1 y 2 de Noviembre de 2024.
En 2005 tuve la oportunidad de conocer, por primera vez, los lugares que describo a continuación. Me gustaron tanto que supe desde entonces que algún día regresaría, y tras casi veinte años, ese momento por fin había llegado. Aprovechando que mis amigos Laura y Jose querían descubrir alguna zona de España con especial relevancia histórica, me pareció el momento perfecto para volver a la parte más occidental de La Rioja. Una tierra que encierra algunas de las raíces más profundas de nuestra historia: desde el panteón de los reyes navarros hasta la cuna del castellano, por citar solo dos ejemplos.
Como se puede comprobar, hago referencia a una zona bastante amplia dentro de la Comunidad Autónoma, ya que los lugares que aparecen a continuación pertenecen a distintas regiones de La Rioja. Por eso me ha parecido adecuado agruparlos bajo un epígrafe más genérico. Aun así, las distancias entre ellos no son grandes y es perfectamente posible recorrerlos todos en dos días, o en tres si se prefiere un ritmo más pausado.
Esta ruta no es una réplica exacta del viaje que hice en 2005, aunque mantiene la esencia de aquel primer contacto con la región. En este diario trataré lugares que visité entonces, como Nájera, Santo Domingo de la Calzada y los monasterios de Yuso y Suso, que son, sin duda, los enclaves más importantes de esta zona, así como otros, como Cañas, Valvanera y Anguiano, que también formaron parte de aquel viaje y merecen ser incluidos por su valor histórico y cultural, aunque no los recorrí en esta última escapada.
Por otro lado, localidades como Briones y Cuzcurrita del Río Tirón, que en esta ocasión vinieron a sustituir a algunos de aquellos enclaves visitados en 2005, como Valvanera, no los trataré aquí al estar incluidos en el diario dedicado a la Rioja Alta, con el fin de mantener cada recorrido bien diferenciado.
Dicho esto, es el momento de descubrir, uno a uno, los lugares que componen esta ruta por el occidente riojano.
MONASTERIOS DE YUSO Y SUSO
En el centro de La Rioja Verde, rodeado de bosques y montañas, se yergue el conjunto monumental de San Millán de la Cogolla, formado por los monasterios de Yuso y Suso, declarados Patrimonio de la Humanidad.
Para visitar el Monasterio de Suso es imprescindible reservar con antelación, ya que el acceso está limitado y solo se puede subir en un microbús oficial que parte desde el aparcamiento del Monasterio de Yuso. No se puede subir en coche privado. Las visitas son guiadas obligatoriamente, y conviene estar allí con un poco de tiempo, ya que los grupos se organizan según los horarios disponibles. Lo más cómodo es hacer la reserva online en la web de la Fundación San Millán, donde también están los horarios actualizados, o por teléfono.
En cuanto a Yuso, no fue necesario reservar con antelación (aunque eso puede cambiar en momentos de mucha afluencia), y también la visita fue guiada, de aproximadamente una hora. Hay bastantes turnos a lo largo del día, pero igualmente recomiendo consultar antes la web para asegurarse de los horarios y días de apertura, ya que pueden variar según la temporada o si hay algún acto religioso.
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Monasterio de Yuso |
En ambos casos, las explicaciones de los guías fueron muy completas, y el personal muy correcto. Al terminar, se puede aprovechar para entrar en la tienda, tomar algo en el bar cercano o simplemente pasear por el entorno, que es muy tranquilo.
Ya desde la subida a Suso, uno nota que no va a visitar un lugar cualquiera. El entorno natural es sobrecogedor, y al llegar arriba, lo primero que impacta es lo pequeño que es este monasterio, especialmente si se le compara con el de Yuso. Pero ahí radica también su esencia: Suso es la semilla. Sus orígenes se remontan al siglo VI, cuando un joven pastor de Berceo, Emiliano o Millán, decidió retirarse a una cueva para llevar vida eremítica. Sobre esa cueva se levantó, primero, un pequeño cenobio visigodo que con el paso de los siglos iría evolucionando. Lo que hoy se visita es el resultado de esa transformación, un lugar donde se superponen estilos visigodo, mozárabe y románico, y donde cada rincón rezuma historia.
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Monasterio de Suso |
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Monasterio de Suso |
Entre sus espacios más significativos están precisamente la cueva original del santo, así como su tumba excavada en roca. También destacan los sepulcros de los Siete Infantes de Lara, cuyas leyendas forman parte del imaginario medieval. Todo allí es sobrio, recogido, casi en penumbra. Es un lugar que invita al recogimiento, a pensar en los orígenes.
