DIA 02. OXFORD. Un día en la famosa ciudad universitaria

16 de Agosto de 2025.

Tras mi visita de ayer a Bath, hoy tocaba descubrir otra joya de Inglaterra: Oxford. Conocida mundialmente por su universidad, la más antigua del país y una de las más prestigiosas del mundo, Oxford no es solo un centro académico, sino una ciudad llena de historia, arquitectura impresionante y una atmósfera única que combina tradición y modernidad. Sus calles han sido testigos del paso de grandes pensadores, escritores y científicos, y pasear por ellas ofrece la oportunidad de apreciar siglos de conocimiento y cultura.

Para llegar desde mi hostal en Bristol, solo tuve que desplazarme hasta la estación de Bristol Temple Meads. Allí, con un billete Off-Peak Day Return adquirido por 33,60 libras para ida y vuelta, me embarqué en un viaje que comenzaba a las 06:30. Este tipo de billete permite viajar fuera de las horas punta, lo que normalmente excluye los trenes más utilizados por viajeros frecuentes en horario laboral, aunque en este caso, al no pasar por zonas saturadas como Reading, ese primer tren matutino sí está permitido dentro de las condiciones. El trayecto incluía un transbordo en Didcot Parkway, donde cambié de tren para continuar hasta Oxford, llegando sobre las 07:45. Para la vuelta, tenía previsto salir de Oxford a las 20:30, con el mismo esquema de transbordo, y llegar de nuevo a Bristol alrededor de las 22:15. Esta combinación me permitió aprovechar todo el día con bastante margen, sin estar atado a un tren específico, siempre que respetara los tramos horarios permitidos por el billete.

Estación de Oxford

Parece ser que el tren directo entre Bristol y Oxford que operaba los sábados ya no está disponible. Habría sido, sin duda, mi primera opción por comodidad, pero por alguna razón ha desaparecido de los horarios actuales. Aun así, la conexión con transbordo en Didcot Parkway resulta sencilla y no supone un problema real, solo un pequeño ajuste más en el plan.

COVERED MARKET

Y ahora sí, una vez llegué a Oxford, lo primero que haría sería dirigirme caminando hasta mi primera parada: el famoso Covered Market. En el trayecto pasé por Cornmarket Street, donde se encuentra la tienda de sombreros Laird Hatters, alojada en uno de los edificios medievales mejor conservados de la ciudad, con entramado de madera y fachada inclinada que remite a la arquitectura del siglo XV. Este tipo de construcciones, hoy integradas en la vida comercial moderna, recuerdan de inmediato el peso de la historia en pleno corazón de Oxford. No había un alma por las calles, pues entre que era sábado y aún no se había iniciado el curso escolar, la ciudad entera dormía.

Laird Hatters. Cornmarket Street

El Covered Market, por su parte, es un mercado cubierto con siglos de historia, ubicado en pleno centro de la ciudad. Se inauguró en el siglo XVIII y hoy sigue funcionando como un espacio comercial con decenas de puestos permanentes. A diferencia de otros mercados turísticos, aquí conviven negocios tradicionales —como carnicerías, fruterías o panaderías— con cafeterías, floristerías, tiendas de regalos y puestos de comida internacional. El lugar conserva su estructura original, con techos altos, vigas de madera y pasillos bien señalizados.

Covered Market

Covered Market

Aproveché para desayunar allí mismo en una cafetería que parecía bastante popular entre los locales. Pedí un zumo y algo de bollería recién hecha mientras el mercado empezaba a llenarse poco a poco. Desde allí, observaba el ambiente con calma, preparando el resto de la jornada.

El Covered Market abre de lunes a sábado de 8:00 a 17:30 y los domingos de 10:00 a 16:00. Aunque cada puesto puede tener un horario ligeramente distinto, en general esos son los márgenes habituales para visitarlo con todo abierto. Conviene ir por la mañana si se quiere ver el ambiente más activo y aprovechar bien los locales de desayuno.

