2 de Diciembre de 2022.
Parece mentira que hayan pasado ya 22 años de mi primera y única visita a Roma, incluida en aquel tour por Italia que realizaría en septiembre del año 2000 gracias a mi querida abuela, la cual me sorprendería con un increíble viaje en el que podríamos conocer las principales y más icónicas ciudades italianas.
Fueron diez intensos e increíbles días que nos llevarían también a Venecia, Florencia, Pisa, Siena o Nápoles, entre otros destinos, y que estuvieron plagados de infinidad de buenos momentos y divertidas anécdotas gracias al grupo que crearíamos en aquel viaje.
Durante la década de los noventa también tendría la fortuna de conocer otras capitales europeas como Dublín, París, Viena, Praga y Londres. Y para mí, la característica común de todas ellas fue que se trataron de visitas algo genéricas, donde no profundizaría demasiado en conocer excesivos monumentos, salvo los principales, disfrutando más de la compañía de familia o amigos y de llevarme una idea en conjunto de las ciudades en cuestión.
Estos últimos años he ido regresando a todas ellas, en solitario y justo con el enfoque contrario: conocerlas en profundidad, entrando a gran parte de sus palacios, iglesias, museos y monumentos importantes y empleándome a fondo en ello, utilizando en cada una entre tres y cuatro días de lo más intensos, donde llegaría caminando a la práctica totalidad de sus lugares de interés y trataría de exprimir a fondo hasta el último minuto de mi estancia en las mismas.
Roma, era la única capital que me faltaba para cerrar ese círculo y cumplir con ese objetivo que hace ya tiempo me había propuesto. Y este puente largo de diciembre me parecía el momento idóneo para ello.
Río Tíber y Castillo de Sant´ Angelo |
Efectivamente, tenía en mí contra la corta duración de los días pero por esa razón había optado por permanecer seis días completos en la capital romana, que aunque siguen siendo pocos, creo que eran los adecuados para, como decía, al menos llegar hasta los monumentos y edificios más importantes.
La visita la afrontaría de cero, es decir, como si nunca antes hubiera estado, tal y como haría también con las otras capitales, pues al transcurrir más de veinte años sin haber vuelto, tenía ganas de volver a disfrutar de todos los lugares que conocí en su día y recordar así también algunas anécdotas y buenos momentos en ellos. Como decía en otros diarios, si tengo oportunidad de regresar una tercera vez, entonces sí que afrontaría la nueva estancia de otra manera.
Coliseo |
Aunque es cierto que hubiera podido disponer de otros cuatro días más para seguir conociendo Roma, ya que mi estancia en Italia era de diez días, sin embargo, para cambiar de aires, optaría por dedicarlos a otro destino como Nápoles y sus alrededores (Pompeya, Herculano y el Vesubio), a los que llegaría también en el año 2000 con mi abuela, pero que debido al carácter organizado del viaje y a otras vicisitudes que se pueden leer en el correspondiente diario, sólo serían visitas superficiales y a las que apenas pude dedicar el tiempo que se merecen, por lo que este momento me pareció una buena oportunidad para enmendar aquella situación.
Calle de Pompeya |
Por si fuera poco, el hecho de haber estado en las vacaciones de verano en Grecia, me permitía continuar con el hilo de la historia de manera consecutiva en cuanto a grandes civilizaciones europeas se refiere, disfrutando aún más gracias a tenerlo todo reciente y fresco y resultando más sencillo comprender y entrelazar ambas culturas.
Intentando no andarme más por las ramas, conocer Roma no es tan fácil: demasiada historia, demasiados monumentos, demasiados estratos. Roma, “ciudad eterna” por definición, no se abarca fácilmente en unos cuantos días. Partiendo del principio de que ninguna ciudad ha tenido en la historia un papel tan central durante más de 2500 años. Roma es como vivir dentro de un museo y es tanto lo que puede ofrecer que toda una vida no bastaría para conocer esta ciudad.
Plaza de la Rotonda |
Por tanto, aunque es cierto que es inabarcable y que es mejor no ceñirse a estrictas programaciones que puedan convertir la visita en un maratón, dejando algunas cosas para otra ocasión, no está de más llevar una cierta organización de lo que se quiera hacer y estructurar cada jornada por zonas para no ir dando tumbos innecesariamente y perder al final un tiempo demasiado valioso.
A la hora de planificar la estancia en la ciudad conviene tener en consideración algunas cuestiones prácticas que cito a continuación.
