13 de Septiembre de 2013.
Hoy era otro de esos días especiales con el que llevaba soñando mucho tiempo y es que hoy era el esperado momento en el que iba a conocer Borobudur, el templo budista más grande del mundo. Así que repetimos el mismo ritual que ayer y esta vez nuestro amigo Itum, que volvía a ser nuestro conductor, tardaba una hora en dejarnos en la entrada del recinto.
Hoy era otro de esos días especiales con el que llevaba soñando mucho tiempo y es que hoy era el esperado momento en el que iba a conocer Borobudur, el templo budista más grande del mundo. Así que repetimos el mismo ritual que ayer y esta vez nuestro amigo Itum, que volvía a ser nuestro conductor, tardaba una hora en dejarnos en la entrada del recinto.
Aprendida la
lección de ayer, esta vez no intentaría mostrar ningún supuesto carnet de
estudiante y directamente pedí las entradas, pagando el precio normal, donde
nuevamente seríamos objetos de un atraco a mano armada, pagando 180000 rupias
por cada una. Junto con estas te daban a elegir
una botella de agua o de té, seguramente para que digirieses mejor el
coste de las mismas.
Ya dentro del recinto empezaríamos a andar sin prisa pero
sin pausa, yo tenía cierta ansiedad por tener ya delante esta increíble
construcción y no tendrían que pasar muchos más minutos para que por fin esto
sucediera.
Subiríamos una escalera algo empinada y, ¡tachán!, allí estaba el
precioso monumento budista que ha sido capaz de resistir a todo lo habido y por
haber: las erupciones de su vecino volcán Merapi, atentados terroristas,
terremotos, etc. Y a pesar de todo ello no ha habido nada que haya conseguido
tumbarlo. Es como si la fuerza que desprende lo hiciera indestructible. Y es
que desde el primer momento que lo tuve delante de mí, es verdad, que parecía
que un halo mágico y de misterio lo envolvía totalmente.
Templo Budista de Borobudur |
El templo se construiría entre el 750 y el 850 D.C por los
monarcas de la dinastía Sailendra y durante su construcción se extraerían 60000
metros cúbicos de piedra. El nombre proviene del sánscrito y significa “monasterio
budista en la colina”. Con el paso del tiempo la región entraría en decadencia
y Borobudur sería olvidado durante siglos para la fortuna de muchos de nosotros
que hoy podemos verlo tal cual fue.
Sería en 1815 cuando Thomas Stamford Raffles, el gobernador
de Java, lo redescubriría, pero al final por unas cosas y por otras, no sería
hasta 1973 cuando se iniciaría su restauración por parte de la Unesco,
invirtiendo para ello unos 25 millones
de dólares.
Lo primero que haríamos sería rodear el monumento desde el
suelo, para hacernos una idea de las dimensiones espectaculares de las que
estamos hablando, es decir una base de 118 m. por 118 m. sobre la que se
deposita una tremenda estupa simétrica formada por dos millones de piedras.
Aquí empezaría a desenfundar las cámaras para llevarme todos los recuerdos que
pudiese desde todas las perspectivas posibles.
Templo Budista de Borobudur |
Templo Budista de Borobudur |
Una vez rodeado este, llegaría el momento de tratar de
entender la religión budista y que mejor manera para ello que mimetizarnos con
el monumento, recorriéndolo como haría cualquier seguidor de esta religión. Si
mirásemos la construcción desde el aire lo que veríamos sería una mandala de
piedra, es decir como un mapa que representa el cosmos y que estaría esculpido
de forma tridimensional, pudiendo observar como su composición estaría formada
por nueve plataformas cuadrangulares y circulares que corresponden a las tres
etapas necesarias para conseguir la perfección absoluta: el Nirvana. Como
nosotros queríamos lograrlo y quitarnos un buen peso de encima y sentirnos
libres de espíritu y alma, nos pusimos a recorrer el templo de izquierda a
derecha en cada nivel y de abajo hacia arriba, que es como debe hacerse y no
como lo que hace mucha gente que es subiendo directamente toda la escalera sin
pararse a percibir los pequeños detalles de los grabados de cada plataforma y
perdiéndose el sentido real del significado de Borobudur.
