DIA 01. CADIZ. La Tacita de plata

13 de Enero de 2007.

¿Y qué vas a hacer durante nueve días, en pleno mes de enero, en la provincia de Cádiz? Esta era la pregunta estrella cuando les decía a mis amigos y compañeros de trabajo donde me marchaba de vacaciones.

Y es que es verdad que Cádiz, en la gran mayoría de ocasiones, se suele asociar al descanso estival en sus inmensas playas, a sus populares carnavales, a ser uno de los escenarios perfectos para la práctica del windsurf por los especialistas o a su deliciosa gastronomía con platos tan típicos como el pescaíto frito o la tortilla de camarones.

Pero la provincia de Cádiz es mucho más que todo lo anterior. En ella se encuentran algunos de los pueblos más bellos de Andalucía; su costa es una ancha extensión de arena blanca y acantilados, abiertos a la inmensidad oceánica; su capital, considerada la urbe más antigua de Occidente, invita a entrar en una bahía salpicada de poblaciones populosas, dueñas de un notable patrimonio colonial y barroco; tierra adentro, la provincia despliega sus encantos entre la campiña y la sierra con ciudades como Jerez de la Frontera, capital del flamenco, del caballo y del vino; o Arcos, puerta de entrada a la Ruta de los Pueblos Blancos, cuyo tentador itinerario conduce a la pedregosa y fascinante sierra de Grazalema. Esas mismas carreteras se internan en la provincia de Málaga buscando la serranía de Ronda, una sucesión de evocadores y legendarios paisajes moteados por nuevas localidades, cuya reina es Ronda, la ciudad romántica y decimonónica  que aguarda desde su altivo tajo.

Arcos de la Frontera

Ante semejante panorama y teniendo en cuenta que la distancia entre Madrid y la provincia más al sur de España es de más de 600 kilómetros y no es fácil estar yendo y viniendo con frecuencia, me pareció buena idea hacer una incursión larga y así poder visitar la mayoría de lugares interesantes que ofrece. Si a ello se le suma la poca o nula cantidad de gente en estas fechas, pudiendo disfrutar de la totalidad de lugares sin masificaciones, agobios, ni tráfico, unido a un poco de suerte con el tiempo, especialmente en el interior que es una de las zonas de mayor pluviosidad de España, pues todo hacía indicar que podía ser una gran oportunidad para abordar esta zona de la península ibérica.

En estos tiempos que corrían, contaría para este viaje con mi amigo Iñaki, cuyas inquietudes viajeras todavía eran similares a las mías, aunque poco tiempo después, la buena vida, el no madrugar y los suculentos festines gastronómicos tendrían más fuerza y conseguirían corromperle, variando su manera de afrontar los viajes. No obstante antes de que eso sucediera, también tendría oportunidad de recorrer con él la Comunidad Navarra, a finales de este mismo año y cuyo recorrido también puedes ver ya en el blog.

Sin más preámbulos, nuestro viaje comenzaba recién salidos de cumplir con nuestras obligaciones laborales, poniéndonos en camino un viernes 12 de enero sobre las 16:00. Por delante teníamos la friolera de casi 650 kilómetros por lo que, aún con una única parada, no llegaríamos hasta las 22:30, por lo que sólo habría ya tiempo de llegar a nuestro hotel y pedir unas pizzas que devoraríamos en la habitación antes de irnos a descansar.

Nos pareció buena idea, después del tute de coche de ayer, no tocarlo hoy y aprovechar para conocer la capital gaditana, la cual se puede recorrer perfectamente caminando, así que eso haríamos.

La Tacita de plata, como cariñosamente se la conoce, está llena de rincones acogedores y poco conocidos. Y es que Cádiz, a diferencia de otras ciudades andaluzas como Sevilla, Córdoba o Granada, no es excesivamente turística y en esto reside gran parte de su encanto. Es por ello que uno puede perderse por sus barrios sin encontrarse con demasiados grupos de turistas en el paseo, disfrutando del placer de tropezarse con rincones llenos de belleza, casas y patios que transmiten historia, plazas y alamedas que te hablarán de antiguas épocas coloniales…

Tres mil años de historia contemplan a Cádiz, la ciudad más antigua de occidente. Esparcida en una península unida al continente a través de un estrecho y arenoso istmo, la vieja Gades fue conquistada por fenicios, griegos y romanos antes de que árabes y cristianos pugnaran por su excéntrico y codiciado enclave geográfico. Puerta de entrada a la bahía que lleva su nombre, Cádiz es una ciudad en la que destaca la arquitectura colonial y barroca.

Creo que entre sus visitas imprescindibles deberían estar las siguientes:

Catedral Nueva: este es el monumento más representativo de la ciudad y una de las imágenes más típicas cuando se viene a lo largo de la costa desde el final de las playas, hasta el punto que su silueta desde el mar es todo un símbolo de Cádiz, junto a las casas que pintan sus fachadas de colores. La mezcla de estilos renacentista, barroco tardío, rococó y neoclásico que la caracterizan se debe a su lenta construcción. La parte trasera mira hacia el campo del sur, azotado por el Atlántico. En su interior, varias capillas cuentan con valiosos retablos y las imágenes son obra de los mejores artistas de la época. Merece la pena subir a la torre de poniente para obtener una estupenda panorámica de la ciudad.

