GRECIA - DIA 03. Atenas: De la colina de Filopapo a la de Licabeo

28 de Agosto de 2022.

COLINA DE FILOPAPO

No cabe duda que tener el hotel tan céntrico supone una gran ventaja para llegar caminando y de forma rápida a cualquier lugar de la ciudad. Tal es así que en sólo un cuarto de hora ya estaba en las laderas cubiertas de pinos de la colina de Filopapo, las cuales ofrecen un laberinto de caminos con agradables sombras que llevan hasta un buen número de monumentos con siglos de historia.

Fue conocida en la antigüedad como la colina de las Musas y fue inspiración para muchos poetas. En 1687 los venecianos en un intento  por asediar la Acrópolis ocupada por los otomanos, se acuartelaron en esta colina, el lugar estratégico perfecto para bombardear su objetivo. Por desgracia, una de las bombas cayó sobre el Partenón, donde los turcos almacenaban la pólvora, y la consiguiente explosión dañó severamente los templos y esculturas de la Acrópolis. Es aquí también, donde el primer lunes de Cuaresma, cientos de atenienses vuelan sus cometas. Algo que debe ser digno de ver.

En cualquier caso, hagamos un repaso de todos esos monumentos a los que me acabo de referir en el primer párrafo y que ofrece este lugar:

El primer reclamo son sin duda alguna sus espectaculares vistas. Son tan maravillosas que parece mentira que se puedan conseguir tras un sencillo paseo. Desde la cumbre se avista la Acrópolis y todo el sur de Atenas, que se extiende hasta el mar. En tiempos fue uno de los lugares estratégicos preferidos por los generales, hoy lo es para los fotógrafos.

Acrópolis desde Colina de Filopapo

Monumento de Filopapo: el cónsul romano y príncipe de origen sirio Cayo Julio Antíoco Filopapo admiraba la cultura clásica griega. Se retiró a Atenas y murió en torno al año 114 d.C. Los griegos construyeron una tumba y monumento de mármol después de mostrarlo como ciudadano ateniense durante dos años, rodeado por su familia real de Comagene. Su forma parcialmente destruida mira a la Acrópolis.

Monumento de Filopapo

Prisión de Sócrates: se cree que esta fue la cueva donde Sócrates fue encarcelado, tras ser condenado a muerte. Sus discípulos permanecieron sentados junto a él mientras bebía la cicuta.

Prisión de Sócrates. Colina de Filopapo

Pnyx: aquí se reunía cada semana el primer congreso democrático de la historia, y disertaban los mejores oradores, desde que en el 508 a.C. Atenas se convirtiera en una democracia. El teatro de caliza, excavado en la colina, tenía capacidad para más de 10.000 personas.

Pnyx. Colina de Filopapo

Colina de la Ninfas: en épocas antiguas se creía que Filopapo estaba habitada por las musas y que esta colina más pequeña era la morada de las ninfas, las divinidades femeninas que vivían en la naturaleza.

Atenas desde Colina de las Ninfas

Iglesia de Agía Marina: está asociada con el alumbramiento y los niños enfermos. Las mujeres embarazadas acuden a ella y se deslizan por la roca para tener un buen parto. Las madres traían a los niños enfermos para que pasaran aquí la noche. Un festival honra a Marina cada 16 y 17 de julio.

Iglesia de Agia Marina. Colina de Filopapo

Iglesia de Agios Dimitrios Loumbardiáris: en 1648, un comandante otomano planeó bombardear esta iglesia bizantina. Pero un rayo cayó sobre su cañón, hecho que bautizó a la iglesia como “San Dimitri, el bombardero”.

Iglesia de Agios Dimitrios Loumbardiaris

KERAMEIKÓS

Después de haber visitado los puntos anteriores y tras deleitarme un rato más con las hermosas vistas, abandonaría la colina de Filopapo y me dirigiría hacia el cementerio El Cerámico o Kerameikós, el más famoso de los que había en la ciudad.

Hay que decir que los cementerios antiguos se encontraban siempre en las afueras de la ciudad, siguiendo una tradición muy antigua, por lo que las murallas exteriores de la antigua Atenas atravesaban este.

