INDONESIA - DIA 06. Prambanan y otros templos cercanos

12 de Septiembre de 2013.

A las seis de la mañana comenzaba a sonar el pitido insoportable del despertador del móvil, lo que significaba que teníamos que levantarnos sí o sí para empezar la intensa jornada que teníamos por delante. Bajaríamos a desayunar el contundente buffet del hotel, que se encontraba incluido en el precio de la habitación y nos pusimos ciegos de arroz, fideos fritos, bollos rellenos de chocolate recién hechos, leche fría con cereales, etc. Había que coger fuerzas para llevar bien la mañana y creo que después de lo que nos metimos para el cuerpo hubiéramos podido aguantar todo el día y parte del siguiente.

La razón por la que decidimos levantarnos tan temprano, no era otra que tratar de evitar las grandes masas de personas que se concentran en este monumento, pues es uno de los más visitados de toda Indonesia, y había leído y escuchado que de esta manera puedes conseguir algo de tranquilidad, al menos durante los primeros momentos de la mañana, por lo que si esto era así, pues mejor que mejor.

A las 07.00 en punto, el conductor de nuestro coche se encontraba en la recepción del hotel esperándonos, así que le seguimos y en la puerta nos encontramos con una mini furgoneta para ocho personas. En principio la desconfianza me hizo pensar que se nos iban a acoplar más personas, lo que me hubiera enojado considerablemente y me hubiera hecho sentir como si nos hubieran tomado el pelo sin apenas despeinarse, pero no, realmente el vehículo en el que estábamos ya sentados era para nosotros solos, así que la cosa empezaba mucho mejor de lo que podíamos esperar, por lo que estábamos tan contentos. (Recordar que este servicio lo habíamos alquilado en la oficina de turismo de Yogyakarta por 450000 rupias durante siete horas).

La idea del día era visitar tanto Prambanan como otros templos menores que se encontraban muy cerca de este gran conjunto arqueológico, así que lo primero que le dijimos a Itum, nuestro conductor, es que nos llevase hasta allí, el cual se encuentra a 18 kilómetros de Yogya.

Hablar de Prambanan es hablar de uno de los mejores ejemplos de arte y de templos hindúes del mundo. El conjunto sería construido entre los siglos VIII y X D.C., unos cincuenta años después de Borobudur, la otra visita de obligado cumplimiento en la zona, para conmemorar el regreso de una dinastía hindú a este lugar, después de que esta religión estuviera unos años en decadencia y ante el auge, en los tiempos que corrían, de la religión budista por los alrededores. Al final casualidades del destino, las familias reales que profesaban distintas religiones acabarían unidas por el matrimonio de los miembros de cada una de ellas y se acabaron las rivalidades. De hecho, tanto en Prambanan como en otros templos de la zona, se pueden apreciar características de los dos estilos arquitectónicos.

Itum nos acompañaría a las taquillas y cuando vi el precio de la entrada casi que me da un soponcio. Le comenté que era carísimo para los precios que hasta ahora nos habíamos encontrado y él no hizo otra cosa que asentir con la cabeza y comentar brevemente que cada año o año y pico lo suben y que mientras los extranjeros lo paguen, lo seguirán subiendo, ya que los indonesios tienen otros precios.

La broma suponía 171000 rupias por entrada. Había leído que con un carnet de estudiante o algo parecido se podían conseguir importantes descuentos, por lo que en ese momento no se me ocurrió otra cosa que mostrar mi tarjeta sanitaria de la Comunidad de Madrid, a ver si colaba. El taquillero miró la tarjeta, me miró a mí, volvió a repetir el mismo acto y, con una leve sonrisa, me dijo que naranjas de la china, que no era válido. Hablarán otro idioma pero no son tontos. Así que nos tocó pagar el precio establecido y encima yo todo colorado por el absurdo intento.

Una vez dentro del recinto, comenzamos a andar y en tan sólo unos metros y unos cinco minutos, nos dimos de bruces con los maravillosos templos, tras atravesar una amplia avenida formada por jardines con flores y árboles. Me quedaría inmóvil y sin apartar ni un segundo la mirada de lo que tenía delante de mí, tres inmensos templos simétricos del siglo IX, construidos con una perfecta armonía, sobre el pasto reseco de la gran llanura sobre la que se asientan, además de otros de inferiores dimensiones.