PUENTE DE LOS SUSPIROS

Tras volver a salir a la calle, me dirigí hacia uno de los rincones más fotografiados de Oxford: el llamado Puente de los Suspiros. A pesar del nombre, no tiene nada que ver con el original de Venecia, más allá de una vaga semejanza en la forma arqueada y el hecho de conectar dos edificios. En realidad, su nombre oficial es Hertford Bridge, y une dos partes del Hertford College, justo por encima de New College Lane.

Fue construido en 1914 y, aunque parezca más antiguo, es en realidad una estructura relativamente moderna para los estándares oxonienses. El puente se ha convertido en uno de los símbolos visuales de la ciudad, en parte por su diseño peculiar y por suponer la unión por el interior de dos de los edificios que conforman un college, por lo que al ser privado no puede visitarse. A diferencia de otros puntos más concurridos, aquí no había apenas gente a primera hora, lo cual me permitió detenerme unos minutos a observarlo con calma y hacer alguna foto sin prisas.

Hertford Bridge o Puente de los Suspiros

Un detalle curioso es que, aunque muchos turistas lo conocen por su apodo romántico, entre los estudiantes de Oxford el puente tiene una reputación algo menos amable: según una leyenda local —sin mucha base, pero bastante repetida—, es el lugar donde más suspensos se han entregado en el college. De ahí, supuestamente, el nombre.

BIBLIOTECA BODLEIANA/ RADCLIFFE CAMERA

Y ahora sí, llegaba a la que iba a ser la visita estrella del día: la Biblioteca Bodleiana (Bodleian Library). Solo por esto ya habría merecido la pena el viaje a Oxford. Estaba pletórico. No es nada sencillo conseguir una entrada, y menos aún en verano. El aforo es muy limitado, y la única forma de acceder a sus espacios más emblemáticos es mediante visita guiada. A eso hay que sumarle los constantes actos académicos que obligan a cerrar parte del edificio, ya que sólo abre los sábados y domingos, por lo que, como veis, no es tarea fácil.

Aun así, si uno está decidido, hay manera. La clave está en entrar en la página oficial justo un mes antes del día que se desea visitar, a la hora exacta en que se liberan las entradas de los tours (hora inglesa, ojo). Si te conectas durante los cinco o diez primeros minutos, es probable que consigas alguna, como fue mi caso.

Hay tres modalidades de tour:

El más corto, de 30 minutos, que solo da acceso a la Divinity School, la sala más antigua de la Universidad.

Otro de 60 minutos, que además de esa sala incluye Convocation House y Chancellor’s Court.

Y finalmente el más completo, de 90 minutos, que fue el que elegí yo, con inicio a las 10:15 de la mañana.Este recorrido extenso permite visitar, además de las salas anteriores, la Duke Humfrey’s Library, el Gladstone Link y la célebre Radcliffe Camera, una de las imágenes más icónicas de Oxford.

Llegar a la Bodleian Library (Biblioteca Bodleiana) es como cruzar el umbral a un universo de saber, historia y tradición que pocas instituciones pueden igualar. Fundada en 1602, es una de las bibliotecas más antiguas y grandes de Europa, un auténtico templo del conocimiento que alberga millones de libros, manuscritos y documentos que han marcado el curso de la cultura occidental. Lo que más impresiona al comenzar la visita es la combinación de majestuosidad arquitectónica con el aura de respeto y silencio casi reverencial que domina cada rincón. Su importancia no reside solo en la cantidad de volúmenes, sino en el peso histórico de sus estancias, muchas de ellas utilizadas durante siglos para la enseñanza y el estudio. Sabía que, aunque mi día en Oxford era limitado, esta visita iba a ser la joya de la corona, y no me equivoqué.

