PORTUGAL CENTRAL - DIA 04. Cascais y Estoril

20 de Abril de 2025.

¡Qué rápido pasa el tiempo cuando este se disfruta! Y es que, sin apenas darnos cuenta, ya había llegado el último día de nuestra escapada por tierras portuguesas. Esta mañana, mis amigos me dejarían en Cascais, y mientras ellos se ponían en ruta hacia Madrid por carretera, yo aprovecharía las horas que me quedaban en Portugal para explorar dos lugares emblemáticos de la costa portuguesa: Cascais y Estoril, antes de tomar mi vuelo de regreso a Madrid a las diez de la noche.

CASCAIS

Desde Serra d'El-Rei, el trayecto hasta Cascais tomaría entre 40 y 50 minutos. Después de la despedida de mis amigos, comencé a explorar esta encantadora localidad por mi cuenta, conocida por su historia y su vibrante ambiente junto al mar.

Cascais ha sido un importante puerto pesquero desde la Edad Media, pero su fama creció a partir del siglo XIX, cuando se convirtió en refugio de la nobleza y la alta sociedad portuguesa. El rey Luis I eligió esta villa como su lugar de veraneo, y desde entonces, su arquitectura y ambiente se vieron marcados por influencias reales y extranjeras. Hoy, Cascais conserva ese aire aristocrático en sus calles, pero también destaca por su vibrante vida cultural y su conexión con el mar. Además, su proximidad a Lisboa la ha convertido en un popular destino turístico, sin perder su esencia histórica.

BOCA DO INFERNO

Como mi intención era visitar también Estoril, situada al este, decidí comenzar mi recorrido por Cascais desde su punto más occidental. De esta manera, evitaría tener que retroceder y aprovecharía mejor el tiempo sin cansarme demasiado.

Por ello mi primera visita estaría destinada a conocer la Boca del Infierno, una de las formaciones naturales más impactantes de la costa de Cascais. Este curioso nombre se debe al estruendo que producen las olas al estrellarse contra las rocas en días de fuerte viento, creando una especie de rugido que evoca una escena mítica. A medida que me acercaba, el sonido del mar chocando contra las rocas se volvía más fuerte, y la vista del océano rompiendo violentamente contra los acantilados me dejó impresionado. La fuerza de la naturaleza se siente de manera palpable en este lugar, donde el mar parece tener una energía imparable que ha esculpido la roca a lo largo de siglos.

Boca do Inferno. Cascais

Costa de Cascais

CASA DE SANTA MARÍA Y FARO DE SANTA MARTA

La Casa de Santa María, construida a finales del siglo XIX, es un claro ejemplo de la influencia de la aristocracia portuguesa en la arquitectura de la época. Situada cerca del Faro de Santa Marta, esta villa de estilo tradicional portugués ofrece una panorámica impresionante del océano. A lo largo de su historia, la casa ha sido testigo de la evolución de la zona, pasando de ser una residencia privada a convertirse en un espacio cultural que refleja la belleza de Cascais.

Casa de Santa María y Faro de Santa Marta. Cascais

Casa de Santa María y Faro de Santa Marta. Cascais

El Faro de Santa Marta, erigido en 1868, ha sido un punto clave para la navegación en la costa portuguesa, guiando a los barcos con su luz hasta el día de hoy.

Desde las cercanas escaleras que descienden hacia la costa, se puede capturar una vista preciosa del faro y la Casa de Santa María, con el océano de fondo y las rocas que rodean la zona. Es una de las fotografías más icónicas de Cascais, que muestra la armonía entre la arquitectura y el paisaje natural de la región.

PLAYA DE SANTA MARTA Y MARINA DE CASCAIS

La Playa de Santa Marta, pequeña y pintoresca, se encuentra justo a los pies del Faro de Santa Marta. Es una de las playas más tranquilas de Cascais, ideal para disfrutar del mar en un entorno algo más apartado del bullicio del centro. A su lado, la Marina de Cascais, uno de los puertos deportivos más importantes de Portugal, ofrece una vista completamente diferente: lujosos yates, restaurantes de moda y un ambiente vibrante que atrae tanto a locales como a turistas. La cercanía entre ambas hace que sea fácil disfrutar de la calma de la playa y, a pocos minutos a pie, de la actividad de la marina, donde la tradición pesquera de Cascais se mezcla con el turismo náutico. La transición entre ambos lugares es una de las características que define la identidad de este rincón costero, fusionando lo natural con lo moderno en una pequeña franja de tierra.

