ISLA DE IBIZA - DIA 1. De Santa Gertrudis de Fruitera a Cala Aubarca

5 de Febrero de 2022.

A pesar de la pandemia, tanto 2020 como 2021 fueron dos buenos años viajeros que me permitieron descubrir muchos destinos europeos que tenía pendientes y que, seguramente, se hubieran hecho esperar en condiciones normales. Poco a poco se irían sucediendo países como Andorra, Polonia, Bosnia - Herzegovina, Montenegro, Croacia, Mónaco y Malta que pude conocer en la mayoría de ocasiones sin apenas gente y de una manera privilegiada, ya que la mayoría había optado por quedarse en sus países de origen.

Para seguir aprovechando esa buena racha de viajes, decidí, en cuanto me enteré de las ofertas de diferentes compañías aéreas, aprovechar las mismas y sacar algunos vuelos a precios irrisorios en horarios inmejorables. Algo fuera de lo común en otras circunstancias.

Así, tras dejar pasar la complicada cuesta de enero, mi primer viaje del 2022 iba a ser dentro de nuestras fronteras y más concretamente a la isla de Ibiza y es que la oferta de 40 euros de ida y vuelta que ofrecía la compañía Ryanair, saliendo un viernes por la tarde y volviendo el domingo por la noche, era insuperable.

Ese precio me permitiría conocer una isla de la que sólo conocía la capital, en un momento del año en el que las masas de turistas son nulas y donde, prácticamente, sólo se encuentran en ella sus residentes habituales, algo ideal para no sufrir agobios ni atascos, aunque claro está sin poder disfrutar del baño en sus calas y playas paradisiacas.

Y es que aunque lo primero en lo que se piensa cuando se habla de Ibiza es en el ocio nocturno, las fiestas y el ligoteo, existen otras muchas opciones para realizar en sus menguadas dimensiones. Ibiza es sinónimo de diversidad, con una gran área montañosa, espacios naturales inesperados, calas recónditas solo accesibles a pie, museos que revelan la huella fenicia, cartaginesa y árabe, o enclaves mágicos y esotéricos.

Ese es realmente el espíritu de Ibiza, un microcosmos de contrastes en perfecta convivencia, por donde me iba a perder durante dos días completos, internándome en su interior, entre pinos y almendros, o vagabundeando por la costa sorteando los picos heroicamente recortados sobre el mar, o visitando poblaciones que aún hoy siguen conservándose intactas.

QUE VER EN LA ISLA DE IBIZA:

1. SANTA GERTRUDIS DE FRUITERA

Esta sería mi primera visita después de haber llegado el viernes por la noche a la isla, recoger el coche de alquiler en el aeropuerto y dormir en el hotel Florencio, localizado en Sant Antony, un buen alojamiento con una razonable relación calidad – precio (32 euros por noche).

Santa Gertrudis es uno de los pueblos del interior más cosmopolitas de la isla, donde han instalado su residencia gentes de todo el mundo. El centro del lugar es la plaza de la Iglesia, presidida por un templo peculiar dedicado a la santa, muy distinto al resto de iglesias ibicencas, con un gran campanario de color amarillo y un bello porche.

Iglesia de Sta Gertrudis de Fruitera

Alrededor de la iglesia crece un pequeño núcleo urbano que aún conserva su estructura original, donde la vida transcurre apaciblemente durante todo el año, y en el que se pueden encontrar tiendas de artesanía y antigüedades.

Santa Gertrudis de Fruitera

Dado que no había desayunado, me pareció buena idea hacerlo en uno de los bares tradicionales más famosos de Ibiza, conocido como Bar Costa, donde ofrecen desde los años setenta unos fabulosos bocadillos de pan con tomate y jamón serrano. Además en el establecimiento se exhibe una extraordinaria colección pictórica  de artistas que han pasado por Ibiza.

