Tras haber pasado cinco dias descubriendo la provincia de Tarragona, diario que se puede consultar en la pestaña respectiva, y antes de seguir rumbo a Madrid, nos parecería buena idea hacer una parada en la capital leridana, pues no sabíamos cuando volveríamos a tener una oportunidad para ello. Dicho y hecho y tras haber pasado una parte de la mañana en otros lugares tarraconenses, llegaríamos a Lérida dispuestos a conocer sus principales monumentos.
Desde el corazón de Al –Andalus, los árabes de Cordoba la llamaron Larida, la ciudad lejana. Y sin embargo ahí está Lérida, a mano en la tierra llana, entre frutales y el paso de todos. Tan abierta, que tuvo que fortificarse, para resguardarse de las amenazas. Aunque de poco sirvió debido a una historia marcada por las arremetidas guerreras.
Todas nuestras miradas y propósitos en la capital ilerdense se iban a centrar prioritariamente en la fabulosa Seu Vella que se levanta sobre la Roca Mitjana y en los restos de la fortaleza que Felipe V construyera sobre el viejo castillo musulmán y cristiano. Son uno de los conjuntos monumentales más impresionantes de toda Cataluña. Quedan como recuerdo de la construcción defensiva las antiguas murallas borbónicas y las tres torres rectangulares del Castillo Real, volado en 1812. Popularme esta edificación es conocida como La Suda.
De la Seu sorprende la extraordinaria luminosidad de las tres naves en esta iglesia románica con numerosos elementos góticos, como los ventanales del magnífico cimborrio octogonal que se levanta sobre el pronunciado crucero. Contaba con cinco ábsides que se redujeron a tres en el siglo XV.
La Seu Vella |
La Seu Vella |
La Seu Vella |
También es verdaderamente espléndida la talla y el programa iconográfico de los capiteles: escenas del Antiguo Testamento en el crucero y los ábsides y del Nuevo en la nave central y los laterales. Lo mismo puede decirse de las esculturas de las puertas de los Apóstoles y de la Anunciata.
El claustro es otro lugar que impresiona sobremanera. De grandes proporciones, está situado a los pies del templo haciendo fachada con la propia iglesia. Elemento destacado son los grandes y elegantes ventanales calados de sus cuatro galerías. Como ocurre con las portadas, algunos capiteles y frisos denotan una clara influencia islámica en su factura.
Claustro. La Seu Vella |
Claustro. La Seu Vella |
Tampoco puede faltar la subida a la torre de sesenta metros para deleitarse con unas vistas de infarto de la ciudad y la comarca.
La Suda desde torre de La Seu Vella |
Tras más de una hora empapándonos de esta soberbia construcción, volveríamos al centro de Lérida para ver otras edificaciones religiosas como la iglesia de San Lorenzo (Sant Llorenç), originalmente románica emplazada en el viejo barrio mozárabe y en cuyo interior existen interesante retablos góticos y tumbas de familias nobles. O Sant Martí, consagrada en 1186, siendo la iglesia más antigua de Lérida de traza románica. Ahora es una de las sedes del museo Diocesano.
Iglesia de San Lorenzo |
Es interesante también la Seu Nova, iniciada en 1761 por Sabatini. Es la primera manifestación del estilo neoclásico postbarroco en Cataluña, con austeras y pesadas líneas. La fachada se resuelve con escalinata, tres puertas y torres laterales.
Catedral Nueva |
Otros edificios a destacar serían el Hospital de Santa María, construido en estilo gótico plateresco, siendo ahora sede del Instituto de Estudios ilerdenses y del gabinete de monedas. El patio interior renacentista muestra una galería de arcos ojivales. Y el Palacio de la Paeria, que alberga el Ayuntamiento, con una bonita fachada presidida por cinco ventanales góticos. Hay un museo en el sótano, donde estaban los calabozos, y cuenta con restos arqueológicos y de la historia local leridana.
Antiguo Hospital de Santa María |
Palacio de la Paeria. Ayuntamiento |
Palacio de la Paeria. Ayuntamiento |
Es también muy agradable la céntrica plaza de Sant Joan, en plena área comercial, pudiendo considerarse el corazón de la ciudad. En uno de sus lados puede observarse la iglesia homónima de estilo neogótico y finales del XIX.
Plaza e Iglesia de San Juan |
Abandonaríamos el centro histórico para dar un paseo por la ribera del río Segre, el principal afluente del río Ebro, que nos llevaría hasta otro importante lugar. Me refiero al castillo de Gardeny, al que tardaríamos en llegar unos veinte minutos caminando.
Río Segre |
Ni que decir tiene, que lo más destacable son las vistas que se obtienen, consiguiendo una perspectiva diferente con la Seu Vella al fondo.
Lérida desde Castillo de Gardeny |
Respecto al edificio se trata de una fortaleza templaria de la que se conservan sus murallas, puertas, muros, explanadas y fosos, siendo uno de los mejores conservados de este tipo en España. Hoy alberga el Centro de Interpretación de la Orden del Temple, donde se muestra la manera de vivir de los templarios en aquella época.
Castillo de Gardeny |
A las 18:30 abandonábamos Lérida, pues teníamos por delante más de 450 kilómetros hasta llegar a casa, pero muy satisfechos de haber apurado al máximo tanto la estancia en la capital de la provincia leridana como de nuestro viaje por la provincia de Tarragona.
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