7 de Julio de 2021.
Amanecía en Mostar, la histórica ciudad situada junto al río
Neretva, la cual parece mentira fuese devastada por la guerra no hace ni
treinta años. Afortunadamente, se ha recuperado para convertirse en uno de los
principales destinos turísticos y populares de Bosnia y Herzegovina.
Es curioso que una minúscula parte de la historia de Mostar
se encuentre relacionada con España y es que el rey Alfonso V de Aragón, por
petición del entonces gobernante de la ciudad, mandaría desde Nápoles a varios
franciscanos para que fundaran un convento. La verdad que no durarían mucho ya
que serían expulsados por los otomanos cuando estos ocuparon Mostar hacia 1468.
La ciudad se acabó islamizando y creció como centro comercial.
También pasó por un breve periodo de dominación austro –
húngara que dejó una gran huella, levantándose diversos edificios que seguían
las corrientes arquitectónicas europeas, abriéndose nuevas plazas, calles y
puentes, además de quedar conectada con otras ciudades de Dalmacia y el resto
de Bosnia y Herzegovina mediante el ferrocarril.
La pertenencia al reino yugoslavo no representó ninguna
mejora económica para Mostar y durante la II Guerra Mundial formó parte del
Estado Independiente de Croacia hasta que fue liberada por los partisanos en
febrero de 1945.
Tras la Gran Guerra la ciudad se modernizó tanto industrial
como urbanísticamente hasta que en 1992 sobrevino el desastre con el ataque del
ejército federal yugoslavo a la ciudad, buscando apoyar a los nacionalistas
serbios, dejando a Mostar devastada, con unos 26.000 huidos y cerca de 2000
muertos entre combatientes y civiles. El patrimonio histórico de la ciudad fue
uno de los más dañados de toda Bosnia, aunque, poco a poco, se ha ido
restaurando para poder disfrutarlo ahora como era antaño.
Después de disfrutar de un buen desayuno, mi recorrido
comenzaría en el centro de la localidad, en pleno casco histórico de origen
otomano, y más concretamente en la calle
Onescukova, paralela al río Radobolja, afluente del Neretva. Pues bien,
perpendicular a dicha calle torcería por otra callejuela llamada Gojka Vukovica que me llevaría de
inmediato al puente Torcido, situado
sobre el mencionado afluente. Se trata de una pequeña obra de ingeniería en
piedra compuesta de un solo arco de 8,5 metros de diámetro superado por una
escalinata y que viene a ser una versión en pequeño del famoso Stari most del
que no tardaré mucho en hablar. El que hoy se puede ver es una fiel
reconstrucción del original realizada en el año 2002, después de que el año
anterior una crecida de las aguas arruinara la obra primitiva.
Puente Torcido. Mostar |
Mostar desde Puente Torcido |
Volvería otra vez a la calle Onescukova y dada la cercanía
llegaría hasta la antigua Sinagoga
de Mostar. Su historia se remonta al siglo XVIII cuando empezó a crecer el
número de hebreos, produciéndose con la
dominación austro húngara un nuevo aumento de estos, por lo que se decidió
construir este edificio que se completó en 1904 con algunos aires neomoriscos.
Durante la Segunda Guerra Mundial resultó incendiada y parcialmente demolida.
En 1952 la construcción fue nacionalizada por las nuevas autoridades
comunistas, convirtiéndose en teatro de marionetas. También sufrió daños por
los ataques croatas durante la última contienda, y en 1996 fue restaurada.
A pocos metros también podría observar los principales edificios
católicos de la ciudad. Por un lado, la iglesia
de San Pedro y San Pablo y el anexo monasterio
franciscano. La originaria iglesia, iniciada con permiso otomano en 1866 y
engrandecida en 1931, fue destruida durante la pasada guerra, y lo que ahora se
puede ver es una reinterpretación del edificio anterior realizada tras el
conflicto. En cuanto al monasterio, nada que ver con la vieja institución que
acabó destruida por los otomanos, por lo que se contempla es obra de 1866,
salvándose en buena parte de las destrucciones bélicas posteriores.
Monasterio Franciscano. Mostar |
Volviendo sobre mis pasos por el mismo camino, le había llegado el turno a la primera construcción musulmana, pues me topaba con la mezquita de Hadzi Kurt, de arquitectura sencilla, construida entre los siglos XVI y XVII. Está ubicada en el viejo barrio de curtidores, por lo que se conoce también como la mezquita Tabacica (es decir, en eslavo, de los curtidores). En los alrededores hay un montón de tiendecitas de lo más agradables y bares donde poder tomar algo.
Adosada a la anterior se halla el hamman o baño turco (abierto de lunes a viernes de 10:00 a 17:00),
siendo el único que se conserva en la ciudad y caracterizado por su pequeña
cúpula exterior. Fue levantado más o menos en la misma época que la mezquita
anexa. Restaurado después de la guerra, hoy sirve como espacio para
exposiciones y otros eventos culturales.
Y, aunque ayer ya podría deleitarme con su imagen nocturna,
había llegado el momento de contemplar con la luz diurna el monumento más
importante y afamado de Mostar, ni más ni menos que el Stari most, el puente viejo por excelencia y emblema de la ciudad
que comunica el barrio musulmán (bosniaks) con el católico (bosnios croatas).
Tanto este como el barrio están declarados Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco.
Puente Viejo o Stari Most |
Tan Magnífica obra sería encargada por el sultán Solimán el Magnífico, en 1557, para reemplazar el viejo puente de madera, colgado de cadenas, que se tambaleaba con el paso de los viandantes. La construcción se demoró nueve años, concluyéndose en 1566. Su arquitecto, quien no debía tenerlas todas consigo, temiendo que al quitarse el andamio el ancho arco se derrumbara, había preparado ya su funeral. Pero todo salió bien, y los 29 metros de largo y 24 de alto, todo ello en piedra caliza local, quedaron en pie.