Catedral desde Paseo Marítimo

Catedral

Cádiz desde Torre de Poniente de la Catedral

Oratorio de San Felipe Neri y Museo de las Cortes: el antiguo edificio de las Cortes Nacionales ha pasado a la historia de España por alojar en su día a quienes durante la guerra de la Independencia redactaron y promulgaron la famosa Constitución de 1812, conocida como “La Pepa” por ratificarse el día de San José. Aquella carta magna sirvió de base para articular las sucesivas constituciones españolas, así como buena parte de las cartas cívicas de los países de América del Sur. En uno de los extremos de la planta elíptica del oratorio se localiza la capilla más importante del templo, circunvalado por otras seis de menor tamaño. El conjunto escultórico del retablo acoge en el centro La Inmaculada Concepción de Murillo. La cripta aloja las urnas con los restos de los diputados que murieron a causa de la peste que asoló Cádiz a principios del siglo XIX. Allí yacen también los civiles caídos a manos de los soldados de Fernando VII durante la revuelta liberal de 1820. Puerta con puerta, el Museo de las Cortes permite profundizar en la importancia de la ciudad de Cádiz en aquellas primeras décadas del siglo XIX, Y también maravillarse contemplando la famosa maqueta de caoba, ébano y marfil que Carlos III encargó fabricar de la Tacita de Plata.

Capilla. Oratorio de San Felipe Neri

Oratorio de la Santa Cueva: una joya barroca que ofrece tal vez la mejor representación de la dualidad moral cristiana, la luz contra las tinieblas, en los dos espacios que componen este fascinante templo: la vibrante y luminosa capilla superior arriba, con lienzos de Goya, y la lúgubre y tenebrosa cripta en la parte de abajo, donde se reunían los miembros de la hermandad de la Santa Cueva.

Museo de Cádiz: por Cádiz han pasado las más importantes culturas y civilizaciones mediterráneas. Buena parte de aquel legado se guarda hoy en este museo, ubicado en un edificio señorial que preside la sombreada plaza de la Mina. En su interior se han reunido piezas procedentes de las épocas fenicia, griega y romana, como los famosos sarcófagos antropomorfos fenicios.

Puerta Tierra: es un baluarte defensivo, reforzado y decorado en tiempos del barroco, que separa la ciudad vieja de la ciudad nueva. Está ligada a los recuerdos históricos de Cádiz y es punto de partida por los itinerarios monumentales más importantes de la capital.

Puerta Tierra

Teatro Romano: data del siglo I d.C. y se dejó de utilizar tres siglos después. Se trata del teatro romano más antiguo de la península ibérica, y el segundo más grande de España. Se calcula que tuvo una capacidad para más de 10.000 espectadores.

Teatro Romano

Plaza de San Antonio: es una de las principales de Cádiz, una plaza mayor presidida por una iglesia de aliento barroco que contempló en su día la proclamación de la Constitución de 1812. En la plaza se reúnen algunos de los edificios coloniales más interesantes de la capital.

Plaza de San Juan de Dios: la actual plaza del Ayuntamiento tiene su origen en terrenos ganados al mar y es una de las más recomendables para sentarse en una terraza a tomar un vino y una tapita. El Ayuntamiento no pasa desapercibido con su fachada de color blanco rematada con un frontón.

Ayuntamiento. Plaza de San Juan de Dios

Plaza de las Flores: atesora la esencia más bulliciosa y popular de la ciudad. Puestos de flores rodean una plaza donde toman asiento viejas tabernas. Al lado abre sus puertas el mercado de abastos, muy animado a primeras horas de la mañana, en especial por sus puestos de pescado.

Plaza de España: en su zona central destaca el gran monumento dedicado a Las Cortes y Sitio de Cádiz.

Barrio del Pópulo: el origen de Cádiz está en este barrio de origen fenicio que fue también poblado por romanos y luego por musulmanes. Se trata de un puñado de calles blancas adornadas con coloridas flores donde se ubican algunas de las tabernas más conocidas de la ciudad y unos pocos edificios históricos.

Barrio de la Viña: se compone de calles con sabor, con fachadas a veces deterioradas que dejan transpirar su historia. Aquí se encuentran algunos de los bares de tapas y manzanilla más auténticos de Cádiz.

Torre Tavira: con permiso de la Torre de Poniente de la catedral, la Torre Tavira es el mejor mirador para ver Cádiz desde las alturas. Es la más alta de las torres – mirador del casco antiguo y en ella se ha instalado además la interesante cámara oscura, que permite acercarse, mediante un sistema de espejos similar al de las cámaras fotográficas, a cualquier punto de la panorámica oteando por una especie de periscopio.

Cádiz desde Torre Tavira

La Caleta: es la playa más emblemática, romántica y embaucadora de la ciudad de Cádiz. En su arena atracaron los primeros barcos fenicios, los navíos griegos y las embarcaciones romanas. La playa, que se extiende como un arco perfecto a lo largo de 450 metros, está flanqueada por los castillos de San Sebastián y Santa Catalina. En el centro se alza el balneario de la Palma, convertido hoy en centro de estudios marinos. Ojo con sus puestas de sol que son espectaculares.

Atardecer en Playa La Caleta

Fue un día de lo más intenso y donde, aún madrugando, no nos daría tiempo a nada más, pero creo que veríamos la esencia de la capital gaditana, dejando muchas otras cosas para una próxima ocasión, pues el resto de días estaban ya reservados para muchos de los tesoros que ofrece la provincia. ¿Me acompañáis a descubrirlos?

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