2. SANTA EULALIA DEL RÍO

El río que da nombre a esta localidad es el único curso fluvial de las Baleares, por lo que siendo un paisaje inédito en las islas me pareció una buena idea comenzar la visita dando una vuelta por el paseo moderno que lo bordea desde el Pont Vell (Puente Viejo) hasta la desembocadura. Este puente es de origen romano y por él circulaban payeses de toda la isla con mulas cargadas de grano o harina, yendo y viniendo de los antiguos molinos. Otra curiosidad es que en este lugar desembarcaban los piratas por su sencillo acceso.

Pont Vell de Sta Eulalia del Río

Incluso en este lugar, cuenta una leyenda, que existe un ser pequeño y más bien feo que, sin embargo, es capaz de realizar bien y muy rápido cualquier trabajo que se le encargue. Tiene el inconveniente de saber hacer sólo dos cosas: trabajar o comer. Así las dos únicas palabras que pronuncia con: “Feina o menjar” (trabajo o comida). Aquellos que deseaban tener un “fameliar”, que así se llamaba el ser, debían acudir la noche de San Juan bajo el Pont Vell de Santa Eulalia con una botella negra, coger cierta florecilla que sólo esa noche puede verse, e introducirla en el recipiente. Nada más destaparla aparece el “fameliars”, ansioso, demandando faena o alimento. Su mayor problema es que tan laboriosos son y tan velozmente cumplen con los deseos del amo que, acabado el trabajo, se comen toda la despensa en un abrir y cerrar de ojos.

Desembocadura Río de Santa Eulalia

A continuación, decidiría acercarme hasta la que se considera la imagen más característica de Santa Eulalia: el Puig de Missa, un minúsculo barrio en lo alto de un cerro con una iglesia – fortaleza que antaño sirvió de refugio a la población cuando los corsarios turcos y africanos asolaban la costa de esta población. Como decía, se encuentra sobre un promontorio a cincuenta metros sobre el nivel del mar. Al principio fue un pequeño templo, derrumbado durante una incursión corsaria en el siglo XVI; entonces se alzó una nueva iglesia con los parámetros de un recinto fortificado, con una torre de vigía modificada en el XVIII que contaba con dos cañones y que hasta 1876 dispuso de dos torreros. Cuando la pesadilla de los piratas empezó a amainar, se añadió el porche con columnas situado frente a la entrada, donde los fieles conversaban antes y después de la misa dominical, se leían bandos oficiales o circulaban noticias y rumores.

Iglesia del Puig de Missa. Sta Eulalia del Río

Iglesia del Puig de Missa. Sta Eulalia del Río

La filtración de los rayos solares en este espacio provoca un juego de luces y sombras que lo convierte en uno de los enclaves arquitectónicos más bellos de Ibiza. En el interior se aprecian dos capillas barrocas, una a cada lado del presbiterio, y un retablo del siglo XVII.

Bajo la parroquia se encuentra el pequeño cementerio, con glorietas dedicadas a Santa Teresa o San Francisco de Asís.

Cementerio Iglesia del Puig de Missa.Sta Eulalia

El pueblo, por su parte, cuenta con un bonito núcleo de casas encaladas que rodean la iglesia y una animada vida comercial, con numerosas tiendas, restaurantes y el céntrico paseo de S´Alamera, entre el Ayuntamiento y el paseo marítimo, en el que se celebra un mercadillo artesanal todos los días excepto miércoles y domingos, concurrido por artesanos de toda la isla, el único pero es que este sólo se realiza de mayo a octubre.

Playa de Santa Eulalia del Río

En el paseo de S´Alamera también se puede ver una escultura dedicada al podenco ibicenco, estilizado perro de raza autóctona y muy apreciado para la caza de conejos. La mayoría de expertos coinciden en su origen egipcio, y podría haber llegado a Ibiza de la mano de fenicios o cartagineses.

Escultura al Podenco Ibicenco. Sta Eulalia del Río

3. POBLADO DE BALÁFIA

Mi siguiente parada sería para visitar el poblado de Baláfia, una inusual agrupación de casas payesas, documentadas en el siglo XV, siendo uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional, declarado Conjunto Histórico, cuyo origen algunos historiadores sitúan en tiempos de denominación árabe. Se trata de un conjunto de viviendas rurales con dos torres donde se refugiaban sus habitantes en caso de ataque pirata. Las torres estaban pintadas con grandes cruces blancas como símbolo de protección.