A TENER EN CUENTA:
RESERVAS EN MUSEOS Y MONUMENTOS
Han cambiado muchas cosas desde la primera vez que pisé la capital italiana. En aquellos momentos bastaba con acudir a las taquillas correspondientes del monumento que querías visitar y accedías, tras la espera correspondiente, al lugar, lo que te podía llevar normalmente en los lugares más frecuentados entre una y dos horas, pero fuera de temporada alta mucho menos.
Ahora, para bien o para mal, es necesario realizar una reserva previa por su web para los monumentos o museos más importantes tales como el Coliseo, los Museos Vaticanos, la Galería Borghese o la Domus Aurea y recomendable en otros tantos, como los Museos Capitolinos o el castillo de Sant Angelo, lo que supone tener que planificar todo con mucho tiempo de antelación y estar mucho más pendiente de este tipo de cuestiones.
En los capítulos del diario haré referencia a como fui haciendo las reservas pero a modo de introducción aquí dejó las páginas más importantes a las que recurrir para hacer las mismas.
Museos Vaticanos: https://tickets.museivaticani.va/home
Museos Capitolinos y varios: https://romapass.vivaticket.it/
Coliseo, Domus Aurea y otros: https://ecm.coopculture.it/index.php?lang=es
Galería Borghese, Castillo Sant Angelo y otros: https://www.ticketone.it/?affiliate=RPD
¿QUÉ ELEGIR: ROMA PASS U OMNIA CARD?
Una de las cosas que más quebraderos de cabeza me da en un viaje es el tema de las famosas tarjetas turísticas, especialmente en las grandes ciudades o capitales europeas. Y es que aunque siempre se publicitan como si fueran la panacea, la solución mágica o el remedio para gastar mucho menos, lo cierto es que en muchos casos son una trampa e implican al final pagar más de lo que pagarías si hubieras comprado las entradas a los lugares de interés por separado.
Es por ello que, como he contado en otros diarios, el secreto a la hora de decantarte por una de estas es hacer cuentas y tener claro lo que se va a visitar, así como los días que se va a permanecer en un sitio. Con esa mezcla, es cuestión de números y ver si al final te sale rentable o no. Es cierto que es un engorro y hay que dedicarle tiempo, pero es la única manera de saber si merece o no la pena el comprarlas.
Como decía depende mucho de cada ciudad. Recuerdo que en París o Estocolmo fue lo mejor que pude hacer ya que me ahorré una auténtica fortuna. En Lisboa o Copenhague se quedó en lo comido por lo servido, aunque sufriendo un poco para llegar a tiempo a todos los lugares y poder amortizarla. O el caso de Praga en donde perdí dinero porque aún entrando en un buen número de museos y monumentos no llegué a cubrir el precio. Es decir, que cada lugar es un mundo como se puede ver.
En Roma, como no podía ser de otra manera, también existen un buen número de tarjetas turísticas que dicen ser la solución para ahorrar durante la estancia y la visita a la ciudad. Pero de todas ellas son dos las que se llevan el protagonismo: Roma pass y Omnia Card.
¿Cuál es mejor? ¿Merece la pena hacerse con ellas? ¿Cuál es la diferencia entre una y otra? ¿Suponen realmente un ahorro? Intentaré contestar a esas preguntas durante las siguientes líneas.
Lo primero que habría que aclarar es que sólo merece la pena plantearse comprar una u otra si tú intención es visitar varios monumentos de la Ciudad Eterna, ya que de lo contrario, si sólo tienes intención de pasear por sus calles y plazas o sólo quieres visitar un único lugar, no merece la pena plantearse adquirir ninguna de ellas.
CARACTERÍSTICAS DE
LA ROMA PASS
Existen dos formatos de la Roma Pass: el de 48 horas y el de 72 horas. El primero da derecho a elegir una atracción gratuita de todas las que ofrece y el segundo da derecho a elegir dos de ellas. En el resto de atracciones se ofrecen diferentes descuentos respecto al precio inicial que van desde el 15% al 50%.
También se incluye en ambas el uso ilimitado del transporte público y el 15% de descuento en el autobús turístico, así como un mapa de la ciudad con sus principales puntos de interés.
Algo curioso es que también se encuentra incluido el acceso a los aseos en la red P.Stop, lo cual es de agradecer en algún que otro momento de urgencia.
Entre sus más de cuarenta atracciones, museos y monumentos cabría destacar entre las que se pueden visitar: Coliseo, Foro Romano, Palatino, Museos Capitolinos, Termas de Caracalla, Galería Borghese, castillo de Sant´ Angelo, etc.
