CHILE - DIA 23. Puerto Varas, Puerto Montt y Frutillar

6 de Septiembre de 2014.

Hoy tenía que devolver el coche a las 12.00 por lo que tampoco tenía muchas opciones a la hora de moverme, pues entre que llegaba hasta Puerto Montt, llenaba el depósito y me acercaba a la estación de buses a dejar en consigna el equipaje (2500 pesos dos bultos), se me iba a echar el tiempo encima, por lo que decidí quedarme conociendo Puerto Varas, que sólo había tenido oportunidad de verlo de noche y nada más que algunas calles. Así que como el Hostal estaba en la parte alta de la ciudad decidí comenzar acercándome a la iglesia más significativa y más grande de la urbe: la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, de estilo barroco y una copia de la iglesia Marienkirche de la Selva Negra en Alemania.

Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.Puerto Varas

Tras esta me acercaría paseando a dos de los lugares más altos de Puerto Varas. El cerro Calvario donde hay un sendero donde se representa la pasión y muerte de Jesús, a través de pequeñas capillas. Y por otro lado, el cerro Philippi donde en su cumbre me encontré con una cruz monumental de 30 metros de alto. A decir verdad, me esperaba mejores vistas de las que me encontré en ambos, pues gran parte del horizonte se encuentra tapado por la vegetación, por lo que puede llegar a ser prescindible el esfuerzo que supone subir a ellos.

Monte Calvario. Puerto Varas

Puerto Varas desde Monte Calvario

Lago Llanquihue desde Monte Philippi. Puerto Varas

Desde el segundo cerro me encaminaría hacia la parte baja de la ciudad, justo hasta donde comienza la costanera o paseo junto al lago Llanquihue, en el que me encontré con una escultura de una mujer con los brazos abiertos y mirando al mar. Además las vistas de Puerto Varas desde aquí merecen mucho la pena. Iría recorriendo tranquilamente la ribera del lago, disfrutando del entorno privilegiado que me acompañaba y así llegaría hasta el centro del poblado, donde iría de un lado para otro fijándome en sus casas características de madera, de marcado carácter alemán, fundadas por estos en 1854.

Costanera del Lago Llanquihue.Puerto Varas

Puerto Varas desde la Costanera

Plaza de Armas. Puerto Varas

Casas Tradicionales. Puerto Varas

A las 11.00 decidiría poner rumbo hacia Puerto Montt, donde tras realizar las gestiones que comentaba al principio del capítulo, iría a enfrentarme a la devolución del vehículo de alquiler, esperando no tener que volver a dejarme ni un duro más por este asunto.

Empezarían a revisarlo, una mirada por aquí, otra por allá, tocaron la zona afectada y retocada un poco por el amigo del gruista y tras mirar que el tanque de combustible estaba lleno, me dijeron que todo estaba correcto. Mi suspiro interior fue gigante. Al final la locura del Parque Nacional de Chiloé, me había resultado bastante mejor de lo que podía haber sido, por lo que estaba contento.

A continuación me dedicaría a pasear por la zona central de Puerto Montt, visitando algunas esculturas como la dedicada a los colonos alemanes o la llamada “Mirando al Mar”, ambas en la costanera; caminé por el muelle;  me entretuve en su plaza de Armas y en la Catedral y la vieja iglesia Franciscana y anduve por sus dos calles principales repletas de comercios y, aún así , todo esto me llevó como una hora y cuarto. Puerto Montt no me entusiasmó lo más mínimo y teniendo en cuenta que mi autobús hacia Valdivia no salía hasta las 20.25, no tenía la intención de permanecer en esta ciudad toda la tarde y más habiéndome quedado la espinita, por falta de tiempo, de conocer Frutillar. Así que fui hasta la estación de buses y me subí a uno de los pequeños colectivos locales que te llevan a todas las poblaciones de los alrededores. El de Frutillar Bajo, que es la zona interesante para visitar me costaría 1300 pesos y tardaría en llegar como una hora, por lo que a las 14.30 estaba allí y disponía de toda la tarde para disfrutarla.

Monumento a la Colonización Alemana.Puerto Montt

Plaza de Armas. Puerto Montt

Escultura Sentados Frente al Mar.Puerto Montt

Muelle de Puerto Montt

Lo primero que haría sería buscar un lugar decente para comer, pues hoy no tenía ganas de guarrear y en el paseo del lago encontraría un restaurante llamado “Los Andes” que ofrecían un menú por 5500 pesos, bebida aparte. Podría tomarme una sopa caliente de pollo y luego un buen lomo a la pimienta con patatas fritas y de postre helado de chocolate. Tras observar desde el ventanal como llovía a cántaros empezaba a temer que la tarde fuera pasada por agua, pero afortunadamente pararía.

