un viejo puente medieval con un oratorio del siglo XVI.
Sin embargo, el mayor de los placeres lo ofrece la porticada plaza medieval, que mantiene intacta su estructura desde el siglo XIII, con antiguos edificios y rústicos pórticos. Recibe el nombre de Galceran de Pinós, fundador de la villa, o de las cien doncellas, debido a una leyenda largamente evocada. Esta cuenta que el mencionado fundador cayó prisionero de los sarracenos, quienes exigían un cuantioso botín a cambio del rescate del caballero. Las gentes de Bagá empeñaron todo su patrimonio para reunir lo estipulado: 100.000 doblones de oro, 100 vacas preñadas, 100 caballos blancos, 100 piezas de brocado y, lo más preciado, 100 doncellas. Estaban a punto de entregar el rescate cuando la intervención de su santo patrón, San Esteban, hizo que el caballero fuese milagrosamente liberado con el consiguiente alivio de los lugareños, fieles vasallos dispuestos al sacrificio.
Plaza Mayor. Bagá |
P. NATURAL CADÍ – MOIXERÓ
El día lo terminaríamos con una pequeña incursión a este parque natural que se extiende entre las comarcas del Berguedá, el Alto Urgel y La Cerdaña. Obtendría la protección en 1983 y existen dos vertientes bien diferenciadas. Al norte son característicos los farallones que tutelan La Cerdaña, y al sur, a caballo entre dos comarcas, se extiende la zona del Berguedá, donde destaca la inconfundible silueta bicúspide del Pedraforca, emblemática montaña catalana y nuestro principal objetivo el poder contemplarla. Las gentes primitivas lo tenían como guarida de sus dioses, y los pioneros de la montaña del siglo XIX lo convirtieron en un objetivo principal.
Pedraforca camino Saldes |
Desde la población de Saldes, buscaríamos una pista asfaltada que nos llevaría hasta el mirador del Gresolet, un balcón sobre un risco ante el cual se levantan los 800 metros del Pedraforca. Algo más arriba está el refugio de montaña Lluis Estasen. A parte, desde cualquier punto cercano a dicha localidad también se consiguen magníficas perspectivas de esta mítica montaña.
Pedraforca desde Mirador de Gresolet |
Mirador de Gresolet |
Respecto a Saldes, es un lugar habitual para montañeros, donde destaca la iglesia de Sant Martí, en la que se guarda la talla policromada de la Mare de Déu del Gresolet, así como el castillo, parcialmente restaurado, con una sala de bóveda apuntada y la capilla de Santa María.
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