OESTE EEUU - DIA 07. Bryce canyon

10 de Septiembre de 2010.

Programaríamos nuestra visita a Bryce Canyon, comenzando por el punto más al sur del Parque, justo donde terminan los 30 kilómetros de carretera, para desde allí deshacerlos hacia el norte, parando en los diversos miradores que se pueden encontrar en la carretera.

Lo más característico de este Parque Nacional son los llamados Hoodoos que son enigmáticos pináculos rocosos con todo tipo de grotescas formas, los cuales pueden observarse desde prácticamente la totalidad de puntos de observación que hay en el camino.

Llegaríamos temprano a nuestro primer mirador, el llamado Rainbow Point, de hecho nuestro vehículo era el primero que estacionaba en el parking habilitado para ello, por lo que la tranquilidad era total. Avanzaríamos unos pasos, hasta el borde del acantilado, y allí podríamos encontrar un paisaje sobrecogedor: miles de chimeneas rocosas con colores anaranjados y rojizos que, según iba saliendo el sol, iban cambiando su tonalidad, haciendo que el paisaje pareciera cambiar a cada segundo que transcurría. Nos quedaríamos embobados ante el panorama pero una vez que el sol empezaba a ganar altura decidimos continuar la ruta.

Rainbow Point. Bryce Canyon

Eran muchos los miradores que nos esperaban: Yovimpa Point, Ponderosa Canyon, Agua Canyon, Natural Bridge, Farview Point, Whiteman Bench, Swamp Canyon, Bryce Point, Paria View e Inspiration Point. Todos ellos ofrecen espectaculares vistas, pero para mi gusto los dos más bonitos son el Natural Bridge, con un enorme puente natural de piedra, y el Bryce Point con una vista de todo el anfiteatro en su conjunto. Es importante en este último, continuar por un camino a la izquierda hasta llegar a un saliente desde el que se tiene una perspectiva a ambos lados de las formaciones y no conformarse con quedarse con la vista que se obtiene desde la carretera.

Ponderosa Point. Bryce Canyon

Natural Bridge. Bryce Canyon

Inspiration Point. Bryce Canyon

Si hasta este momento del día habíamos disfrutado y se nos habían escapado muchas exclamaciones de sorpresa, no iba a ser nada para los platos fuertes que nos esperaban y que habíamos dejado para el final y así culminar por todo lo alto la experiencia en Bryce Canyon.

Tras el último mirador, muy pronto llegaríamos hasta el mirador Sunset Point desde donde podríamos ver el increíble hoodo conocido como Thor Hammer y nuevas vistas panorámicas del anfiteatro de Bryce. Además sería este el lugar elegido para realizar la ruta del día o mejor dicho dos rutas en una. Las conocidas como Navajo Loop y Queen´s Garden que se encuentran conectadas entre sí. La senda nos llevaría en zigzags hacia el interior del cañón, mientras que a cada lado del mismo las paredes, de intensos colores, se iban volviendo cada vez más estrechas. En apenas un kilómetro ya nos encontrábamos en el fondo del desfiladero y tras unos cuantos metros más y después de enlazar con el sendero Queen´s Garden empezaríamos a sentirnos rodeados, por los cuatro costados, de Hoodos, lo que unido a la sensación de levantar la cabeza y parecer que se iban a desplomar sobre ti, sumado al contraste de distintos colores blancos, rojos y anaranjados, harían que fuese un espectáculo inolvidable y realmente emocionante. Pero por si todo esto no fuese suficiente para deleitar los sentidos, todavía tendríamos oportunidad de disfrutar de arcos, túneles excavados en las rocas, formas retorcidas y peculiares imposibles de realizar ni por el mejor escultor, etc.

Queens Garden Trail. Bryce Canyon

Navajo Trail. Bryce Canyon

Tras un último esfuerzo afrontando una gran cuesta, concluiríamos la ruta llegando al mirador Sunrise Point, donde podríamos volver a ver una nueva perspectiva del anfiteatro y los hoodos por si no nos había bastado con todo lo que llevábamos visto.

Aquí decidiríamos tomarnos los sándwiches que llevábamos preparados a la vez que descansábamos del tute de la intensa mañana, para una vez devorados despedirnos de Bryce y poner rumbo hacia Moab.

La distancia a recorrer eran unos 440 kilómetros y tardaríamos unas 4 horas y media en llegar y eso que en algún momento sobrepasé los límites, algo que no se debe hacer porque la policía americana no se anda con tonterías con este tipo de infracciones. Eso sí juro que en más de una ocasión ni me daría cuenta ya que con esas rectas infinitas, muchas veces el coche se dispara.

Al final eran las 21.00 cuando entrábamos por la puerta del Holiday Inn Express Hotel (159,54 dólares la habitación), por lo que tampoco es que hiciéramos ya gran cosa. Tan sólo nos desplazaríamos a un supermercado que estaba cerca con el coche, compraríamos fruta para cenar sano esa noche, pues después de tanto sándwich y hamburguesota apetecía, y así poníamos fin a nuestra primera semana de aventuras por el Oeste de USA.

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