CHINA - DIA 17. Aldea Huangluo Yao y recorrido por los asombrosos arrozales de Longshen

7 de Septiembre de 2024.

En Bali tuve la suerte y la oportunidad de poder conocer algunos de los arrozales más impresionantes, no sólo de esta isla de Indonesia, sino de toda Asia. Quedé realmente fascinado por su color verde y sus miles de bancales distribuidos por las colinas perdiéndose en el infinito, creando imágenes realmente bellas complicadas de describir con palabras.

Ahora en Guilin quería repetir la experiencia, pues me había enterado que en las cercanías había arrozales que no le van a la zaga en belleza a los de Bali.

Además a ello habría que sumarle descubrir e interactuar con la curiosa etnia minoritaria Yao Roja, característica por la particular tradición de sus mujeres de mantener un cabello extremadamente largo, lo que le ha ganado el título de “el pueblo con las mujeres de cabello más largo del mundo”.

En cualquier caso, esta vez no quise complicarme la vida y optaría por contratar en mi hotel la correspondiente excursión, evitando así tener que organizar de manera individual todo lo que supone la infraestructura de transportes y entradas. El precio por todo ello sería de 350 CNY con conductor – guía, siendo ocho personas y utilizando una minivan para transportarnos.

PUEBLO HUANGLUO YAO

Después de una hora y cuarenta minutos de viaje llegaríamos hasta la aldea de Huangluo Yao en la que iba a tener la oportunidad de admirar a las famosas mujeres de pelo largo, las cuales tienen una tradición única y fascinante relacionada con el cuidado y la longitud de su cabello.

Aldea Huangluo Yao

Aldea Huangluo Yao

Al llegar a la pequeña población me encontré en un rincón del mundo que parecía sacado de otra época. Las casas de madera oscura y techos inclinados estaban cuidadosamente distribuidas sobre las laderas, con vistas a algunos arrozales y un entorno único. Las mujeres del pueblo, vestidas con sus trajes tradicionales de un rojo vibrante, destacaban en el paisaje; su cabello largo, recogido en intrincados peinados, era una de las cosas más llamativas, y se notaba que llevaban esa tradición con mucho orgullo. El ambiente era tranquilo y tenía la sensación de haber encontrado un lugar en el que el tiempo transcurre de forma diferente.

Aldea Huangluo Yao

Interior Casa. Aldea Huangluo Yao

Aldea Huangluo Yao

Tras esta primera toma de contacto con el pueblo, el guía nos invitaría a pasar al teatro de la aldea donde las mujeres Yao realizan un espectáculo para los visitantes. La presentación estaba llena de color y ritmo, con danzas tradicionales, canciones y momentos en los que mostraban su famoso cabello, soltándolo y peinándolo como parte del acto. Si bien fue interesante ver estas tradiciones en vivo, el espectáculo tenía un toque algo coreografiado y repetitivo, quizás demasiado adaptado al turismo. Aunque los bailes y cantos eran auténticos, me quedé con la impresión de que una versión menos estructurada del espectáculo me habría permitido experimentar más genuinamente su cultura, sin la sensación de que todo estaba hecho a medida para los visitantes. Aun así, la belleza de sus costumbres y la riqueza de su historia eran innegables y, sin duda, dejaron una huella.

Espectáculo Mujeres Etnia Yao

Espectáculo Mujeres Etnia Yao

Y es que la cultura de estas fascinantes mujeres es realmente interesante. Como decía son conocidas por su cabello excepcionalmente largo, que en muchos casos supera los dos metros de longitud. Esta tradición no solo es un símbolo de belleza sino también una parte integral de su identidad cultural. El cabello largo tiene un profundo significado cultural y espiritual. Según la tradición, las mujeres se cortan el cabello solo una vez en la vida, cuando alcanzan la mayoría de edad, generalmente alrededor de los 18 años. Este primer corte se realiza como parte de un ritual importante que marca la transición de niña a mujer. El cabello cortado se guarda y se utiliza como un accesorio que las mujeres usan en su vida diaria. El cabello largo también es un símbolo de estatus y buena fortuna. Las mujeres muestran su cabello con orgullo, y la longitud y el brillo de su cabello son considerados reflejos de salud y prosperidad.

El cuidado del cabello es un proceso minucioso y ritualizado. Las mujeres Yao utilizan métodos tradicionales y naturales para mantener su cabello fuerte y saludable. Uno de los secretos más conocidos es el uso de agua de arroz fermentada para lavar el cabello. Este antiguo método proporciona numerosos beneficios, como fortalecer el cabello, prevenir el encanecimiento prematuro y mantenerlo brillante y suave.