Conjunto Hinduista de Prambanan


Nunca había contemplado tan de cerca nada parecido, ni había sido testigo de este tipo de arte y comenzar con una de las construcciones más importantes de la religión hindú y uno de los monumentos más espectaculares del continente asiático me había dejado sin palabras y sin movimientos. Además sorprendentemente éramos los primeros, aun no siendo demasiado temprano, y la paz y tranquilidad que se respiraban, te invitaban, todavía más, a quedarte fijándote en cada pequeño detalle. De repente, Raúl me sacaría de mí estado de hipnosis parcial, preguntándome que si continuábamos la visita, a lo que asentí con la cabeza. Después de hacerme un poco a la idea de estar delante de esta joya patrimonio de la humanidad desde 1991, por fin pude empezar a ser más consciente de lo que tenía a mi alrededor y comencé a disfrutar de las características, detalles, motivos e información de cada templo, que había traído conmigo para evitar a los guías.

Conjunto Hinduista de Prambanan

Los templos se construyeron para honrar a las tres divinidades más importantes de la religión hindú, es decir a Brahma, Vishnu y Shiva y que conjuntamente se les denomina Trimurti. Representan al creador del universo, el primero, al protector del mismo, el segundo, y al destructor, el tercero. Y para cada uno de ellos se edificaron los tres templos principales. El más espectacular de todos y el más bonito es, sin duda, el central, Candi Shiva, que tiene una altura de 47 metros y se encuentra magníficamente tallado, especialmente por leones flanqueados por árboles del paraíso y por seres celestiales, medio humanos y medio aves. Con él comenzaríamos a adentrarnos en profundidad en la religión hindú. Se encontraban todavía restaurando parte de su estructura como consecuencia del terremoto que afectó a la zona en el año 2006, pero pudimos visitarlo gracias a que te daban unos cascos de obra para entrar en él. Tras subir las escaleras iniciales llegamos a la plataforma de la galería que rodea al templo en el cual se encuentran esculpidas las escenas del Ramayana, un texto sagrado de esta religión, en magníficos relieves recreando multitud de historias que durante siglos habían ido pasando de boca en boca.

Conjunto Hinduista de Prambanan

Conjunto Hinduista de Prambanan

Conjunto Hinduista de Prambanan

Después de rodear la torre e ir fijándonos con detalle en todos ellos, decidimos acabar de subir las únicas escaleras que no contaban con reja, de todas las que habíamos visto, para así llegar hasta la sala donde se encuentra Durga, la esposa de Shiva, conocida como la princesa petrificada, de una sencilla belleza y que algunos confunden con la Virgen esbelta, que según cuenta la leyenda fue convertida en piedra por un hombre con el que se negó a casarse.

Una vez que terminamos de recrearnos con muchos de los detalles que ofrece este templo, haríamos lo mismo con los otros dos que lo acompañan: Candi Vishnu de 33 metros de alto y donde se cuenta en sus relieves la historia de Krisna, un héroe de una antigua epopeya; y por otro lado Candi Brahma, donde están esculpidas las escenas finales del Ramayana, y de la misma altura que su gemelo Vishnu.

Conjunto Hinduista de Prambanan

Grabados en el Conjunto Hinduista de Prambanan

Grabados en el Conjunto Hinduista de Prambanan

Estaba siendo todo apasionante, por lo que no contentos con esto, bueno más bien yo, ya que a partir de aquí, mi amigo Raúl, se quedaría sentado a la sombra, pues estaba algo cansado y no es tan entusiasta de los templos como quien escribe, decidiría pasar a ver las construcciones que se encuentran en frente de cada uno de los tres principales. Y aunque ya no son tan importantes, siempre encuentras detalles interesantes en los que fijarte. 

Estos están dedicados a las monturas que se dedican a transportar a las grandes divinidades y serían el Cisne sagrado Angsa, el Toro Nandi y el Hombre alado Garuda.

Conjunto Hinduista de Prambanan

Conjunto Hinduista de Prambanan

Una vez absorbida toda la información posible acerca de esta joya en bruto y tratando de preservar en mi memoria cada detalle, decidiríamos ya los dos, dar una última vuelta por el recinto para tomar distintas perspectivas de todo el conjunto, el cual tampoco deja de sorprenderte, aunque sea desde un poco más lejos. Sería en este momento cuando, de repente y sin darnos tiempo a reaccionar, nos vimos abordados por una familia de unos ocho miembros de la isla de Borneo, ya que les preguntamos que de donde eran, para pedirnos que nos hiciéramos  hasta, por lo menos, veinte fotos con ellos. Que si con el padre y la madre, que si con el hijo, ahora todos juntos, ahora en esta posición, ahora en esta otra y sujetando al pequeño bebé que llevaban con ellos, etc. Yo estaba flipando, vamos ni Ronaldo. No podía creérmelo, ya que estaban entusiasmados con nosotros, me imagino que por los rasgos occidentales o las barbas, ya que desde luego que por nuestra belleza no era o si no es que tenían problemas de visión.