Por tanto, si se tiene en cuenta que el precio por la Roma Pass de 48 horas es de 32 euros y el de 72 horas es de 52 euros, en el momento que se usa para más de dos monumentos y se utiliza en algún trayecto del transporte público ya merecería la pena. A esto habría que sumarle la comodidad de no tener que comprar las entradas por separado y no tener que hacer colas, lo cual en temporada alta es más de agradecer aún por las altas temperaturas.
Es importante utilizarla en primer lugar con las atracciones más caras para ahorrar más y tener en cuenta visitar el Coliseo, los Foros y el Palatino el mismo día para que sea considerado una única atracción. Además no se encuentran incluidos los Museos Vaticanos ni el transporte al aeropuerto de Fiumicino.
Para determinadas atracciones como el Coliseo, el Palatino, los Foros o la Galería Borghese es necesario hacer una reserva previa aunque se tenga la Roma Pass, en las páginas oficiales.
La página web oficial para comprarla es https://www.romapass.it/ Es muy recomendable leerse en la página la pestaña de preguntas más frecuentas ya que aclara muchísimas dudas que surgen acerca de la tarjeta turística.
CARACTERÍSTICAS DE
LA OMNIA PASS
La gran diferencia con respecto a la anterior es muy sencilla y es que en esta opción viene incluida la visita a los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, además de otros edificios cristianos importantes como la visita a San Juan de Letrán con audioguía, una de las Catacumbas según la modalidad que se compre, San Pablo de Extramuros o la Basílica de San Pedro con audioguía.
Tratando de ser un poco más claros, si se opta por la Omnia Pass se reciben dos tarjetas. La propia Roma Pass con todos los beneficios ya explicados anteriormente y dicha Omnia Pass con los edificios religiosos que he comentado entre otros. Por tanto son independientes.
Esto permite si se utilizan bien disponer de hasta seis días para utilizarlas ya que se activan de forma independiente, por lo que con una buena planificación podrían dar mucho de sí, aunque con muchos peros.
La Omnia Pass a su vez puede ser de 24 horas o de 72 horas. Si se elige la de 24, sin embargo, sólo se puede utilizar durante un único día y sólo se tendría derecho a los Museos Vaticanos, a la Basílica de San Pedro y algún monumento más pero sin incluir la Roma Pass.
Además el autobús turístico de Roma es gratis. Te dan también una guía detallada gratuita con múltiple información.
El precio de la tarjeta Omnia de 72 horas (incluye la Roma Pass) es de 129 euros. El de 24 horas supone 69 euros.
Una diferencia importante con respecto a la Roma Pass es que en la Omnia la activación se produce por días y no por horas como en la otra, por lo que es interesante hacer el primer uso lo más temprano posible.
Una vez comprada la Omnia Card en el mail que te envían para recogerla te indican los pasos a seguir para hacer las reservas en los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina.
Esto no quita de acordarse también para hacer las reservas que correspondan con la Roma Pass como he explicado anteriormente.
La página web oficial para comprarla es:
https://www.romevaticancard.com/es/omniacards/tarjeta-omnia-72/
Por tanto, después de todo este rollo, creo que la clave para elegir la omnia card está en si se va utilizar con frecuencia el autobús turístico del Vaticano para desplazarte por Roma ya que si tú idea es, como la mía, ir a la mayoría de los lugares caminando, creo que sólo merecería la pena comprar la Roma Pass y comprar por separado, en la página de El Vaticano, las entradas para los Museos Vaticanos (incluyen la Capilla Sixtina).
Porque además hay que tener en cuenta que la entrada a San Juan de Letrán o la Basílica de San Pedro son gratuitas y esta tarjeta lo único que ofrece es una audioguía, por lo que si ya te llevas la lección aprendida desde casa o no te interesa estar escuchando una lluvia de información, son dos cosas menos que no utilizarías. Por último, es cierto que la Omnia Pass de 24 horas incluye la visita a una de las catacumbas a tú elección, pero con esto hay que tener mucho cuidado ya que pienso que habría que hacer encaje de bolillos para ubicar ambas visitas el mismo día, pues se necesita tiempo para llegar hasta estas últimas y no recrearte demasiado en los Museos Vaticanos, por lo que hay que pensarlo bien.
COVID 19
En estos momentos no me pidieron nada para entrar al país, por lo que está todo normalizado. Las mascarillas tampoco son obligatorias en espacios abiertos y en la mayoría de lugares cerrados, aunque en algunos museos te la recomiendan.
IDIOMA
En la calle y en la mayoría de establecimientos de Roma, uno se puede hacer entender hablando en español. En cualquier caso en hoteles, restaurantes y museos hablan también hablan inglés.
