Si hago
referencia a miles de arcos de piedra creados por las fuerzas de la naturaleza
durante millones de años, a cientos de puentes graníticos naturales que unen
colosales paredes de arenisca o accidentes geográficos de lo más singulares y
extraños, probablemente muchos me preguntarían si estoy pensando en rodar una
película o cual es el último libro de ciencia ficción que me he leído. Pero aunque
pueda parecer mentira, existe un lugar en el mundo donde todas esas
características se dan sobre el terreno en muy pocos kilómetros cuadrados y
nosotros nos encontrábamos muy cerca de ese lugar. Hablo del Parque Nacional de
Arches.
Y es que
sólo nos separarían de la entrada al Parque, ocho kilómetros, por lo que
podríamos pasar buena parte de la jornada disfrutando de muchas de las
sorpresas que guarda este sitio único.
En esta
ocasión el desayuno se encontraba incluido por lo que me puse ciego a base de tostadas
de crema de cacahuete y mermelada de frambuesa, bollos y cereales con leche.
Había que coger fuerzas para afrontar con garantía las rutas de senderismo que
íbamos a realizar. También es cierto que esto es una burda excusa, pues aunque
no hubiéramos hecho nada me hubiera puesto ciego igual.
Tras enseñar
nuestro pase al ranger de la garita de la entrada, nos dirigimos a la primera
zona con la que te encuentras pasados los primeros kilómetros: “Courthouse
Towers”, una inmensa mole de arenisca formada por varias torres y con cierto
parecido a un palacio de justicia y es que por algo el nombre hace referencia a
ello. Pasearíamos un rato por sus inmediaciones y decidimos continuar el camino
sin perder demasiado tiempo aquí, ya que esto unido a las paradas anterior en los
miradores de Park Avenue y La Sal Mountains desde los que se observan unas
perspectivas, de varios kilómetros a la redonda, de más imponentes muros de
piedra, hacía que sin casi haber empezado a adentrarnos en Arches, lleváramos
ya una hora consumida de tiempo. Increíble, pero cierto.
La Sal Mountains Viewpoint |
Courthouse Towers Viewpoint |
Courthouse Towers Viewpoint |
La siguiente área en la que pararíamos daría para mucho, tal vez demasiado, pues debido a recrearnos excesivamente aquí y tomarnos con demasiada parsimonia esta zona y la siguiente, unido a no haber echado un vistazo, en días anteriores, a todo lo que este parque ofrece, harían que más adelante acabáramos tirándonos un poco de los pelos por la falta de previsión, pero bueno vayamos por partes.
El primer fenómeno geológico con el que te das de bruces
nada más llegar a esta zona y que sorprende considerablemente es la Balanced
Rock, una roca que parece que está haciendo equilibrios sobre una minúscula
superficie de apoyo y que parece que con un leve soplido podría caer al vacío
en cualquier momento. La sensación que da, en un primer momento, es la misma
que se podría tener si se colocase un balón de baloncesto cobre el cuello de
una botella. La ruta que bordea la misma de medio kilómetro nos permitió darnos
cuenta que desde las otras perspectivas que ofrece este pequeño paseo, al final
la superficie sobre la que está asentada es bastante más grande que a lo que
primera vista parece.
Tras abrir boca con la roca equilibrada llegaríamos al corazón del área “The Windows Section”, donde nada más llegar, de lejos y con la primera visión general de los arcos que aquí se pueden observar, la gran cuestión que me vino a la cabeza, como creo que a tanta gente, es cómo es posible que la naturaleza haya creado estas formaciones tan espectaculares y descomunales. La respuesta no es otra que como consecuencia de la combinación del agua, el hielo, las temperaturas extremas y que todo este territorio se encuentra encima de un inmenso depósito de sal subterráneo. Todos estos fenómenos unidos son los responsables de la erosión durante más de cien millones de años de la mayor densidad mundial de arcos naturales. Los más de 2500 arcos registrados aquí tienen una variedad de tamaños desde un metro, el tamaño mínimo para ser considerado un arco oficial, hasta el más largo, el Landscape Arch, que mide 93 metros de una base a la otra.
Tras aparcar el coche en el parking destinado a tal
efecto, realizaríamos dos rutas:
The Windows: de 1,6 km y que nos permitió ver el Turret
Arch y las North y South Windows. Lo mejor es que la caminata te permite ver
las ventanas y los arcos desde ambos lados, por lo que las perspectivas cambian
considerablemente según vas avanzando.
Turret Arch North and South Window
Double Arch o Doble Arco: de 1,2 km, otra sencilla caminata a través de un sendero arenoso que nos conduciría a la base de dos arcos gigantes unidos en un extremo.
Tengo que reconocer que estaba alucinado, fascinado y embobado al mismo tiempo y es que un día más, lo que hoy estábamos descubriendo no tenía nada que ver con lo que llevábamos visto hasta ahora. Y estos arcos de roca me estaban dejando sin aliento.
