Sería en estas mismas fechas cuando el año pasado viajaba a Italia para regresar a Roma, Nápoles y Pompeya, con la intención de reconciliarme completamente con ellas después de que en el primer viaje que haría a las mismas en el año 2000 me sirviera para llevarme una idea superficial de dichos destinos pero sin conocer en profundidad todo lo que ofrecen, consiguiéndolo en esa segunda ocasión.
Ante las buenas sensaciones que me dejo dicho viaje, tenía claro que haría lo mismo con el resto de ciudades a las que llegaría en aquel tour organizado, cuya visita me serviría para llevarme una idea general de las mismas pero no me permitiría acceder a buena parte de sus museos o monumentos, una espina que tenía clavada desde hace más de veinte años. Esas ciudades eran, nada más y nada menos, que Florencia, Pisa, Siena y Venecia.
Puente Vecchio (Florencia) |
Centro Histórico (Siena) |
Piazza dei Miracoli (Pisa) |
En aquel viaje del año 2000 que menciono me quedaría sin entrar a la mismísima catedral de Florencia, sin subir a la cúpula de Brunelleschi, sin admirar las importantes obras que atesora la galería Uffizi, sin contemplar los entresijos del palacio Vecchio ni subir a su torre, sin experimentar las extrañas sensaciones de ascender hasta lo alto de la inclinada torre de Pisa, sin poder asombrarme con los tesoros que esconde en sus salas el palacio Ducal de Venecia, etc., por mencionar sólo algunos ejemplos. ¿Demasiadas cosas verdad? Y algunas demasiado esenciales, ¿cierto? Pues por todo ello estaba de nuevo en esta zona de Italia dispuesto a enmendar todo lo mencionado y regresar a Madrid con los deberes hechos.
Por si algún curioso se lo pregunta, efectivamente, en este viaje volvería por tercera vez a Venecia, y es que aunque pueda parecer mentira, en la segunda ocasión en la ciudad de los canales me pasaría exactamente lo mismo que la primera vez, no pudiendo conocerla como me hubiera gustado por el poco tiempo del que dispuse y por las características del viaje que realizaba en ese momento.
Gran Canal de Venecia |
Canal de Venecia |
Tras todo lo narrado, entenderéis que esta vez iba a cubrirme bien las espaldas y, aunque es cierto que siempre necesitas más tiempo, al menos sí que quería contar con lo que considero prudencial para poder disfrutar con relativa calma de todo lo que ofrecen lugares tan emblemáticos. Por ello, iba a destinar tres días para Florencia, con posibilidad de un cuarto en el caso de que me hubieran quedado pendientes algunos imprescindibles, renunciando en ese caso a San Gimignano, el único lugar que pensaba incluir como totalmente nuevo en el viaje, otro día para Pisa, otro para Siena y, finalmente, cuatro días para Venecia y sus islas.
Canal de Burano |
Por otro lado, las fechas elegidas estaban motivadas, uno, como es evidente, por el propio puente de diciembre, donde se puede disfrutar de más días de vacaciones y dos, más importante incluso, el ser fechas donde el turismo baja considerablemente con respecto a otras épocas del año. Y esto en lugares tan saturados como los que iba a conocer es realmente importante para poder cumplir con los objetivos marcados. Algo que ya pude comprobar el año pasado en Roma, donde puedo afirmar que la estancia fue realmente agradable al encontrarme con la mitad de gente o incluso menos que en otras épocas.
El contra es que puedes encontrarte con mal tiempo y que los días son cortos, pero madrugando y al estar menos masificados que de costumbre, como acabo de mencionar, creo que se puede llevar a cabo lo planificado en el momento que se cuente con unos cuantos días en las ciudades más importantes.
Con el objetivo de que todo me resultase tanto cómodo como barato, optaría por sacar el vuelo de ida a Bolonia y desde allí coger un tren a Florencia, para el vuelo de vuelta realizarlo desde Venecia a Madrid, para no tener que volver al punto de inicio. De esta manera ahorraba en tiempo y dinero. Los vuelos me saldrían por 230 euros. Es cierto que puede parecer caro, para los precios que se movían antes, pero vistos los de ahora, creo que es una oferta bastante razonable.
Sin irme más por las ramas, mi viaje comenzaba nada más terminar mi jornada laboral, dirigiéndome al aeropuerto de Barajas para despegar con casi hora y media de retraso y, tras un vuelo tranquilo, aterrizar a las 18:30 en el aeropuerto de Bolonia, como comentaba hace unos instantes. Y es que la diferencia de volar a Florencia de manera directa incrementaba el vuelo en cien euros, que se dice pronto.
