Hoy empezaríamos el día desplazándonos hasta la más señorial
de las capitales gallegas: Pontevedra.
Al menos esa es mi opinión, pues muestra todos sus encantos en las plazas que
monopolizan su coqueto casco urbano, en la sucesión de palacios señoriales, en
las calles viejas y en la ribera del río Lérez.
Todo está a tiro de piedra por lo que un paseo nos
permitiría descubrir los rincones y monumentos más interesantes de su casco
antiguo.
Comenzaríamos por la plaza
de la Herrería, embellecida por una fuente del siglo XVI en la que se
aprecia el escudo de Carlos V, está considerada el centro monumental de
Pontevedra, a la vez que uno de los rincones más animados y bulliciosos, gracias
a sus terrazas. Recibe su nombre por las forjas que componían los armoniosos
soportales de este espacio urbano. Asomándose a la plaza por uno de sus flancos
destaca el Santuario de la Virgen de la
Peregrina con su original fachada con forma de Concha de Vieira, tratándose
de la parte más característica del templo y que desgraciadamente estaba
cubierta por andamios. Es por ello que aunque estos dejaban entrever algunos
detalles, en gran parte tendríamos que imaginarnos el conjunto de columnas y
hornacinas en las que se incluyen imágenes de la Virgen, Santiago y San José.
Santuario de La Peregrina. Pontevedra |
En el interior destaca su pila bautismal, la cual llama
poderosamente la atención, ya que se trata de una gran concha marina, haciendo
así referencia al marcado carácter peregrino del templo. También es de reseñar
el retablo con la imagen de la Virgen de la Peregrina, la patrona de
Pontevedra, encontrándose vestida con los atributos de los caminantes.
En otro de los lados de la plaza se sitúa la iglesia y convento de San Francisco, un
bello ejemplo de la arquitectura de las órdenes que vivían de la limosna de los
demás que se establecieron en Galicia. En el interior se pueden admirar
interesantes pinturas y sepulturas de familias nobles. En la parte baja de este
mismo templo, también merecen mucho la pena los bucólicos y esmerados jardines de Casto Sampedro.
Iglesia de San Francisco. Pontevedra |
Y todavía sin salir de este destacado espacio, no se puede
dejar de mencionar la original Casa das
Caras, un pazo repleto con esculturas en su fachada sur.
No sería poco el tiempo dedicado a todo lo anterior, pero
tras su visita podríamos continuar nuestros pasos hacia las ruinas de Santo Domingo,
de las cuales sólo se conserva la cabecera de la esbelta construcción gótica
del siglo XIV que albergó la tumba de Pedro Madruga. Pertenece al museo de
Pontevedra, exponiendo actualmente sepulcros y escudos medievales.
Ruinas de Santo Domingo. Pontevedra |
Apenas en la siguiente manzana nos daríamos de bruces con la
plaza de España, en la que se hallan
la Casa Consistorial, el Teatro Principal, otras edificaciones
institucionales y el monumento a los
Héroes de Pontesampaio, vencedores de las tropas napoleónicas.
Teatro Principal. Pontevedra |
Héroes de Pontesampaio |
Continuando con nuestra ruta circular, no tardaríamos mucho
en llegar hasta la basílica de Santa
María en la plaza Alonso de Fonseca.
Se la considera la obra clave del estilo isabelino en Galicia. Se construyó en
el siglo XVI sobre un alto desde donde se domina el río Lérez como símbolo del
poder del Gremio de Mareantes, quienes sufragaron los gastos de la misma. Destaca
la rica iconografía de la fachada plateresca ideada por Cornelius de Holanda.
El interior está lleno de detalles, destacando especialmente el maravilloso
retablo de la contraportada y sus cuarenta relieves, entre ellos la primera
representación gráfica de Pontevedra.
Plaza de Alfonso de Fonseca. Pontevedra |
Basílica de Santa María. Pontevedra |
Era el momento de hacer un alto en el camino y qué mejor
para ello que en el pazo del barón de Casa
Goda, el cual fue residencia de los condes de Maceda y, anteriormente,
villa romana. Efectivamente, ya lo habréis descubierto estábamos en el Parador de Turismo, pues siempre nos
gusta parar a tomar algo en estos increíbles edificios históricos situados en
lugares privilegiados. Es un edificio renacentista en el que llama la atención
su portada neoclásica, así como la escalera de piedra, en el interior.
Parador Nacional. Pontevedra |
Tras recobrar fuerzas, continuaríamos caminando y tras pasar
por el mercado, situado en una margen
del río Lerez, con formas armoniosas y puestos donde venden productos de
calidad de la provincia, seguiríamos hasta la iglesia de San Bartolomé y el convento
de Santa Clara. De la primera son interesantes sus retablos barrocos e
importante imaginería, además del panteón de los Condes de Aranda. Sería en
este histórico lugar donde el padre Isla se enteró que los hombres de la
Compañía de Jesús, incluido él, habían sido expulsados de los territorios
hispánicos. Respecto al convento de Santa clara mencionar su ábside poligonal y
un lienzo de la Virgen de los Desamparados situado en el altar próximo al coro.
Iglesia de San Bartolomé. Pontevedra |
A partir de este punto nos perderíamos por el intrincado de
callejuelas, llegando casi por azar a hermosas y bien cuidadas plazas como:
Plaza del Teucro:
recibe el nombre del legendario arquero griego que fundó Pontevedra después de
la batalla de Troya. La plaza se creó en el siglo XVIII, y es una de las más
señoriales de la ciudad, ya que alberga importantes pazos y casas señoriales.
Reseñar la casa de Gago y Montenegro, un bellísimo edificio del siglo XVII,
ejemplo del barroco gallego.
