Navarra es un paraíso para hacer senderismo y tiene
infinidad de rutas espectaculares donde poder disfrutar de la naturaleza y de
increíbles panorámicas. Es por ello que hoy íbamos a dedicar buena parte del día
a caminar por dos de los espacios de más renombre del territorio navarro.
Comenzaríamos por la foz de Arbayún, un cañón con más de seis
kilómetros de longitud y paredes que alcanzan los 385 metros, siendo obra de
las aguas del río Salazar. Aquí se produce un curioso fenómeno natural conocido
como “inversión climática”, por el que especies vegetales que deberían
progresar en las partes más bajas del tajo, se encuentran afincadas en la parte
superior, mientras que las más adaptadas a cotas altas, son las que dominan el
fondo del cañón.
Foz de Arbayún |
Como consecuencia de lo anterior, encinas, carrascas, bojes
y quejigos, más a gusto en lugares ventilados y soleados se encuentran en la
zona alta, al tiempo que hayas, fresnos, tilos o avellanos, amantes de la
humedad y la umbría, forman densas manchas boscosas en las apretadas riberas.
No resulta fácil disfrutar del espectáculo que supone la
contemplación de un estrecho y largo cañón como este, pero tampoco es
imposible. Sólo hay que investigar un poco y localizar los lugares previstos
para ello, como el mirador de Iso, el cual se encuentra en el kilómetro 12 de
la NA – 178 y ofrece una vista perfecta del inicio del cañón.
Foz de Arbayún |
Pero era evidente que nosotros no nos íbamos a conformar
sólo con la perspectiva anterior, buscando una forma alternativa para hacer una
pequeña incursión por el mismo. Para ello optaríamos por hacer parte de la ruta
de la Canaleta, un sendero señalizado que recorre el borde de la reserva
natural y aprovecha un tramo de la antigua conducción que llevaba el agua a
Lumbier. La canaleta se construyó en 1928 para captar agua del manantial
existente en el interior del cañón.
El paseo tiene unos dos kilómetros y medio de longitud y
arranca en una explanada en los alrededores del pequeño caserío de Usún. La
senda se encontraba bien marcada con señales verdes y blancas, lo que nos
permitiría llegar sin problema a una verja que acto seguido nos haría situarnos
sobre la foz. Para quien no esté muy acostumbrado a este tipo de caminos puede
resultar algo impactante porque el sendero es estrecho, pero con cuidado no
tiene porqué haber ningún problema para recorrerlo. Lo más peligroso es el
principio, donde existen algunos pasos bastante aéreos que pueden imponer
bastante, sobre todo si tienes vértigo como era el caso de mi amigo Iñaki,
aunque al final los pasaría sin mayor dificultad.
Foz de Arbayún |
Foz de Arbayún |
Foz de Arbayún |
Después de deshacer nuestros pasos volveríamos a coger el
coche y nos encaminaríamos hacia la otra gran protagonista de la jornada: la
foz de Lumbier, situada junto a la localidad del mismo nombre y muy cerca de la
confluencia de los ríos Salazar e Irati. Este último continúa camino hacia el
río Aragón aprovechando sus renovadas fuerzas para tallar el desfiladero, cuyo
acceso desde el pueblo está perfectamente señalizado. El tajo, además de camino
natural para el río, fue lugar de paso para el ferrocarril “El Irati “que unía
Pamplona con Sangüesa, Lumbier y Aoiz.
El trazo de aquel ferrocarril desmantelado sirve en la
actualidad para recorrer a pie el interior de la foz de Lumbier. La ruta
discurre junto al río y atraviesa dos túneles tallados en la roca. La ruta
tiene unos dos kilómetros y medio de longitud y comienza en el aparcamiento, a
la entrada del cañón.
Foz de Lumbier |
Foz de Lumbier |
Foz de Lumbier |
Foz de Lumbier |
En el entorno de las foces de Lumbier y Arbayún prospera una
de las mayores colonias de buitres de España, con unas 250 parejas. Además de
por las especiales condiciones que las foces reúnen para muchas especies de
aves, los cañones también presentan una masa forestal adaptada a sus
particulares condiciones orográficas.
Después de tantas horas en plena naturaleza era el momento
de pasar lo que nos quedaba del día visitando algunos pueblos de la zona,
comenzando por el cercano Lumbier, el cual ocupa una estratégica posición entre
la Navarra Media y el Pirineo, y ha sido plaza codiciada por todas las fuerzas
ocupantes de la región desde los romanos.
Su imagen es absolutamente inseparable de los tres puentes
medievales que dan acceso a la villa: el de la Ida, el de las Cabras y el de
Sielva.
Puente Medieval. Lumbier |
El edificio más emblemático es la iglesia de la Asunción,
que se empezó a construir en el siglo XIV sobre un antiguo templo románico.
Iglesia de la Asunción. Lumbier |
Merece también la pena pasear por su calle Mayor, flanqueada
por casonas nobles que se alinean a ambos lados, como la casa Antillón y el
palacio barroco de Jaureguizar, con ricos detalles ornamentales en su fachada.
Calle Mayor.Lumbier |
En la plaza Mayor hay otros dos edificios de interés: el
ayuntamiento, de origen gótico, y el centro de Interpretación de la Naturaleza
de las Foces, que nos acerca visualmente al maravilloso mundo natural que
acabábamos de disfrutar en directo.
No quedaba mucho tiempo de luz, pero todavía nos daría
tiempo a llegar hasta Navascués, auténtica puerta de entrada al valle de
Salazar y capital de un antiguo almiradio o agrupación de pueblos gobernada por
un almirante en representación del monarca. Herencia de ese pasado lejano son
las grandes casas con portales góticos que hay en las calles del pueblo, así como
la iglesia de San Cristóbal, también de estilo gótico y con portada en cuyos
capitales aparece una sorprendente decoración con figuras de animales que
recuerdan a la escultura románica.
Iglesia de San Cristóbal. Navascués |
Monreal |
La Higa. Monreal |
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