Templo Budista de Borobudur |
Templo Budista de Borobudur |
Comenzamos recorriendo la base o primera plataforma, donde
se encuentra representado el Kamadhatu o mundo de los deseos, donde están los
deseos materiales y mundanos de la vida y en la cual pudimos ir apreciando ya,
por sus estrechos pasillos, los paneles narrativos en los que los escultores de
la época tallaron un libro acerca de las doctrinas budistas, además de
distintos aspectos de la vida del Java de entonces.
Templo Budista de Borobudur |
Continuaríamos después transitando por las plataformas 2ª a
6ª, donde nos encontraríamos con el llamado Rupadhatu o mundo de las formas.
Aquí se habla ya de ir consiguiendo poco a poco el camino de la perfección a
través de las distintas reencarnaciones y ello se representa en los paneles
mediante las que tendrían lugar en la vida de Buda. Son niveles donde se te va
advirtiendo de que si actúas de buena fe en la vida conseguirás reencarnarte en
un ser superior, mientras que si por el contrario eres malo y perverso, lo
harás en uno inferior.
Templo Budista de Borobudur |
Templo Budista de Borobudur |
Sería en este momento donde nos sacarían durante unos minutos
de nuestro particular aislamiento religioso, debido a que una profesora con su
grupo de alumnos nos pediría que si podíamos posar con ellos, a lo que
accedimos encantados. Al final me iba gustando cada vez más eso de hacer de
famoso, me resultaba divertidísimo. Después de los pequeños momentos de gloria,
continuamos a lo nuestro, por lo que tras tener en cuenta los avisos de la
influencia que tiene el actuar de una manera u otra en cada vida, para
conseguir ir subiendo niveles, llegaríamos a los últimos de estos, del 7º al
9º, que son ya de forma circular y donde se representa el Arupadhatu o mundo
sin formas, donde se pasa de lo terrenal a lo espiritual y por tanto se ha
conseguido la liberación. Aquí ya dejan de existir los paneles para empezar a
aparecer las estupas, uno de los elementos más característicos del arte budista
y que recuerdan a las campanas. Todas ellas se componen de aperturas
romboidales o cuadrangulares que te permiten ver en su interior los restos de
pequeños budas y cuando hablo de restos es porque muchos de ellos se encuentran
decapitados por las aberraciones que se produjeron contra este monumento en el
pasado.
Así con esta arquitectura única llegábamos hasta la estupa mayor, que
representa el Nirvana y que corana el monumento.
Estupas del Templo Budista de Borobudur |
Habíamos realizado cinco kilómetros desde la base hasta
aquí, su punto más alto, respetando las normas budistas e impregnándonos de
todo lo que esta religión ofrece y parecía que una paz interior se había
apoderado de mí, por lo que aproveché para buscar un pequeño rincón que, dentro
del gran cúmulo de masas que había, no estuviese demasiado frecuentado, para
así poder sentarme a relajarme tranquilamente con las vistas de la selva y de
las estupas que se encontraban rodeándome. Permanecí aquí durante cuarenta
minutos maravillosos ( Raúl ya se había
bajado hacía más de media hora), deleitándome con todo lo que me rodeaba en
este imponente complejo, sintiendo una felicidad inusitada de poder estar
disfrutando de esta manera de uno de los templos más bellos de todo el sureste
asiático.
Estupas del Templo Budista de Borobudur |
Estupas del Templo Budista de Borobudur |
Estupas del Templo Budista de Borobudur |
Pasado el tiempo no tuve más remedio que levantarme e ir
bajando lentamente, como si estuvieran filmándome a cámara lenta, mientras
seguía con la mirada fijada en las estupas, los budas, los grabados, el
conjunto entero, pues quería saborearlo todo al máximo para intentar olvidar lo
menos posible de todo ello, y así y sin darme cuenta volvía a poner mis pies
sobre la verde pradera sobre la que se asienta esta colosal obra y ya en esta
comenzar, poco a poco, a alejarme, no sin darme la vuelta varias veces, como si
de dos enamorados se tratase, para comprobar una y otra vez que era verdad, que
era cierto y no se trataba de un sueño, que había estado allí, en lo más alto
del maravilloso y sin igual Borobudur.
Cuando llegué al parking eran ya las 11.30 y allí estaban
tranquilamente esperándome Raúl e Itum. Después de preguntarme si había
disfrutado suficiente, un poco en plan irónico, nos montamos en el coche y, sin
perder mucho más tiempo, nos dirigimos al templo de Pawon, que estaba a muy
pocos kilómetros, unos dos. Este es bastante pequeño y aunque no es una estupa se parece bastante a cualquier
templo de Java central. Está dedicado a Kuvera, el dios de la fortuna y se
tarde muy poco en visitarlo. Nosotros estaríamos un cuarto de hora y ya fue
demasiado.