Su nombre proviene de keramos (cerámica), el cual hace referencia, según escritores tempranos, a un antiquísimo grupo de talleres de alfarería situado en las verdes orillas del río que discurre por aquí.

Aquí eran enterrados los hombres políticos, los grandes servidores del Estado, los soldados muertos en la guerra y algunos ricos burgueses de la capital. La costumbre de construir monumentos funerarios suntuosos alcanzó tales proporciones que debió promulgarse una ley, en el 317 a.C., para imponer la sencillez.

Kerameikós o Cementerio El Cerámico

El cementerio del Cerámico está hoy en ruinas y domina en él una impresión de nostalgia a pesar de los lirios salvajes, exultantes de color, que bordean los márgenes del minúsculo río Eridanus. Las tumbas derruidas han perdido sus estelas, puesto que las más bellas están expuestas en los museos de la ciudad o en otros lugares. Sin embargo, algunas originales o copias, todavía están en su sitio y existen estructuras que permiten imaginar la función que desempeñaban, siendo los últimos testimonios de una civilización añorada.

Así cabría destacar los siguientes lugares:

Pompeiion: se utilizaba para preparar las procesiones festivas y religiosas, especialmente la procesión panatenaica anual, en la que se ofrecía una túnica nueva a la estatua  de Atenea en el Partenón.

Pompeiion. Kerameikós

Dipylon: esta grandiosa entrada a Atenas era la mayor puerta de la Antigua Grecia. Las principales vías de Tebas, Corinto y el Peloponeso llegaban a esta puerta, en la que se celebraban numerosas ceremonias.

Puerta Sagrada: la vía sagrada reservada a los peregrinos y las sacerdotisas durante la procesión de Eleusis, pasaba bajo esta puerta bien conservada. Una esfinge de mármol fue construida dentro.

Puerta Sagrada. Kerameikós

Santuario de los tritopatores: sin saber con seguridad quienes eran estos, parece que representaran las almas de los muertos, venerados por un culto ancestral.

Toro de mármol: el toro de la tumba de Dioniso de Kollytos del siglo IV a.C. es el monumento más famoso de este lugar. En las inscripciones se cuenta que Dionisio era elogiado por su bondad y que murió soltero y llorado por su madre y hermanas.

Tumba de Dioniso de Kollytos. Kerameikós

Tumbas de guerreros: los elevados túmulos funerarios circulares que bordean el camino sagrado  datan del siglo VII a.C. y probablemente  se construyeron para honrar a los grandes guerreros. En su mayoría, los túmulos se han construido con ataúdes y ofrendas de mármol.

Tumbas de Guerreros. Kerameikós

Tumba de Dexileos: esta tumba pertenece a un joven jinete que murió en el 394 a.C. En la Antigua Grecia, se solía representar a los difuntos con su familia viva diciéndole un último adiós.

Tumba de Dexileos. Kerameikós

Estela de Hegeso: este frontón funerario es uno de los trabajos más bellos del siglo V a.C. Hegeso, la difunta aparece sentada, junto a su esclava. El original se encuentra en el museo Arqueológico Nacional.

Para completar la visita es interesante pasar por el pequeño museo de Kerameikós, repleto de hallazgos fascinantes, como réplicas de originales de muchas tumbas y fragmentos de cerámica de un burdel.

El horario del complejo del Cerámico es de 08:00 a 20:00 y se encuentra incluido en la entrada combinada de la Acrópolis.

MONASTIRAKI

A la salida mis pasos se dirigirían hacia la calle Ermoú, una de las calles comerciales más famosas de la ciudad. En la parte alta, se encuentran las boutiques de diseño y los grandes almacenes. Mientras que en los extremos y junto a la misma se montan mercadillos, además de que también hay tiendas de muebles usados, antigüedades y especializadas.

Esta me llevaría de forma directa hasta la famosa plaza Monastiraki, encrucijada siempre animada y lugar de encuentro de diferentes Atenas (la antigua, la bizantina, la turca y la moderna). Es también, por sus mercados y sus tiendas dignas del legendario Oriente, uno de los centros turísticos de la capital. Si a todo ello se le añade una estación de metro, la proximidad del barrio de Plaka y las numerosas tabernas que la rodean, es fácil entender  porqué día y noche se encuentra siempre en ella una gran multitud.