TRANSPORTE PÚBLICO
Los billetes están a la venta en puntos de información, estaciones, bares, quioscos de prensa o cualquier tienda con la pegatina de ATAC, que es la principal compañía de transporte público romana. No pueden adquirirse billetes a bordo, hay que hacerlo antes y validarlos en el momento de acceder al transporte que se utilice.
Los billetes son válidos para cualquier medio de transporte, incluidos autobuses, tranvías, metro y trenes de cercanías. Los billetes sencillos, válidos para 75 minutos, cuestan 1,50 euros; los billetes diarios valen 7 euros; los de tres días 18 euros y los pases semanales 24 euros. Los menores de diez años acompañados de un adulto viajan gratis.
Metro: el metro de Roma tiene tres líneas: A, B y C. Los trenes pasan cada cuatro a diez minutos de 05:30 a 23:30 a diario, y de 05:30 a 01:30 los viernes y sábados. En las calles las estaciones de metro están claramente indicadas con señales de “M” en rojo y blanco. En la estación, hay que introducir el billete en las máquinas de acceso al andén. El billete debe guardarse, por si hay una inspección.
Tranvía: los tranvías cubren los alrededores del centro de la ciudad y son un buen modo de llegar a los principales lugares de interés sin aglomeraciones. Las paradas exhiben los números de tranvía y su lista de paradas. Los tranvías también tienen a la vista el número de línea y su destino. Entre las más usuales están la 2, la 8 y la 19. Circulan de 05:30 a 22:30 a medianoche a diario dependiendo de la línea. Los billetes deben validarse a bordo, en las máquinas amarillas.
Autobuses: los autobuses cubren la mayor parte de la ciudad. Cuando no están atrapados en un atasco, que es la mayoría de veces, son una buena manera de llegar a las principales vistas y monumentos de Roma. La terminal de autobuses más importantes está en la plaza del Cinquecento, fuera de la estación Termini, pero hay intercambiadores en toda la ciudad, como el de plaza del Risorgimiento y plaza Venezia. Las paradas de autobuses exhiben el número de las líneas que pasan y una lista de las paradas. La frecuencia de paso suele ser entre 10 y 20 minutos en condiciones normales, aunque de haber tráfico esta puede aumentar considerablemente. Hay también un sistema de autobuses nocturnos que opera de 23:30 a 05:30. Es necesario indicar al autobús que pare. Se entra por la puerta frontal o trasera y se sele por la de en medio. Los billetes deben validarse en las máquinas dentro del autobús.
VESTIMENTA Y COSTUMBRES
Para los que vayáis en época de calor existe un estricto código de vestimenta para entrar la mayoría de iglesias de Roma. Es necesario acceder cubriéndose el torso y los hombros, y asegurarse de que los pantalones y las faldas tapen las rodillas. Los zapatos son obligatorios.
La entrada a las iglesias es gratuita, pero se puede cobrar una cantidad para ver una parte concreta, como una capilla o un claustro. Las más importantes también disponen de un servicio de audioguía por el que también hay que pagar.
Tirar basura, sentarse en los escalones de los monumentos o comer o beber en la puerta de una iglesia, monumentos históricos y edificio público puede ser penado con una multa. Es delito bañarse en las fuentes públicas.
SEGURIDAD PERSONAL
Es común que haya carteristas en el transporte público, debido tener especial cuidado en las líneas de autobús más populares y frecuentadas. Los motoristas que roban el bolso de un tirón son también un importante problema en Roma, por lo que es recomendable colgárselo del lado que da a la acera siempre que sea posible.
Si se sufre un robo, hay que denunciarlo antes de 24 horas en la comisaría más cercana, llevando el DNI. Con la copia de la denuncia se podrá reclamar al seguro.
Por lo demás, hay que tomar las precauciones que se tomaría en cualquier otra capital europea.
LLEGADA Y ALOJAMIENTO
Comenzaba este larguísimo puente de la Constitución y de la Inmaculada Concepción el viernes anterior a la llegada de esos dos festivos, desplazándome nada más salir de trabajar al aeropuerto de Barajas, donde mi vuelo con la compañía iberia despegaba a las 16:00, sufriendo un retraso de cuarto de hora. El precio del billete lo conseguiría por 97,50 euros unos cinco meses antes. En este caso sería con la ida a Roma y con la vuelta desde Nápoles, por lo que me parece una auténtica ganga. Lo que significa también que sigue habiendo muy buenas ofertas si uno se planifica con tiempo y que la subida de precios que se comenta no es del todo cierta.
