Por fin, iba a conseguir cumplir otro de esos grandes
objetivos viajeros que se me había resistido durante muchos años pues los
precios de los vuelos siempre habían estado por las nubes durante las fechas en
las que yo intentaba comprarlos. Esta vez, gracias a la fortuna y a anticiparme
más de nueve meses a las fechas del viaje, conseguiría un billete de ida y
vuelta a la capital de Escocia por el módico precio de 150 euros.
No es ningún secreto que Edimburgo es una de las ciudades más bellas de Europa. Como Roma, está construida sobre una serie de colinas; y, como Atenas, tiene su propia acrópolis: el imponente castillo que domina toda la ciudad. Capital de Escocia desde el siglo XVI, Edimburgo es una ciudad de inigualable importancia histórica y cultural que ha dejado una profunda huella en Europa. Fue en este período cuando arrebató a Perth la capitalidad del reino, iniciando una era de florecimiento artístico e intelectual. Aquí se instaló la primera imprenta y, bajo el reinado de María Estuardo, la ciudad se convirtió en el escenario de intensas intrigas políticas y dramas que definieron su historia.
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Castillo desde Princess Street Gardens |
A lo largo de los siglos, Edimburgo ha sido testigo de momentos clave de la historia nacional: desde el trágico reinado de María Estuardo y la reforma protestante liderada por John Knox, hasta la unificación de las coronas de Escocia e Inglaterra por Jacobo VI y la posterior unión de los parlamentos en 1707, que marcó el fin de la independencia escocesa. Aunque este hecho supuso un período de melancolía y estancamiento, el siglo XVIII trajo consigo un renacimiento económico, intelectual y urbanístico que transformó la ciudad en el epicentro cultural que conocemos hoy.
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Grassmarket y Victoria Street |
Durante los siglos XVIII y XIX, Edimburgo se consolidó como un foco de creatividad literaria y artística. Nombres como Robert Burns, Walter Scott, Robert Louis Stevenson y Charles Dickens dejaron su huella en la ciudad, mientras que figuras como Alexander Graham Bell, inventor del teléfono, nacieron en su seno, en la emblemática Charlotte Square.
La vida en Edimburgo gira en torno a dos zonas esenciales: la Old Town (ciudad antigua) y la New Town (ciudad nueva). Ambas están repletas de monumentos centenarios que reflejan su rica historia y ofrecen un atractivo arquitectónico único. Sin embargo, Edimburgo no es solo un decorado histórico: es una ciudad moderna, cosmopolita y vibrante. Su facilidad para desplazarse, con espacios que permiten pasar de la bulliciosa Princes Street a paseos tranquilos a lo largo del río en Dean Village, o perderse en las calles tortuosas de la Royal Mile, hace que sea un destino irresistible.
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Edimburgo desde Galería Nacional de Escocia |
Lo que hace única a Edimburgo es la vida que late en su centro histórico. Más que un núcleo económico y administrativo, este espacio se transforma al caer la noche en un animado epicentro cultural. Teatros, cines, salas de conciertos, restaurantes y pubs acogen a locales y visitantes, destacando por su ambiente acogedor y por contar con el horario de cierre más flexible de todo el Reino Unido.
De vigorosos rasgos, vistas impactantes y un paisaje urbano difícil
de igualar, Edimburgo es una de las ciudades más animadas y fascinantes del
norte de Europa. No es de extrañar que la UNESCO la haya reconocido como
Patrimonio de la Humanidad. Una ciudad que combina historia, cultura y
modernidad en perfecta armonía y que iba a intentar disfrutar y descubrir
durante los siguientes días.
La compañía aérea que me iba a brindar la posibilidad de
hacer este viaje no era otra que EasyJet con la que volaría el miércoles 30 de abril,
despegando del aeropuerto de Madrid a las 21:30 y aterrizando en Edimburgo a
las 23:30, hora local.
Nada más salir de la terminal tomaría el autobús llamado 100
Airlink City Express que une el aeropuerto con el centro de la ciudad
durante las 24 horas y sólo tarda 20 minutos si no hay tráfico en dicha
conexión. En mi caso me bajaría en la séptima parada conocida como Haymarket
Station, la cual estaba a tiro de piedra del alojamiento que había elegido
para pasar las siguientes cuatro noches. El precio ida y vuelta es de 8 £ y su
web es https://airlink100.co.uk/.
También se puede pagar con tarjeta en el propio autobús.
THE GUARDS HOTEL
Como decía, sólo unos minutos después de la medianoche entraría en el alojamiento que había seleccionado para pasar mi estancia en Edimburgo. Al llegar, me encontré con la recepción cerrada, ya que el horario de atención era hasta las 22:00 horas. Afortunadamente, había solicitado un servicio de check-in tardío, con antelación, por lo que me esperaba una persona para recibirme. Tuve que abonar una pequeña tarifa de 10 libras por este servicio, pero no fue un inconveniente, ya que pude entrar al hotel sin problemas.
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The Guards Hotel |
Una vez me registré, me dirigí a mi habitación, que resultó ser espaciosa y cómoda. Aunque no era un alojamiento de lujo, tenía todo lo que necesitaba para descansar durante mi estancia. La cama era cómoda y la habitación contaba con lo esencial, lo que me permitió relajarme sin preocupaciones.
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The Guards Hotel |
Lo que más me gustó de The Guards Hotel fue la atmósfera tranquila que ofrecía. A pesar de haber llegado en horas poco convencionales, me sentí como en casa, gracias al trato amable y atento del personal.
En general, The Guards Hotel resultó ser una elección
práctica y agradable para pasar unos días en Edimburgo, especialmente si se
necesita un alojamiento económico y bien ubicado. Por cierto, la estancia me
saldría por 305 euros las cuatro noches que os aseguro que para ser Edimburgo
es muy razonable.
ST MARY´S CATHEDRAL / COATES CRESCENT GARDENS
Aunque había dormido como un bebé, me levanté cansado y es
que al final sólo habían sido algo menos de seis horas de sueño, pero tenía
claro que quería aprovechar al máximo mi estancia en la ciudad y que en
cuestión de minutos el cansancio sería sustituido por ganas e ilusión.
Tras desayunar unos bollos que había traído de Madrid, me dispuse a caminar hacia la primera parada del día, atravesando las calles del West End. En el camino, y sin desviarme, pasé junto a St Mary’s Episcopal Cathedral, cuya silueta neogótica se impone de forma discreta en Palmerston Place. Construida entre 1874 y 1917, esta catedral representa la sede de la Iglesia episcopal escocesa en la ciudad. Su diseño destaca por la verticalidad de sus agujas, visibles desde distintos puntos del barrio. Aunque no entré, bastó con alzar la vista para apreciar la sobriedad y la armonía de su fachada.