Grabados en el Conjunto Hinduista de Prambanan

Después de darnos las gracias como diez veces y de sentirnos como los famosos, al menos durante unos minutos, seguiríamos con la visita, pero en este caso ya con dirección al segundo templo de la mañana, el llamado Candi Sewu, el cual se encuentra a un kilómetro de distancia de Prambanan, pero dentro del mismo recinto y al que se accede por una pista de tierra tras un breve paseo de diez minutos.

Candi Sewu

Este santuario representa al budismo dentro de lo que es la región de Prambanan  y fue construido sobre el 850 D.C. Significa “Mil Templos” y originariamente estaba formado por un gran templo central  rodeado de cuatro anillos de 240 templos guardianes más pequeños. Desgraciadamente los distintos terremotos se han encargado a lo largo del tiempo de ir mermándolo en belleza, especialmente el último de 2006 que destruyó la gran mayoría de este complejo considerado el segundo complejo budista de Indonesia después de Borobudur. Afortunadamente el santuario central sí que sobreviviría y se puede visitar, lo que haríamos relajadamente antes de despedirnos, de momento, de estas maravillas arquitectónicas.

Candi Sewu

Candi Sewu

Sorprendentemente se nos había ido en la visita de todo el complejo, la friolera de tres horas y media, pero se nos había pasado volando. También hay que decir que se puede visitar en menos tiempo, ya que como he dicho otras veces, yo me entretengo y me recreo que da gusto. El pobre Itum nos esperaba con cierta cara de resignación, como diciendo, joder, que coñazo de españoles, pero en cuanto nos vio nos puso su sonrisa habitual y nos preguntó que si nos había gustado y que si estábamos listos para ir a conocer los templos de Plaosan, el siguiente destino en la ruta de hoy.

No tardaríamos casi nada en llegar, ya que únicamente está a tres kilómetros del complejo de Prambanan. La entrada es simbólica ya que cuesta 5000 rupias por persona. En la visita podríamos contemplar dos templos prácticamente gemelos y restaurados. Antes estaban rodeados por pequeños santuarios y estupas de los que ya no queda casi nada en pie como consecuencia de los distintos terremotos habidos en la región. Su diseño es totalmente inusual ya que tienen una estructura en dos pisos y tres salas.

Candi Plaosan

Candi Plaosan

Paseamos por el recinto más solos que la una a excepción de una pareja que también andaba por allí, pero ni un alma más. Decidimos descansar un rato antes de continuar y nos sentamos bajo un pequeño portalón donde pudimos cobijarnos del sol que pegaba con fuerza a esas horas. Habíamos llegado ya al mediodía, es decir las 12.00, y como nos veíamos con fuerza, después de este pequeño parón, y lo que nos quedaba por visitar tampoco es que fuera demasiado ni en tamaños ni en distancias, decidimos que lo haríamos antes de comer y así después del almuerzo poder descansar un poco en el hotel.

Candi Plaosan

Por tanto nos marchamos a conocer los templos del llamado grupo del oeste, comenzando con Candi Sari (entrada 2000 rupias). Este se encuentra entre cocoteros y bananeros y se piensa que el segundo piso del mismo pudo haber servido como dormitorio a los sacerdotes budistas que cuidaban de Candi Kalasan, nuestra siguiente parada (entrada 2000 rupias). Es este uno de los más antiguos de la llanura de Prambanan y ha sido restaurado parcialmente. Su lado meridional cuenta con detalladas tallas y su interior acogió una gran figura de broce de Buda, pero hoy no queda nada de esta.

Candi Kalasan

El último templo de la mañana iba a ser Candi Sambisari (2000 rupias la entrada) que se caracteriza principalmente por encontrarse a seis metros por debajo de la superficie de los campos colindantes y que gracias a que sería enterrado por las ruinas del volcán Merapi, ha llegado hasta nuestros días perfectamente conservado. En este caso la construcción es hinduista y está consagrada a Shiva y su interior posee símbolos sexuales, propios de este tipo de templos, con los que se pedía a los dioses fertilidad y prosperidad.

