BVI - DIA 04. Virgin Gorda Island

18 de Noviembre de 2019.

Varios de nosotros nos despertaríamos con el sonido del motor y la sensación de que el barco ya estaba navegando y es que efectivamente Yago, nuestro capitán, había decidido madrugar y comenzar la travesía temprano y es que teníamos por delante unas 10 millas náuticas hasta Virgin Gorda Island, donde hoy pasaríamos todo el día.

El trayecto duraría algo más de hora y media por lo que aprovecharíamos para desayunar y practicar algunos nudos que habíamos aprendido durante el tiempo que ya llevábamos en el catamarán tales como el ocho, un nudo que sirve de tope para que no pueda escaparse de una polea, por lo que es muy práctico y fácil de deshacer; ballestrinque, que se utiliza para aguantar pesos similares en ambos lados; o el as de guía, probablemente uno de los más utilizados en muchas embarcaciones.

Muchos de los nombres de las islas, bahías y playas de las BVI están estrechamente relacionados y tienen una conexión especial con la historia. En el caso que nos ocupa no iba a ser menos y es que cuando Cristóbal Colón se aproximó a esta isla vio en ella la imagen de una mujer reclinada con exceso de peso, por lo que no tendría problema en llamarla Virgin Gorda. Las curvas en realidad provienen de la actividad volcánica, al igual que sus características geológicas que la diferencian del resto de las islas del archipiélago.

Llegando a Virgin Gorda Island

Llegando a Virgin Gorda Island

Virgin Gorda ha tenido la suerte de permanecer intacta durante mucho más tiempo que otros vecinos caribeños y mucho antes de que los europeos comenzaran a establecerse aquí en el siglo XVII, los pueblos indígenas poblaron y cultivaron la fértil isla durante al menos un milenio. Estos primeros residentes incluyeron a los Arawak, Ciboney y Caribs, entre otras tribus, que sobrevivieron gracias a los vastos recursos del Océano Atlántico, el Mar Caribe y la vegetación tropical.

Algunas de las primeras familias de Virgin Gorda sabían algo que los europeos no descubrirían hasta casi un milenio después: era una rica fuente de cobre. Los arqueólogos y antropólogos tienen evidencia de joyas y armas artesanales de este material, que prueban que hubo algunas operaciones primitivas de minería y metalurgia mucho antes de que la civilización occidental supusiese de ello.

Serían los piratas los que iniciarían el proceso de colonización, aprovechando la costa de la isla para emboscar a los barcos españoles. Sus arrecifes, acantilados y calas provenían de volcanes de antaño, pero hicieron del valle costero el lugar ideal para que estos infractores de la ley cometieran sus crímenes marítimos.

No sería hasta la década de 1960 cuando sus pueblos y playas rocosas comenzaron a atraer visitantes internacionales y debido a que estos incluían a algunas de las familias más ricas del mundo, se convirtió rápidamente en una mezcla de tierras protegidas y resorts tropicales.

La isla es realmente grande, ocupando el tercer lugar en tamaño, después de Tórtola y Anegada, pero sería fácil elegir el lugar que visitaríamos durante toda la mañana: el más famoso y espectacular no sólo de Virgin Gorda sino de todas las BVI. Me refiero a The Baths, un Parque Nacional situado en el sur que se caracteriza por ser de origen volcánico y contar con inmensas piedras graníticas que forman túneles, galerías, piscinas naturales, grutas misteriosas, recovecos imposibles y cuevas increíbles con salida al mar. Sin duda un lugar espectacular que nos moríamos de ganas por conocer.

The Baths. Virgin Gorda Island

The Baths. Virgin Gorda Island

Afortunadamente no tendríamos problemas para coger boya, pues todavía quedaban varias libres, pero hay que advertir que al ser un espacio protegido no se puede pernoctar en esta parte de la isla y por tanto no se pueden reservar boyas en este lugar. Las que hay están disponibles sólo para pasar el día y luego abandonarlas y por tanto si hay mucha afluencia de visitantes puede ocurrir que te quedes sin ellas y te veas obligado a marcharte, ya que no estoy seguro si se puede fondear. Así que ahora entendíamos porqué nuestro capitán se había dado tanta prisa en madrugar y ponernos en marcha tan temprano.

The Baths. Virgin Gorda Island

Habíamos dejado el catamarán en las boyas más alejadas de la bahía del Diablo (Devil´s Bay) que se encuentra al lado de The Baths, con la intención de llegar a tierra nadando y desde allí hacer una ruta hasta esa área caminando, pero tendríamos que conformarnos con empezar con unos relajados baños y nada más porque el camino estaría cortado por inmensas moles rocosas que nos impedirían el paso. Así que disfrutamos del chapuzón, volvimos al barco y cogimos la dinghy o lancha motora para trasladarnos justo enfrente de la mencionada área conocida como The Baths. Como decía esta es una zona de lo más turística y para salvaguardar el entorno no se permite acercar las lanchas motoras a la orilla, por lo que la única opción es llegar nadando, en Kayak o con paddle surf. Pero no hay que preocuparse porque la distancia son apenas cincuenta metros.

