RIAS BAIXAS - DIA 05. Baiona

5 de Septiembre de 2007.


Situada en la cabecera de una amplia ensenada señalada por la península de Monterreal, Baiona fue la primera ciudad de Europa que tuvo noticias del descubrimiento de América. Su estratégica situación la hizo ser codiciada por piratas y conquistadores. Hoy la villa de aire medieval merece un tranquilo paseo por sus calles empedradas, donde sorprenden en el camino multitud de sorpresas que harían que pasáramos la jornada entera visitándola.

Unos cuarenta kilómetros separan Vigo de Baiona, los cuales tardaríamos en recorrer algo más de media hora. Nada más llegar dejaríamos el coche en las afueras para poder conocer la ciudad paseando. Y justo al lado de donde aparcamos encontraríamos el primer punto de interés que no era otro que la Virgen de la Roca, un impresionante monumento situado en el monte de San Roque, con una altura de quince metros que unidos a los noventa sobre el nivel del mar en el que se asienta, permite obtener unas vistas fabulosas del océano Atlántico, las islas Cíes, el castillo de Monterreal  y la propia Baiona.

Virgen de la Roca

Es curioso que para terminarlo se tardaran la friolera de veinte años como consecuencia de falta de medios económicos y que al final estos llegaran por suscripción popular.

El interior hueco permite acceder, por medio de una angosta y estrecha escalera de caracol (un euro), hasta el barco – mirador que sujeta la virgen en su brazo derecho, pudiendo desde aquí observar de cerca la misma cara de la virgen, su corona y la cruz.

Virgen de la Roca

Baiona desde Virgen de la Roca

A unos quince minutos caminando desde la Virgen, no más de cinco en coche, está la inmensa fortaleza de Monterreal, una de las más grandes, hermosas y antiguas que existen en España.

Rodeada de mar y erigida sobre el monte do Boi, sus orígenes se remontan al siglos X o quizá muchos más siglos atrás, para defensa contra los piratas, pero fueron los Reyes Católicos sus más destacados artífices. Después se convertiría en residencia de gobernadores militares, entre ellos el conde de Gondomar.

Fortaleza de Monterreal

Cinco son las puertas que franquean el acceso al interior de la fortaleza que preside la península de Monterreal: la del Sol, la más antigua; la Real, del siglo XVI, que muestra un gran escudo de la casa de Austria; la de Felipe V, que rinde honor al monarca; la del Pozo, a la orilla del mar, y la puerta Nueva.

Cada una de dichas puertas estaban defendidas por baluartes provistos de troneras y cañoneras. El del Puente protegía la entrada; el de la puerta de San Antón, el interior del puerto; el de Santiago apuntaba hacia el mar y el de las Herrerías defendía el istmo que forma el monte con la parte de tierra.

Fortaleza de Monterreal

Fortaleza de Monterreal

En la parte más oriental, sobre la bahía, se encuentra la torre del Príncipe que actuaba como faro para los navíos y debe su nombre a que en ella estuvo preso el príncipe Alfonso Enriques en 1137. Las otras dos torres que se conservan son la de la Tenaza, que mira al puerto, y la del Reloj, coronada por almenas.

La antigua residencia del Gobernador es hoy Parador de Turismo, completamente aislado tras las murallas del siglo II antes de Cristo, y en el que no puede faltar tomar algo en su terraza con unas vistas excepcionales de la ría de Vigo y las islas Cíes.

Islas Cíes desde Fortaleza de Monterreal

Otra actividad que no puede faltar por estos lares es el senderismo y más concretamente me estoy refiriendo al agradable paseo que supone recorrer el camino de dos kilómetros del Monte Boi que rodea las murallas, partiendo de la playa de la Concheira y concluyendo en la Torre del Reloj.