Tras desembarcar, sólo tendría que dirigirme a tomar el tren Marconi Express que me llevaría a la estación central de Bolonia, el cual sólo tarda diez minutos en realizar el trayecto. El precio de ida son 11 euros y el de ida y vuelta 20 euros. Una vez en esta buscaría otro tren que me llevaría en sólo cuarenta minutos hasta la estación de Santa María Novella en pleno centro de Florencia, por lo que hora y media después de aterrizar, es decir sobre las 20:00 ya estaba en la capital de la Toscana. Este tren me costaría 18,90 euros, por lo que sumando el precio de ambos trenes todavía me ahorraba 70 euros con respecto al billete del vuelo directo a Florencia.
También tendría suerte respecto a una huelga de Trenitalia que estaba afectando a la mitad de trenes de corto y largo recorrido, ya que el mío saldría en hora.
HOTEL MIA CARA & SPA
El alojamiento que había elegido se llamaba Hotel Mia Cara & Spa, encontrándose a sólo 300 metros de la estación, por lo que apenas en cinco minutos caminando ya estaba en el mismo. Mi estancia en él iba a ser de seis noches con desayuno incluido, saliéndome todo por 260 euros, un buen ejemplo de lo que supone viajar en temporada baja, pero reservándolo con más de siete meses de antelación. Eso sí hay que tener en cuenta que también es necesario pagar la tasa turística de alojamiento que asciende a 4,50 euros por persona y noche, en base a lo cual tendría que desembolsar un extra de 27 euros.
Hotel Mia Cara & Spa |
El personal de recepción fue correcto y hablaba español. La habitación era acogedora, confortable, amplia y muy limpia, por lo que te sientes a gusto en toda la estancia. El baño también estaba limpio y bien cuidado. El desayuno era abundante, completo y variado con bollería, tartas, zumos, huevos revueltos, salchichas, yogures, fiambre, etc.
Hotel Mia Cara & Spa |
MERCADO CENTRAL
Tras acomodarme y deshacer la maleta optaría por salir a cenar, optando por el cercano Mercado Central que se encontraba tan sólo a 300 metros, en el corazón del mercadillo callejero de San Lorenzo. El edificio de dos pisos llama la atención desde el primer momento al estar construido con cristal y hierro forjado y tener una decoración interior caracterizada por grandes lámparas de peculiares formas cónicas y ovaladas que cuelgan del techo.
Mercado Central |
En la planta baja se encuentran los puestos de productos frescos, con una gran variedad de carne, pescado, quesos, pan, frutas, verduras, etc. Aunque en estos momentos la tranquilidad reinaba en el ambiente dado que ya eran las 21:00 y esta parte del mercado se encontraba cerrada.
Sería en la primera planta donde se concentraba la mayor afluencia de público, ya que esta alberga varios restaurantes y puestos que ofrecen diferentes opciones de comida, por lo que sería aquí donde centraría mi mayor interés. No tardaría mucho en encontrar el famoso restaurante Da Nerbone donde preparan una de las especialidades florentinas, es decir el panini con Lampredotto o tripas de vaca, algo similar a los callos, y aunque venía con la idea de probarlo, al final sería superior a mis fuerzas y desistiría.
Mercado Central |
Pasaría, por tanto, a algo mucho más apetecible para mí, acercándome hasta el puesto La Pasta Fresca, en el que preparan diferentes tipos de pasta cocinada al momento y donde elegiría espaguetis a la carbonara (12 euros). Y la verdad que me chuparía los dedos, al igual que ya me pasó en el Mercado Central de Roma, justo hacía ahora un año. También pediría una cerveza por seis euros. Finalmente me tomaría una tarrina de dos bolas de helado en Il Gelato e Il Cioccolato de Paolo Pomposi por cuatro euros.
La Pasta Fresca. Mercado Central |
Il Gelato e Il Cioccolato. Mercado Central |
Otros puestos que parecían muy interesantes serían: Il Tartufo, donde preparan diferentes platos que contienen este ingrediente y que ya pude probar en Roma, casi pudiendo asegurar que es de la misma cadena; La Prosciutteria, donde ofrecen un gran número de embutidos; o I Fatti di Enzo, donde su especialidad son los quesos, pudiendo degustar toda clases de estos.
La hora de cierra de esta primera planta del Mercado Central son las 00:00.
Con este inicio culinario, era imposible empezar mejor mi estancia en la ciudad de Florencia, optando, a continuación, por dirigirme a mi hotel a descansar, ya que aunque estuve tentado de dar mi primer paseo nocturno, es cierto que todavía tenía para ello otras cinco noches, y lo más sensato era dormir las horas suficientes para empezar con fuerza las intensas jornadas culturales que tenía por delante en los días sucesivos.
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