Biblioteca Bodleiana

Biblioteca Bodleiana

Biblioteca Bodleiana

Tras la presentación oportuna por parte del guía y pedirnos a los catorce afortunados que allí nos encontrábamos que indicáramos nuestro país de procedencia, la primera estancia que se visita es la Divinity School, que más que una simple sala es una obra maestra de la arquitectura gótica inglesa. Al entrar, se alzan por encima de ti las imponentes bóvedas de abanico del siglo XV, decoradas con nada menos que 455 florones esculpidos, cada uno diferente. No hay un solo rincón de este techo que no esté trabajado hasta el último detalle. La sala fue concebida originalmente para la enseñanza y los exámenes de teología, lo cual se percibe todavía en su atmósfera solemne, casi eclesiástica. Su acústica es tan perfecta que se ha empleado para conciertos y grabaciones cinematográficas. Me impresionó que, pese a su grandeza, no había frialdad en el espacio: al contrario, la luz natural que entra por los ventanales góticos suaviza la piedra y le da una calidez inesperada. Es imposible no levantar la vista. Todo el mundo lo hace. La estancia ha aparecido incluso en películas como Harry Potter. Para mí, uno de los espacios más espectaculares de toda la visita.

Divinity School. Bodleian Library

A través de una sencilla puerta lateral se accede a la Convocation House, construida entre 1634 y 1637. Fue, durante siglos, el lugar donde se reunía el parlamento académico de la Universidad, conocido como la "Convocación". Es una sala rectangular, revestida íntegramente de madera tallada de roble, con un estrado elevado donde se sentaban las autoridades, y bancos dispuestos en gradas para los representantes universitarios. Todo está dispuesto como si el siguiente debate fuera a comenzar en cualquier momento. La sensación es la de estar en una cámara parlamentaria más que en una biblioteca. Hay un equilibrio entre sobriedad y elegancia que refleja muy bien el espíritu de Oxford: la seriedad institucional y la tradición intelectual se funden aquí con una estética sobria, funcional.

Convocation House. Bodleian Library

Muy cerca se encuentra el Chancellor’s Court, un espacio menos conocido pero esencial dentro del conjunto. Aquí tenían lugar sesiones judiciales internas de la universidad, con el canciller como máxima autoridad. A pesar de su función más administrativa o legal, sorprende por su cuidada arquitectura: madera oscura, techos altos, una iluminación tenue y precisa que permite intuir más que ver, y un silencio casi absoluto. Esta sala encapsula la idea de Oxford como microcosmos autosuficiente: con su propio gobierno, sus propias leyes, su tribunal.

Y entonces se llega a la Duke Humfrey’s Library. Esta es la sala que uno espera encontrar en una biblioteca medieval: oscura, estrecha, con estanterías de madera tallada repletas de volúmenes encadenados. Data de mediados del siglo XV y es una de las bibliotecas de lectura más antiguas de Europa que aún se conserva en uso. El ambiente es solemne, casi sacro. Caminas por sus pasillos en fila, sin poder tocar nada, solo observando. Las ventanas dejan pasar solo una luz tenue, que acentúa la textura de los lomos de cuero, el polvo en suspensión, el paso del tiempo atrapado entre libros. Es un lugar que te conecta con siglos de erudición y donde me sentí un auténtico privilegiado, pues es una de las áreas más restringidas de la biblioteca, sólo incluida ya en el tour de noventa minutos, por lo que su acceso es realmente complicado.

Duke Humfrey´s Library. Bodleian Library

Duke Humfrey´s Library. Bodleian Library

Duke Humfrey´s Library. Bodleian Library

Desde aquí se desciende al Gladstone Link, un pasaje subterráneo que conecta las antiguas bibliotecas con la Radcliffe Camera. Se trata de una incorporación mucho más reciente —reformada en 2011— pero no por ello exenta de interés. Aquí la piedra antigua da paso al acero, al vidrio y a los sistemas automatizados. También es aquí donde se almacenan miles de libros contemporáneos de préstamo rápido, lo cual recuerda que esta institución no vive anclada en el siglo XVII.

Llegado este punto del recorrido, el grupo accedimos al interior de uno de los edificios más emblemáticos no solo de Oxford, sino de toda la arquitectura universitaria europea: la Radcliffe Camera. Es un espacio normalmente restringido al uso exclusivo de estudiantes e investigadores, por lo que poder visitarlo como parte del tour era, sin duda, un privilegio.