Marina de Cascais

Marina de Cascais

CIUDADELA NOSSA SENHORA DA LUZ

Continuando con mi recorrido, me dirigí hacia la Fortaleza Nossa Senhora da Luz, una de las construcciones más emblemáticas de Cascais. Erigida en el siglo XVI para proteger la costa de los ataques de piratas, la fortaleza ofrece unas vistas impresionantes del océano. En el mismo complejo se encuentra el Palacio Presidencial de Cascais, que fue residencia real antes de convertirse en la residencia de varios presidentes portugueses. El palacio, de estilo neoclásico, fue construido a finales del siglo XIX y servía como residencia de verano para la familia real portuguesa, especialmente durante el reinado de Carlos I. En 1910, con la proclamación de la República, el palacio pasó a ser propiedad del estado y, desde entonces, ha sido utilizado como residencia presidencial. El palacio conserva varias de sus características originales, como los muebles y las pinturas que adornan sus paredes. Tuve la oportunidad de recorrer su interior, donde pude admirar sus elegantes salas decoradas con muebles antiguos y detalles arquitectónicos refinados. Las vistas desde el palacio, junto con la muralla de la fortaleza, hacen de este lugar un punto clave para entender la historia política y militar de Cascais. Aunque la fortaleza en sí también tiene su propio atractivo, el interior del palacio, con su arquitectura y decoración, fue una de las partes más destacadas de mi visita.

Ciudadela Nossa Senhora da Luz. Cascais

Ciudadela Nossa Senhora da Luz. Cascais

PARQUE MARISCAL CARMONA

Pronto llegaría hasta el Parque Mariscal Carmona, un bonito espacio verde en el centro de Cascais, que alberga varios monumentos de interés. Uno de ellos es la Capilla de San Sebastián, construida en el siglo XVIII. Con una fachada sencilla y un interior modesto, refleja el estilo tradicional de las capillas rurales portuguesas.

Parque Mariscal Carmona. Cascais

A pocos pasos, se encuentra el Museo Condes de Castro Guimarães, ubicado en un elegante edificio de principios del siglo XX que fue residencia de una familia aristocrática. Este museo alberga una rica colección de arte, con pinturas, mobiliario y objetos de gran valor histórico. Aunque no tuve tiempo para recorrer el interior, me detuve a admirar la fachada del edificio, que destaca por su belleza y la forma en que se integra con el entorno del parque.

Palacio de los Condes de Castro Guimarães. Cascais

CASCO ANTIGUO

Continué mi recorrido por Cascais con una visita a la Casa das Histórias Paula Rego, uno de los espacios culturales más interesantes de la localidad. Aunque no accedí al interior, el edificio en sí, diseñado por el prestigioso arquitecto Eduardo Souto de Moura, ya merece una parada. Sus volúmenes geométricos de color rojo intenso, casi escultóricos, contrastan con el entorno y ofrecen una primera pincelada del carácter artístico que envuelve la ciudad.

Casa das Histórias Paula Rego. Cascais

Desde allí, me dirigí hacia el casco antiguo para conocer la Iglesia de la Asunción, uno de los templos más importantes de Cascais. Construida en el siglo XVI y reformada en el XVIII, esta iglesia barroca se distingue por su interior ricamente decorado, en especial su altar mayor y los típicos azulejos portugueses que cubren las paredes laterales. Su sobriedad exterior contrasta con la calidez y el detalle de su interior, ofreciendo un momento de recogimiento en plena actividad urbana.

Iglesia de la Asunción. Cascais

Centro Histórico. Cascais

Mi paseo me llevó luego a la animada Plaza 5 de Octubre, uno de los corazones sociales y simbólicos de la villa. Además de ser un excelente lugar para descansar y observar la vida local, allí se encuentra el Monumento a los Descubrimientos, que rinde homenaje al importante papel de Cascais en la expansión marítima portuguesa. Muy cerca, el elegante Palacio Seixas, antigua residencia de verano de la nobleza, asoma sobre el puerto con su aire señorial, añadiendo un toque aristocrático al perfil costero de la ciudad.

Plaza 5 de Octubre. Cascais

Monumento a los Descubrimientos. Cascais

Playa da Ribeira y Palacio Seixas. Cascais

Continué en dirección a la Plaza Luís de Camões, uno de los espacios más dinámicos y concurridos del centro histórico. Repleta de terrazas, bares y pequeños comercios, esta plaza vibra con un ambiente relajado pero vibrante, especialmente en los días soleados. Es el lugar perfecto para hacer una pausa, tomar algo o simplemente observar el ritmo cotidiano de Cascais.

Plaza Luis de Camoes. Cascais

Desde allí, seguí caminando hasta alcanzar la Alameda dos Combatentes da Grande Guerra, un paseo sobrio y arbolado que recuerda a los soldados portugueses caídos durante la Primera Guerra Mundial. Este espacio ofrece un contraste sereno con el bullicio de otras zonas del centro, invitando a una caminata tranquila y a la reflexión.

Por último, me dejé llevar por las calles del centro histórico, entre fachadas coloridas, calzadas de piedra y tiendas tradicionales. Las estrechas travesías y avenidas como la Rua Frederico Arouca o la Rua da Misericórdia conservan ese encanto de villa marinera que, a pesar del turismo, Cascais ha sabido preservar.