Candi Pawon |
El último templo que visitaríamos en el día de hoy y en Java
sería el de Mendut a 3,5 km de Borobudur. Al igual que el anterior es bastante
pequeño, pero la diferencia con ese es que, sin saberlo, nos encontramos en el
interior del mismo la estatua de Buda más destacada en su lugar original de
todos los templos de Java. Es de tres metros de alta y está flanqueada por dos
figuras de Bodhisattuas, es decir personajes cuyo fin es reducir el sufrimiento
de los demás. Además se sienta de manera occidental con ambos pies en el suelo.
Me impresionaría considerablemente ya que era la primera vez que veía una
escultura de estas características, por lo que no quiero ni pensar lo que debe
ser ver las de países como Tailandia.
Candi Mendut |
Buda de Candi Mendut |
De esta manera poníamos fin a nuestras visitas en la jornada
de hoy, por lo que nos dirigimos en nuestro coche, siempre al mando de Itum, de
nuevo hacia Yogya donde llegaríamos a la una en punto. Esto significaba que nos
habíamos pasado una hora de lo
establecido con la oficina de turismo y por tanto teníamos que pagar el extra
que nos habían avisado en estos casos, pero después de todo lo que habíamos
disfrutado y teniendo en cuenta que no nos preocupamos de mirar el reloj en
ningún momento, pues la pagamos sin que nos doliese lo más mínimo. Por lo tanto
al final fueron: 350000 (5 horas) + 75000 (1 hora extra) = 425000 rupias por 6
horas.
Decidiríamos entonces marcharnos a comer, pues al no haber
parado ni un segundo en toda la mañana y llevar despiertos desde las seis,
estábamos que nos moríamos de hambre. Teníamos ganas de volver a probar la
comida indonesia por lo que como tampoco nos apetecía mucho estar buscando, ni
movernos demasiado, decidimos volver al restaurante en el que habíamos estado
hacía dos noches, el Legian Garden.
En esta ocasión me pediría otro plato típico de por aquí, el
llamado Gudeg que consiste en pollo bañado en salsa de coco, ternera, huevo
duro y un tocino rojo. Todo ello servido en un recipiente de bambú. Para ser
sincero no me entusiasmó en absoluto y me dejé parte de ello, pero bueno creo
que de vez en cuando hay que arriesgarse a probar nuevas cosas. Justo lo
contrario le pasaría a Raúl que disfrutó bastante con el arroz con pollo que
pediría. Al final la comida de ambos nos saldría por 158000 rupias con bebidas
incluidas.
Gudeg en Restaurante Indonesio |
Eran las 15.00 cuando volvíamos a entrar por la puerta del
hotel, pero en este caso iba a ser para ya no volver a salir hasta la hora de
la cena, pues nos pasaríamos toda la tarde disfrutando de la piscina de la
azotea y de sus estupendas vistas.
A eso de las 20.30 volveríamos a Malioboro
Street para dirigirnos todo recto hasta
el restaurante Royal Garden, muy cerca del museo Sono Budoyo que habíamos
visitado el primer día. Aquí probaría los noodles fritos con pollo frito, que
me gustaron bastante y los devoré después del fracaso del almuerzo. Además me
tomaría mis dos primeros zumos naturales en Indonesia, algo que ya no dejaría
de hacer siempre que tuve oportunidad. Raúl tomaría arroz con verduras y una
botella de agua. Toda la cena nos saldría por 105000 rupias.
De esta manera acabábamos nuestra estancia en Yogya y los
alrededores, habiendo disfrutado una barbaridad de todo ello y aunque con
cierta tristeza por tener que marcharnos, es verdad que también estábamos
bastante entusiasmados por comenzar una nueva etapa en el viaje: la de los volcanes.
A TENER EN CUENTA:
- Si tienes tiempo, en Borobudur, disfruta subiendo hasta la gran mandala haciendo el circuito completo, pasando por todos los niveles, para llegar al Nirvana. Es una manera bonita y agradable de disfrutar más si cabe el gran monumento y verás muchos detalles que de otra manera te pasarán desapercibidos.
- Si tienes oportunidad huye para la visita de Borobudur, al igual que en Prambanan, de los sábados y domingos, ya que se puede hasta duplicar el número de visitantes.
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