Este edificio, de planta circular y coronado por una imponente cúpula, fue construido entre 1737 y 1748 gracias al legado de John Radcliffe, médico de la realeza, con el objetivo de albergar una biblioteca científica. El diseño corrió a cargo de James Gibbs, que se inspiró en modelos clásicos y renacentistas, con claras influencias del Panteón de Roma. El resultado fue una estructura que, pese a su monumentalidad, mantiene una elegancia proporcionada y una armonía total con el entorno urbano.

Radcliffe Camera

La Radcliffe Camera forma parte del sistema de la Bodleian Library, y actualmente funciona como sala de lectura, conectada mediante pasajes subterráneos —el llamado Gladstone Link— con otras secciones de la biblioteca. En el interior, el espacio circular se aprovecha de forma eficiente con estanterías radiales y mesas de trabajo, iluminadas por la luz natural que entra desde los ventanales altos. No es posible tomar fotografías (aunque no pude evitar hacer alguna), ni detenerse demasiado, pero recorrer ese interior en silencio, con estudiantes trabajando en sus puestos, impone cierto respeto.

Radcliffe Camera

Radcliffe Camera

Ubicada en el corazón del Radcliffe Square, la “Camera” (cámara, en latín) está rodeada por otros edificios esenciales como All Souls College, Brasenose College, la iglesia de St. Mary the Virgin y la propia Bodleian, formando un núcleo académico e histórico excepcional. Aunque muchas veces es confundida con una iglesia por su forma, su finalidad siempre ha sido la conservación y el estudio del conocimiento.

All Souls College

Poder estar allí dentro, aunque solo fuera por unos minutos, fue uno de los momentos más especiales de toda la jornada. No solo por la belleza del edificio, sino por lo que representa: siglos de estudio, investigación y tradición universitaria condensados en un espacio que sigue plenamente activo.

ST MARY THE VIRGIN CHURCH

Tras dejar atrás la Bodleian, crucé directamente la plaza hacia otro de los puntos clave del centro histórico de Oxford: la University Church of St Mary the Virgin. Aunque en principio pudiera parecer una iglesia más, lo cierto es que este templo fue el origen mismo de la Universidad de Oxford. Aquí se celebraban las primeras asambleas académicas, los juicios universitarios y hasta procesos por herejía. Su arquitectura, con una mezcla de estilos que van desde el siglo XIII hasta el XVIII, refleja precisamente esa evolución: de capilla universitaria a símbolo de la ciudad.

St Mary The Virgin Church

St Mary The Virgin Church

Pero lo que verdaderamente me interesaba —más allá del interior, sobrio pero elegante— era su torre, desde donde se obtienen las mejores vistas panorámicas de todo Oxford. Por suerte no había mucha cola cuando llegué. Pagué las 6 libras y empecé el ascenso por una estrechísima escalera de caracol, de esas que no permiten cruzarte con nadie. Son 127 peldaños que se hacen notar, pero no hay prisa. Ya arriba, se accede a una galería exterior desde la que se domina por completo Radcliffe Square: a un lado la imponente Radcliffe Camera y la Bodleian, detrás el Sheldonian y en frente varios colleges. Todo encajaba a la perfección desde aquella altura.

Radcliffe Camera desde Torre de St. Mary the Virgin Church

Oxford desde Torre de St. Mary the Virgin Church

Oxford desde Torre de St. Mary the Virgin Church

La torre abre normalmente de 9:30 a 17:00, aunque en verano extienden el horario hasta las 18:00. La última subida se permite media hora antes del cierre, así que conviene no apurar. No es un lugar masificado, pero tampoco conviene confiarse.

Después de haber recorrido tanto en tan pocas horas, poder parar ahí arriba y ver la ciudad desde las alturas tuvo un punto especial.