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Monasterio de Suso |
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Monasterio de Suso |
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Monasterio de Suso |
Y entre esos orígenes, uno de los más importantes para nuestra cultura es el nacimiento del castellano. Fue aquí, en este monasterio, donde el monje Gonzalo de Berceo, ya en el siglo XIII, escribió los primeros versos en lengua romance, alejándose del latín y dándole cuerpo a un idioma que acabaría siendo una de las lenguas más habladas del mundo. Berceo vivió en el monasterio de Yuso, pero los glosarios que dan testimonio del paso del latín al romance —las llamadas Glosas Emilianenses— fueron anotaciones manuscritas realizadas en Suso siglos antes, probablemente en el siglo X. Son consideradas el primer testimonio escrito del castellano y también del euskera.
Desde el monasterio de Suso, situado en lo alto, bajaríamos caminando por un sendero que atraviesa un frondoso bosque, en un recorrido de aproximadamente veinte minutos que conecta ambos cenobios. Esta ruta permite disfrutar de la belleza natural de La Rioja Verde mientras se desciende hacia Yuso, lugar que ofrece una experiencia monumental diferente pero igual de impresionante.
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Bosque entre Suso y Yuso |
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Monasterio de Yuso |
El monasterio de Yuso, ubicado en el valle y a menor altitud que Suso, es una joya monumental que refleja la evolución histórica y artística de varios siglos. Su arquitectura es un fiel testimonio de la mezcla de estilos que se fueron superponiendo a lo largo del tiempo: desde elementos románicos hasta el barroco más exuberante, pasando por el gótico y el renacentista. Esta diversidad hace de Yuso un lugar de gran riqueza visual y cultural.
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Monasterio de Yuso |
Al llegar a Yuso, lo primero que llama la atención es su imponente fachada barroca, con una portada profusamente decorada que invita a adentrarse en un mundo de espiritualidad y arte. La iglesia, amplia y luminosa, conserva un bello retablo mayor y numerosas capillas laterales, con importantes detalles artísticos que merecen una mirada detenida. El juego de luces y sombras dentro del templo crea una atmósfera recogida que acompaña perfectamente la visita.
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Monasterio de Yuso |
El claustro de Yuso es un ejemplo magnífico de arquitectura monástica que combina funcionalidad y belleza. Construido en estilo renacentista, presenta una estructura cuadrada con galerías que rodean un jardín interior. Sus arcos de medio punto, sostenidos por columnas de fuste liso, crean un juego de luces y sombras que invita a la meditación y el recogimiento. Además, en las galerías se encuentran detalles escultóricos y ornamentos que reflejan la importancia cultural y espiritual del monasterio. Este claustro no solo servía como lugar de paseo para los monjes, sino también como espacio de encuentro y estudio, siendo un núcleo vital para la vida comunitaria.
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Claustro. Monasterio de Yuso |
Otro de los espacios más destacados es el coro, que alberga una sillería tallada en madera con un trabajo artesanal exquisito, reflejo de la maestría de los artesanos de la época. La sacristía, por su parte, guarda objetos litúrgicos de gran valor y belleza, testigos mudos de los rituales y ceremonias que han tenido lugar durante siglos.
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Sacristía. Monasterio de Yuso |
Además, entre los valiosos documentos conservados se encuentran los cantorales, grandes códices musicales que reflejan la riqueza cultural y espiritual de Yuso y su papel como centro de la tradición litúrgica medieval.
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Cantorales. Monasterio de Yuso |
Pero quizás el mayor tesoro de Yuso sea su biblioteca, que contiene una impresionante colección de manuscritos, códices y documentos antiguos que narran la historia no solo del monasterio sino de la región y de España en general. Entre estos fondos destaca la obra de Gonzalo de Berceo, el primer poeta conocido en lengua castellana, quien vivió y escribió en este monasterio. Sus versos marcaron un antes y un después en la literatura española, ya que abandonaron el latín, hasta entonces lengua única de la cultura y la religión, para acercarse a la lengua popular y al pueblo.
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Monasterio de Yuso |
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Monasterio de Yuso |
La tumba de Berceo se encuentra dentro del monasterio y es un punto de gran interés para quienes valoran la historia literaria y cultural. Visitar Yuso no solo es un paseo por la historia del arte y la arquitectura religiosa, sino también una inmersión en las raíces lingüísticas y culturales de España.