Ya en la arena no nos lo pensamos y comenzamos a buscar el inicio de la famosa ruta de senderismo que te permite acceder al corazón de “Los baños”, como se conoce en castellano. No tardaríamos casi nada en encontrarla pues está bien señalizada, por lo que tras unos minutos hallaríamos la entrada inicial que no es más que una pequeña abertura entre dos grandes moles rocosas. Varias gigantescas cavernas iluminadas por diversas aberturas en la roca, conocida una de ellas como “La Catedral”, nos daban la bienvenida, sobrecogiéndonos ante la espectacularidad de lo que estábamos contemplando.

The Baths. Virgin Gorda Island

The Baths. Virgin Gorda Island

The Baths. Virgin Gorda Island

Continuaríamos abriéndonos camino entre las rocas, brindándonos imágenes sacadas de una película de ciencia ficción, con formas estrambóticas y extrañas que te hacían detenerte cada poco tiempo.

The Baths. Virgin Gorda Island

The Baths. Virgin Gorda Island

Seguiríamos encontrando nuevos túneles, pasillos y piscinas que podríamos salvar en todo momento gracias a lo bien equipada que está la ruta, con escaleras, plataformas de madera y cuerdas estratégicamente situadas que te permiten avanzar sin el mayor problema.

The Baths. Virgin Gorda Island

De esta manera y tras unos 400 metros llegaríamos a la bahía del Diablo, el final de la ruta y otro lugar paradisiaco donde, nuevamente, se pueden apreciar cantos rodados gigantes, aunque en menor medida. Sin embargo su hermosa playa es ideal para tomar el sol, nadar y hacer snorkel, algo que tras descansar un poco, también realizaríamos, no pudiendo tomar mejor decisión, ya que gracias a ello pudimos ver y casi tocar una manta raya, además de miles de peces de colores.

The Baths. Virgin Gorda Island

The Baths. Virgin Gorda Island

Es aconsejable para realizar la susodicha ruta llevar unas sandalias o escarpines que te protejan los pies, así como una bolsa estanca para evitar que se mojen los objetos de valor y, por supuesto, el equipo de snorkelling para no perderse la gran cantidad de fauna marina que se encuentra en la zona.

The Baths. Virgin Gorda Island

Era evidente que había que volver al área donde dejamos la dinghy, así que no contentos con una, realizaríamos por segunda vez la ruta The Baths que tanto nos había entusiasmado. Tras terminarla estábamos hambrientos y como hoy no teníamos ganas de hacer la comida en el barco, optamos por comer en el pequeño bar que se encuentra en la zona y que sirve unas hamburguesas deliciosas con patatas fritas.

Bar en la playa The Baths. Virgin Gorda Island

Después de comer regresaríamos a nuestra embarcación y pondríamos rumbo hacia la zona norte de Virgin Gorda, exactamente a un lugar conocido como Leverick Bay, donde habíamos reservado una boya por la web a primera hora de la mañana para evitar complicaciones como las de ayer.

Leverick Bay. Virgin Gorda Island

Tendríamos que recorrer unas nueve millas, tardando un poco menos de hora y media en llegar, pero en esta ocasión no sería Yago, el capitán, el que pilotaría el barco, sino quien escribe estas líneas y es que me ofrecería la oportunidad de vivir esta experiencia, algo que no podría rechazar. Lo primero que no me imaginaba es que el timón fuese tan increíblemente sensible, virando el barco de forma rápida y brusca si los movimientos no eran suaves y mínimos, por lo que tendría que emplearme a fondo hasta que le cogí el truco y pude navegar en línea recta. Después aprendería otros temas importantes como el significado del color de las balizas que te vas encontrando antes de llegar a puerto o a controlar siempre la profundidad para evitar encallar, así como estar pendiente de arrecifes y otros asuntos importantes claves para que todo se desarrolle con éxito.

Después de esta increíble experiencia y antes de llegar a puerto, el capitán volvería a tomar el control del barco, siendo él, como siempre, quien se ocuparía de las últimas maniobras necesarias antes de quedar amarrados en la boya respectiva.

Leverick Bay es otra de esas bahías tranquilas y agradables en la que muchos optamos por pasar la noche, aunque es cierto que pierde algo de encanto debido al gran resort que está construido en primera línea.

Leverick Bay. Virgin Gorda Island

Leverick Bay. Virgin Gorda Island

Después de tener bien amarrador el barco, optaríamos por coger la dinghy e irnos al muelle para así poder acercarnos a un supermercado cercano y comprar nuevas provisiones con las que regresaríamos al catamarán y ya pasar allí las últimas horas del día entre juegos de mesa y unos sándwiches mixtos para cenar.

Leverick Bay. Virgin Gorda Island

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