SHELDONIAN THEATRE

Desde allí, continué hacia el Sheldonian Theatre, una de las construcciones más reconocibles de la ciudad, con su curiosa forma semicircular y su hilera de bustos de piedra que parecen vigilar a los transeúntes. Fue diseñado por Christopher Wren en el siglo XVII como sala de ceremonias de la Universidad, y aún hoy se utiliza para actos académicos y conciertos. No iba mal de tiempo, por lo que también me animé a entrar a su interior, tras pagar las ocho libras de acceso. También es otro de esos lugares especiales, pues aquí se realiza la ceremonia de graduación de multitud de alumnos, sabiendo que muchos de ellos llegarán a importantes puestos de responsabilidad a nivel mundial.

Sheldonian Theatre

Sheldonian Theatre

El otro lugar importante del teatro sería su mirador, desde el que se obtiene otra de las mejores vistas del skyline de Oxford.

Oxford desde Torre de Sheldonian Theatre

Oxford desde Torre de Sheldonian Theatre

El teatro suele abrir al público de 10:00 a 16:00, aunque los horarios pueden variar si hay eventos o actos privados, por lo que conviene consultar la web oficial si se desea visitarlo.

NEW COLLEGE

Tras bajar de la cúpula del teatro, me dirigí a uno de los colleges que más me interesaban de todo Oxford: el New College. A pesar de su nombre, no tiene nada de nuevo. Fue fundado en 1379 por William of Wykeham, obispo de Winchester y canciller de Inglaterra, con el objetivo de formar clérigos competentes para la corona. En realidad, se llamaba así porque en su momento era “el college nuevo” frente a otros más antiguos, pero hoy es uno de los más históricos y respetados de la universidad.

New College

Arquitectónicamente, el conjunto es impresionante. La entrada se hace a través de una robusta puerta de madera con una torre fortificada que da paso a un claustro gótico de piedra, perfectamente conservado. Es uno de los claustros medievales mejor preservados de Inglaterra, y su atmósfera tranquila contrasta con el bullicio que suele haber fuera. De hecho, algunas escenas de Harry Potter se rodaron aquí, aunque eso es casi lo de menos.

Claustro New College

La visita incluye también la capilla, que es una de las más notables de Oxford. Los vitrales del siglo XV son espectaculares, pero lo que realmente destaca es el retablo de piedra tallado, uno de los más complejos y finos de su tipo. El coro es activo, y si se tiene suerte, puede escucharse un ensayo mientras se recorre el interior.

Capilla New College

Capilla New College

Capilla New College

Otro de los rincones más singulares del college es su jardín amurallado, delimitado por un tramo intacto de la muralla medieval de Oxford, del siglo XIII. Es un espacio sereno, arbolado, y si vas a última hora de la mañana o a primera de la tarde, suele estar prácticamente vacío. No hace falta imaginar mucho para entender por qué tantos alumnos terminan sentados en sus bancos a leer o simplemente desconectar del ritmo académico.

Jardín New College

Muralla New College

Y justo al salir tendría la suerte de que abrirían al público, cerrada hasta ese momento de la visita, una de sus salas más importantes conocida como Dinner´s Room. Allí es donde desde hace siglos se celebran las comidas del college: desayunos y almuerzos cotidianos, y sobre todo las cenas, que en las noches señaladas se convierten en formales, con toga y ceremonial incluido. El ambiente lo refuerzan los retratos de los Wardens, los jefes del college a lo largo de su historia, que cuelgan de las paredes como guardianes mudos de la institución. El espacio, amplio y de techumbre alta sostenida por vigas de roble medievales, junto con las paredes revestidas de madera del siglo XVI, mantiene intacta la solemnidad de la sala.

Dinner´s Room. New College

New College es sin duda uno de los centros educativos más completos. En mi caso, la visita fue fluida, sin aglomeraciones, y me permitió disfrutarlo con calma. La entrada cuesta 12 libras, y el horario habitual es de 10:30 a 17:00, aunque puede variar por ceremonias u horarios académicos, así que conviene consultarlo el mismo día. Las entradas no se pueden comprar por internet, solo están disponibles en taquilla, directamente en la puerta del college.