NÁJERA
Esta histórica localidad que tiene su origen en los tiempos prehistóricos fue importante hito para romanos y musulmanes, y durante los siglos X y XI se convirtió en corte del Reino Nájera – Navarra. En 1030, uno de los reyes navarros, Sancho III el Mayor, desvió el trazado del Camino de Santiago para hacerlo pasar por la ciudad riojana. Es por tanto un imprescindible en cualquier ruta por el occidente de La Rioja.
El monumento más destacado de la ciudad es, sin duda, el Monasterio de Santa María la Real. Este conjunto monumental, declarado Bien de Interés Cultural, refleja una mezcla única de estilos arquitectónicos que se fueron sucediendo a lo largo de los siglos, desde el románico hasta el gótico y el renacentista. Fundado en el siglo XI por orden de Sancho III, el monasterio fue el panteón de los reyes navarros, lo que le añade un valor histórico de primer nivel.
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Santa María la Real de Nájera |
La iglesia del monasterio es un espacio majestuoso, con una planta basilical que impresiona por su equilibrio y armonía. En su interior destacan los capiteles románicos tallados con motivos bíblicos y figuras simbólicas, que hablan de la rica iconografía medieval. La luz que entra por sus vitrales colorea suavemente el templo, creando una atmósfera serena y espiritual.
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Santa María la Real de Nájera |
Merece especial atención la capilla de la Virgen de la Cueva, una imagen muy venerada que tiene su origen en una leyenda sobre una aparición en una cueva cercana. Esta Virgen es símbolo de protección y devoción para Nájera, y su capilla, sencilla pero llena de significado, forma parte esencial del patrimonio espiritual del monasterio.
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Virgen de la Cueva. Santa María la Real de Nájera |
Uno de los espacios más emblemáticos del monasterio es el Claustro de los Caballeros. Construido en el siglo XVI, es un ejemplo sobresaliente del renacimiento español, con elegantes arcos y columnas que enmarcan un jardín interior. Este claustro servía como lugar de paseo y reflexión para los monjes y los caballeros que protegían el cenobio.
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Claustro. Santa María la Real de Nájera |
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Claustro. Santa María la Real de Nájera |
Pero el verdadero tesoro es el Panteón Real, el lugar de descanso de numerosos monarcas navarros y riojanos que marcaron la historia medieval de la península. Aquí reposan, entre otros, Sancho III el Mayor (también conocido como “el Grande”), rey que unificó gran parte de la península Ibérica en el siglo XI, impulsando la expansión del Reino de Navarra y sentando las bases del futuro Reino de Castilla.
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Panteón Reyes Navarros. Santa María la Real de Nájera |
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Panteón Reyes Navarros. Santa María la Real de Nájera |
Junto a él están enterrados García Sánchez III, su hijo, quien continuó la política expansionista y fortaleció el reino, y Sancho IV Garcés, conocido por su defensa de los territorios frente a las invasiones musulmanas. También descansan aquí otros reyes y nobles como Ramiro Garcés y Fortún Sánchez, que jugaron papeles clave en la historia regional.
Los sepulcros están ricamente decorados con relieves, escudos heráldicos y símbolos religiosos que recuerdan la importancia y el poder de estas figuras. El panteón no es solo un espacio funerario, sino un verdadero testimonio de la política, la religión y la cultura medieval de la zona.
Finalmente, el coro del monasterio merece una atención especial. Ubicado en el interior de la iglesia, es un espacio cuidadosamente diseñado y tallado con una sillería de madera que representa una auténtica obra maestra del arte religioso. Cada asiento está finamente decorado con motivos escultóricos, desde figuras bíblicas hasta escenas de la vida monástica, que muestran la habilidad y el detalle con que trabajaron los artesanos.
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Coro. Santa María la Real de Nájera |
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Coro. Santa María la Real de Nájera |
Este coro no es solo un lugar funcional para la liturgia y los oficios religiosos, sino también un símbolo del poder espiritual y artístico del monasterio. Su diseño facilita la acústica para el canto gregoriano, esencial en la vida monástica, y refleja la devoción y disciplina de los monjes que habitaban este lugar.
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Detalle Coro.Santa María la Real de Nájera |
La visita al coro solo puede realizarse mediante guía, lo que permite a los visitantes comprender la importancia de este espacio y apreciar los detalles artísticos y simbólicos que, de otra forma, pasarían desapercibidos. Es un punto culminante de la visita que conecta la historia, el arte y la espiritualidad del monasterio.