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St Mary´s Cathedral |
Poco después, al atravesar los Coates Crescent Gardens, reparé en la figura de William Ewart Gladstone, uno de los grandes políticos liberales del siglo XIX, que presidió el gobierno británico en cuatro ocasiones. La estatua, erigida en 1917, lo representa con toga y gesto sereno, sobre un pedestal de piedra clara. A su alrededor, el jardín ofrece un lugar tranquilo en dirección al centro.
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Coates Crescent Gardens |
CHARLOTTE SQUARE
Desde allí, continué mi paseo y, al cabo de unos minutos,
llegué a Charlotte Square, situada en el
extremo oeste de la Ciudad Nueva de Edimburgo. Esta plaza es una joya de la
arquitectura georgiana y un testimonio del esplendor neoclásico del siglo
XVIII.
Diseñada por el renombrado arquitecto escocés Robert Adam, Charlotte Square fue concebida como parte del plan de expansión de la Ciudad Nueva, destinado a aliviar la congestión de la Ciudad Vieja y a ofrecer residencias elegantes para la creciente clase acomodada. La plaza lleva el nombre de la reina Charlotte, esposa del rey Jorge III, y es considerada una de las muestras más destacadas de la arquitectura georgiana en el Reino Unido.
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Charlotte Square |
Al llegar, me encontré rodeado de fachadas simétricas y elegantes construidas con piedra arenisca local, características distintivas del estilo georgiano. El diseño de Adam para la plaza incluía no solo residencias lujosas, sino también jardines centrales que aportaban un espacio verde y tranquilo en medio de la ciudad.
En el número 7 de Charlotte Square se encuentra la Georgian House, una mansión construida en 1796 que ha sido restaurada meticulosamente por el National Trust for Scotland. Esta casa ofrece una visión detallada de cómo vivían las familias adineradas de la época, con muebles de época y decoraciones que reflejan el lujo y la sofisticación del período georgiano.
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Georgian House. Charlotte Square |
Otro secreto que esconde esta plaza es la Bute House, en el número 6. Este edificio, que inicialmente fue una residencia privada, es hoy la residencia oficial del primer ministro de Escocia. Con su elegante fachada y su rico pasado, la Bute House no solo es un símbolo del poder político en la actualidad, sino también un ejemplo perfecto del equilibrio y la simetría propios del diseño de Robert Adam.
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Bute House. Charlotte Square |
Y por si fuera poco, muy cerca de aquí, en el número 16 de South Charlotte Street, se encuentra un rincón que marcó un hito en la historia de la humanidad. En esta casa nació Alexander Graham Bell, el célebre inventor del teléfono, el 3 de marzo de 1847. Una discreta placa en la fachada conmemora este hecho, recordando a quienes pasan por allí que Edimburgo no solo es una ciudad de belleza arquitectónica, sino también cuna de grandes innovadores.
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Alexander Graham Bell House. Charlotte Square |
PRINCESS STREET GARDENS
Tras dejar atrás la majestuosidad de Charlotte Square,
decidí dirigirme hacia otro de los tesoros de la capital escocesa: los Princes Street Gardens,
un oasis verde que serpentea a lo largo de la bulliciosa Princes Street y que,
con su historia y encanto, se erige como un lugar imprescindible para quienes
visitamos Edimburgo.
Estos jardines no siempre fueron tan idílicos como los vemos
hoy. Hasta principios del siglo XIX, esta extensión era parte del Nor' Loch,
un lago artificial utilizado antaño como sistema defensivo de la ciudad. Sin
embargo, el agua estancada y los desechos lo convirtieron en un foco de
insalubridad, por lo que se decidió desecarlo y transformarlo en los jardines
que conocemos hoy. Divididos en dos áreas —los Jardines del Este y los del
Oeste—, su belleza paisajística y su historia están impregnadas en cada rincón.
Nada más adentrarte en la zona oeste de los jardines, te recibe la imponente Iglesia de St John, un ejemplo del estilo neogótico diseñado por William Burn en 1818. Este templo anglicano, aún en funcionamiento, destaca por sus afiladas agujas y sus intrincadas vidrieras que parecen contar historias a través de la luz.
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St John´s Church |
A escasos metros se alza la Iglesia de St Cuthbert, una joya arquitectónica rodeada por un pintoresco cementerio que parece sacado de un cuento gótico. Esta iglesia, cuya historia se remonta al siglo XII, ha sido reconstruida varias veces, y su versión actual es un elegante ejemplo de la arquitectura neobarroca. El cementerio adyacente es un rincón fascinante, con tumbas cubiertas de musgo que evocan siglos de historia. Aquí descansan figuras ilustres de Edimburgo, y pasear entre sus lápidas es como hojear un libro de la historia local.
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St Cuthbert´s Church |
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Cementerio de St Cuthbert´s Church |
Continuando el paseo, el sonido del agua llama la atención: es la Fuente de Ross, uno de los símbolos más reconocibles de los jardines. Este regalo de un fundidor escocés en el siglo XIX es una obra espectacular de hierro fundido, con figuras femeninas que representan las cuatro artes principales: ciencia, poesía, industria y navegación. Con el majestuoso Castillo de Edimburgo como telón de fondo, la fuente es un lugar perfecto para detenerse y admirar la armonía entre naturaleza y arquitectura.
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Fuente de Ross y Castillo. Princess Street Gardens |
Más adelante, entre los árboles y los caminos, espera una estatua que recuerda una historia singular: la del oso Wojtek, una mascota del ejército polaco durante la Segunda Guerra Mundial. Este oso pardo, adoptado por soldados en Oriente Medio, no solo era una fuente de moral para las tropas, sino que también participó activamente en las batallas, ayudando a transportar munición. Wojtek pasó sus últimos años en el zoológico de Edimburgo, y su estatua es un tributo a este curioso capítulo de la historia.
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Oso Wojtek en Princess Street Gardens |
Justo antes de llegar al final de los jardines, aparece la encantadora Casa del Jardinero. Esta pequeña construcción, con su tejado a dos aguas y su aire rústico, parece sacada de un cuadro bucólico. Hoy, más allá de su función original, simboliza el cuidado que se dedica a preservar la belleza de los jardines, una tarea que ha hecho de este lugar un rincón tan especial.
