Oporto, la
segunda población más importante de Portugal después de Lisboa, es una ciudad
de contrastes que seduce tanto por su autenticidad como por los aires de
modernidad que se respiran en ella. Sus habitantes se muestran orgullosos de su
patrimonio histórico, medieval o barroco y es que mires donde mires encuentras
siempre una plaza, una iglesia o una calle que te sorprenderá. Si además te
adentras por sus oscuras callejuelas, escalas sus abruptas colinas, te
encaramas sobre sus puentes y murallas para contemplar unas vistas que cortan
el aliento y saboreas su exquisita gastronomía, podría suceder que acabaras
enamorado de la ciudad y quisieras quedarte a vivir en ella.
El centro de
Oporto es, muy merecidamente, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde
1996. Es una urbe deslumbrante en muchos sentidos, aunque aquí tendrás que
desentumecer las piernas, pues la ciudad se extiende por las colinas de la
ribera del Duero. Para ser más claro, hay muchas cuestas, pero bien merece la
pena el esfuerzo, ¿Nos acompañas a descubrirla?
Nuestros
primeros pasos nos llevarían hasta la iglesia
de la Trinidad en la calle del mismo nombre. Debido a la falta de fondos y
a algunas discrepancias sobre la colocación del cimborrio, no se concluiría
finalmente hasta 1892. En su interior destaca un panel de grandes dimensiones
situado en la capilla mayor, así como el altar mayor con un trabajo espléndido
y minucioso en talla dorada.
Iglesia de la Trinidad |
Muy cerca se
encuentra el famoso y popular mercado de
Bolhao, que consigue resistir al paso del tiempo con su aspecto decadente y
lleno de autenticidad. Aunque no se tenga intención de comprar nada merece la
pena darse una vuelta por su interior y disfrutar del colorido de sus puestos
(fruta, verdura, flores y plantas, pescado, souvenirs, animales). El bullicio y
su propio desorden le confieren claramente un carácter especial. No me
extrañaría que sin tardar mucho sufriese una importante rehabilitación pues su
parte superior se encuentra apuntalada al estar bastante deteriorada, así que
antes de que ello suceda y lo mismo pierda su esencia, puede ser una
interesante opción venir a conocerlo.
Mercado do Bolhao |
Mercado do Bolhao |
A
continuación, nos toparíamos con la Capilla
de Santa Catarina, también conocida como Capilla de las Almas, teniendo
como principal característica su revestimiento exterior de azulejo. Posee más
de 15000 de ellos y representan pasajes de la vida de San Francisco de Asís y
Santa Catalina de Alejandría.
Capilla de Santa Catarina o de las Almas |
Ya estábamos
en la Rua Santa Catarina, que recibe
su nombre de la capilla que acabábamos de visitar. Mayoritariamente peatonal y
comercial, se trata de una calle llena de vida y de turistas a lo largo de todo
el año. Se pueden encontrar desde tiendas de ropa, de recuerdos, de calzado y
vendedores ambulantes, hasta un centro comercial. También se pueden contemplar
diversas e imponente fachadas con características modernistas, como es el caso
del famoso y elegante Café Majestic,
que tantas veces ha reunido a las más diversas personalidades de la ciudad y
donde no podríamos evitar hacer una parada. Y es que es pura historia dado que
las tertulias políticas y el intercambio de ideas y opiniones entre escritores,
intelectuales y artistas eran frecuentes y han continuado siéndolo para las
siguientes generaciones.
Rua Santa Catarina |
Después de un
buen refresco entre magníficas lámparas, elegantes espejos y sentados en un
sofá de cuero, continuaríamos, pasando por delante del también importante teatro Coliseo, hasta la iglesia de San Ildefonso, la cual fue
construida sobre un templo medieval. Las paredes exteriores también está
cubiertas de azulejos, característica de los templos de la ciudad, retratando
escenas de la vida de San Ildefonso. En su interior merece la pena el retablo
barroco y rococó.
Iglesia de San Ildefonso |
Iglesia de San Ildefonso |
Continuando
con construcciones religiosas, la próxima sería la iglesia de los Congregados, situada en la plaza Almeida Garret. La
parte frontal es de estilo barroco y, como no podía ser de otra manera, está
revestida por azulejos que en este caso representan la vida de San Antonio.
Iglesia de los Congregados |
Era el momento
de cambiar de aires y que mejor que apareciendo ante la increíble avenida dos Aliados y la plaza da Liberdade.
Recorrer esta avenida, que rinde homenaje a los países Aliados de la Primera
Guerra Mundial, es sentir el pálpito de la ciudad, con sus bellas fachadas, sus
amplios paseos, el edificio del Ayuntamiento, las estatuas de las diferentes
épocas y esencialmente, las personas que dan vida a esta avenida, donde
celebran los grandes acontecimientos de la ciudad. Es un lugar para disfrutarlo
caminando, pausadamente y observando cómo los edificios de granito presentan
diferentes características que dan la sensación de viajar en el tiempo.