Mientras paseaba a mi siguiente punto de visita encontraría un pequeño mercadillo callejero donde podría hacer una comida rápida optando por unos tallarines fritos con rollitos de primavera y una coca cola (9 libras).

CHRIST CHURCH COLLEGE

Tras dejar atrás el New College, tocaba afrontar la que sería otra de las visitas más esperadas del día: Christ Church College, sin duda el college más emblemático y majestuoso de Oxford. No solo por su descomunal tamaño —es el segundo más grande de toda la universidad—, sino por la carga histórica y simbólica que arrastra. En este punto ya no solo se está paseando por un centro académico: se está entrando en una pieza esencial de la historia británica, con ecos que van desde la Reforma anglicana hasta Harry Potter. Y lo cierto es que estar allí, cruzando sus arcos y patios, genera una sensación muy difícil de describir. Uno es consciente de lo privilegiado del momento.

Christ Church College

Christ Church fue fundado en 1546 por el mismísimo Enrique VIII, que reorganizó lo que hasta entonces había sido Cardinal College —erigido por el cardenal Wolsey, su todopoderoso ministro caído en desgracia— para convertirlo en uno de los centros de poder académico y religioso del reino. No es un college cualquiera: también es una catedral, algo absolutamente único dentro del sistema oxoniense. Y eso marca desde el principio la experiencia del visitante, porque en este recinto se cruzan el saber, la política y la espiritualidad como en pocos lugares de Inglaterra.

La entrada se realiza por el Visitor Centre, junto al Meadow Building, y desde ahí, uno se adentra directamente en el corazón del college, presidido por la Tom Tower, uno de los elementos más reconocibles de Oxford. Esta torre barroca, diseñada por Christopher Wren —el célebre arquitecto de la catedral de San Pablo—, aloja la campana “Great Tom”, que todavía repica cada noche 101 veces en honor a los primeros estudiantes admitidos en el college. Esa primera imagen, entre solemne y cinematográfica, ya deja claro que no estás en un college más.

Contra todo pronóstico, uno de los puntos más esperados de la visita es de los que primero aparecen en el recorrido. Se trata de la escalera monumental, que da acceso al Gran Comedor (Great Hall). Esta escalera de piedra fue utilizada en varias escenas de Harry Potter y la piedra filosofal, y aunque su fama viene por el cine, lo que impacta es su factura original del siglo XVI. Es sobria, pero solemne. Cuando se accede al comedor, se entiende de golpe por qué este college ha sido fuente de inspiración visual para tantas producciones. El techo de vigas de roble talladas, las paredes cubiertas de retratos de exalumnos ilustres, la sillería, los ventanales... todo remite a un pasado que sigue vivo. Aquí comían —y comen— los estudiantes y profesores de Christ Church, entre los que se cuentan figuras como Lewis Carroll, William Penn o John Locke. Y por cierto, fue Carroll (Charles Dodgson) quien conoció aquí a Alice Liddell, hija del decano, y se inspiró en ella para escribir Alicia en el País de las Maravillas.

Escalera Monumental. Christ Church College

Great Hall. Christ Church College

Great Hall. Christ Church College

A continuación, accedería al Tom Quad, el patio cuadrangular más grande de la ciudad universitaria. Su amplitud, su geometría simétrica y la calidad arquitectónica de los edificios que lo rodean imponen. Aquí ya se empieza a notar que, más allá del valor histórico, Christ Church es también una lección de proporción, de equilibrio y de monumentalidad. De fondo, la torre del reloj, las galerías de estilo Tudor, los escudos heráldicos esculpidos... todo forma parte de una coreografía visual que no deja indiferente.

Tom Quad. Christ Church College

Torre Tom Quad. Christ Church College

Después aparece en el circuito la Peckwater Quad, de estilo clásico, construida en el siglo XVIII, que refleja el gusto neoclásico de la época. Frente a ella, el Canterbury Quad, aún más sobrio, alberga la Biblioteca del College, un espacio de acceso restringido pero de gran valor, con manuscritos antiguos y primeras ediciones.