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Casa del Jardinero. Princess Street Gardens |
A pocos pasos, llegué al lugar donde se encuentra el famoso reloj floral, un verdadero emblema del parque. Diseñado en 1903, fue el primero de su clase en el mundo, compuesto completamente por flores dispuestas con una precisión asombrosa. Lo más fascinante es que, además de ser un espectáculo visual, funciona como un reloj real, con un mecanismo oculto bajo las plantas que marca las horas.
Sin embargo, no pude verlo en su forma habitual, ya que en
ese momento estaban trabajando en su renovación para tenerlo listo en los
próximos días. Cada año, el diseño se renueva, adaptándose a diferentes motivos
locales, y es uno de esos detalles que, aunque no pude experimentar en su
totalidad, se sabe que es una verdadera joya del parque.
No hay que olvidar pasear por la parte superior del parque, pues ofrece unas vistas impresionantes del castillo de Edimburgo, proporcionando una perspectiva única de esta imponente fortaleza que te deja sin aliento, desde cualquier perspectiva posible.
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Castillo desde Princess Street Gardens |
Los jardines están abiertos desde las 07:00.
CASTILLO
Eran las 09:30 en punto cuando me disponía a afrontar la
visita que más ilusión me hacía en la capital escocesa. Ni más ni menos que su
castillo, que domina la silueta de la ciudad desde el siglo XII, siendo un
icono nacional y, como no podía ser de otra manera, el lugar turístico más
visitado de Escocia.
Es muy importante sacar tú entrada por la web, ya que de no
ser así se corre el riesgo de que estén agotadas el día o la hora que se tenía
previsto llevar a cabo la visita, especialmente en fechas señaladas.
La web oficial para adquirir las entradas es https://www.edinburghcastle.scot/plan-your-visit/tickets.
Es importante tener en cuenta que el pago se realiza en libras, por lo que, si
utilizas una tarjeta emitida por un banco español, es posible que te cobren una
comisión por el cambio de divisa. Para evitar cargos adicionales, recomiendo
utilizar métodos como Revolut, que no aplican este tipo de comisiones. La
entrada para adultos cuesta 21,50 £
Erguido sobre el corazón basáltico de un volcán extinto, el castillo de Edimburgo es un conjunto de edificios del siglo XII al XX que reflejan su papel cambiante como fortaleza, Palacio Real, cuartel y prisión. Aunque hay evidencias de que el lugar estuvo poblado en la Edad del Bronce, la fortaleza primitiva fue construida en el siglo VI por Edwin, rey de Northumbria, quien da nombre a la ciudad. El castillo fue residencia real hasta la unión de las dos coronas en 1603, después la corte se estableció en Inglaterra. Tras la unión parlamentaria de 1707, los Honores de Escocia permanecieron guardados en el castillo durante más de un siglo. Hoy, un recorrido por este monumental lugar permite no solo admirar su arquitectura, sino también conectar con algunos de los momentos más cruciales de la historia escocesa.
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Castillo de Edimburgo |
El recorrido por el castillo comienza en la Explanada, un amplio espacio de acceso donde se puede sentir la magnificencia del castillo. Esta explanada no solo sirve como la entrada principal, sino que también fue en su día el escenario de muchas ceremonias militares y ejecuciones. Desde aquí, la vista del castillo es imponente, destacando sus murallas y torres que han resistido siglos de historia.
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Castillo de Edimburgo |
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Castillo de Edimburgo |
Al cruzar la Puerta Principal, en pocos metros encontraría la Batería Argyle, una plataforma defensiva que alberga seis cañones de 18 libras del siglo XIX. Desde este punto elevado, se obtienen vistas amplias sobre la ciudad y el estuario del Forth, recordando su importancia estratégica a lo largo de los siglos.
A escasos pasos, me toparía con el célebre cañón de la una en punto, que dispara diariamente a la 1 del mediodía. Esta tradición comenzó en el siglo XIX para ayudar a los barcos a sincronizar sus relojes y, aunque hoy su función práctica se ha perdido, sigue siendo un momento muy esperado por los visitantes.
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Cañón de la una en punto. Castillo de Edimburgo |
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Edimburgo desde su Castillo |
Desde allí, podría continuar hacia el Patio de los Canteros, una zona menos conocida que albergó a los trabajadores encargados de mantener y reforzar las estructuras del castillo durante los siglos XVIII y XIX. Avanzando, se abre la Plaza del Hospital, presidida por el Museo Nacional de la Guerra, donde podría sumergirme en más de cuatro siglos de historia militar escocesa. Armas, uniformes y objetos personales narran el papel de Escocia en los grandes conflictos europeos y mundiales.
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Plaza del Hospital. Castillo de Edimburgo |
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Museo Nacional de la Guerra. Castillo de Edimburgo |
En ese mismo entorno, se alza la sobria pero elegante Casa del Gobernador, construida en el siglo XVIII para alojar a quien ostentara el mando del castillo. Aunque hoy no está abierta al público, representa el componente administrativo del recinto, completando el panorama político, militar y residencial del complejo.
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Casa del Gobernador. Castillo de Edimburgo |
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Edimburgo desde su Castillo |
También podría visitar dos museos dedicados a cuerpos concretos del ejército escocés: el Museo de la Real Guardia de los Dragones Escoceses, que recorre la historia de este regimiento de caballería desde el siglo XVII hasta la actualidad, y el Museo de los Royal Scots, que conserva el legado del regimiento de infantería más antiguo del Reino Unido. Ambos ofrecen una visión más personalizada de la vida militar.
A continuación, me adentraría en las Prisiones de Guerra, utilizadas entre los siglos XVIII y XIX para confinar a soldados enemigos. Su atmósfera oscura y las reconstrucciones fieles transmiten el sufrimiento de los cautivos, cuyo destino contrastaba con la pompa del resto del castillo.
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Prsiones de Guerra. Castillo de Edimburgo |
A través de la Puerta Foog, se accede a la zona más alta del recinto. Allí me encontraría con la Capilla de Santa Margarita, la construcción más antigua del castillo. De tamaño reducido y estilo románico, conserva una belleza sencilla y silenciosa que contrasta con la grandiosidad del entorno. Fue levantada por David I en el siglo XII en memoria de su madre, la reina Margarita, canonizada posteriormente.
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Puerta Foog. Castillo de Edimburgo |
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Castillo de Edimburgo |
Junto a la capilla se encuentra el formidable Mons Meg, un cañón gigantesco del siglo XV que servía como instrumento de poder más simbólico que práctico. Pese a su capacidad destructiva, su escasa movilidad limitó su uso en combate, pero su presencia impone respeto incluso hoy.
