GRECIA - DIA 09. Peloponeso: Areopoli, Dekoulou, Tsigou, Limeni y cueva de Diros

3 de Septiembre de 2022.

Tras un tranquilo y agradable desayuno en mi alojamiento, esta vez me olvidaba del coche durante unas horas y comenzaba la jornada paseando por la misma población que me acogía desde ayer por la noche.

AREOPOLI

Areopoli, nombre que probablemente adquiera de Ares, dios de la guerra, es uno de los pueblos más grandes y encantadores de la región de Mani, con abundantes mansiones de piedra y altas torres que han conseguido sobrevivir hasta hoy, con calles empedradas y plazas decoradas de flores que te trasladan a ese pasado glorioso de la ciudad y de la propia región, ya que sería aquí donde Pétros  Mavromichális proclamó el levantamiento maniota contra los otomanos un 17 de marzo de 1821, izando por primera vez la bandera de la Revolución.

Como decía, y perdón si insisto, una de las cosas que más destaca en esta maravillosa población es la decoración de sus calles, con puertas y ventanas de madera pintadas de azul y verde, con buganvillas trepando por las paredes y arrojando inesperados toques morados donde no te lo esperas y la naturaleza como protagonista principal cuando en algún espacio libre de edificios se puede contemplar el maravilloso entorno que rodea Areopoli.

Areopoli

Areopoli

Areopoli

Su plaza central recibe el nombre de Platia Athanaton y es el punto neurálgico de la localidad, donde se reúnen las familias y los turistas para tomar algo en alguna de sus terrazas, mientras los niños se entretienen jugando a la pelota o con el patinete. Aquí se encuentra la estatua del héroe revolucionario Mavromichális, así como la iglesia de Agios Nikolaos, la cual destaca por su cúpula de madera y el doble templo dedicado a la Virgen María y San Charalambous.

Estatua de Mavromichális. Plaza Athanatón. Areopoli

Plaza Athanatón. Areopoli

Si se continúa por la calle principal del centro histórico, llamada Kapetan Matapa, se llega hasta otra importante e histórica plaza dedicada a la revolución de 1821. En ella se halla la iglesia Taxiarches, construida en piedra en el siglo XIX, con un alto campanario de cinco pisos considerado el más alto de Mani. También son interesantes los relieves zodiacales que figuran en el ábside. En ella se bendijo la bandera de Mani antes de comenzar el levantamiento contra los turcos.

Iglesia Taxiarches. Areopoli

En el otro extremo de la plaza hay un pozo de piedra y justo detrás, un horno de leña tradicional de 180 años llamado “Sra. Milia” que dicen es la panadería más antigua de Grecia. Aquí es una delicia probar los llamados “travichtes”, hechos de masa salada con forma de góndolas planas y fritos en aceite de oliva. Están rellenos de queso y jamón, aunque también se pueden comer solos.

Panadería Sra Milia. Areopoli

Sólo unos pasos más allá se localiza una escultura que muestra a los guerreros locales prestando juramento antes de marchar a la guerra.

Escultura de Guerreros. Areopoli

Otras iglesias más pequeñas que también encontraría paseando por sus calles serían la de Agia Triada, construida en el siglo XII o la de Agios Ioánnis, adornada con extraordinarios frescos de los siglos XVIII y XIX, siendo esta la capilla familiar de los Mavromichális.

No hay que olvidarse tampoco de pararse a admirar, cerca de la iglesia de Agios Ioánnis, la torre Pikoulakis, que hoy alberga el museo bizantino de Mani y es un ejemplo de mansión fortificada. Cerca también estaría la casa torre de Stylianos Mavromichális, una nueva muestra de este tipo de construcción.

MONASTERIO DEKOULOU

Ahora sí, me dirigiría al coche para ya con este conducir diez kilómetros hasta el monasterio  Dekoulou, fundado por religiosos descendientes de la familia Dekoulos, al parecer emparentada con la rama helena florentina de los todo poderosos Medici.