Plaza Monastiraki

La plaza presenta poco interés arquitectónico en sí misma, pero se abre sobre el magnífico panorama de la Acrópolis, a dos pasos del Ágora romana.

Por su parte, la antigua mezquita de Tzistaraki, construida en 1759, dotada de una bonita cúpula, pero sin minarete, domina el paisaje y le da un toque oriental al bullicio comercial. En el otro extremo destaca la iglesia Panagia Pantanassa, de estilo bizantino y dedicada a la Asunción de la Virgen María.

Mezquita Tzistaraki. Plaza Monastiraki

Iglesia Panagia Pantanassa. Plaza Monastiraki

Alrededor de la plaza, en las callejuelas que se adentran hacia el barrio de Psiri o hacia el Cerámico, tiendas abiertas directamente sobre la calle ofrecen todo lo que una cueva de Alí Babá pudiera contener. Desgraciadamente no siempre del mejor gusto. Pero curioseando un poco pueden encontrarse hermosos bordados antiguos, pequeños objetos interesantes, utensilios viejos de cobre, botas o sandalias a precios competitivos.

Muy cerca se encuentra también el mercado de la carne, donde existen minúsculos restaurantes en los que se sirve la mejor carne de Atenas. No lejos de allí, en la calle Sofokleous, se puede pasear entre docenas de pequeñas tiendas que venden quesos, aceitunas, frutos secos, etc. Se puede incluso comer a precios económicos.

También en esta zona, apenas a una manzana, se puede llegar hasta otra popular plaza llamada Agia Irini de la que se puede decir que ha vivido muchas vidas, desde un distrito de negocios en el siglo XIX hasta un mercado de flores o textil. Descuidada durante algunas décadas, recobró su esplendor y encontró una nueva identidad durante la década de 2000, debido a la peatonalización de la calle contigua, como epicentro de restaurantes tradicionales pero modernos, bares elegantes y cafés situados en torno a la amarilla iglesia de Agía Irini, que data de 1850.

KAPNIKAREA

Continuando por la calle Ermoú, mis pasos se toparían con una pequeña e insólita iglesia bizantina llamada  Kapnikarea, que llama la atención en la mayor calle comercial de la ciudad. Está admirablemente conservada, con su planta de cruz bizantina, su cúpula con frescos espléndidos y sus columnitas de capitel tallado. Numerosos fieles acuden para encender un cirio a Santa Bárbara.

Iglesia Panagia Kapnikarea

CAMBIO DE GUARDIA

Y ahora sí, con paso acelerado, me marchaba a la plaza Syntagma, pues a las 11:00 comenzaba la ceremonia del Cambio de Guardia justo debajo del Parlamento, concretamente en la Tumba del Soldado Desconocido. Aunque es cierto que esta se produce cada hora en punto, esta que iba a presenciar es la más importante y larga y sólo tiene lugar los domingos.

La tumba fue esculpida entre 1930 y 1932 y está dedicada a todos los soldados griegos muertos en las diferentes guerras. Por tanto, es un lugar solemne que está custodiado, día y noche, por una guardia presidencial de élite conocida como Evzones. Cuando están en posición, los miembros de esta guardia se quedan totalmente inmóviles hasta que llega el momento de cambiar.

Los Evzones son elegidos entre los que realizan el servicio militar obligatorio. Deben cumplir un requisito mínimo de altura que es de 1,88 metros, además de someterse a un intenso periodo de entrenamiento que dura un mes. Los que lo superan se convierten en Evzones lo que se considera un gran honor. En dicho entrenamiento se aprende a permanecer completamente quieto, sincronizar las ceremonias, etc. Además deben de tener bastante fuerza en las piernas ya que los zapatos pesan 3 kg cada uno.

Cambio de Guardia. Plaza Syntagma

Su uniforme cambia según la temporada, habiendo uno de verano verde/caqui y otro azul de invierno. Los domingos y ocasiones especiales, el traje es blanco y negro. La vestimenta tradicional que visten los guardias incluye falda escocesa, zapatos, medias y boina. Se dice que la falta escocesa tiene 400 trenzas que simbolizan los 400 años de ocupación otomana.