A las 18:30 aterrizaba en Roma, optando para llegar al centro de la ciudad por el tren Leonardo Express, ya que me parecía lo más cómodo y rápido, pues en sólo media hora te deja en la estación de Termini. El precio es un poco caro ya que sale por 14 euros, pero creo que compensa respecto a otras maneras de llegar. El horario es de 06:30 a 23:30 con una frecuencia de paso de entre quince y treinta minutos.
La otra posibilidad que traía en mente para llegar al centro era coger el autobús de Terravisión ya que sale sólo por cinco euros y tarda unos 45 minutos en realizar el recorrido, pero tenía miedo de eternizarme al ser viernes por la tarde y encontrarme la ruta colapsada. En cualquier caso si esta es tú opción se coge en la parada número siete de la terminal 3 que está a poca distancia de las otras terminales. Su horario es de 05:30 a 23:00 y la frecuencia de paso es de unos 45 minutos.
Una vez en la estación de Termini, haría transbordo al metro y cogería la línea B para bajarme sólo una parada después en Cavour (un billete, 1,5 euros). Desde aquí sólo tendría que andar diez minutos y menos de un kilómetro para llegar al Hotel Hiberia, el alojamiento que había elegido para ser mi base de operaciones durante los próximos seis días.
Indudablemente, su punto fuerte era su ubicación ya que desde él te plantas en diez minutos en una gran parte de los puntos de interés de la ciudad, lo que ya de por sí es un privilegio en Roma. Otra cosa de agradecer es que el personal de recepción hablaba español por lo que todo sería mucho más fácil, además eran simpáticos y dispuestos a ayudarte. En cuanto a las instalaciones hay que decir que son limpias pero antiguas y le vendrían bien una reforma, pero es cierto que por el precio tampoco se pueden pedir peras al olmo, ya que por noche pagaría 40 euros y al final para sólo ir a dormir era más que suficiente, olvidándome así de compartir habitación como sí me vería obligado a hacer en mi visita a otras capitales europeas por los precios excesivos de sus hoteles. La habitación era espaciosa y la cama cómoda y tenía un pequeño escritorio. El baño por su parte estaba limpio y en este caso estaba reformado, dando una buena sensación. El único pero, por decir algo, era el precio del desayuno que suponía nueve euros al no estar incluido, lo que me pareció algo caro y me hizo optar por hacerlo siempre fuera del hotel.
PLAZA Y FONTANA DE TREVI
Ya asentado, aunque tenía la intención de no hacer nada lo que restaba del día, no conseguiría vencer la tentación de acercarme hasta la carismática plaza de Trevi. Una multitud de turistas se amontonaban ante la mítica fontana, la hermosa fuente barroca en la que se representa a Neptuno sobre una cuadriga tirada por corceles alados y que de noche parece más hermosa aún. Allí la gente realizaba el conocido y famoso ritual de lanzar una o varias monedas según sus intereses: arrojar una significa volver a Roma, dos enamorarse de una italiana y tres casarse con ella. Ha de hacerse con la mano derecha por encima del hombro izquierdo y de espaldas a la fuente. Me sumaría a todos ellos y en mi caso optaría por lanzar una única moneda, esperando así poder regresar una tercera vez a la Ciudad Eterna.
Fontana de Trevi |
Fontana de Trevi |
Tras ello abandonaría el lugar, pero no me despediría ya que esta sería sólo una primera toma de contacto pues mi intención sería volver ante ella durante alguna de mis rutas en las siguientes jornadas y en pleno día.
Ahora sí, decidiría irme a cenar, pues eran ya casi las 21:00. Optaría por hacerlo en el restaurante de mi hotel llamado Petruci, donde pediría unas albóndigas rebozadas bañadas en queso fundido con tomatitos al horno que estaban espectaculares, acompañadas de patatas fritas. De postre pediría panacota con chocolate y de beber coca cola. Todo me saldría por 26,50 euros. Pero lo mejor vendría cuando, sin tener ni idea, aparecería una persona vestida de manera informal, se empezaría a escuchar la melodía de una famosa ópera y acto seguido el personaje anónimo nos sorprendería a todos los allí presentes con un chorro de voz que bien podría calificarse de profesional. A continuación nos brindaría otras seis piezas populares, entre ellas la de Granada, disfrutando más si cabe del improvisado concierto.
Esto sí que era comenzar el viaje en Roma por todo lo alto, no pudiendo haber mejor manera de terminar el día. Sólo quedaba retirarme a descansar, para mañana empezar a descubrir de nuevo y tras más de veinte años, esta ciudad exuberante y generosa, popular y patricia, que se sigue mostrando al visitante con todo su esplendor y decadencia.
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