Situada en la cabecera de una amplia ensenada señalada por
la península de Monterreal, Baiona
fue la primera ciudad de Europa que tuvo noticias del descubrimiento de América.
Su estratégica situación la hizo ser codiciada por piratas y conquistadores.
Hoy la villa de aire medieval merece un tranquilo paseo por sus calles
empedradas, donde sorprenden en el camino multitud de sorpresas que harían que
pasáramos la jornada entera visitándola.
Unos cuarenta kilómetros separan Vigo de Baiona, los cuales
tardaríamos en recorrer algo más de media hora. Nada más llegar dejaríamos el
coche en las afueras para poder conocer la ciudad paseando. Y justo al lado de
donde aparcamos encontraríamos el primer punto de interés que no era otro que
la Virgen de la Roca, un
impresionante monumento situado en el monte de San Roque, con una altura de
quince metros que unidos a los noventa sobre el nivel del mar en el que se
asienta, permite obtener unas vistas fabulosas del océano Atlántico, las islas
Cíes, el castillo de Monterreal y la
propia Baiona.
Virgen de la Roca |
Es curioso que para terminarlo se tardaran la friolera de
veinte años como consecuencia de falta de medios económicos y que al final
estos llegaran por suscripción popular.
El interior hueco permite acceder, por medio de una angosta
y estrecha escalera de caracol (un euro), hasta el barco – mirador que sujeta
la virgen en su brazo derecho, pudiendo desde aquí observar de cerca la misma
cara de la virgen, su corona y la cruz.
Virgen de la Roca |
Baiona desde Virgen de la Roca |
A unos quince minutos caminando desde la Virgen, no más de
cinco en coche, está la inmensa fortaleza
de Monterreal, una de las más grandes, hermosas y antiguas que existen en
España.
Rodeada de mar y erigida sobre el monte do Boi, sus orígenes
se remontan al siglos X o quizá muchos más siglos atrás, para defensa contra
los piratas, pero fueron los Reyes Católicos sus más destacados artífices.
Después se convertiría en residencia de gobernadores militares, entre ellos el
conde de Gondomar.
Fortaleza de Monterreal |
Cinco son las puertas
que franquean el acceso al interior de la fortaleza que preside la península de
Monterreal: la del Sol, la más antigua; la Real, del siglo XVI, que muestra un
gran escudo de la casa de Austria; la de Felipe V, que rinde honor al monarca;
la del Pozo, a la orilla del mar, y la puerta Nueva.
Cada una de dichas puertas estaban defendidas por baluartes provistos de troneras y
cañoneras. El del Puente protegía la entrada; el de la puerta de San Antón, el
interior del puerto; el de Santiago apuntaba hacia el mar y el de las Herrerías
defendía el istmo que forma el monte con la parte de tierra.
Fortaleza de Monterreal |
Fortaleza de Monterreal |
En la parte más oriental, sobre la bahía, se encuentra la torre del Príncipe que actuaba como
faro para los navíos y debe su nombre a que en ella estuvo preso el príncipe
Alfonso Enriques en 1137. Las otras dos torres
que se conservan son la de la Tenaza, que mira al puerto, y la del Reloj, coronada por almenas.
La antigua residencia del Gobernador es hoy Parador de Turismo, completamente
aislado tras las murallas del siglo II antes de Cristo, y en el que no puede
faltar tomar algo en su terraza con unas vistas excepcionales de la ría de Vigo
y las islas Cíes.
Islas Cíes desde Fortaleza de Monterreal |
Otra actividad que no puede faltar por estos lares es el
senderismo y más concretamente me estoy refiriendo al agradable paseo que
supone recorrer el camino de dos kilómetros del Monte Boi que rodea las murallas, partiendo de la playa de la
Concheira y concluyendo en la Torre del Reloj.
Haciendo todo lo anterior con calma nos plantaríamos en algo
más de la una de la tarde, desplazándonos entonces al centro de la población
donde podríamos ver los siguientes puntos de interés:
Colegiata de Santa
María: en pleno casco viejo se levanta este templo del siglo XIII de
aspecto fortificado. Se divide en tres naves, con ábsides rectangulares, y
tiene en la fachada un precioso rosetón románico.
Colegiata de Santa María |
Capilla de Santa
Liberata: es de estilo plateresco, destacando las dos torres de su
fachada y la hornacina con la figura de la Virgen entre dos inmensos escudos en
piedra pertenecientes a Baiona y al antiguo Reino de Galicia.
Santuario de Santa Liberata |
Santuario de Santa Liberata |
Museo de la Pinta:
una réplica de La Pinta, la carabela que capitaneó Martín Alonso Pinzón,
permanece amarrada en el puerto y conmemora la llegada de ésta a Baiona en 1493
con noticias del Nuevo Mundo. En su interior se encuentra el Museo de la
Navegación, que guarda instrumentos de la época.
Museo de la Pinta |
Museo de la Pinta |
Casco Antiguo:
es conjunto de interés histórico – artístico y está formado por calles
angostas, estrechas y empedradas, con edificios de piedra o granito. A cada
paso te encuentras con un pequeño templo, una fuente o una casa nobiliaria. Y presente, siempre,
el olor del mar.
Ayuntamiento. Casco Histórico |
Pozo de la Aguada:
cuenta la tradición que éste fue el pozo del cual se abasteció de agua potable
la carabela de la Pinta antes de retornar a Palos de la Frontera en la segunda
semana de marzo de 1493. Está situado en el paseo de la Ribeira, muy cerca de
donde arribó la embarcación.
Cruceiro de la
Santísima Trinidad: fue erigido en el siglo XV sobre una roca en la
parte alta de la villa. Es de los pocos ejemplares con cubierta de baldaquino.
Su cúpula es renacentista, con forma de pirámide apoyada sobre columnas
finalizadas con pináculos. En el interior resalta el crucero gótico.
Crucero de la Santísima Trinidad |
Paseo Marítimo:
este atractivo bulevar de más de dos kilómetros que tiene su continuación hasta
A Ramallosa es ideal para detenerse a contemplar la bahía o las blancas
galerías acristaladas de la fachada marítima. La acera opuesta es una larga
avenida comercial.
Monumento a
Alfonso IX: magnífica escultura dedicada al fundador, protector y
bienhechor de Baiona. En el pedestal están las palabras que el monarca
pronunció en el momento de liberar la villa de su condición servil.
Monumento a Alfonso IX |
Después de la visita cultural era el momento de un merecido
descanso y para ello que mejor que acercarnos a Playa América, a sólo seis kilómetros. Por su nombre podría parecer
un descubrimiento, pero es turística y familiar donde las haya. Un entorno de
gran valor paisajístico, un excelente clima, pese a su perfil atlántico, y una
agradable pasarela sobre el río Muiños invitan a disfrutar de este arenal de
casi dos kilómetros de largo y desde el que se vislumbran las islas Cíes.
No obstante, todo hay que decirlo, tengo que poner dos
importantes peros a la misma. Por un lado la picadura de un pez llamado faneca
brava del que fui víctima, produciéndome su picadura un dolor insoportable e
intenso que me tendría inmóvil en la toalla durante media hora, por lo que
recomiendo llevar chanclas y así evitar pisarle. Y el otro pero sería el
problema del aparcamiento, pues aún siendo septiembre como era, nos costaría
muchísimo hallar un sitio y cuando lo hicimos casi nos cuesta una pelea con otra
conductora que según ella lo había visto antes. Esto prueba lo desquiciado que
uno se puede poner después de dar vueltas y vueltas y no encontrar ni un hueco.
No hay comentarios :
Publicar un comentario