Otro importante lugar en Nájera sería la iglesia de la Santa Cruz, aunque menos conocida que el Monasterio de Santa María la Real. Su origen se remonta al siglo XI, y fue construida fuera del recinto amurallado, en lo que entonces era un barrio extramuros. Su nombre alude a una cruz que, según la tradición, marcaba el lugar donde se apareció la Virgen a un pastor, hecho vinculado a la posterior fundación del monasterio.
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Parroquia de la Santa Cruz. Nájera |
En el interior, destaca una nave única con bóveda de crucería y un retablo mayor de estilo barroco, que preside el ábside. El retablo alberga imágenes de santos y escenas de la vida de Cristo. También se conservan interesantes elementos decorativos en piedra y madera, fruto de distintas fases constructivas.
Después tal vez lo interesante es pasear por la ribera del río Najerilla y atravesar su puente, transitar por la calle Mayor y sus plazas, así como algún que otro templo de menor importancia como San Miguel o Santa Elena.
SANTO DOMINGO DE LA CALZADA
A orillas del río Oja y señalada en el paisaje por la alta torre barroca de su catedral, se alza Santo Domingo de la Calzada, otra importante parada en esta zona de La Rioja. Relevante población jacobea, se la ha llegado a llamar “la Compostela riojana”, surgiendo a mediados del siglo XI por empeño personal del santo del mismo nombre para dar refugio a los cada vez más numerosos peregrinos que se dirigían a Santiago.
No cabe duda que es su Catedral lo que más destaca dentro de la pequeña ciudad. Del primitivo templo románico, que se comenzó a construir en 1158, se conservan los ábsides, parte de la fachada principal y una original y espaciosa girola de peregrinaciones. El resto de la construcción pertenece a distintas ampliaciones llevadas a cabo entre los siglos XV y XVIII, en estilos gótico, renacentista y barroco.
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Catedral del Salvador. Santo Domingo de la Calzada |
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Catedral del Salvador. Santo Domingo de la Calzada |
Su torre exenta (separada del edificio principal) es uno de los elementos distintivos de la Catedral de Santo Domingo, debido a las dificultades del terreno para construirla. De estilo barroco, fue construida en el año 1762 y gracias a sus setenta metros de altura se convirtió en la más alta de toda La Rioja, pudiéndose disfrutar de unas vistas excepcionales desde lo más alto.
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Torre Catedral del Salvador. Santo Domingo de la Calzada |
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Santo Domingo de la Calzada desde Torre de la Catedral |
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Santo Domingo de la Calzada desde Torre de la Catedral |
El interior del templo guarda numerosos tesoros artísticos entre los que destacan el retablo mayor plateresco y el mausoleo del Santo. Este último consta de una escultura yacente románica, una de las mejores de su género, y de un templete de alabastro tardo – gótico.
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Retablo Catedral del Salvador. Santo Domingo de la Calzada |
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Mausoleo Santo Domingo. Catedral del Salvador. Santo Domingo de la Calzada |
Pero su elemento más famoso e insólito es el Gallinero Catedralicio, en el que se alojan un gallo y una gallina blancos que recuerdan el célebre milagro en el que intervino el santo. Cuenta la leyenda que una familia alemana peregrinaba hacia Santiago con su hijo, quien fue injustamente acusado de robo por la hija del posadero local al no corresponderle en sus sentimientos. El joven fue ahorcado, pero sus padres, desolados, continuaron hasta la tumba del Apóstol. A su regreso, encontraron a su hijo aún colgado… pero vivo, sostenido milagrosamente por Santo Domingo. Corrieron a contárselo al corregidor, que se encontraba en ese momento a punto de comer unas aves asadas. Incrédulo, respondió que su hijo estaba tan vivo como aquel gallo y aquella gallina que yacían en su plato. En ese instante, las aves se levantaron, desplumadas pero vivas, y comenzaron a cantar. Desde entonces, en recuerdo de este prodigio, siempre hay un gallo y una gallina vivos en el interior del templo, dando vida a la famosa frase: “Santo Domingo de la Calzada, que cantó la gallina después de asada.”
Gallinero. Catedral del Salvador. Santo Domingo de la Calzada
Al lado de la Catedral y de su torre, también se puede visitar la ermita de Nuestra Señora de la Plaza, un lugar con mucha historia que nació en el siglo XI, justo donde se cree que Santo Domingo empezó a orar. Con los siglos, la ermita ha ido cambiando y mejorando hasta quedar como la vemos hoy. Fue la primera casa para las monjas cistercienses antes de que tuvieran su propio monasterio, y además fue sede de una de las cofradías más antiguas del Camino de Santiago. Dentro, se venera a la Virgen de la Plaza, que es la patrona de la ciudad y tiene su propia fiesta el 5 de agosto, además de salir en procesión con Santo Domingo el 18 de septiembre.