Frutillar fue fundada en 1856 por colones alemanes en la orilla oeste del lago Llanquihue y a lo largo de esta están casi todos sus atractivos principales. Supuestamente desde aquí se tendría que ver el volcán Osorno, pero hoy no se veía absolutamente nada, lo que todavía me hacía sentirme más afortunado de haber tenido ayer el día que tuve. El agradable paseo de sobremesa lo comenzaría con el teatro del lago, situado junto a la orilla sobre una estructura flotante. En él se celebra la Semana Musical de Frutillar, un festival de música clásica. Y es que en esta población se da gran importancia a este arte, de hecho en la ribera del lago te encuentras con muchos detalles que hacen referencia a ello como la escultura de un piano, un pequeño escaparate con muñecos e instrumentos musicales, etc.

Teatro del Lago.Frutillar

Lago Llanquihue desde Frutillar

Escultura Piano de Frutillar

También destacables son sus iglesias luterana y cristiana, su muelle de madera sobre el lago y sus galerías con puestos artesanales de prendas de ropa, de dulces, de figuras, etc. Lástima que en esta época del año había bastantes pocos abiertos, pero pude encontrar uno de los imanes más bonitos, hasta ahora, para mi colección.

Iglesia Luterana de Frutillar

Muelle de Frutillar

Muelle de Frutillar

Iglesia Católica. Frutillar

Unas cuadras más hacia el interior del lago me esperaba una de las visitas más bonitas que hasta ahora había podido realizar por los alrededores. Hablo del increíble Museo Colonial Alemán, instalado en una preciosa zona ajardinada y que recuerda el periodo de los pioneros con edificios a tamaño natural, entre los que se encuentran un molino, una granja y una herrería.

Museo Colonial Alemán.Frutillar

Museo Colonial Alemán.Frutillar

Casona de Campo. Museo Colonial Alemán.Frutillar

Y es que el fracaso de la primera revolución democrática en el año 1848 echó por tierra las esperanzas del movimiento político liberal. La burguesía perdió toda participación política y los antiguos sistemas absolutistas se restablecieron. Ante este devastador panorama a muchos alemanes no les quedó otro remedio que emigrar y entre 1849 y 1851 un millón de personas dejaron el país en busca de un futuro mejor.

La anterior situación unida a la preocupación por parte de la recién estrenada República chilena en un dominio efectivo del territorio haría el resto. La aprobación en el año 1845 de la “Ley de Colonización”, sentaría las bases sobre las que se desarrollaría este proceso.

En la primera época arribaron, principalmente comerciantes, campesinos y artesanos que se establecerían en toda esta zona y sus alrededores. Ellos serían los que construirían los edificios que ahora podía admirar: un molino de agua para la molienda de granos; una casa de campo con sus habitaciones tal cual eran en la época; la herrería donde trabajaban; y el llamado Campanario donde en época de lluvia se ponía a trotar en círculo a caballos y mulas para realizar la trilla o cosecha de granos, a pesar de las malas condiciones climáticas exteriores. Aquí hoy se puede visitar una exhibición de diversas herramientas de trabajo agrario y maquinaria que aportaron los alemanes a la región y que supuso un gran desarrollo económico e industrial.

Casa del Herrero. Museo Colonial Alemán.Frutillar

Campanario.Museo Colonial Alemán.Frutillar

Casa del Molino. Museo Colonial Alemán.Frutillar

Casa del Molino. Museo Colonial Alemán.Frutillar

Cuando acabé la visita sólo me restaba volver a tomar el autobús, justo en frente del recinto, hacia Puerto Montt, al que llegaría sobre las 19.00 a la misma terminal de buses desde la que partía el siguiente, por lo que sólo tendría que esperar a que a las 20.25 a que saliera el bus que me llevaría a Valdivia (5000 pesos), mi siguiente destino. Veinte minutos antes recogería el equipaje de la consigna y con una lluvia torrencial como acompañante partía hacia la capital de la región de los Ríos.

Algo más de tres horas se demoraría el viaje, llegando a la terminal de Valdivia a las 23.45, donde tomaría un taxi (1500 pesos) hasta el hostal que había reservado por internet la noche anterior en Puerto Varas. Se llamaba Aires Buenos y estaba sito en la calle García Reyes, 550. La noche me costaría 9500 pesos y la toalla 500 pesos extra. La habitación era de seis camas, pero sólo había dos personas, así que estupendo. Las zonas comunes eran la mar de acogedoras y podías sentirte como en casa. Cuando quise acabar de cenar un sándwich de queso eran ya la 01.30 por lo que tocaba irse a descansar.

1 comentario :

  1. en la muestra de fotografías se ven muy hermosos los museos y otros que podríamos ver en esta ciudad, tiene maravillas, provoca visitarlas y conocer de cera estos lindos lugares, y con una estadía buena estaríamos mejor, lo leí en este blog www.cabañasensanmartindelosandes.com

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