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Cañón Mons Meg. Castillo de Edimburgo |
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Castillo de Edimburgo |
Desde ese mismo nivel superior, asomándome entre los muros, podría ver el Cementerio de Perros, un pequeño espacio ajardinado que desde el siglo XIX sirve de descanso para las mascotas de los soldados destinados en el castillo. Es un rincón inesperadamente íntimo dentro de una fortaleza.
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Cementerio de Perros. Castillo de Edimburgo |
El recorrido me conduciría después a la Torre Argyle, construida en el siglo XIX sobre una entrada medieval, antes de llegar a la Batería de la Media Luna, una imponente estructura en forma semicircular que sustituyó a la derruida Torre de David tras el asedio de 1573. En su interior se aprecian aún vestigios de la residencia real original, una de las más importantes del castillo medieval.
Finalmente, accedería al corazón simbólico y arquitectónico
del castillo: el Patio de la Corona,
un espacio abierto que concentra los edificios más representativos del poder
real y nacional escocés.
Aquí se alza el Palacio Real, residencia oficial de los monarcas escoceses hasta el siglo XVII. Su interior acoge los Honores de Escocia —la corona, el cetro y la espada del Estado— que, tras ser ocultados durante más de un siglo, fueron redescubiertos en el siglo XIX. Además, se conserva la Piedra del Destino, sobre la que eran coronados los antiguos reyes escoceses y que volvió a Escocia tras siglos en Inglaterra. Todo el conjunto forma una cápsula del pasado monárquico del país. Desgraciadamente, no está permitido realizar fotografías.
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Palacio Real. Castillo de Edimburgo |
También en esta plaza podría entrar en el Gran Salón, un majestuoso espacio del siglo XVI con una techumbre de madera que deja sin aliento. Fue utilizado para banquetes reales, recepciones diplomáticas y como sala del Parlamento escocés. En siglos posteriores sirvió como hospital y cuartel, testigo de la evolución del castillo según las necesidades de cada época.
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Gran Salón. Castillo de Edimburgo |
Finalmente, en el extremo opuesto del patio, se levanta el Memorial Nacional de la Guerra de Escocia, una construcción sobria y conmovedora dedicada a los soldados escoceses caídos en las guerras del siglo XX. Vitrales, esculturas y placas con nombres lo convierten en un lugar de recogimiento dentro de un recinto marcado por la historia bélica.
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Memorial Nacional de la Guerra de Escocia. Castillo de Edimburgo |
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Memorial Nacional de la Guerra de Escocia. Castillo de Edimburgo |
El Castillo de Edimburgo es mucho más que una simple fortaleza. A lo largo de su historia, ha sido el escenario de batallas, coronaciones y eventos clave que han dado forma a la identidad de Escocia. Cada sala, cada piedra, y cada detalle dentro de sus muros cuentan historias de lucha, gloria, sacrificio y, sobre todo, la persistente independencia de un pueblo que siempre ha luchado por su independencia.
Su horario es de 09:30 a 18:00.
ROYAL MILE
Era el momento de recorrer la Royal Mile, la icónica calle de Edimburgo que conecta el Castillo de Edimburgo con el Palacio de Holyroodhouse, y que atraviesa varios tramos como Castlehill, Lawnmarket, High Street y Canongate. Recibiendo su nombre porque justo la suma de todos esos tramos hacen una milla inglesa. Durante el paseo por ella, me di cuenta de que esta calle no es solo un pasillo entre dos puntos; es el alma misma de la ciudad, una arteria histórica que refleja siglos de vida en sus adoquines y fachadas.
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Royal Mile |
La Royal Mile no solo me ofrecía una oportunidad para disfrutar de su arquitectura medieval y georgiana, sino también de detenerme una y otra vez, ya sea por la belleza de sus edificios o por las estatuas que adornan su recorrido. Como la de David Hume, situada cerca de Lawnmarket, que me invitaba a reflexionar sobre las ideas del filósofo mientras los turistas se acercaban a tocarla, buscando quizás un poco de suerte. De algún modo, me parecía que la estatua, con su toga romana, se integraba perfectamente en ese entorno, como si estuviera observando el paso del tiempo sin prisas.
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Estatua de David Hume. Royal Mile |
Cercana a la anterior también me llamaría la atención la escultura de James Douglas Scott, menos conocida pero igualmente importante. Este juez y escritor del siglo XIX, influyente en el desarrollo del sistema legal de Escocia hace ver que no sólo hay cabida para los personajes más célebres sino para todo aquel que contribuyó a la mejora de la ciudad.
Durante el paseo por la Royal Mile, la calle se sentía como un reflejo de la ciudad misma, donde los detalles en las fachadas, los adoquines del suelo o sus rincones oscuros, parecían conectar con la historia de Edimburgo. Cada tramo de la vía, con su mezcla de edificios antiguos y modernos, ofrecía una sensación constante de estar caminando por un lugar donde el pasado seguía vivo, presente en cada esquina, en cada paso.
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Royal Mile |
TARTAN WEAVING MILL & EXHIBITION
A pocos pasos del castillo buscaría aprender más sobre un aspecto esencial de la cultura escocesa en el Tartan Weaving Mill & Exhibition. Este espacio combina una tienda llena de productos tradicionales con una exhibición interactiva que permite descubrir cómo se fabrican los icónicos tejidos de cuadros. Observando las máquinas en acción y explorando los diferentes diseños asociados a los clanes escoceses, entendería cómo estos patrones se han convertido en símbolos de identidad y tradición. Más que un lugar para comprar recuerdos, esta visita sería una inmersión en el arte y la historia de una de las expresiones más reconocibles de Escocia.
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Tartan Weaving Mill & Exhibition |
THE HUB
Situado en la cima de la Royal Mile, The Hub se presenta como un verdadero icono arquitectónico de Edimburgo. Este edificio neogótico, con su imponente aguja, es el punto más alto de la ciudad y una referencia inconfundible en el paisaje urbano. Construido entre 1842 y 1845, originalmente fue concebido como un espacio para la Asamblea General de la Iglesia de Escocia. Sin embargo, nunca llegó a ser consagrado como iglesia.
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The Hub |
Tras servir a diferentes propósitos, en 1999 fue transformado en la sede principal del Festival Internacional de Edimburgo, y desde entonces ha sido el corazón vibrante de la vida cultural de la ciudad. Hoy en día, alberga exposiciones, conciertos y eventos culturales, destacándose no solo por su historia, sino también por ser un espacio vivo que conecta el pasado con la creatividad contemporánea.