En Santo Domingo de la Calzada, habría que recomendar también visitar el Convento de San Francisco, otro punto clave para entender la historia y el ambiente espiritual de la ciudad. Fue fundado en el siglo XVII por fray Bernardo de Fresneda, arzobispo y confesor de Felipe II.
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Convento de San Francisco. Santo Domingo de la Calzada |
Su iglesia, en la que intervino Juan de Herrera, se adorna con un retablo mayor renacentista de la escuela burgalesa, que destaca por su elegancia y sobriedad. El convento cuenta además con un claustro de planta rectangular, sencillo pero lleno de carácter, donde se respira esa atmósfera de recogimiento típica de la orden franciscana. En el interior, también se puede visitar el sepulcro del ya mencionado fray Bernardo de Fresneda, que refleja la importancia de este personaje en la historia local.
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Convento de San Francisco. Santo Domingo de la Calzada |
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Convento de San Francisco. Santo Domingo de la Calzada |
Todos los lugares anteriores se pueden visitar con una entrada conjunta que cuesta nueve euros por persona. Además, si eres peregrino o vienes en grupo (mínimo 25 personas), el precio se reduce a cinco euros por persona.
Tampoco hay que olvidar acercarse hasta la Plaza Mayor, la cual se corresponde con la antigua plaza del Mercado y se extiende en las traseras de la catedral. Formada por distintos edificios de piedra, entre los que destacan la alhóndiga del trigo, la cárcel y el Ayuntamiento, en su amplio recinto se celebraban diversos festejos taurinos. Por cierto, que la Casa Consistorial se encuentra adosada a las antiguas murallas del siglo XIV. Fue construida en el siglo XVIII y su larga y porticada fachada aparece centrada por una puerta coronada por la diosa Fama y los escudos de Felipe V, la ciudad y el cabildo.
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Plaza Mayor. Santo Domingo de la Calzada |
No está demás recorrer también su famosa Calle Mayor, larga y monumental, que recorre el corazón de la localidad y por la que discurría el trazado del Camino de Santiago.
EZCARAY
Ezcaray sería la localidad elegida para hacer noche y recorrer la zona, pero sorprendentemente sólo tendríamos tiempo de recorrerla siempre con la noche como acompañante. En cualquier caso es uno de los emblemas turísticos de La Rioja. Posee un cuidado casco urbano ejemplo de arquitectura serrana, en el que hay que destacar su plaza de la Verdura, en pleno centro, con su fuente, sus plataneros, sus soportales y la argolla del fuero de Valdezcaray. De ella parten calles típicas porticadas y otras con elegantes casonas y mansiones hidalgas de los siglos XVII y XVIII, como el palacio Torremúzquiz o la casa de los Masip.
No hay que olvidar pararse a admirar la iglesia de Santa María la Mayor, construida entre los siglos XII y
XIV a modo de fortaleza con torreones cilíndricos en los extremos. Posee una
bella portada plateresca bajo una balconada con escudos de familias nobles y,
en el interior, varios retablos de interés, un matachín que marca puntualmente
la hora y un pequeño museo de orfebrería para quien tenga interés en ello.
ANGUIANO
Otra hermosa visita en la zona es Anguiano, de aspecto y arquitectura serrana. Esta hermosa localidad conserva el trazado medieval en sus tres barrios de calles estrechas y umbrías, en fuerte pendiente.
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Anguiano |
Es el barrio de Mediavilla el núcleo principal de la población, atrayendo a los visitantes gracias a la iglesia de San Andrés, del siglos XVI, con tres amplias naves y un valioso retablo barroco de 1672. En torno a la Plaza Mayor surgen calles empedradas, flanqueadas por casas de fachadas blasonadas.
El barrio de Las Cuevas, se sitúa al otro lado del río Najerilla y su arquitectura es más sencilla, seguramente porque aquí vivieron los labriegos. Preside esta zona la iglesia de San Andrés, del siglo XVI, desde cuya linde se abre una panorámica excelente sobre la garganta del río Najerilla.
Y hay que mencionar también el espectacular Puente de la Madre de Dios, que une los dos barrios anteriores, construido en el siglo XVIII. Presenta un solo ojo y salva el tajo abierto por el río a una altura de treinta metros.