Peckwater Quad. Christ Church College

Otro punto crucial de la visita es la Christ Church Cathedral, una joya en sí misma. A diferencia de otras grandes catedrales inglesas, esta no abruma por su tamaño, sino por su antigüedad y su armonía. El núcleo original es románico del siglo XII, con posteriores añadidos góticos. Destaca su bóveda de abanico, la delicadeza de la sillería del coro, los vitrales medievales, y los memoriales funerarios —entre ellos, el del erudito Robert Burton, autor de The Anatomy of Melancholy—. La música sacra ha tenido un papel fundamental aquí: su coro es uno de los más prestigiosos del país, y se puede escuchar en activo durante los oficios.

Christ Church Cathedral

Christ Church Cathedral

El Meadow Building, por su parte, da al paseo que bordea el río y los prados (Christ Church Meadow), y es otra joya arquitectónica victoriana. Desde aquí, las vistas hacia el paisaje natural son un contraste delicioso con el peso pétreo del resto del recinto.

En cuanto a los datos prácticos: las entradas se deben reservar obligatoriamente a través de su web oficial, y salen a la venta cada viernes a las 10:00 (hora británica) para la semana siguiente. Hay que estar atentos, ya que los pases vuelan rápidamente, sobre todo en temporada alta. El precio ronda las 18 libras, con descuento para estudiantes. La visita es autoguiada, pero con material explicativo muy completo. El horario suele ser de 10:00 a 17:00, aunque puede variar por actos académicos o religiosos. La duración estimada del recorrido completo es de una hora y media o más si se quiere disfrutar de todos los lugares con calma.

Sinceramente, de todos los colleges visitables, Christ Church es el más completo. Combina poder institucional, belleza arquitectónica y peso histórico de un modo casi abrumador. No hay ni un solo rincón sin interés, por lo que merece la pena tomarse su tiempo.

CARFAX TOWER

Tras abandonar el monumental recinto de Christ Church, decidí no acceder ya a ningún otro monumento, pues la mayoría estaban a punto de cerrar y estaba ya cansado. No obstante, sí que me animaría a contemplar todavía algún edificio por fuera. Y uno de ellos sería: la Carfax Tower. Situada justo en la intersección de las cuatro calles principales de Oxford —High Street, Cornmarket Street, Queen Street y St Aldate’s—, esta torre marca, literalmente, el corazón geográfico de la ciudad.

Carfax Tower

La Carfax Tower es todo lo que queda de la antigua iglesia de San Martín, que fue la iglesia parroquial de la ciudad hasta su demolición parcial en el siglo XIX. La torre, sin embargo, se salvó y hoy sobrevive como un testigo de piedra de épocas anteriores. Con sus 23 metros de altura, puede parecer modesta al lado de otras estructuras más imponentes, pero lo cierto es que he leído que ofrece unas vistas magníficas del centro histórico, especialmente por su localización céntrica y despejada. Sin embargo, yo me di por satisfecho con las panorámicas obtenidas desde la iglesia St Mary the Virgin y desde el teatro Sheldonian.

El horario de apertura suele ser de 10:00 a 17:00, aunque puede variar según la época del año y las condiciones climáticas.

OXFORD CASTLE

Desde la Carfax Tower, y tras unos minutos de paseo por Queen Street, llegué hasta las inmediaciones de otro de los edificios históricos de Oxford: el Oxford Castle & Prison, presidido por la imponente torre de San Jorge. Aquí también me limité a rodear el recinto y a contemplar sus exteriores, que ya de por sí desprenden un aire singular, mezcla de fortaleza normanda y prisión victoriana.