NEW COLLEGE
Desde The Hub, con su imponente aguja como guía, continuaría mi camino hacia otro de los emblemas arquitectónicos de la ciudad: el New College. El trayecto es breve, apenas unos minutos a pie por The Mound. Al llegar, las dos imponentes torres del New College destacan inmediatamente, marcando su presencia en el paisaje de Edimburgo.
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New College |
Al detenerme frente al edificio, me llamaría la atención la armonía del conjunto. Este edificio neogótico, construido a mediados del siglo XIX, no solo es una joya arquitectónica, sino también un lugar cargado de historia. Fundado en 1846 como parte de la Iglesia Libre de Escocia, su unión posterior con la Universidad de Edimburgo lo convirtió en un referente académico y religioso.
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New College |
En el patio principal, la estatua de John Knox domina la escena. Este reformador protestante, figura clave en la Reforma escocesa, parece vigilar desde su pedestal, con una pose que transmite su inquebrantable fe y determinación. Sus ojos de bronce parecen dirigirse hacia el cielo, mientras sostiene una Biblia en una mano, un símbolo de su legado espiritual.
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Estatua de John Knox. New College |
CATEDRAL DE SAINT GILES
No podía faltar en mi paseo, otro de los monumentos más emblemáticos de Edimburgo, una iglesia de gran relevancia tanto histórica como arquitectónica. Ubicada en el corazón de la ciudad, esta catedral medieval, con su imponente torre y su distintivo techo, ha sido un testigo clave en la evolución religiosa y política de Escocia. Su origen data del siglo XII, aunque fue sometida a diversas reformas a lo largo de los siglos. Hoy, la catedral es famosa no solo por su belleza gótica, sino también por su relación con el Presbiterianismo y la Reforma Escocesa.
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St Giles´ Cathedral |
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St Giles´ Cathedral |
Una de las anécdotas más curiosas que rodean la Catedral de San Giles tiene que ver con la figura de John Knox, el líder de la Reforma Escocesa. Se dice que Knox predicó desde el púlpito de la catedral en el siglo XVI, desafiando la autoridad de la Iglesia Católica y defendiendo las ideas protestantes. Su influyente prédica en este lugar transformó la catedral en un centro clave para la Reforma en Escocia. Sin embargo, su relación con la catedral no fue siempre pacífica. En una de sus visitas, Knox pronunció un sermón tan vehemente contra el catolicismo que la multitud, extremadamente apasionada, comenzó a lanzar objetos hacia las ventanas de la iglesia. Este episodio es solo uno de los muchos momentos intensos que marcaron la historia de la catedral durante la turbulenta época de la Reforma.
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St Giles´ Cathedral |
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St Giles´ Cathedral |
Entre sus características más destacadas se encuentra la Thistle Chapel, una pequeña y elegante capilla dedicada a la Orden del Cardo, la más alta distinción de caballería en Escocia. Construida entre 1909 y 1911, la Thistle Chapel se encuentra en el extremo este del crucero sur de la catedral y es una joya del neogótico tardío. A pesar de su tamaño reducido, su interior es extraordinariamente rico en detalles: bóvedas de abanico talladas con minuciosidad, tracerías finas y madera de roble esculpida que representa emblemas heráldicos, ángeles y criaturas fantásticas. Cada uno de los asientos de los caballeros está coronado por un dosel de madera con el escudo y el yelmo correspondiente, reflejando la individualidad de cada miembro. El artesonado, de una complejidad admirable, y las coloridas vidrieras aportan al espacio una atmósfera íntima y solemne.
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Thistle Chapel. St Giles´ Cathedral |
Cerca de allí, en el pavimento de la Royal Mile, me encontraría con el Heart of Midlothian, una de las marcas más singulares de la ciudad. Este mosaico de piedra, que en su día marcaba la entrada principal de la antigua prisión de Edimburgo, es ahora un punto de referencia tanto para los turistas como para los locales. Aunque la prisión fue demolida en el siglo XIX, el Heart of Midlothian sigue siendo un lugar cargado de simbolismo. Tradicionalmente, se creía que escupir sobre el mosaico era un gesto de desprecio hacia la antigua prisión y lo que representaba. Hoy mucho siguen haciéndolo, pero como una forma de asegurarse de que regresarán a Edimburgo, una especie de "rito de retorno".
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Heart of Midlothian |
A unos pocos pasos de la catedral se encuentra también el Parliament Hall, un edificio que, a pesar de su aspecto austero, tiene una importancia fundamental en la historia política del país. Construido en el siglo XV, este hall fue originalmente el lugar donde se celebraba el parlamento de Escocia. A lo largo de los siglos, ha sido escenario de importantes debates y decisiones, convirtiéndose en un símbolo del sistema parlamentario escocés. En la actualidad, Parliament Hall sigue siendo utilizado para diversas funciones oficiales, y su arquitectura, que combina elementos medievales y renacentistas, impresiona a quienes lo observan.
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Parliament Hall |
ADVOCATES CLOSE
En pleno corazón de Edimburgo, escondido entre las bulliciosas calles de la Royal Mile, se encuentra Advocate's Close, un pasaje angosto que parece sacado directamente del siglo XVI. Su nombre rinde homenaje a Sir James Stewart de Goodtrees, quien fue Lord Advocate de Escocia entre 1692 y 1713. Este título, que designaba al principal asesor legal de la Corona en Escocia, convertía a su portador en una figura clave en las decisiones judiciales y políticas del país. Stewart vivió y trabajó cerca de este rincón, dejando su nombre ligado para siempre a la historia del lugar.
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Advocates Close |
Los "closes" son una peculiaridad arquitectónica de la Old Town de Edimburgo, creados como pasadizos estrechos entre los altos y apretados edificios de la ciudad medieval. Advocate's Close, con sus paredes de piedra desgastada y su empinada pendiente, refleja perfectamente la esencia de aquellos tiempos. Originalmente, estas calles eran el centro de una vibrante vida comercial, pobladas por comerciantes, artesanos y vecinos que convivían en un espacio reducido, protegido por las murallas de la ciudad.
Hoy, este pasaje ha sido restaurado cuidadosamente para
conservar su atmósfera histórica, combinándola con detalles modernos que lo han
convertido en un lugar lleno de vida. Bajando sus escaleras, los visitantes son
recompensados con una vista espectacular del New Town de Edimburgo y el
imponente Scott Monument,
que emerge entre Princes Street Gardens como una aguja gótica en el horizonte.
Este contraste entre el pasado medieval del close y la elegancia georgiana de
la ciudad nueva es uno de los grandes atractivos de este rincón tan especial.