Monasterio Dekoulou

Aunque no hay información exacta sobre la fecha de fundación del monasterio; sin embargo, por una inscripción se sabe que fue renovado en 1765. Su iglesia es un templo abovedado cruciforme de una sola nave que guarda en su interior impresionante frescos como el que representa el círculo zodiacal. Destaca también el iconostasio de madera, un exquisito ejemplo de talla de madera eclesiástica desarrollado durante el último periodo posbizantino que se formó bajo la influencia del arte de Bizancio y Occidente.

Monasterio Dekoulou


Monasterio Dekoulou

En el área de este monasterio tendría lugar en 1770 el pacto histórico entre los maniotas y los rusos que desembocaría en la revuelta de Orlov, un levantamiento griego apoyado por aquellos en el Peloponeso y más tarde también en Creta, que aunque reprimido por los otomanos, acabaría desembocando posteriormente en la Revolución de 1821 que terminaría con la independencia de Grecia.

Entorno Monasterio Dekoulou

MONASTERIO TSIGOU

Siete kilómetros más allá del anterior me separaban de un nuevo centro religioso conocido como monasterio de Tsigou, perdido en un hermoso paisaje salvaje entre montañas. Para llegar necesitaría de veinte minutos y es que aunque la mitad del camino se encuentra pavimentado, la otra mitad es un camino de tierra que obliga a ir despacio, pero que no supone tampoco ninguna odisea, salvo los últimos metros que sí que asustan un poco.

Monasterio Tsigou

Este centro monástico está dedicado a la Virgen María y celebra su cumpleaños el 8 de septiembre. La iglesia es de construcción bizantina con una cúpula y un campanario con dos campanas sobre la puerta de entrada en el lado oeste. Los frescos del interior son una maravilla, pudiéndose admirar un Cristo – Pantocrátor en la cúpula, así como la historia de la vida de Cristo, de la Virgen María y de la Natividad de la Virgen, sin olvidar el dodecaedro con figuras de santos.

Monasterio Tsigou

Monasterio Tsigou

Un muro de fortificación protege la iglesia y el resto de edificios del monasterio. Lo más impresionante de toda la estructura fortificada es la torre redonda medio en ruinas a la derecha cuando se entra por la puerta arqueada del monasterio, que atestigua la necesidad de controlar el paso por esta área en el pasado.

Monasterio Tsigou

LIMENI

A continuación desharía el camino que había realizado hasta aquí y pondría rumbo hacia Limeni, considerado unos de los más hermosos pueblos de Mani. Supondría 13,5 km y casi media hora de camino.

Limeni a pesar de su sencillez me robaría el corazón, con sus casas de piedra, sus aguas cristalinas y su emplazamiento caprichoso en apenas una franja de tierra restringida por el mar a un lado y las montañas detrás de él.

Limeni

Limeni

Aquí pasearía por su única calle flanqueada por las mencionadas casonas de piedra entre las que se vislumbra el mar. Las tabernas y las hospederías casi rozan el agua salada y la paz es un constante en este lugar perdido.

Limeni

Entre las casas de Limeni se podrían citar dos de importancia histórica. Por un lado, la torre Mavromichali que fue construida a mediados del siglo XVIII y fue oficialmente la primera residencia de Petrobey Mavromichalis, señor de la guerra de Mani y líder de los helénicos en la guerra de independencia contra los turcos, como ya hemos visto más atrás. El complejo del palacio consta de una gran casa más alargada de lo habitual y una torre de cuatro pisos en el lado sur.

Torre Mavromichali. Limeni

Por otro, justo enfrente del anterior, estaría la residencia de piedra llamada “Sissition” (comedor), ya que fue proporcionado por Petrobey a sus jefes de armas como lugar de descanso.

En mi estancia en esta localidad no podría evitar acercarme también hasta su cementerio, pues en él se encuentra la tumba – monumento de Petrobay Mavromichalis, el gran héroe griego. Un poco más allá del pequeño camposanto la senda termina en un faro que ofrece tranquilidad y maravillosas vistas de la bahía de Oitylo, donde me relajaría contemplando el paisaje.