Centro Histórico. Cascais

PLAYAS

Una vez terminado mi recorrido por el centro histórico, decidí dirigirme a las playas cercanas. La Playa de la Ribeira, con su encanto pintoresco y su proximidad al puerto, fue mi primera parada. Después, me dirigí a la Playa Rainha y la Playa Duquesa, dos playas muy agradables, donde el ambiente turístico se mezcla con el encanto local. Justo en esta zona, se encuentra el Palacio Duques de Palmela, un edificio neoclásico cuya imponente fachada me impresionó, y que representa el esplendor de la nobleza portuguesa en la ciudad.

Playa da Rainha. Cascais

Playa Hotel - Café Atelier Albatroz. Cascais

Fue aquí, en la Playa Duquesa, donde la línea costera comenzó a llevarme más allá de Cascais, hacia el próximo destino: Estoril.

ESTORIL

Como decía, continué mi recorrido por el paseo marítimo que enlaza Cascais y Estoril, una de las rutas más agradables para caminar junto al mar. A medida que avanzaba, el paisaje costero mantenía su encanto, pero se volvía más sereno y ordenado. La brisa del océano y la cercanía constante del agua hacían del trayecto una experiencia sumamente placentera.

Al llegar a las inmediaciones de la Playa de Tamariz, me llamó la atención una construcción que parece sacada de un cuento: el Forte da Cruz, una pequeña fortaleza con torres almenadas que se asienta en una esquina del arenal, casi tocando el mar. Esta estructura histórica, construida en el siglo XVII para defender la costa, añade un toque pintoresco al paseo y marca simbólicamente la transición entre Cascais y Estoril.

Playa de Tamariz y Forte da Cruz. Estoril

Costa de Estoril

Desde allí, me desvié ligeramente del paseo marítimo para acercarme al Hotel Palacio de Estoril, uno de los alojamientos más emblemáticos de Portugal. Inaugurado en 1930, este majestuoso edificio de estilo clásico ha sido testigo de importantes capítulos de la historia del país. Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió de refugio a miembros de la realeza, diplomáticos y figuras de la inteligencia internacional. Su imponente fachada y su entorno cuidado transmiten aún hoy la elegancia que lo ha caracterizado desde sus inicios.

Hotel - Palacio de Estoril

Unos pasos más adelante, llegué al Casino de Estoril, otra institución clave en la identidad de la localidad. Abierto desde 1931, este casino no solo es uno de los más antiguos de Europa, sino también uno de los más cargados de historia. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue un lugar de encuentro para espías, aristócratas y personajes influyentes de la época, y su atmósfera inspiró al escritor Ian Fleming para crear Casino Royale, la primera novela de James Bond. Hoy, el edificio conserva ese aire sofisticado que lo convierte en un símbolo de Estoril.

Casino de Estoril

El recorrido entre Cascais y Estoril a pie no es largo; se puede hacer en aproximadamente 30 minutos, disfrutando de la caminata por el paseo marítimo que conecta ambos destinos. No es un trayecto exigente, ya que la costa acompaña todo el camino, ofreciendo un ambiente relajado y sin prisa.

Al llegar a Estoril, decidí tomar el tren en la estación local para regresar a Lisboa. En solo treinta minutos de trayecto, llegué a la capital portuguesa, bajando en la estación de Cais do Sodré, ubicada en pleno centro de la ciudad.

LISBOA

Desde allí, decidí caminar por el agradable paseo que discurre junto al Tajo, siguiendo el ritmo pausado de la tarde lisboeta. Mi destino era la Praça do Comércio, uno de los lugares más emblemáticos de Lisboa. Regresaba a ella después de doce años, y la encontré más hermosa que nunca. La gran explanada se abría limpia y luminosa frente al río, completamente despojada de los andamios que en mi anterior visita cubrían tanto la escultura ecuestre de José I como el majestuoso Arco da Rua Augusta. Paseé sin prisas por la plaza, disfrutando de su amplitud y de la calma que la envolvía. Finalmente, me senté en las escaleras situadas junto al río, cerca de las emblemáticas columnas del Cais das Colunas, dejando pasar el tiempo mientras observaba las aguas del Tajo.

Muelle de las Columnas. Lisboa

Plaza del Comercio. Lisboa

Allí permanecí un buen rato, dejando que el ambiente me envolviera una vez más, hasta que llegó el momento de marcharme. Me dirigí entonces a la estación de Terreiro do Paço, donde tomé la Línea Azul del metro e hice transbordo en la estación São Sebastião a la Línea Roja, que me llevó directamente al Aeropuerto de Lisboa. El recorrido fue cómodo y eficiente, y me permitió llegar sin contratiempos para tomar mi vuelo de regreso a Madrid, concluyendo así otro inolvidable viaje por Portugal.


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