Poblado de Baláfia

Poblado de Baláfia

Se llega al poblado por el camino que sale a la izquierda de la iglesia de Sant Llorenç de Baláfia, y sólo puede contemplarse desde el exterior. Por cierto que esta es otra hermosa iglesia que no hay que perderse, constituyendo el centro de esta minúscula localidad. El emplazamiento se eligió por su cercanía al poblado, habitado desde la Edad Media.

Iglesia de Sant Llorenç de Baláfia

Vale la pena rodear la iglesia para admirar su envergadura y belleza y contemplar el pequeño cementerio, donde la muerte no parece tan terrible. El campanario se sitúa en el centro de la fachada, que presenta un solo arco de entrada al porche, un espacio fresco con cubierta de madera de sabina. En el interior del templo se aprecia una sola nave con bóveda de cañón y siete capillas laterales.

4. FARO DES MOSCARTER

Era el momento de adentrarme en lo que se conoce como Es Amunts, es decir la costa norte de Ibiza, un litoral bravío y poco humanizado, el cual conserva todavía rincones de desolada belleza, entre acantilados, caseríos aislados, islotes y montañas que acaban bruscamente en el mar.

Llegaría en primer lugar hasta el pueblo costero de Portinatx, donde buscaría una pequeña cala muy frecuentada en verano, y que no tiene nada que ver con la playa que está al lado. Sería en la cala donde dejaría aparcado el coche, ya que mi intención era llegar caminando hasta el cercano faro des Moscarter, considerado el más alto de las Islas Baleares con 52 metros de altura y construido en 1978.

Faro des Moscarter

La ruta me llevaría en todo momento pegado a la costa lo que me permitiría disfrutar de los acantilados y del faro en la lejanía. En unos veinte minutos había conseguido llegar hasta él, sorprendiéndome por un lado su impresionante altura y por otro su decoración con rayas blancas y negras en espiral. Tras un rato deleitándome con el entorno, desharía lo andado y continuaría hacia el siguiente destino.

5. CALA BENIRRÁS

A continuación me animaría a visitar esta mítica e imprescindible playa que los pescadores todavía conocen como Port de Benirrás, porque forma una bahía muy protegida de los vientos. En sus orillas  se contemplan viejas casetas varadero con rampas para deslizar las barcas al mar. Sin duda se trata de un lugar muy especial, aunque dicen que demasiado concurrido en verano, donde la puesta de sol se recibe al son hipnótico de los tambores en honor al astro rey. Como es evidente, en estas fechas, no tendría ocasión de presenciar el espectáculo y por falta de tiempo tampoco la puesta de sol. Buenas razones para volver en una estación más propicia para todo ello.

Cala Benirrás

6. SANT MIQUEL DE BALANSAT

Mi interés en esta localidad residía principalmente en la que por muchos es considerada como la parroquia más bella de Ibiza: la de San Miquel Arcángel, otra de las cuatro iglesias fortificadas de la isla. Fue concebida tanto para cubrir las necesidades espirituales de la población como para protegerla de ataques piratas.

Iglesia de Sant Miquel de Balansat

Es la única de la isla con planta de cruz latina, que adquirió a finales del siglo XVII cuando se amplió con dos capillas laterales. Una de ellas es la capilla de Benirrás, con profusa decoración floral que la ha hecho merecer el nombre de capilla Pintada. La otra capilla es la de Rubió, inicialmente dedicada a la Purísima.

Fuera del templo se aprecia la robustez de los gruesos muros que le otorgan aspecto de fortaleza. La espadaña se agregó en el siglo XIX y el amplio patio está precedido por tres arcos y acoge una cisterna.

Este templo y las viviendas de las inmediaciones constituyen el núcleo original del pueblo. Enfrente se sitúa la estatua del poeta local Mariá Villangómez, que lee un libro e invita a la contemplación. Y justo detrás del edificio religioso se encuentra un extraordinario mirador sobre el campo hasta el mar.