La ceremonia me pareció un tanto extraña y excéntrica, con esos movimientos de piernas a cámara lenta y sincronizados. La razón parece estar en hacer que la circulación se mueva y quitarse la rigidez de estar tanto tiempo parado. En cualquier caso merece la pena sólo por ver la sincronización perfecta que se produce entre el gran número de soldados que se concentran este día, así como la emotividad que producen los acordes de la orquesta que les acompaña a su llegada.

Cambio de Guardia. Plaza Syntagma

El problema, al menos en verano, que estaba atestado de gente, debíamos estar todos lo turistas de Atenas allí concentrados. Era exagerado. Aún así conseguiría pelear mi hueco para al menos poder ver bien la llegada y la marcha de los Evzones. La ceremonia en sí vi lo que pude y a duras penas, ya que como he dicho no cabía un alfiler.

Entre unas cosas y otras el acto al final dura una media hora, por lo que, casi sin enterarme, me había plantado en el mediodía.

LYKODIMOS/JARDINES NACIONALES

Mis planes iban a continuar acercándome hasta la iglesia del Salvador de Lykodimos, el edificio medieval más grande de Atenas, también conocida como la iglesia Rusa, pues acoge y atiende a esta comunidad en la capital.  Construida por primera vez en el siglo XI, destaca especialmente por ser la única iglesia bizantina con un plano octogonal. Su interior sobrecoge gracias a su alta cúpula y su decoración resplandeciente con estrellas doradas e iconos.

Iglesia del Salvador de Lykodimos

Casi adosados a la anterior me encontraba con los inmensos y sombreados Jardines Nacionales, que me iban a servir para relajarme un rato por ellos y huir del calor que me venía acompañando desde hacía ya unas horas, pues son un refugio verde en el centro de Atenas. Sus caminos en sombra atraviesan pequeñas plazas, con bancos y estanques llenos de peces.

Jardines Nacionales

Jardines Nacionales

Antiguo jardín real, sería encargado por la reina Amalia a un paisajista bávaro inspirado en Inglaterra. Dicen que se utilizó a la Armada Griega para que trajera 15.000 semilleros de todo el mundo y que sería la propia reina la que plantó la espectacular avenida de palmeras Washingtonia robusta, originarias del suroeste de Estados Unidos.

Jardines Nacionales

En ellos se pueden ver restos de mosaicos romanos y un viejo acueducto, además de esculturas de escritores como Jean Moreas, Lord Byron o Dionýsios Solomós.

Al sur del parque queda la sala de exposiciones Záppeion, un impresionante edificio construido en estilo neoclásico que hoy sirve de centro de conferencias. Fue donado por dos primos que se hicieron ricos en Rumanía y también posee sus propios jardines. Aunque pasa desapercibido para gran parte de los turistas, merece la pena entrar y ver su patio de elegante columnas. Pero sobre todo por estar unos minutos en un lugar de enorme importancia histórica para Grecia, ya que aquí se firmó la adhesión de este país a la Comunidad Europea.

Záppeion

En otro de sus extremos se halla el Palacio Presidencial, ocupado por la familia real griega desde 1890 hasta 1967, cuando el rey Constantino fue depuesto. El palacio sigue guardado por los évzones, cuyas garitas están en lo alto de la calle. Tras la abolición de la monarquía se convirtió en la residencia oficial del presidente de Grecia, aunque hoy se usa sobre todo para recibir a visitantes extranjeros.

Palacio Presidencial

TEMPLO DE ZEUS OLÍMPICO/ARCO DE ADRIANO

Decidiría salir de los jardines por la zona más cercana a mi siguiente visita, que no era otra que la del templo de Zeus Olímpico, impresionante  pese a estar en ruinas. De hecho, es el más grande de la Grecia peninsular, sobrepasando al Partenón. Las obras comenzaron en el siglo VI a.C., durante el reinado del tirano Pisístratos, quien al parecer decidió construir el edificio para ganarse el favor público.

Templo de Zeus Olímpico

Aunque se intentó terminar varias veces, no se completó hasta 650 años después. El emperador romano Adriano lo dedicó a Zeus Olímpico durante el Festival Panhelénico del año 132 d.C., en su segunda visita a Atenas. También mandó colocar dos colosales estatuas de oro y marfil: una del dios y otra de él mismo, pero no se conserva ninguna de las dos.