Mujeres Etnia Yao

Además las mujeres Yao utilizan diversos peinados para diferentes ocasiones, cada uno con su propio significado. Por ejemplo las mujeres casadas sin hijos suelen llevar el cabello recogido en un solo bucle en la parte superior de la cabeza. Las mujeres casadas con hijos suelen llevar dos bucles, uno en la parte superior y otro en la parte posterior de la cabeza. Las mujeres solteras, en cambio, llevan el cabello cubierto y enredado en un gran moño en la frente, que es una señal de que están disponibles para el matrimonio.

Mujeres Etnia Yao

Mujeres Etnia Yao

Como se ve un tema realmente curioso que no me dejaría indiferente.

Antes de continuar con el plato fuerte de la jornada, pararíamos en un pequeño restaurante de carretera para comer donde probaría pollo y arroz hechos en caña de bambú, un método de cocina rústico que se ha transmitido por generaciones. Este consiste en cocinar los ingredientes dentro de tubos de bambú frescos, que aportan un sabor único y natural a los alimentos. Las cañas de bambú se eligen cuidadosamente, prefiriendo las cañas jóvenes y frescas, ya que tienen más agua natural y un sabor suave que penetra en los ingredientes.

Cocina en Caña de Bambú

Durante la cocción, el bambú va liberando vapor y esencias que penetran en el pollo y el arroz, dándoles un sabor ahumado y ligeramente dulce.

Pollo y Arroz en Caña de Bambú

Una vez listo, el bambú se abre cuidadosamente, a menudo cortando el tubo para dejar expuestos los ingredientes cocidos. El pollo y el arroz absorben los aromas del bambú, y su sabor es tierno y jugoso. La comida se sirve generalmente directamente en la propia caña, en un estilo comunitario y sencillo.

ARROZALES JINGKEN

Tras la visita anterior afrontaríamos otra media hora, hasta llegar a los arrozales del condado de Longshen, situados en la provincia de Guangxi, los cuales son una maravilla paisajística y cultural de China. Son conocidos por sus impresionantes vistas y su ingeniosa ingeniería agrícola que se remonta a siglos atrás. Dentro de esta región, existen tres zonas de arrozales: Longji, Ping´an y Jingken.

Los arrozales tienen una historia que se remonta a más de 650 años, comenzando durante la dinastía Yuan (1271-1368) y siendo completados en la dinastía Qing (1644-1911). Fueron construidos por las minorías étnicas Zhuang y Yao, quienes desarrollaron este sistema de terrazas para maximizar la utilización de la tierra montañosa y asegurar la producción de alimentos en una región con terrenos difíciles.

Las terrazas de arroz de se construyeron con una impresionante técnica de ingeniería. Las colinas se convirtieron en una serie de escalones que siguen las curvas de nivel del terreno, creando una serie de plataformas horizontales que pueden ser irrigadas y cultivadas. Estas terrazas se asemejan a una espina de dragón, de ahí su nombre en chino, "Longji", que significa "espina de dragón".

Arrozales Jingken

La verdad que caminar por los bancales admirándolos sería toda una experiencia y un deleite para los sentidos. Hay senderos desde donde poder recorrerlos con facilidad por lo que no hay que preocuparse por ello.

El paisaje de los arrozales de Longji cambia con las estaciones, ofreciendo una belleza distinta en cada época del año, en esta época tendría suerte y me encontraría los campos con un verde intenso y vibrante. Este, además es un buen momento para ver el arduo trabajo de los agricultores.

En mi hotel tuvieron claro desde el principio que su recomendación sería la de visitar el área de los arrozales de Jingken, pues son los más hermosos, además de poder vivir la experiencia de subir hasta ellos en teleférico, disfrutando de esta manera de unas excelentes vistas.

Teleférico Arrozales Jingken

Desde el momento en que puse un pie en la estación de teleférico, sentí una mezcla de emoción y tranquilidad. Había algo en ese lugar, rodeado de montañas verdes que me hacía sentir pequeño. Me subí al teleférico con otras dos personas más, y apenas las puertas se cerraron y comenzamos a elevarnos, el bullicio de la estación quedó atrás. Solo se escuchaba el suave zumbido del motor y, de vez en cuando, alguna exclamación de asombro.

La subida fue lenta, casi como si el teleférico estuviera dándonos tiempo para asimilar la inmensidad del paisaje. A medida que avanzábamos, los arrozales de Jinkeng, perfectamente escalonados, iban revelando sus patrones casi hipnóticos. Cada terraza parecía estar pintada con un verde diferente, desde tonos claros y frescos hasta los más oscuros y profundos.

Arrozales Jingken

A medida que nos elevábamos, la vista se expandía y los detalles se volvían más claros: pequeños caminos de tierra serpenteaban entre las terrazas, y aquí y allá se veían figuras diminutas de campesinos trabajando en el campo. Desde lo alto, se podía ver la simetría de sus movimientos, casi como si formaran parte de una coreografía milenaria. Me imaginaba las generaciones de personas que habrían trabajado allí, con el mismo empeño y paciencia que se requería para mantener esas terrazas tan perfectamente delineadas.