Plaza de la Libertad y Avda de los Aliados |
Ayuntamiento |
A lo largo de
los años, esta avenida ha sido remodelada muchas veces y han resurgido tiendas,
cafés, terrazas y quioscos donde poder encontrar periódicos y revistas de
varias nacionalidades.
El eje de la
misma está empedrado con adoquines de granito y en el extremo sur se encuentra
la estatua de La Juventud. Al fondo, en la plaza da Liberdade, se puede ver la
estatua ecuestre de Pedro IV, que para los portuenses es símbolo de libertad,
patriotismo y fuerza de voluntad.
Estatua de Pedro IV y Avda de los Aliados |
No tendríamos
que andar demasiado para darnos de bruces con otro de los estandartes de la
ciudad de Oporto. Me refiero al conjunto arquitectónico de la torre e iglesia de los Clérigos, máximo
exponente del barroco. En la iglesia, cabe destacar su inusual forma elíptica,
la suntuosa imagen del arcángel San Miguel a la entrada y el retablo de la Capilla
Mayor, en mármol de diferentes colores. La torre, con seis pisos y 75 metros de
altura, nos ofrecería una vista absolutamente fenomenal sobre la ciudad y el
río Duero, además de encontrar información sobre los monumentos que se
consiguen avistar desde sus diferentes ángulos. Eso sí para ello no queda otra
que hacer el sacrificio de subir sus 225 escalones.
Iglesia de los Clérigos |
Torre de los Clérigos |
Oporto desde Torre de los Clérigos |
Por cierto,
como curiosidad, referirme a que en el siglo XIX, un mecanismo llamado
Meridiana disparaba desde lo alto de la torre un mortero para avisar de que era
mediodía. Se puede ver en el nivel cuatro de la estructura.
Casi al
abrigo de la anterior hallaríamos el jardín
da Cordoaria o de la Cordonería, el primero público de la ciudad, con
diversas esculturas diseminadas por el recinto.
Y sin mucho
tardar, nos plantábamos delante de la famosa librería Lello e Irmao, clasificada como monumento de interés
público y admirada diariamente por millares de visitantes, que no pierden la
oportunidad de entrar en este magnífico ejemplo de arquitectura ecléctica
portuguesa. No seríamos nosotros menos y la verdad que es espectacular con su
imponente escalinata, el amplio vitral de la claraboya, los techos de estuco
imitando madera y todo el trabajo de masonería.
Librería Lello e Irmao |
Librería Lello e Irmao |
Si a todo
ello le sumas que ha servido de fuente de inspiración para la escritora J.K.Rowling, cliente de la
librería mientras vivió en Oporto y cuya descripción realiza en el libro Harry
Potter y la piedra filosofal, pues no se puede pedir más.
Oporto nos
estaba encantando y es que no tiene desperdicio con tal cantidad ingente de
monumentos, iglesias y edificios interesantes. Es por ello que continuaríamos
dirigiéndonos hacia una de las plazas más hermosas y que más nos sorprendieron
en nuestra visita llamada Gomes Teixeira,
más conocida como plaza de Los Leones, debido a la fuente central decorada con
leones alados, valga la redundancia.
Plaza de Gomes Teixeira |
En el enorme
espacio también destacan las iglesias
del Carmen y los Carmelitas, adosadas la una a la otra, formando un
admirable y valioso conjunto arquitectónico. En la segunda de ellas no hay que
perderse, bajo ningún concepto, su interior, pues es uno de los más bellos de
la ciudad debido a la opulencia del barroco en talla dorada que se puede
contemplar. En la primera salta a la vista su fachada lateral revestida con un
magnífico panel de azulejo de color azul del año 1912.
Iglesias del Carmen y los Carmelitas |
Iglesia del Carmen |
Iglesia de los Carmelitas |
En los
alrededores conviene fijarse también en el Hospital
de San Antonio, la facultad de Ciencias o el centro portugués de Fotografía,
todos ellos con elegantes fachadas.
Pero hay un
rincón especial, que nuevamente nos sorprendería y ese sería el mirador da Vitoria, el cual pasa casi
desapercibido, teniendo, sin embargo, desde él la ciudad a tus pies, con una
panorámica espectacular del río Duero, la catedral, el palacio episcopal y todo
su entorno que va desde del puente Don Luis hasta los márgenes de Vila Nova de
Gaia.
Oporto desde Mirador da Vitoria |
Eran ya casi
las 14:00 y empezábamos a tener bastante hambre por lo que había llegado el
deseado momento del almuerzo y más en esta ocasión y es que me moría de ganas
por probar una de las especialidades gastronómicas más famosas de Oporto,
conocida como Francesinha.
Esta consiste
en una especie de bocadillo con longaniza, salchicha fresca, fiambre, carnes
frías y filete de vaca o lomo asado, cubierto con queso, posteriormente
derretido. Se hace acompañar de una salsa hecha a base de tomate, cerveza y
guindilla. Cómo se ve toda una bomba calórica pero bien merece la pena y más
después de estar todo el día andando.