Sólo quedan 15 de las 104 columnas corintias originales, cada una de 17 metros de altura, pero son suficientes para mostrar el enorme tamaño del templo, que aproximadamente medía 96 metros de largo por 40 de ancho. En el año 174 d.C. un arquitecto romano añadió capiteles corintios a las sencillas columnas dóricas originales.

Templo de Zeus Olímpico

En el recinto arqueológico y alrededor del templo se puede ver las ruinas de otros edificios que lo acompañaban tales como las puertas de Temístocles, la muralla de Valerio, el tribunal del Delphinion, los baños romanos y otros templos dedicados a Apolo, Artemisa, Crono o Rea.

Lástima que estuviesen restaurando buena parte de esas columnas y no pudiese disfrutar su porte colosal como se merecen.

La entrada está incluida en la combinada de la Acrópolis y su horario es de 08:00 a 20:00.

Junto al templo anterior se encuentra el arco de Adriano en el que es complicado no fijarse por su monumentalidad. Este emperador mandó inscribir en el lado occidental del arco: “Esta es Atenas, la antigua ciudad de Teseo”, y en el lado oriental: “Esta es la ciudad de Adriano y no de Teseo”, para diferenciar la ciudad de leyenda de la realidad moderna.

Arco de Adriano

ESTADIO PANATHINAIKÓ

Acto seguido, era el momento de conocer el Estadio Kallimármaro o Panathinaikó, construido en un principio para albergar combates de gladiadores bajo el reinado de Adriano, y posteriormente reconstruirse en mármol blanco para celebrar los juegos Panatenaicos del 144 d.C.

En 1895 el estadio se restauraría para los primeros Juegos Olímpicos modernos, que comenzaron el 5 de abril de 1896, siendo una réplica fiel del estadio de Herodes Ático. Edificado en mármol pentélico blanco, mide 204 m de largo y 83 de ancho, con un aforo de 60.000 espectadores.

Estadio Panathinaikó o Kallimármaro

Estadio Panathinaikó o Kallimármaro

Reconozco que me haría especial ilusión encontrarme en un lugar con tanta historia deportiva, especialmente el poder divisar la perspectiva de la pista de carreras desde su parte más alta e imaginarlo lleno a rebosar con la gente gritando y animando. O salir por el pasaje por donde los atletas acceden al estadio y ponerme por unos momentos en su piel, pensando en dar lo mejor de sí mismo ante miles de espectadores. O poder ver las antorchas de la llama olímpica de cada competición que se guardan junto con los carteles que se exhibieron en su día.

Estadio Panathinaikó o Kallimármaro

Antorchas Olímpicas. Estadio Panathinaikó

Antorcha Barcelona 92. Estadio Panathinaikó

Terminando, como no podía ser de otro modo, haciendo una pequeña carrera por la pista y subiendo a lo más alto del pódium con una foto para el recuerdo.

Su horario es de 08:00 a 19:00 y el precio de la entrada es de tres euros.

Eran más de las 15:00 y estaba muerto de hambre por lo que no lo dudé y ante la falta de lugares para comer cerca, optaría por el bar que hay justo al entrar al estadio, donde me haría con un wrap de pollo y un zumo de naranja natural. Ambas cosas por ocho euros.

CEMENTERIO CENTRAL

Aprovechando la cercanía, decidiría llegar hasta el Cementerio Central de Atenas, que no debe confundirse con el antiguo cementerio de Kerameikós.

Es otro de esos lugares tranquilos lleno de pinos y olivos, con el olor del incienso que se quema en las tumbas mejor cuidadas.

Los ejemplos de arte funerario van desde la exuberancia de los mausoleos de mármol hasta la sencillez de tumbas como la que se conoce como Bella Durmiente, situada a la derecha de la avenida principal, donde están enterradas muchas de las familias griegas más importantes.

Bella Durmiente. Cementerio Central de Atenas

Cementerio Central de Atenas

Cementerio Central de Atenas

Además de las tumbas de celebridades, como la del cantante Demis Roussos, el cementerio cuenta con un monumento a los 40.000 atenienses que murieron de hambre durante la II Guerra Mundial.