Arrozales Jingken

La subida continuaba, y pronto pude distinguir la silueta del Golden Buddha Peak en la distancia, envuelto en una especie de halo dorado debido al reflejo de la luz sobre las nubes. Me llenaba una sensación de respeto y asombro, como si el pico fuera un guardián eterno de ese paisaje ancestral. El sol, que comenzaba a asomar entre las nubes, iluminaba el valle, dándole al entorno un resplandor cálido que contrastaba con el verdor de los arrozales. Parecía un espectáculo hecho a propósito, como si la naturaleza quisiera dejarnos sin palabras. En un instante, el teleférico se elevó por encima de una última colina, y entonces, de golpe, pude ver el panorama completo.

Al llegar al mirador, me tomé un momento en silencio para absorber la vista que se extendía frente a mí. Desde esa altura, los arrozales parecían una obra de arte natural, con curvas perfectas que seguían el contorno de las montañas, descendiendo en capas interminables hasta perderse en el horizonte. El aire tenía una frescura distinta, y la calma que se sentía allí, lejos del bullicio, era difícil de describir.

Arrozales Jingken

Por si todo lo anterior no había sido suficiente, el descenso lo haría caminando hasta el pueblo de Dazhai, donde nuestro guía estaría esperando a todo el grupo para continuar el camino en la minivan.

Para ello tomaría un sendero estrecho que serpenteaba entre los arrozales. A cada paso, la sensación de inmensidad de las terrazas se volvía más palpable; ya no era solo una vista lejana, sino algo que podía tocar y oler. Las plantas de arroz se balanceaban suavemente al viento, y sus verdes intensos parecían aún más vibrantes a ras de suelo. A medida que bajaba, el paisaje cambiaba sutilmente, revelando diferentes ángulos y texturas en las terrazas, cada una cuidada con precisión. Podía ver cómo el agua se filtraba lentamente entre los niveles, manteniendo la tierra húmeda y reflejando el cielo en pequeños charcos que parecían espejos naturales.

Arrozales Jingken

El sendero era tranquilo, con muy pocas personas en el camino, lo que me permitía ir al ritmo que quería, deteniéndome de vez en cuando para observar los detalles: una libélula posada en una planta, el sonido del agua deslizándose entre las terrazas, y el eco lejano de alguna voz de los campesinos trabajando. De vez en cuando pasaba cerca de una pequeña cabaña de madera, donde algunos de ellos descansaban a la sombra, intercambiando palabras en voz baja y con una calma que parecía formar parte del propio paisaje.

A medida que me acercaba al pueblo de Dazhai, las terrazas comenzaron a nivelarse y el camino se volvió más ancho. Las casas de madera oscura con techos de paja empezaron a aparecer entre los árboles, y el olor a tierra mojada se mezclaba con el aroma de comida que llegaba desde el pueblo. Sabía que el final del recorrido estaba cerca, pero me detuve unos segundos más para mirar hacia atrás, hacia los arrozales que descendían en niveles perfectos hasta donde la vista se perdía. En hacer la ruta completa tardaría como una hora y media, sin contar alguna que otra parada para las fotografías.

Aldea Dazhai. Arrozales Jingken

Aldea Dazhai.Arrozales Jingken

Los arrozales no solo son una atracción turística, sino que también representan una forma sostenible de agricultura que ha perdurado durante siglos. La conservación de estas terrazas es crucial para mantener tanto el patrimonio cultural como el equilibrio ecológico de la región. El turismo ha proporcionado una fuente de ingresos adicional para los habitantes locales, lo que ha incentivado la preservación de estas técnicas agrícolas tradicionales.

Tras la experiencia volveríamos al autobús y regresaríamos a Guilin, no llegando hasta las 18:00, aprovechando lo que quedaba de tarde para descansar, darme un masaje en el hotel y salir a cenar a un restaurante cercano donde podría tomar un bowl de carne frita y arroz blanco que estaba para chuparse los dedos. (52 CNY)

Tras la cena y siendo ya noche cerrada en Guilin, me acerqué al lago Shanhu y allí estaban, imponentes y brillantes, las Pagodas del Sol y la Luna. La pagoda dorada, dedicada al Sol, y la plateada, representando la Luna, se alzaban como guardianes antiguos sobre el agua tranquila. La iluminación nocturna les daba un resplandor casi mágico, haciendo que sus colores relucieran con más intensidad. Observaba cómo las luces danzaban sobre el lago en reflejos ondulantes, mezclándose y separándose en el agua. La escena tenía una serenidad casi hipnótica; era como si el tiempo se hubiera ralentizado, y por unos minutos solo existieran esas dos torres luminosas, el murmullo del agua y el suave destello que parecía unir el cielo y el lago.

Pagodas del Sol y la Luna. Lago Shanhu

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