El conjunto se remonta al siglo XI, cuando los normandos construyeron aquí un castillo defensivo tras la conquista de Inglaterra. De aquella estructura original queda en pie la St George’s Tower, una torre de piedra maciza que se cree es una de las más antiguas de todo Oxford, y que formó parte también del antiguo monasterio adyacente. A lo largo de los siglos, el recinto fue perdiendo su función militar y se convirtió en cárcel del condado, uso que mantuvo nada menos que hasta 1996, cuando la prisión fue finalmente cerrada y transformada en un complejo turístico y cultural.

Castillo de Oxford

Castillo de Oxford

Hoy, quienes lo visitan pueden acceder al interior mediante una visita guiada que recorre tanto la torre medieval como las celdas, túneles y pasillos del antiguo presidio. Incluso existe la posibilidad de subir a lo alto del motte, el montículo normando sobre el que se asentaba el castillo original, desde donde se obtiene otra panorámica interesante del oeste de la ciudad.

Aunque me habría gustado entrar, lo cierto es que el tiempo era limitado y preferí priorizar otras visitas más esenciales para mí. Aun así, recorrer el perímetro del castillo, leer algunos de los paneles informativos del exterior, y observar cómo el pasado se entremezcla con los modernos restaurantes del complejo fue más que suficiente para hacerme una idea del lugar.

WESTGATE OXFORD CENTER

Desde allí, enfilé ya hacia la zona más comercial de la ciudad, con la intención concreta de acercarme al Westgate Oxford, un moderno centro comercial que, más allá de las tiendas y el ambiente urbano, esconde un pequeño secreto en su parte superior: una terraza panorámica, que para mi gusto es bastante prescindible, por lo que si vais con el tiempo justo podéis obviar la visita.

Vistas desde Westgate Oxford Center

A pesar de su aspecto contemporáneo —muy alejado de la estética académica que venía dominando el día—, el edificio está integrado con cierta discreción en el entorno, y su cubierta ofrece una perspectiva distinta de Oxford. Al final es un lugar para parar unos minutos, observar el movimiento de la ciudad desde arriba y, si se quiere, tomar algo en alguno de los bares o restaurantes que hay en la terraza.

El acceso es libre durante el horario de apertura del centro, que va de 9:00 a 20:00 de lunes a sábado y 11:00 a 17:00 los domingos. No tiene pérdida: solo hay que tomar las escaleras mecánicas o el ascensor hasta la última planta.

MAGDALEN COLLEGE

Como colofón a una jornada tan intensa como satisfactoria, tenía pensado acabar el día con un paseo tranquilo por los jardines del Magdalen College, uno de los espacios más apacibles y evocadores de toda la ciudad. Aunque el cansancio ya se hacía notar, sabía que esta visita bien merecía ese último esfuerzo. Pero cual sería mi sorpresa que, aunque no se desee visitar el interior del College, para los jardines es necesaria la misma entrada, la cual cuesta 10 libras.

Magdalen College

Este último detalle, unido al mencionado cansancio, me harían echarme para atrás pues la inversión de hoy había sido ya excesiva y al final lo valoré todo en conjunto y consideré que no lo iba a disfrutar como se merecía, por lo que siempre puede ser una buena excusa para regresar a Oxford.

Para los que se animen, en su interior hay sendero conocido como Addison’s Walk, un recorrido circular que bordea una pequeña isla del río Cherwell y que se encuentra completamente rodeado de árboles, silencio y serenidad. No debe ser difícil imaginarse a C.S. Lewis caminando por allí, como solía hacer con frecuencia, mientras nacían en su mente algunas de las ideas que luego darían forma a sus libros. También se encuentra aquí The Grove, una pradera en la que, con algo de suerte, pueden verse los famosos ciervos que habitan en libertad dentro del recinto del college.

Retrocedería sobre mis pasos y volvería al mismo mercadillo donde comí, para esta vez pedirme un pepito de ternera con queso fundido que estaba de muerte para cenar.

Con la luz bajando, me fui directo a la estación para volver a Bristol como había llegado: en tren. Desgraciadamente no tendría tiempo para probar los míticos pubs de Oxford, algo que tendrá que esperar para la próxima ocasión.


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