Las Rías Baixas tienen innumerables lugares para visitar,
pero para ser nuestra primera incursión por ellas estábamos más que satisfechos
con lo que habíamos podido conocer, quedándonos todavía la jornada de hoy
completa para ampliar estos algo más. Es por ello que habíamos optado por
varios de esos pueblos y paisajes naturales que no faltan nunca cuando se hace
referencia a esta zona del litoral gallego.
Comenzaríamos dirigiéndonos hacia el norte, a algo más de
cincuenta kilómetros, hasta llegar a Cambados,
una antigua parroquia marinera, en pleno corazón de las Rías Baixas, merecedora,
sin duda, de su actual denominación de conjunto histórico – monumental. Un
casco antiguo donde los pazos, las iglesias, las torres, las más bellas casonas
señoriales y las capillas salpican un entorno sin igual.
No hay lugar más espectacular en Cambados que la plaza de Fefiñáns, sobria y monumental,
es un lugar de referencia con su torre almenada y su fotogénico balcón volado.
En ella destaca el pazo del mismo nombre que fue de los Figueroa, de finales
del XVI, con dos brazos en forma de L.
Pazo de Fefiñáns. Cambados |
Pazo de Fefiñáns. Cambados |
Pazo de Fefiñáns. Cambados |
Otro de esos edificios que no pasan desapercibidos es el pazo de Montesacro, un fastuoso palacio
de robustos muros y garitas esquinadas que debe su construcción al primer
marqués de la saga. La hermosa capilla está dedicada a la Virgen de Valvanera.
Su último dueño, otro marqués, dispuso en testamento que el edificio fuese lo
que es hoy: una residencia de ancianos. Tampoco hay que dejar de mencionar el pazo de Ulloa, el cual sufrió
importantes reformas y ampliaciones durante toda la Edad Moderna.
Pazo de Montesacro. Cambados |
Pazo de Ulloa. Cambados |
Merecen mucho la pena también varias de sus iglesias como la
de San Benito con sus campanarios
churriguerescos, así como los escudos y el reloj de sol de su fachada; la de San Francisco, otra maravilla escondida
con un bonito cruceiro lateral; o la de Santa
Mariña que no hay que confundirla con las ruinas de casi el mismo nombre.
Iglesia de San Benito. Cambados |
Iglesia de Santa Mariña. Cambados |
Pero creo que uno de los rincones con mayor encanto de la
población es el barrio pesquero de Santo
Tomé con sus viejas casas marineras y situado sobre las mismas rocas de la
costa.
Además casi al lado de este se encuentra la torre vigía medieval de San Sadurniño desde donde se disfruta
de una vista excepcional. Es todo lo que queda en pie de la pequeña fortaleza
que formaba parte del sistema defensivo de la costa gallega y protegió a las
poblaciones costeras de los ataques de piratas y normandos.
Torre de San Sadorniño. Cambados |
Buena impresión causan también las ruinas de Santa Mariña Dozo, del siglo XV y conquistada desde su
abandono en el XIX por las tumbas del camposanto de la villa, donde
literalmente ya no cabe un alma. Sus arcos al descubierto que aguantan el aire
y sobrevuelan las tumbas impregnan un aire misterioso al lugar.
Ruinas de Santa Mariña Dozo. Cambados |
Antes de abandonar la localidad no nos faltaría una buena
cerveza en su Parador de Turismo, uno de los pazos más espléndidos y
monumentales, con un reposado patio interior, muebles de época, lámparas de
forja y textiles artesanales, además de estar situado frente a la ría de
Arousa.
Con las fuerzas renovadas y para cambiar un poco de aires
nos desplazaríamos hacia un lugar menos monumental y más paisajístico. Hablo de
la isla de Arousa, a la que
llegaríamos gracias a su puente curvo, uno de los más largos de Europa. También
hay servicio de barco y de autobús desde Villagarcía.
Puente Isla de Arousa |
Hay que decir que este enclave natural está un tanto alejado
del turismo masivo pero lleno de peculiares contrastes. Sus dos joyas
principales están una en cada extremo, alejadas del centro urbano. En el norte,
la playa, el faro y el mirador Area de
Secada; y en el sur, la punta
Carreirón. Imprescindibles.
Isla de Arousa |
La zona urbana destaca por su pequeño pero agradable paseo
marítimo, así como su puerto pesquero donde se puede ver faenar a los
pescadores.
Puerto Isla de Arousa |
Sólo siete kilómetros nos separaban de Villanueva de Arousa, de la que nadie sabe qué sería de ella sin el
mar. Y es que esta villa vive por y para sus limpias aguas. De hecho, el
mejillón de la ría de Arousa, que se exporta a todos los confines, se cultiva
en las innumerables bateas. Las nuevas técnicas pesqueras y marisqueras han
propiciado la creación de fábricas de salazón como principal fuente de riqueza
de la comarca.
Pero su centro histórico
tampoco es manco, no. Habría que comenzar por el pazo do Cuadrante, la que fuese la casa natal de Valle – Inclán y
en la que se puede leer, al lado del blasón, que “aquí vino al mundo, en 1866,
el padre del esperpento”. Toda ella se conserva como oro en paño.
Otra casa
interesante es la Julio Camba (tres
euros la entrada). Con pintorescas escalerillas y hoy usada como biblioteca y
casa museo. Este Camba fue corresponsal en las más importantes ciudades
europeas y uno de sus libros más leídos se titula “Aventuras de una peseta”.
Vivió durante mucho tiempo en una habitación del Palace de Madrid. Unos dicen
que pagaba el ABC, otros que era un favor que le hacía Juan March.
Respecto a los monumentos religiosos habría que mencionar la
iglesia de San Cipriano de Calogo,
bastante moderna, encontrándose justo al lado la capilla de San Amaro, románica. No hay que olvidarse tampoco de la iglesia de la Pastoriza, donde fue
bautizado Valle – Inclán.
La Pastoriza. Villanueva de Arousa |
Por último un paseo por su puerto pesquero y una parada en el monumento dedicado al famoso
escritor, serían la manera perfecta de abandonar la población.
A Valle-Inclán. Villanueva de Arousa |
Nuestra última parada de hoy sería en la población hermana
de la anterior y casi del mismo nombre: Villagarcía
de Arousa, situada a siete kilómetros. Es la tercera en importancia de
Pontevedra y declarada conjunto histórico – artístico.
La riqueza monumental de esta localidad abarca desde los vestigios
prehistóricos en forma de petroglifos hasta el elegante neoclásico del
desgastado barrio de la Prosperidad.
Pero, sin duda, la majestuosidad de la villa y del municipio son sus
fascinantes pazos, antiguos
escenarios del poder rural cuya arrogancia militar ha dado paso hoy a
deslumbrantes casonas, en muchos casos rehabilitadas con gran gusto.
Su casco urbano se encuentra salpicado de iglesias, ermitas,
cruceiros, casas señoriales y pazos como el de Vista Alegre, construido en el siglo XVI por el abad de Teverga. En
su fachada luce el escudo del primer marqués de Villagarcía. El pazo comunica
con el convento del mismo nombre por un pasadizo en forma de arco.
Pazo de Vistalegre. Villagarcía de Arousa |
Pazo de Vistalegre. Villagarcía de Arousa |
Pazo de Vistalegre. Villagarcía de Arousa |
La iglesia barroca de Santa
Eulalia y su puerto, serían el
contrapunto perfecto a la visita.
Santa Eulalia. Villagarcía de Arousa. |
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