Aunque muchos pasan de largo sin advertir su existencia, de
verdad, que bien merece la pena localizarlo, no te decepcionará.
REAL MARY KING´S CLOSE
A continuación le llegaría el turno a The Real Mary
King’s Close, otro de los lugares emblemáticos de la fascinante Old Town de
Edimburgo.
Escondido bajo la Royal Mile, The Real Mary King’s Close
es una auténtica cápsula del tiempo que revela cómo era la vida en Edimburgo
entre los siglos XVII y XIX. A diferencia de los callejones abiertos como
Advocate’s Close, este lugar permaneció enterrado durante siglos, alimentando
leyendas de fantasmas y relatos oscuros que aún hoy atraen a los curiosos.
El close debe su nombre a Mary King, una destacada comerciante que vivió aquí en el siglo XVII. En una época en la que las mujeres tenían un papel limitado en los negocios, Mary fue una excepción, ganándose el respeto por su éxito comercial. Este detalle, que podría parecer anecdótico, es una de las razones por las que este lugar es tan especial: nos recuerda que, incluso en la Edimburgo medieval, las historias de personas comunes podían brillar en medio de la dureza de la época.
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Real Mary King´s Close |
Mary King’s Close era uno de los muchos pasadizos estrechos y abarrotados que formaban la Old Town, donde los edificios se elevaban hasta diez pisos, mezclando la vida de ricos y pobres en un espacio reducido. Sin embargo, la historia de este lugar tomó un giro diferente en 1753, cuando la construcción de la Royal Exchange (hoy el Ayuntamiento de Edimburgo) llevó a que gran parte del close quedara sellado bajo tierra. Esto convirtió a Mary King’s Close en una especie de “ciudad perdida”, conservada en las sombras y rodeada de misterio.
Hoy en día, gracias a las visitas guiadas, es posible recorrer estas calles subterráneas y explorar los antiguos hogares, tiendas y tabernas que una vez estuvieron llenos de vida. Pasear por Mary King’s Close es una experiencia inmersiva: las paredes de piedra aún guardan rastros de la vida cotidiana de sus antiguos habitantes, mientras los guías —muchos de ellos caracterizados como personajes históricos— narran las historias de las familias que vivieron allí.
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Real Mary King´s Close |
No faltan las anécdotas sobre los desafíos de la vida en este lugar. En el siglo XVII, Edimburgo era una ciudad superpoblada y sin un sistema de alcantarillado adecuado, lo que obligaba a los residentes a tirar sus desechos a la calle al grito de “gardyloo” (del francés “gardez l’eau”, o “cuidado con el agua”). Además, las epidemias, como la peste bubónica, dejaron su huella en el close, y los relatos sobre cómo los médicos intentaban salvar vidas con máscaras en forma de pico —un símbolo icónico de la época— forman parte de las leyendas de este lugar.
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Real Mary King´s Close |
Sin embargo, Mary King’s Close no solo es conocido por su historia, sino también por las historias sobrenaturales que lo rodean. Los visitantes y trabajadores han reportado apariciones fantasmales, especialmente de una niña llamada Annie, cuya presencia se siente en una de las habitaciones selladas. La atmósfera, combinada con las narraciones, crea una experiencia única que mezcla historia y misterio.
Es muy importante realizar la reserva con tiempo, ya que las
entradas suelen agotarse con facilidad. La página web oficial es https://bookings.realmarykingsclose.com/book.
La entrada ordinaria cuesta 22,50 £ sin posibilidad de cambiar el horario ni el
día y 25 £ para poder tener una entrada flexible. Su horario de entrada es de
09:30 a 18:00 de domingo a jueves y de 09:30 a 21:00 los viernes y sábados.
OINK
Para comer, decidí acercarme a Oink, un pequeño local ubicado en Victoria Street, famoso por sus suculentos bocadillos de cerdo asado. El lugar no tiene pretensiones: es más bien un sitio de paso, sin apenas mesas, pero lo compensa con creces por lo que ofrece. Allí, el protagonista absoluto es el cerdo cocinado lentamente durante horas hasta que queda tan tierno que se deshace al tocarlo. Lo sirven en panecillos recién horneados, y puedes elegir el tamaño (desde el pequeño "Piglet" hasta el más generoso "Grunter"), el tipo de pan y añadir alguna de sus salsas, entre las que destaca la de manzana o la barbacoa. Puedo decir que fue una de las comidas más sabrosas y reconfortantes de todo el viaje, perfecta para coger fuerzas sin perder demasiado tiempo.
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Restaurante Oink |
COCKBURN STREET/ CITY CHAMBERS
Después de una hora recorriendo los misterios y leyendas de
The Real Mary King’s Close, salí a la luz del día con el reloj marcando ya las
14:15. Era el momento perfecto para recargar energías antes de dirigirme a mi
próxima parada: la encantadora y sinuosa Cockburn Street,
una de las calles con más carácter del corazón de Edimburgo.
Esta pintoresca calle, que conecta la Royal Mile con Waverley Station, parece salida de un cuento. Diseñada en la década de 1850 como parte de la reestructuración de la Old Town, Cockburn Street rompió con la tradición de los callejones estrechos al ofrecer una vía más amplia, serpenteante y llena de carácter. Sin embargo, no perdió el encanto histórico de la zona: sus edificios victorianos, con ventanas arqueadas y tejados inclinados, abrazan el espíritu medieval de la ciudad.
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Cockburn Street |
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Gaitero Escocés en Cockburn Street |
Hoy, Cockburn Street es un lugar vibrante, perfecto para pasear y disfrutar de pequeñas tiendas independientes, galerías de arte y acogedores cafés. Si tienes tiempo, es el lugar ideal para un almuerzo ligero o una taza de café, rodeado del bullicio de la vida local. Cada rincón de esta calle parece pensado para ser fotografiado, y no es casualidad que se haya convertido en escenario de películas y series, aportando siempre ese toque mágico que caracteriza a Edimburgo.
Desde Cockburn Street, solo hay que dar unos pasos para llegar a los imponentes City Chambers, o Ayuntamiento de Edimburgo, situados justo en la Royal Mile. Este edificio, construido en el siglo XVIII, combina elegancia arquitectónica y peso histórico. Originalmente concebido como la Royal Exchange, un espacio para los comerciantes de la ciudad, se transformó en el centro del gobierno local cuando el comercio se trasladó a otras áreas.