Como dato curioso decir que en esta población se celebra
cada año en dos ocasiones la actuación de sus danzantes de zancos, cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Ocho
jóvenes se calzan estos útiles de madera de haya y acompañan a la procesión de
su patrona María Magdalena, girando vertiginosamente por la cuesta que conduce
de la iglesia a la plaza, vestidos con coloridos trajes.
MONASTERIO DE VALVANERA
El Monasterio de Valvanera es, sin duda, una joya espiritual y arquitectónica enclavada en un paraje natural privilegiado, rodeado de frondosos bosques y la calma de la sierra riojana. Su historia, que se remonta al siglo IX, ha dejado un legado que combina misticismo y belleza, atrayendo a peregrinos y visitantes por igual. El acceso al monasterio invita a una pequeña peregrinación entre senderos bordeados de pinos y robles, que preparan el ánimo para la quietud del lugar.
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Monasterio de Valvanera |
La construcción actual, con su sobrio estilo barroco y elementos góticos, destaca por la majestuosa portada y la iglesia que guarda la imagen de la Virgen de Valvanera, patrona de La Rioja.
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Monasterio de Valvanera |
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Monasterio de Valvanera |
Esta talla románica de madera policromada, pequeña pero imponente, representa a la Virgen con el Niño en brazos y es el corazón espiritual del monasterio. La leyenda narra que fue hallada en un valle cercano —de ahí su nombre— y desde entonces ha sido objeto de profunda devoción, recibiendo cuidados celosos por parte de los monjes benedictinos. La imagen, protegida en un retablo dorado, resplandece con la luz que se filtra por los ventanales, creando un ambiente de recogimiento y misterio que envuelve a todo visitante.
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Virgen de Valvanera |
En el interior, la atmósfera invita a la contemplación, con su retablo dorado y las capillas que narran siglos de fe. El monasterio mantiene viva la tradición benedictina, y es habitual escuchar los cantos gregorianos que flotan en el aire durante las horas de oración, un eco que conecta pasado y presente.
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Monasterio de Valvanera |
El conjunto incluye también un pequeño museo y una hospedería, que permite al viajero vivir una experiencia auténtica de retiro y recogimiento, envuelto por la belleza natural del entorno. No es extraño encontrar aquí a caminantes que, tras la visita, se quedan a disfrutar de la gastronomía local, sencilla y reconfortante, antes de emprender el regreso.
ABADÍA DE CAÑAS
La Abadía de Santa María de San Salvador de Cañas es otro de los tesoros monásticos que adornan La Rioja, fundada en 1171 para el uso de las madres bernardas, y considerada uno de los más bellos conventos cistercienses de España. Su armonioso conjunto monástico está formado por la iglesia, el claustro y las dependencias donde habitan las monjas.
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Abadía de Cañas |
La iglesia, corazón del conjunto, presenta una planta de cruz latina que realza su sobriedad y solemnidad, y una cabecera triabsidal que llama la atención por la sorprendente ligereza de sus formas arquitectónicas. La luminosidad que irradian sus grandes ventanales, cubiertos por finas planchas de alabastro, baña el espacio con una luz suave y difusa. En el interior destaca su retablo mayor, de marcada factura renacentista. Tiene forma de gran tríptico y su temática iconográfica se basa en escenas de la vida de la Virgen, ejecutadas con equilibrio y detalle, en sintonía con la serenidad del templo.
El claustro, de líneas sobrias y limpias, acompaña en silencio el paso del visitante. Desde él se accede a la impresionante sala capitular, uno de los espacios más singulares del conjunto. Su bóveda gótica en forma de palmera, sostenida por una única columna central, despliega los nervios hacia las esquinas como si fueran ramas, creando una sensación de equilibrio y ligereza arquitectónica que maravilla por su armonía. Aquí reposa el sepulcro gótico de Doña Urraca Díaz de Haro, hija de los fundadores y primera abadesa del monasterio. Su figura fue decisiva en la consolidación de la comunidad monástica y su tumba, de piedra tallada con esmero, rinde homenaje a su memoria.
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Sepulcro Beata Doña Urraca. Abadía de Cañas |
El recorrido concluye en la sala de las reliquias, donde se conservan diversos objetos litúrgicos y devocionales, algunos de gran antigüedad.
Como se ha podido comprobar la región occidental de La Rioja es un auténtico paraíso turístico, repleto de impresionantes monasterios, monumentos de todas las épocas y estilos, variada naturaleza y cuidadas ciudades que salpican un amable y accesible paisaje.
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