LICEO DE ARISTÓTELES

Desde aquí me desplazaría hasta el Liceo de Aristóteles, aunque probablemente sea el recinto arqueológico en que peor estado de conservación se encuentre ya que apenas quedan más que los cimientos. Queda el consuelo de saber que fue la escuela fundada por el filósofo y que paseaba y enseñaba sus conocimientos aquí, compitiendo con la Academia de Platón, su mentor.

Liceo de Aristóteles

Se encuentra entre las calles Rigillis con Lykeiou. El horario es de 08:00 a 20:00 y se encuentra incluido en la entrada combinada de la Acrópolis.

Con este lugar terminaba, de hecho, todos los lugares incluidos en dicho ticket combinado y os puedo garantizar que si se tiene interés en entrar a todos los recintos que incluye os ahorraréis mucho dinero.

KOLONAKI/MONTE LYCABETO

Iba siendo hora de encaminarme hacia mi último destino del día: el monte Lycabeto, donde quería ver atardecer. No obstante, en mi camino se cruzaría el elegante barrio de Kolonaki con hermosos palacetes de finales del siglo pasado que jalonan la elegante avenida de Vasilisis Sofias, donde en particular destacan las embajadas de Egipto, Francia e Italia. La plaza Kolonaki, bulle actividad y está repleta de bares de moda que invitan a tomarse algo en sus terrazas o cenar en alguno de sus restaurantes, aunque no parece que los precios sean de los más asequibles.

Ahora sí, continuaría con mi intención de llegar a la cima del monte Lycabeto, gruesa roca de 277 metros que Atenea había dejado caer por descuido cuando se transportó del Pentélico a la Acrópolis. Un funicular, cuyo acceso está señalizado con letreros, me ayudaría a llegar.

Las vistas, como era de esperar, son impactantes, permitiéndome tomar conciencia de la configuración de la ciudad, de la belleza de su emplazamiento, de la majestuosidad de su nave de mármol blanco de la Acrópolis, pero también de la inmensidad de sus alrededores que se extienden hasta el infinito y de los peligros que comporta para la ciudad de Atenas la industrialización que la devora.

Atenas desde Monte Lycabeto

Puesta de Sol en el Monte Lycabeto

No hay que olvidar detenerse en la pequeña capilla de Agios Geórgios que corona la colina y ocupó en el siglo XIX el emplazamiento de una antigua iglesia bizantina dedicada al profeta Elías, razón por la que se festeja aquí en Pascua una procesión de velas que recorre los caminos arbolados de la colina.

Puesta de Sol en el Monte Lycabeto

Y por fin, llegaría la noche y la ciudad se mostraría con sus mejores galas, destacando por encima de cualquier otro edificio los destellos sin iguales del Partenón.

Atenas desde Monte Lycabeto

No obstante tengo que decir, que la masificación aquí también es de tal calibre que puede llegarse a perder la paciencia, por lo que mejor venir con la idea hecha, ya que la zona delantera desde donde se consiguen las vistas de la Acrópolis es un hervidero de gente que lucha por aferrarse a la barandilla y no perder la posición, pero pocos son los que aguantan por el atosigamiento de las masas, por lo que con paciencia al final llega el turno para poder ver las sublimes vistas que te ofrece este punto.

Y tras el espectáculo de la puesta de sol, me daría una buena paliza para volver a llegar a las inmediaciones de la plaza Monastiraki, donde cenaría en todo un clásico de la zona llamado Efcharis. Optaría por pedir Gemistá que es un pimiento y un tomate rellenos ambos de arroz y especias al horno, y Dolmades casero, el cual consiste en hojas de vid rellenas de arroz y carne picada. Para beber optaría por una cerveza griega. Todo me saldría por 21 euros.

Dolmades en Restaurante Efcharis

Gemistá en Restaurante Efcharis

No podía terminar mejor otro intenso día en Atenas, una ciudad que ya me había cautivado y de la que me iba a costar marcharme, aunque afortunadamente todavía me quedaba toda la jornada de mañana por delante.


No hay comentarios :

Publicar un comentario