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City Chambers |
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Cabinas Escocesas en Royal Mile |
El patio interior de los City Chambers esconde una de las sorpresas más interesantes: las estatuas de figuras clave de la ciudad y una placa que conmemora a los concejales que han trabajado por Edimburgo a lo largo de los siglos. Además, bajo el edificio se encuentran las calles selladas que conforman The Real Mary King’s Close, creando un fascinante contraste entre el Edimburgo enterrado y la majestuosidad del presente.
CANNONGATE KIRKYARD /DUNBARS CLOSE GARDENS
Después de disfrutar de un paseo por Cockburn Street,
continué mi camino hacia el este por la Royal Mile, donde me aguardaban dos
joyas históricas de Edimburgo.
Primero, me adentré en Canongate Kirkyard, el cementerio adyacente a la iglesia de Canongate Kirk. Este camposanto, establecido en el siglo XVII, es el lugar de descanso de numerosas personalidades notables, como el poeta Robert Fergusson, cuya trágica muerte a los 24 años marcó a la literatura escocesa, y Adam Smith, el padre de la economía moderna. Pasear entre sus antiguas lápidas y monumentos es sumergirse en la historia de la ciudad, donde figuras ilustres descansan en un entorno de serena quietud, rodeado por árboles frondosos y con vistas a la Old Town.
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Iglesia de Canongate Kirk |
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Cementerio Cannongate Kirkyard |
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Tumba de Adam Smith. Cementerio Cannongate Kirkyard |
A pocos pasos de allí, casi oculto a simple vista, y separada por un muro de la anterior, se encuentra Dunbar's Close Garden, un remanso de paz que contrasta con el bullicio de la Royal Mile. Ubicado en el número 137 de Canongate, este jardín es un tesoro diseñado al estilo del siglo XVII, con líneas rectas y formas geométricas que evocan los jardines formales de la época. Al cruzar el estrecho y empedrado close que conduce al jardín, uno se encuentra con elegantes parterres de arbustos recortados bajo un dosel verde de árboles. Más allá, los parterres se despliegan en pequeñas secciones, cada una con su propio carácter, ofreciendo rincones perfectos para la contemplación. Los altos muros y setos que lo rodean crean una atmósfera íntima, donde el tiempo parece detenerse.
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Dunbars Close Gardens |
Explorar estos rincones es descubrir facetas menos conocidas de Edimburgo, donde la historia y la naturaleza se entrelazan para ofrecer experiencias únicas a quienes se aventuran más allá de las rutas turísticas habituales.
PALACIO DE HOLYROOD
La siguiente parada sería uno de los lugares más emblemáticos de Edimburgo: el Palacio de Holyrood. Situado en el extremo oriental de la Royal Mile, este majestuoso edificio ha sido durante siglos la residencia oficial de los monarcas en Escocia y un testigo privilegiado de algunos de los episodios más turbulentos de la historia del país.
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Palacio de Holyrood |
Construido originalmente como un monasterio en el siglo XII, el palacio comenzó a tomar su forma actual en el siglo XVI bajo el reinado de Jacobo IV. Sin embargo, fue María Estuardo, Reina de Escocia, quien le dio a Holyrood su fama más perdurable. Aquí transcurrieron algunos de los momentos más intensos de su vida, desde su matrimonio con Lord Darnley hasta el brutal asesinato de su secretario y confidente, David Rizzio, apuñalado en sus aposentos en 1566. Aún hoy, se dice que las manchas de sangre en el suelo se resisten a desaparecer, una imagen que alimenta el aura de misterio que rodea al palacio.
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Palacio de Holyrood |
Recorrer sus salas es sumergirse en la historia de Escocia. Destaca especialmente la Gran Galería, la estancia más amplia del palacio, cuyas paredes están decoradas con retratos de los monarcas escoceses, una serie encargada por Carlos II en el siglo XVII. También son impresionantes los Aposentos de María Estuardo, un espacio íntimo y cargado de simbolismo, donde se fraguaron algunas de las intrigas políticas más dramáticas de su reinado. Desde estos aposentos, María habría presenciado impotente el ataque a Rizzio, un episodio que marcaría su caída en desgracia y su posterior exilio.
A lo largo de los siglos, Holyrood ha mantenido su función como residencia real en Escocia, aunque su uso ha evolucionado. En el siglo XVII, con la unificación de las coronas de Inglaterra y Escocia bajo Jacobo VI, la corte se trasladó a Londres, y Holyrood perdió parte de su relevancia política. Sin embargo, el palacio siguió siendo un símbolo del poder monárquico en Escocia y, con el tiempo, recuperó su importancia ceremonial. Hoy en día, es la residencia oficial del monarca británico en Escocia y se utiliza principalmente como residencia de verano, cuando la familia real visita Edimburgo. Cada año, durante la Semana de Holyrood, el rey recibe a dignatarios y participa en eventos oficiales en los jardines del palacio.
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Palacio de Holyrood |
Justo al lado del palacio, las ruinas de la abadía de Holyrood se alzan como un testimonio melancólico del esplendor medieval de Escocia. Fundada en 1128 por David I, la abadía fue un centro religioso clave durante siglos, albergando coronaciones y bodas reales. Sin embargo, los estragos de la Reforma Protestante y el paso del tiempo la redujeron a lo que hoy vemos: un esqueleto de piedra majestuoso, donde los arcos góticos y las columnas desgastadas parecen desafiar al viento y la lluvia de Edimburgo. Caminar entre sus ruinas, con el cielo gris asomando entre los ventanales sin vidrieras, es una experiencia que transporta a otra época, evocando la grandeza perdida de la Escocia medieval.
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Abadía de Holyrood |
Holyrood, con su palacio, su abadía y sus rincones menos conocidos, es un lugar donde la historia de Escocia cobra vida.
Al igual que en el castillo o en Real Mary King´s Close,
este sería el tercer monumento de la capital escocesa donde creo que es
importante realizar la reserva con antelación en su página web oficial: https://www.rct.uk/visit/palace-of-holyroodhouse#book_tickets.
La entrada para adultos cuesta 21 £ y en este caso no es necesario fijar una
franja horaria, se puede acceder a lo largo del día que se elija para
visitarlo. Su horario es de 09:30 a 18:00, siendo las 16:30 la hora máxima de
admisión.
PARLAMENTO ESCOCÉS
Dejando atrás la historia monárquica de Holyrood, me dirigí a un edificio que representa la Escocia moderna: el Parlamento Escocés. Su arquitectura de líneas vanguardistas contrasta con la tradición de la Royal Mile, marcando el presente y el futuro político del país. Diseñado por el arquitecto español Enric Miralles, su construcción comenzó en 1999 y finalizó en 2004, convirtiéndose en la sede del Parlamento tras la devolución del gobierno a Escocia.