Candi Sambisari

Habíamos terminado la visita a todos los templos que teníamos pensado acudir, por lo que ya no nos quedaba más que pedirle a Itum que regresáramos al hotel, lo cual haría en el mismo tiempo que tardaría por la mañana en llevarnos a Prambanan, es decir, treinta minutos, lo que supuso que a las 13.55 estábamos en la puerta del hotel y por lo tanto habíamos cuadrado a la perfección las siete horas que nos incluía el precio del coche con conductor. De esta manera puedo decir que pienso que son bastante justos con el tiempo que la oficina de turismo considera necesario para visitar todo lo que he ido describiendo, teniendo en cuenta que nosotros nos recreamos bastante y aun así lo cumplimos. De tal manera que en otros casos en que no se sea tan minucioso, te puede, incluso, sobrar más de una hora. Pero vamos que si nos hubiéramos pasado tampoco hubiera ocurrido nada, como de hecho nos sucedería al día siguiente, pagando las 75000 rupias extras por hora de exceso.

Tras tirarnos en las camas a descansar una hora, por fin nos animaríamos a salir de nuevo del hotel para ir a parar a un gran centro comercial de Malioboro Street, igual que cualquiera de los que puedes encontrar en Europa, y terminar comiendo en el Pizza Hut de la última planta, por el que nos decantaríamos tras elegir entre otros restaurantes franquiciados. Nos tomaríamos dos pizzas medianas, cuatro bebidas y un aperitivo inicial (174000 rupias).

Una vez que recuperamos fuerzas y dado que estábamos sólo a cinco minutos, nos volveríamos a pasar por la oficina de turismo con el objetivo de contratar con ellos el espectáculo que iríamos a ver esta misma noche: el ballet Ramayana, del que hablaré un poco más adelante en este mismo capítulo. Las entradas las compramos al mismo precio que ofrecen en las taquillas (200000 rupias cada una), por lo que no se incrementó en ningún caso. Lo que hicieron fue darnos un voucher el cual había que canjear en el recinto de Prambanan. También decidimos pagar por un transfer que nos estaría esperando a la salida al término del espectáculo. (40000 rupias por persona) y que nos dejaría en la puerta de nuestro hotel. Ya con estos deberes hechos decidiríamos marcharnos al hotel a descansar un rato hasta la hora en la que teníamos que ponernos en marcha para ir a ver el espectáculo.

Sería casi hora y media de relax, donde me quedaría frito y que me serviría para coger fuerzas. A las 17.45 nos encontraríamos en la parada del autobús que se encuentra en la calle Malioboro, justo al lado de la oficina de turismo, en la misma cera, para tomar el bus 1A que te lleva hasta el mismo Prambanan, por lo que es bueno saber que si se tiene la idea de visitar únicamente este templo, puede ser una buena opción para ir en transporte público y así ahorrarse un buen dinero, ya que el billete sólo cuesta 3000 rupias. 

El trayecto tardamos en hacerlo unos 50 minutos, por lo que llegamos allí un poco antes de las 19.00. Como el autobús nos dejó en un mercadillo que estaba repleto de puestos, en un primer momento y como ya era de noche no veíamos donde estaba el destacado monumento, pero tras preguntar a un comerciante y que este simplemente nos señalara con el dedo al otro lado de la carretera, sólo tendríamos que andar algo menos de 10 minutos para llegar hasta la entrada lateral que es por donde se accede para ver el ballet. 

Una vez allí, nos acercaríamos hasta las taquillas para canjear el voucher que nos dieron en la oficina de turismo y por fin tuvimos en nuestro poder los tickets originales. Nosotros decidiríamos sacar las de categoría khusus, ya que eran las que más centradas estaban y desde las que se podía ver el conjunto de Prambanan iluminado, por lo que no se podía pedir más. Luego también hay otras que son la máxima categoría y que están al ras del escenario pero que sin embargo no llegas a ver el monumento y luego estás el resto en los laterales y en diagonal al escenario y algo más alejadas, que son más económicas.