Haciendo todo lo anterior con calma nos plantaríamos en algo más de la una de la tarde, desplazándonos entonces al centro de la población donde podríamos ver los siguientes puntos de interés:

Colegiata de Santa María: en pleno casco viejo se levanta este templo del siglo XIII de aspecto fortificado. Se divide en tres naves, con ábsides rectangulares, y tiene en la fachada un precioso rosetón románico.

Colegiata de Santa María

Capilla de Santa Liberata: es de estilo plateresco, destacando las dos torres de su fachada y la hornacina con la figura de la Virgen entre dos inmensos escudos en piedra pertenecientes a Baiona y al antiguo Reino de Galicia.

Santuario de Santa Liberata

Santuario de Santa Liberata

Museo de la Pinta: una réplica de La Pinta, la carabela que capitaneó Martín Alonso Pinzón, permanece amarrada en el puerto y conmemora la llegada de ésta a Baiona en 1493 con noticias del Nuevo Mundo. En su interior se encuentra el Museo de la Navegación, que guarda instrumentos de la época.

Museo de la Pinta

Museo de la Pinta

Casco Antiguo: es conjunto de interés histórico – artístico y está formado por calles angostas, estrechas y empedradas, con edificios de piedra o granito. A cada paso te encuentras con un pequeño templo, una fuente  o una casa nobiliaria. Y presente, siempre, el olor del mar.

Ayuntamiento. Casco Histórico

Pozo de la Aguada: cuenta la tradición que éste fue el pozo del cual se abasteció de agua potable la carabela de la Pinta antes de retornar a Palos de la Frontera en la segunda semana de marzo de 1493. Está situado en el paseo de la Ribeira, muy cerca de donde arribó la embarcación.

Cruceiro de la Santísima Trinidad: fue erigido en el siglo XV sobre una roca en la parte alta de la villa. Es de los pocos ejemplares con cubierta de baldaquino. Su cúpula es renacentista, con forma de pirámide apoyada sobre columnas finalizadas con pináculos. En el interior resalta el crucero gótico.

Crucero de la Santísima Trinidad

Paseo Marítimo: este atractivo bulevar de más de dos kilómetros que tiene su continuación hasta A Ramallosa es ideal para detenerse a contemplar la bahía o las blancas galerías acristaladas de la fachada marítima. La acera opuesta es una larga avenida comercial.

Monumento a Alfonso IX: magnífica escultura dedicada al fundador, protector y bienhechor de Baiona. En el pedestal están las palabras que el monarca pronunció en el momento de liberar la villa de su condición  servil.

Monumento a Alfonso IX

Después de la visita cultural era el momento de un merecido descanso y para ello que mejor que acercarnos a Playa América, a sólo seis kilómetros. Por su nombre podría parecer un descubrimiento, pero es turística y familiar donde las haya. Un entorno de gran valor paisajístico, un excelente clima, pese a su perfil atlántico, y una agradable pasarela sobre el río Muiños invitan a disfrutar de este arenal de casi dos kilómetros de largo y desde el que se vislumbran las islas Cíes.

No obstante, todo hay que decirlo, tengo que poner dos importantes peros a la misma. Por un lado la picadura de un pez llamado faneca brava del que fui víctima, produciéndome su picadura un dolor insoportable e intenso que me tendría inmóvil en la toalla durante media hora, por lo que recomiendo llevar chanclas y así evitar pisarle. Y el otro pero sería el problema del aparcamiento, pues aún siendo septiembre como era, nos costaría muchísimo hallar un sitio y cuando lo hicimos casi nos cuesta una pelea con otra conductora que según ella lo había visto antes. Esto prueba lo desquiciado que uno se puede poner después de dar vueltas y vueltas y no encontrar ni un hueco.

Seríamos de los últimos en dejar la playa, pues esperaríamos a que se pusieran los últimos rayos de sol, para ya de noche recorrer los 20 kilómetros que nos separaban de Vigo y del fin de este intenso día.

No hay comentarios :

Publicar un comentario