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Parlamento Escocés |
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Parlamento Escocés |
Lo mejor de todo es que su visita es gratuita y puede hacerse tanto por libre como en visita guiada. Para quienes prefieran recorrerlo a su propio ritmo, hay paneles informativos que explican la historia del Parlamento y la arquitectura del edificio, además de una pequeña exposición interactiva. Se permite el acceso a algunas de las áreas más representativas, incluyendo el vestíbulo, la Cámara de Debate (siempre que no haya sesión privada) y las galerías con vistas al hemiciclo. En mi caso tendría la suerte de ser testigo de un pleno público viendo como un diputado exponía ante la cámara sus argumentos respecto a los beneficios que traía consigo determinadas medidas energéticas. Lo único que no permitieron realizar fotografías debido a esta intervención. Sí podría hacerlas de otras salas.
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Parlamento Escocés |
El horario de apertura es de lunes a sábado de 10:00 a 17:00 (último acceso a las 16:30). También existe la opción de realizar una visita guiada gratuita de una hora de duración, disponible los lunes, viernes y sábados en períodos de sesiones parlamentarias, y de lunes a sábado cuando el Parlamento no está en sesión. Para esta última opción, es recomendable reservar con antelación en la web oficial. Yo la haría por libre.
Además, para quienes tengan interés en la política escocesa,
es posible asistir a las sesiones parlamentarias, que tienen lugar de martes a
jueves. Destaca la sesión de Preguntas
al Primer Ministro los jueves a las 12:00, en la que se abordan
cuestiones de actualidad.
Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio es una
obra singular. Su diseño se inspira en el paisaje escocés y en la idea de
integración con la naturaleza, con formas curvas y materiales como la piedra, la
madera y el hormigón. Miralles buscó que la construcción "emergiera de la
tierra", algo visible en sus estructuras en forma de hoja y en los
jardines elevados que rodean el complejo.
CALTON HILL
Después de mi visita al Parlamento Escocés, me dirigí hacia el norte, hacia la colina más famosa de Edimburgo: Calton Hill. Esta colina es famosa por sus impresionantes vistas panorámicas de la ciudad, pero también por ser el hogar de varios monumentos históricos de gran relevancia. Sin embargo, antes de subir hasta la cima, decidí comenzar mi recorrido visitando algunos puntos históricos justo por debajo de la misma.
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Monumento a Stewart y Edimburgo desde Calton Hill |
El Cementerio Antiguo, situado al pie de Calton Hill, alberga las tumbas de figuras clave en la historia de Escocia. Uno de los puntos más destacados es la tumba de David Hume, el filósofo que dejó una huella imborrable en la Ilustración escocesa. Su tumba, sencilla pero solemne, es una de las más visitadas del cementerio. Además, en este cementerio se encuentra el monumento a Abraham Lincoln, erigido en 1849 como tributo de los escoceses al presidente estadounidense por su lucha contra la esclavitud.
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Tumba de David Hume y Monumento a Abraham Lincoln |
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Cementerio Antiguo |
Con estos puntos de interés visitados, emprendí el ascenso hacia Calton Hill, el corazón de la zona. Desde aquí se pueden apreciar unas vistas panorámicas de la ciudad y de los monumentos que la adornan:
Monumento Nacional de Escocia: Erigido en 1822, este monumento tiene la intención de rendir homenaje a los escoceses caídos durante las Guerras Napoleónicas. Su diseño, inspirado en el Partenón de Atenas, es imponente, aunque nunca fue completado debido a la falta de fondos, lo que le confiere una apariencia inacabada que resalta aún más su singularidad.
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Monumento Nacional de Escocia. Calton Hill |
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Edimburgo desde Calton Hill |
Monumento a Nelson: Este obelisco de 35 metros de altura, inaugurado en 1816, se dedica a Horatio Nelson, el almirante británico famoso por su victoria en la Batalla de Trafalgar. Desde la cima del monumento, las vistas de Edimburgo son espectaculares, lo que lo convierte en uno de los puntos más visitados de la colina. Lástima que lo estén restaurando en este momento.
Observatorio de la Ciudad: Fundado en 1818, el observatorio fue un centro clave para estudios astronómicos y meteorológicos. Aunque ya no se utiliza con fines científicos, su arquitectura sigue siendo una joya que atrae a los turistas. Su ubicación en la cima de la colina, rodeado de un entorno natural, ofrece una sensación de paz y reflexión.
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Observatorio. Calton Hill |
Monumento a Dugald Stewart: Inaugurado en 1831, este monumento honra a Dugald Stewart, uno de los más importantes filósofos de la Ilustración escocesa. De estilo neoclásico, el monumento ofrece unas vistas impresionantes de la ciudad, y su ubicación en la colina lo convierte en una parada obligatoria para quienes disfrutan de la historia y la filosofía escocesa.
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Monumento a Stewart y Edimburgo desde Calton Hill |
Desde lo alto de Calton Hill, la vista de Edimburgo era absolutamente impresionante. La ciudad se desplegaba ante mis ojos, con sus calles serpenteantes y su arquitectura única. El Castillo de Edimburgo, imponente, dominaba la escena, mientras que las colinas de los Pentlands y el mar del Norte se alcanzaban a distinguir en el horizonte. El río Forth se extendía hacia la lejanía, y todo el conjunto, entre naturaleza y ciudad, tejía una postal irrepetible de la capital escocesa.
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Monumento a Stewart y Edimburgo desde Calton Hill |
Era el lugar perfecto para detenerse, disfrutar del momento y reflexionar sobre todo lo que había visto. Edimburgo, con su magia particular, se veía aún más majestuosa desde allí, como si el tiempo se hubiera detenido. Después de esta panorámica tan evocadora, decidí que era hora de bajar hacia el centro de la ciudad para poner el broche final al día.
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Arthur´s Seat desde Calton Hill |
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Royal Mile |
BURGERS AND BEERS GRILLHOUSE
Con el aire fresco del anochecer me dirigí a cenar a Burgers and Beers Grillhouse, buscando un rincón acogedor donde relajarme y disfrutar de una buena pinta acompañada de una hamburguesa bien hecha. El ambiente informal del local, con su decoración de madera y luz tenue, ofrecía el lugar perfecto para poner el broche final a un día intenso. Las hamburguesas, jugosas y sabrosas, destacan por la calidad de la carne y las combinaciones originales, y el servicio, ágil y amable, redondeó una cena sencilla pero satisfactoria.
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