Eran las 13:00, pero tenía ya bastante hambre, así que decidiría comer en un restaurante llamado Telonio donde probaría un sándwich de ternera que estaba buenísimo, mientras disfrutaba de las hermosas vistas desde la barra en la que estaba ubicado. Además podríamos ver una tortuga marina que estaba por la zona y estuvo saliendo a la superficie y sumergiéndose durante varias ocasiones, hasta que un buceador inoportuno nos dejó sin espectáculo por acercarse demasiado, provocando la huía del animal. La broma en el restaurante no sería barata, saliéndome por 18 euros, pero bueno siempre hay que darse algún capricho.

CUEVAS DE DIROS

Mi última parada del día sería en las míticas cuevas de Diros, muy cerca de la ciudad Pyrgos Dirou, a las que llegaría tras veinte minutos y quince kilómetros de recorrido. Se encuentran perfectamente indicadas, por lo que no hay pérdida posible.

Estas se hallan en la base de la bahía de Diros, un golfo tranquilo y protegido que también cuenta con una playa. Toda el área alrededor de las cuevas se ha desarrollado para atender a los turistas que acuden en masa a visitar este milagro espeleológico único y que probablemente sea el lugar más masificado de Mani, aunque es cierto que yo tampoco encontraría demasiada gente. No es para menos ya que este conjunto de cavernas están entre las más extensas, grandes y coloridas de Grecia.

Bahía de Diros

Los tickets se compran unos 300 metros antes de llegar al acceso a las cuevas, habiendo parking en ambos lugares por lo que ya es elección de cada uno donde dejar el vehículo. El horario de verano es de 10:00 a 18:00 y el precio de la entrada es de 12 euros.

La visita comenzaría subiéndome en un pequeño bote, junto con otros turistas, facilitándonos a todos, los respectivos chalecos salvavidas y advirtiéndonos de tener cuidado con las cabezas para no darnos con los techos más bajos en el recorrido.

Cuevas de Diros

Un pasadizo sinuoso de 2,5 km de largo nos permitiría navegar durante casi cuarenta minutos a través de la cueva Vlychada con una intrincada red de pasajes y galerías, decoradas con relucientes estalagmitas y estalactitas, cuyo reflejo en el agua acentúa su belleza natural.

Cuevas de Diros

La caverna ha producido hallazgos fascinantes, incluido el fósil de un hipopótamo de la época del Pleistoceno tardío, hace unos 32.000 años.

Cuevas de Diros

Tras el paseo en barca, se sucede un camino por el que se transita unos quince minutos hasta la salida. A lo largo del mismo se puede observar la cueva Alepótrypa, contigua a la anterior, más seca e igual de espectacular, con cascadas y un lago. La cueva estuvo habitada en el Neolítico, hasta que un terremoto bloqueó la entrada.

Cuevas de Diros

Ya en el exterior repararía en una estatua que conmemora a la mujer de Mani, ya que estas lucharon contra los turcos en la batalla de Diros en 1826 con todos los medios disponibles, como hoces, piedra y cardos, siendo uno de los aspectos más heroicos de la historia griega moderna.

Era el momento de tomarme un descanso utilizando la playa que comentaba situada al lado de las cuevas, donde el baño refrescante me supo a gloria, igual que la cerveza helada que me tomaría en una taberna cercana.

Bahía y playa de Diros

En sólo once kilómetros y quince minutos volvía a mi base de operaciones en Areopoli, donde pasaría ya lo poco que quedaba de tarde, volviendo a pasear por sus calles.

Para cenar optaría por un restaurante llamado “O Poulos”, donde pediría unas ricas albóndigas al horno con tomate y especias y una coca cola. Todo por 11 euros. Y para terminar, como ya venía siendo costumbre últimamente, un buen helado, mientras volvía a dar un nuevo paseo por las calles animadas de Areopoli.

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