Plaza de la Leña:
al igual que otras plazas, como la de la Verdura, su nombre hace referencia a
su antiguo uso medieval como mercado. Compuesta por viviendas tradicionales,
parcialmente porticada, la adorna en su centro un bello cruceiro. Para mi gusto
la de mayor encanto.
Plaza de la Leña. Pontevedra |
Plaza da Verdura:
en ella existen numerosas tascas en las que degustar productos de la tierra.
Plaza de
Mugartegui: otro tesoro pontevedrés, con sus pintorescas arcadas y
azarosa armonía, también conocida como da Pedrería, recibe su nombre del
espectacular pazo que se enseñorea sobre el resto del espacio. Recientemente se
ha recuperado de la ruina para albergar en su interior el Consello Regulador
Denominación de Orixe Rías Baixas.
Plaza Méndez
Núñez: dedicada al heroico vencedor del Callao. La plaza es una
maravilla. Preside el espacio una escultura que representa a Valle Inclán, la
misma que se puede ver en el madrileño paseo de Recoletos, a la que a veces,
por cierto, le ponen flores en acontecimientos relevantes.
Para concluir nuestra visita decidiríamos dar un breve paseo
por la ribera del río Lérez,
contemplando sus diferentes puentes entre los que destaca el ponte do Burgo, medieval y larguísimo, teniendo
su origen en tiempos de los romanos, cuando estos fundaron la ciudad.
Río Lérez.. Pontevedra |
A sólo un cuarto de hora y ocho kilómetros se encontraba Combarro, nuestro siguiente destino, el
cual teníamos muchas ganas de conocer, pues siempre está en la lista de los
pueblos más hermosos de España.
Las escenas marineras se repiten hoy como antaño en esta
villa marinera: el marisqueo durante la marea baja, el arreglo de redes, el ir
y venir de las barcas. Sin duda es una de las estampas más típicas de la costa
gallega.
Combarro |
Declarada conjunto histórico – artístico, su puerto
pesquero, su singular casco viejo y, sobre todo, su colección de hórreos al borde de la ría son todo un
ejemplo del modo de vida de las gentes del mar.
Combarro |
Combarro |
Y es que más de treinta hórreos se alinean junto a las aguas
del mar formando una de las mayores agrupaciones de Galicia. Las siluetas
triangulares de estas construcciones, conocidas aquí como palleiras, se utilizan,
desde antaño, como lugar de almacenamiento y secado de los productos agrícolas.
Combarro |
A Rúa y Rúa do Mar
constituyen la expresión más palpable del tipismo de la localidad. Son las
calles principales de un casco viejo que fue creciendo adaptado al modo de vida
tradicional de sus pobladores: marinero y agrícola a la vez. Las casas son
pequeñas, se apiñan entre la ría y las tierras de cultivo y siempre miran al
mar.
Con una función protectora y una profunda carga simbólica,
no podemos olvidarnos tampoco de los hasta seis cruceiros que se localizan en el casco antiguo presidiendo
encrucijadas y plazas. Datan del siglo XVIII y principios del XIX y entre todos
destaca el del atrio de la iglesia de
San Roque y los que presentan delante una mesa – altar.
Combarro |
No eran todavía las 16:00 cuando dejábamos Combarro y nos
dirigíamos en coche hacia una de las islas más emblemáticas del litoral gallego
y, por extensión, español. Efectivamente hablo de La Toja (A Toxa), situada a media hora y 27 kilómetros de
distancia.
Su reconocido prestigio lo debe, sobre todo, a su imponente hotel – balneario y también a su
antigua fábrica de jabones, que aún hoy hace las delicias de turistas ávidos de
un producto artesanal “de toda la vida”.
Sí no voy a negar que nosotros también caímos en la compra de algunos.
Pero nuestro principal interés en esta pequeña isla no era
otro que el escondido y pequeño tesoro de la Capilla de las Conchas, revestida por completo de estas,
mayoritariamente vieiras, que aquí son un lujo gastronómico. En su interior, no
podía ser de otra forma, hay una virgen en una vieira.
Capilla de las Conchas. Isla de La Toja |
Capilla de las Conchas.Isla de La Toja |
Tras acercarnos brevemente a su paseo marítimo
continuaríamos al cercano O Grove, a
sólo tres kilómetros.
Dicen que si en O Grove desapareciese el mar, entonces
habría que crearlo. Lo curioso es que antiguamente fue una población agrícola,
de espaldas a sus aguas, pero poco a poco sus generaciones de moradores
supieron extraer los ricos frutos de su variada ría. La pujante industria
conservera y turística ha hecho el resto. Es así como hoy vive un esplendor
acorde con los nuevos tiempos.
Para aquellos que disfrutéis con el marisco, este es vuestro
lugar. Si encima os dejáis caer en el puente del Pilar, os encontraréis con la Festa do Marisco, un auténtico paraíso
para los entusiastas.
Nosotros nos ceñiríamos a visitar su núcleo urbano donde
encontraríamos un bonito paseo con numerosas esculturas al aire libre; la capilla
de San Roque, edificada en el siglo XVII como agradecimiento al Santo, por
ayudar a la población a superar un brote de peste que en el año 1562 entró por
el puerto: la casa consistorial y el
agradable paseo marítimo donde se
puede ver un monumento dedicado a una familia marinera, con la lonja de fondo.
Monumento al Mariscador. O Grove |
Casa Consistorial. O Grove |
Aunque apenas quedaba luz, queríamos terminar la jornada en
la famosa Sanxenxo, sinónimo de veraneo, playa
y descanso, convirtiéndose de unos años a esta parte en uno de los
enclaves turísticos más solicitados.
Madama de Silgar. Sanxenxo |
Madama de Silgar. Sanxenxo |
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