No es de extrañar que entre el tiempo natural que te
lleva hacer la ruta, la contemplación de estas maravillas de la naturaleza y
las fotografías, aquí se nos fuera ya prácticamente toda la mañana. Aun así,
todavía, incrédulo de mí, pensaba que podría llegar hasta el último sector del parque.
Sobre la una llegaríamos al llamado Wolfe Ranch, un viejo
rancho donde en las últimas décadas del siglo XIX se asentarían John Wesley
Wolfe y su hijo, y que con una simple cabaña, una bodega y un corral, harían de
esto su forma de vida. Desde este punto parte la caminata hasta uno de los
arcos más impresionantes del parque y uno de los símbolos del estado de Utah,
el llamado Delicate Arch. El recorrido sería de 4,8 kilómetros, ida y vuelta y
el sendero no tiene la mayor dificultad, pero nosotros no sé qué haríamos en un
momento dado que nos desviamos del sendero inicial y acabaríamos apareciendo
justo debajo del impresionante arco, lo que haría que tuviésemos que trepar un
poco para acabar llegando al borde del cañón donde se encuentra la famosa formación.
Todo sin ningún tipo de peligro, pues las cornisas son lo bastante seguras como
para poder moverte por ellas sin riesgo de resbalar. Una vez aquí comenzaríamos
a alejarnos del arco hasta tenerlo justo en frente y así poder verlo con algo
más de perspectiva y poder deleitarnos con él, mientras dábamos cuenta a
nuestros estómagos de un rico menú formado por bocatas de chorizo y botellas de
agua.
Hacia Delicate Arch Delicate Arch Delicate Arch
Tras retomar fuerzas, volveríamos sobre nuestros pasos hasta el Wolfe Ranch y, ya con el coche, llegaríamos un poco más adelante hasta dos nuevos miradores desde donde se podía contemplar el Delicate Arch, llamados Upper Viewpoint y Lower Delicate Arch. Pero para mi gusto bastante decepcionantes después de haber hecho la ruta y haber visto las imágenes tan espectaculares y tan cercanas del arco. Por lo que mi consejo es que si se puede y se tiene una mínima condición física, uno se anime a hacer la caminata, pues no se arrepentirá lo más mínimo del pequeño esfuerzo que supone. Basta con ir bien provistos de agua y de comida, especialmente de lo primero, pues si el calor aprieta se va a necesitar. Creo que con dos litros por persona es suficiente.
Una vez vistos los miradores del Delicate Arch vendría la
primera, y yo creo que única, frustración del viaje. El caso es que eran ya las
16.30 pasadas y todavía queríamos ver un mirador que nos habían comentado que
era espectacular antes de llegar a nuestro alojamiento de hoy. Por otro lado en
los folletos del parque de Arches habíamos visto que el arco más grande y otro
de los símbolos de este lugar, el Landscape Arch, se encontraba en la última
sección del Parque y la ruta de senderismo que te llevaba hasta él era de 2,6
km. En esta ocasión, y por recrearnos en exceso, nos había pillado el toro, por
lo que tras estar durante un rato planteándonos qué hacer, decidimos que
renunciaríamos a este increíble arco, primero para no llegar a las tantas a
nuestro siguiente destino, haciendo casi todo el camino de noche, y en segundo
lugar para poder ver el mirador que tan bien nos habían hablado de él. Por lo
que con gran tristeza por no haber podido contemplar esta última formación,
empezamos a deshacer los kilómetros con dirección a la salida del Parque.
Hoy
dormiríamos en la diminuta localidad de Mexican Hat, situada a 210 kilómetros
de donde nos encontrábamos, así que disponíamos del tiempo justo para conseguir
llegar hasta un mirador llamado Goosenecks State Park, que estaba tan sólo a
diez minutos en coche de nuestro hotel, el Mexican Hat Lodge (103,64 dólares la
habitación). Afortunadamente todo se nos daría bien y por lo menos llegaríamos
con el tiempo suficiente al mirador como para ver cómo los últimos rayos de luz
se reflejaban en el río que transcurría por las profundidades de las tres
increíbles hoces que conforman este paso de su cauce. Aquí coincidiríamos con
un grupo de gallegos con los que estuvimos charlando hasta que la luz casi nos
abandonó. Fue tal el buen rollo que hasta nos dieron sus direcciones en Galicia
por si algún día pasábamos por allí.
Con la noche ya cerrada abríamos la puerta de nuestra habitación, donde descansaríamos un poco antes de decidir que cenar. Veníamos con la idea de probar los increíbles filetes de ternera a la brasa que hacen en este lugar, pero estaba a rebosar tanto de gente del hotel como de otros lugares y nos dijeron que el tiempo de espera estimado era de más de hora y media, por lo que como estábamos baldados, decidimos que la mejor opción era cruzar la carretera, comprar algo en la gasolinera que hay en frente y cenárnoslo en la habitación tan a gusto, antes de desplomarnos sobre nuestras camas King.
No hay comentarios :
Publicar un comentario