Antes de ocupar nuestros asientos y una vez ya dentro del recinto, podríamos ver como dos de los personajes de la obra posaban en un pequeño espacio iluminado, para que todo aquel que quisiera, pudiera ir y hacerse una foto con ellos. Por supuesto que nosotros no íbamos a ser menos que los demás y fuimos para allá a conseguir la instantánea. Eso sí, no sin tener que esperar unos quince minutos para conseguirlo. Tras haber logrado la toma, caminaríamos, de nuevo, unos pasos, para encontrarnos unos metros más allá, un puesto de bebidas donde por tener las localidades que teníamos, pudimos canjear las entradas por dos bebidas de forma gratuita. Y para acabar y antes de sentarnos definitivamente, nos sacaríamos otras cuantas fotos más, haciendo el chorra, con el típico cartel con agujero para poder meter la cabeza y que en este caso representaba la imagen de un guerrero.
Por fin diez minutos antes de las 19.30 estábamos en nuestros asientos dispuestos a presenciar este famoso espectáculo de danzas y bailes javaneses. A esa hora en punto, las luces se apagaron  y la función comenzó.

El ballet compuesto por 200 músicos y bailarines representa un episodio del Ramayana, un texto sagrado del hinduismo. En él se cuenta la historia del príncipe Rama y su esposa, la princesa Sita, que viven tranquilamente en su palacio Real, hasta que llega el momento de la sucesión al trono y por tanto de convertirse en reyes. Momento que aprovechan en la corte para empezar con las intrigas palaciegas y acabar logrando que ambos futuros monarcas sean desterrados a la selva. Por si esto no fuera suficiente para sus desgracias, una vez en la jungla, la princesa Sita es raptada y hecha prisionera por el rey de los demonios, Ravana, y llevada con él a la isla de Ranka. Será aquí donde Rama reacciona y después de pactar una alianza con el Dios Hanumana, señor de un poderoso ejército de monos, van a la isla mencionada con el propósito de rescatar a su amada y tras duras batallas con sus enemigos consiguen vencer y volver a su patria, donde por fin se convierten en reyes.

Ballet del Ramayana en Prambanan

Ballet del Ramayana en Prambanan

Tras acabar el espectáculo de dos horas las luces se encendieron y comenzaron a decir por los altavoces del anfiteatro que los que quisieran podían bajar hasta el escenario y hacerse fotos con los artistas y bailarines de la representación durante los siguientes diez minutos.

Automáticamente comenzaron las carreras hacia abajo, especialmente por parte del público indonesio. Yo tampoco me cortaría un pelo e imité las mismas carreras, pero cuando quise llegar aquello estaba ya a tope. Allí estaban todos y cada uno de los personajes que habían ido saliendo en el espectáculo. Uno sólo tenía que elegir con quien quería hacerse la foto y acercarse al mismo y ellos posaban para ti todo lo que quisieras. El único problema que todo el mundo quería fotos con los personajes principales y prácticamente había un círculo de gente rodeando a estos, por lo que en diez minutos que cuentas para hacerte las instantáneas es realmente imposible conseguirlo.

Así que al final pasé de todos los famosos, analicé un poco quien más había por allí y sin dudarlo me fui a hacerme fotos con las bailarinas, que estaban más solas que la una y eran bien monas y simpáticas.

Bailarinas Ballet del Ramayana en Prambanan

 Tras unos minutos más, de repente todos los artistas comenzaron a abandonar el escenario, las luces se apagaron y nosotros nos dirigimos al exterior, donde nos estaba esperando una furgoneta, al igual que a otras cuantas personas más, para acercarnos a nuestros hoteles. Al nuestro llegaríamos a las 22.15 y como todavía estábamos bastante llenos de las pizzas del mediodía, pasamos de ir a cenar y no hacer nada más por hoy, ya que mañana volvíamos a levantarnos a las 06.00, pues a las 07.00 volvían a pasar a buscarnos.

A TENER EN CUENTA:
  • Creo que merece la pena acudir a la oficina de turismo de Yogya ya que la información y el trato que te facilitan es bastante bueno. Además los precios y los servicios que te dan son bastantes competitivos con respecto a otras agencias y en ningún momento te sientes engañado.
  • No olvides llevar un carnet de estudiante para visitar los grandes recintos arqueológicos pues conseguirás ahorrarte bastante dinero. No sé antes pero hoy por hoy los trucos de mostrar carnets de otro tipo ya no resultan tan eficaces, por lo que seguramente te tocará pagar el precio normal como fue nuestro caso.
  • Intenta llegar nada más se produzca la apertura del recinto de Prambanan, o durante la primera hora, ya que conseguirás buena luz para las fotos y que haya pocos turistas lo que significará el poder moverte más a tus anchas y que sea todo más agradable.

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