Ibiza desde Sant Miquel de Balansat

Escultura a M.Villangómez. St.Miquel de Balansat

Decidiría hacer aquí un alto en el camino, en el conocidísimo Can Xico de Sa Torre, el cual ha sido testigo de la historia del pueblo. El interior del local se mantiene como antaño, y constituye un buen lugar para tomar un aperitivo.

7. PORT DE SANT MIQUEL

Tras la breve parada anterior, me acercaría hasta este arenal de más de cien metros de longitud y setenta metros de anchura, regenerado de manera artificial, alrededor del que ha crecido un núcleo turístico. Se trata de un enclave familiar con todo tipo de servicios: hoteles, apartamentos, bares, restaurantes, etc. Está recorrido por un paseo sembrado de palmeras y en verano salen del puerto embarcaciones que realizan excursiones marítimas por la costa norte de Ibiza.

Playa del Port de Sant Miquel

Sería aquí donde me animaría a comer, justo en el restaurante que está a pie de playa. Optaría por una ensalada de queso de cabra y una coca cola, que me saldría por casi 16 euros. Una barbaridad para la cantidad que me pusieron.

8. CUEVA DE CAN MARÇA

Muy cerca del anterior se sitúan las cuevas de Can Marça, una imponente cavidad de unos 100.000 años, antaño utilizadas por contrabandistas  para esconder mercancías como tabaco. La visita permite observar un espectacular espacio sembrado de no demasiadas estalactitas y estalagmitas (es un rasgo característico de esta cueva), una cascada artificial ambientada con luces y sonido y el curioso lago de los Deseos, cuyas aguas se caracterizan por tener un color verde fluorescente, entre otros lugares, que permiten pasar un rato agradable. La visita es guiada y dura unos cuarenta minutos. El horario es de 10:30 a 17:30 en invierno, cada 45 minutos, y de 10:30 a 20:00 en verano, cada 30 minutos. La entrada cuesta 11 euros para adultos y 7 euros para niños de 5 a 12 años.

Cueva de Can Marça

Cueva de Can Marça

9. CALA AUBARCA

Empezaba a ser tarde y desde hacía ya un rato me había dado cuenta que mi plan era demasiado ambicioso para hoy, aún así todavía me permitiría hacer otra parada en esta cala que se encuentra escondida en un recóndito tramo de costa integrado en el Área Natural de Especial Interés de Es Amunts, al que sólo se accede por mar o a pie, después de andar unos 40 minutos. Se trata de una cala de enormes rocas, con orilla breve y abrupta por la que es recomendable caminar con calzado adecuado. Se sitúa a los pies de altos acantilados donde nidifican aves como el halcón de Eleonora, y forma una pequeña bahía entre dos cabos de casi 200 metros de altura.

Entorno de Cala Aubarca

Aquí se encuentra además el famoso puente de piedra conocido como la “catedral de Aubarca” que te pone los pelos de punta nada más verlo y que no aconsejo, bajo ningún concepto, situarse sobre él ya que puede ser muy peligroso.

Para llegar caminando lo mejor es llegar en coche hasta Santa Mateu y aquí tomar la carretera que sale hacia la izquierda de la iglesia. A  1800 metros verás salir un camino hacia la derecha, con pinos en ambos lados de la carretera. Hay que seguirlo y aparcar a 1230 metros, en una explanada. Desde aquí sólo hay que seguir la pista que baja. Es una excursión dura, ya que el desnivel es considerable y el terreno no es bueno, sino abrupto y escarpado, por lo que si no se tiene un condición físico aceptable y buen calzado, no recomiendo hacerla.

Puente de Piedra de Cala Aubarca

Puente de Piedra de Cala Aubarca

Esta sería mi última visita del día, ya que regresaría al coche casi anocheciendo, por lo que me dirigí directamente a Sant Antoni, donde cenaría en el hotel al ofrecer un buffet libre por 12,50 euros que incluía lasaña, pollo, pescado, ensaladas, fruta, etc. Una buena manera de desquitarme de la comida y poner fin a un día intenso que me permitiría conocer algunos de los lugares más emblemáticos de la mayor de las Pitiusas.


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