Dice la
leyenda que la aparición de este plato se remonta al tiempo de las invasiones
francesas, época en la que los soldados comían bocadillos de pan con todas las
variedades de carnes y mucho queso.
La verdad es
que disfrutaríamos un montón y contra todo pronóstico lo último que nos
apetecía era ponernos a caminar en esos momentos, así que dado que estábamos ya
cerca de la ribera del Duero, que
mejor que comenzar la tarde haciendo la sobremesa en la cubierta de uno de los
barcos que navegan por el evocador río y más haciendo un tiempo excepcional
como era el caso.
Barcos Rabelos en el Duero |
Durante algo
más de una hora de navegación tendríamos oportunidad de llegar hasta su
desembocadura en el océano Atlántico, divisando una de las zonas más antiguas y
bellas de la ciudad de Oporto, pasando por debajo de sus puentes más famosos y
observando las casas típicas y coloreadas que saludan desde las alturas al río
Duero, con sus ropas tendidas en los balcones, creando así una perspectiva
difícilmente superable. Se me olvidaba comentar que el paseo lo daríamos en un
barco rabelo, que antes cargaban toneladas de vino y ahora transportan a
turistas como nosotros, por lo que la experiencia es más auténtica si cabe.
Oporto desde el Río Duero |
Puentes sobre el Río Duero |
Oporto desde el Río Duero |
Desembocadura del Río Duero |
Y terminada
la relajante y agradable experiencia, tendríamos que pasar del más absoluto
relax a las agobiantes prisas. Todo para conseguir llegar a tiempo a la visita
guiada del Palacio de la Bolsa, cuya
fachada ya sorprende con cerca de sesenta metros de longitud en estilo dórico.
Cuando entramos en el edificio, entenderíamos que este respira historia en cada
una de sus salas.
Palacio de la Bolsa |
Para darnos
la bienvenida tendríamos el Patio de las Naciones, un patio central adornado
con el escudo nacional y con pinturas de las armas de los países con los cuales
Portugal mantenía relaciones comerciales y de amistad.
Durante la
visita tendríamos oportunidad de ver además la magnífica Escalinata Noble,
así como la sala del Tribunal, la Sala
del Presidente, la Sala de las Asambleas Generales y alguna que otra
habitación. Finalmente, nos quedaríamos boquiabiertos al llegar al Salón Árabe,
destacando no sólo por la combinación de colores, sino por los estucos con
subtítulos en oro y por los caracteres arabescos que cubren casi todo el techo
y las paredes, repitiendo numerosas veces la frase “Gloria a Alá” con estrellas
rojas. Este increíble salón, de arte morisco e inspirado en la Alhambra de Granada,
funciona como sala de recepción de la ciudad, celebrándose fiestas dedicadas a
visitantes ilustres, homenajes e innumerables eventos solemnes nacionales e
internacionales.
La plaza en
la que se encuentra situado el Palacio destaca por la descomunal escultura
dedicada a Enrique el Navegante, consiguiendo una perfecta armonía con él.
Monumento a Enrique el Navegante |
Aunque
empezábamos a estar cansados, todavía tendríamos fuerzas, dado que estaba
pegada al anterior, para visitar la
iglesia de San Francisco, donde lo que más nos sorprendería sería la luz
que recibe la nave central a través del rosetón y que consigue extenderse hasta
el magnífico altar mayor. Toda ella nos transporta hasta el tiempo en que los
reyes y reinas escogieron este templo para acontecimientos religiosos, ya que
nos lleva a creer que es toda de oro. Es monumento nacional y es la única
iglesia de arquitectura gótica de la ciudad. No hay que olvidar tampoco bajar a
las catacumbas, pues en ella están sepultados personajes famosos, además de
constituir un ejemplar único en Portugal.
Iglesia de San Francisco |
Por
proximidad, tampoco obviaríamos el dedicar unos minutos a la iglesia de San Nicolás y a la Casa del Infante. La primera nos
permitiría evadirnos del barullo de la ciudad y entregarnos a la reflexión y a
la serenidad gracias a los cánticos gregorianos y a sus altares en talla
dorada. La segunda conocer un importante lugar histórico pues se cree que en
ella nació el infante Don Henrique El Navegante. Su función primitiva era la de
cobrar el respectivo impuesto sobre todas las mercancías que llegaban a la
ciudad.
Iglesia de San Nicolás |
Y ahora sí
que decidiríamos plantarnos y después de un agradable paseo por la ribera del
Duero, contemplando el increíble puente Don Luis, los barcos rabelos y las
diferentes vistas de Vila Nova de Gaia en el margen contrario del río, nos
sentaríamos, lo que restaba de tarde, en una terraza para saborear unas buenas
cervezas frías, sorprendiéndonos con las diferentes tonalidades que iban
adquiriendo las aguas según el sol iba desapareciendo entre los vetustos
edificios.
Puente Don Luis I |
Vila Nova de Gaia desde Paseo de la Ribera de Oporto |
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