Después de más de 400 años sirviendo para enlazar las dos
partes de la ciudad, permitiendo incluso el paso de blindados durante la
Segunda Guerra Mundial, el 9 de noviembre de 1993 el general bosniocroata
Slobodan Praljak ordenó disparar contra él y fue destruido, poniendo así fin a
todo un símbolo de convivencia pacífica y de armonía entre Oriente y Occidente.
El general, por cierto, acabaría suicidándose en 2017 ante el tribunal de La
Haya cuando este ratificaba su condena a veinte años de prisión por dicha
acción, así como por otros cargos.
Después de su destrucción, se extendió una pasarela
provisional, tarea llevada a cabo por ingenieros españoles y portugueses, hasta
su completa reconstrucción empleando la misma piedra local, concluyéndose en
2004. El 23 de julio, día de su inauguración estuvieron presentes diversas
autoridades internacionales, entre las que destacó el príncipe Carlos de
Inglaterra.
En el puente es muy común ver a experimentados saltadores
que se arrojan al vacío desde su punto más alto, zambulléndose en las frías
aguas del Neretva.
En la ribera derecha del río, junto al puente, se alza la torre Helebija, rectangular, cuya
arquitectura actual data de 1716. Su planta actual fue utilizada por los
otomanos como mazmorra, mientras que en la superior se alojaban los guardines.
En la otra ribera del río, la izquierda, se encuentra la torre Tara, semicilíndrica, con muros de hasta tres metros de
espesor. Fue levantada en 1676 y sirvió como polvorín otomano. Hoy,
completamente remodelada, sirve como sección del Museo de Herzegovina dedicado a la historia del puente y su
reconstrucción y alberga una exposición fotográfica sobre la guerra de los
Balcanes (abierto todos los días de 10:00 a 18:00, excepto los lunes. (Entrada
10 BAM). En su parte superior se puede disfrutar de una panorámica diferente
del afamado puente. Detrás de la torre Tara se encuentra la torre Hercegusa, construida en la
primera mitad del siglo XV. Y al lado el Centro
de Interpretación de carácter histórico y etnográfico.
Puente Viejo o Stari Most |
Puente Viejo o Stari Most |
Mostar desde Puente Viejo o Stari Most |
Después de recrearme todo lo que pude con el puente, lo atravesé y me encontré en pleno barrio otomano, llamado en su tiempo Kujundziluk, descubriendo, probablemente, la zona con más encanto de la ciudad con un montón de puestecillos y tiendas dispuestos de la misma manera que un bazar árabe y ofreciendo todo tipo de dulces tradicionales y souvenirs. Me encantaría.
Viejo Bazar o Kujundziluk. Mostar |
Muy cercana de la torre Tara, podría encontrar la mezquita de Cejvan – Cehaja, siendo la más antigua de las que se conservan en Mostar. Cubierta con un techo a cuatro lados de losas de piedra, es la única mezquita de la ciudad cuyo minarete está situado a la izquierda del edificio. Profundamente alterada en 1895 en el estilo neorrenacentista morisco, quedó devastada en 1993, por lo que hubo de ser restaurada gracias a la Unesco. Hoy se realizan en ella algunas celebraciones religiosas islámicas.
A continuación se cruzaría en mi camino la mezquita de Koski Mehmed Pasha, una de
las más interesantes de Herzegovina y la única que conserva la decoración
pictórica original interior de sus muros. Se llega a ella a través de un paso
abovedado que permite encontrarnos con la mezquita, una fuente cubierta y un
mausoleo. En su arquitectura destacan su estilizado minarete y su elegante
cúpula semiesférica. Ambos elementos resultaron muy dañados en 1993 debido a
los bombardeos croatas, y por ello tuvo que ser restaurada. Además lo mejor de esta
mezquita es que se puede ascender a su minarete y a su jardín trasero, desde
donde conseguiría unas fantásticas vistas de Mostar y especialmente de su
puente más simbólico, el Stari most. El acceso a ambos lugares cuesta 12 BAM.
Mezquita de Koski Mehmed Pasha. Mostar |
Mostar desde Mezquita Koski Mehmed Pasha |
Junto a la mezquita, existe otro bullicioso espacio, en la calle Mala Tepa, como consecuencia de un mercadillo repleto de tenderetes de recuerdos y otros productos.
Y sin mucho buscar aparecería la mezquita de Nesuh – age Vucjakovic, con amplia cúpula central y
otras tres más pequeñas en la parte anterior.
Mezquita Nesuh – age Vucjakovic |
Después de sorprenderme con la torre del reloj, construida hacia 1630 y con quince metros de altura, me parecería buena idea cambiar de tipo de arquitectura y acercarme hasta la catedral ortodoxa de la Santísima Trinidad, la cual las autoridades turcas permitieron construir en 1832, concluyéndose dos años después. En su interior se conserva un icono de la Virgen, así como un iconostasio de madera con varios iconos rusos y locales.
Cementerio y Catedral Santísima Trinidad, a lo lejos. Mostar |
Tras otro nuevo paseo pasaría por delante de la Casa Biscevic, una hermosa residencia otomana que dicen es la más refinada de todas las conservadas, construida en 1635, por lo que no podría evitar entrar a verla. (Abierta de lunes a viernes de 08:00 a 20:00). En su interior posee un hermoso patio y diversas salas donde se conservan objetos y mobiliario, además de contar con hermosas vistas al Neretva.
Un poco más al norte hallaría dos nuevas mezquitas. Por un
lado, la conocida como Karadozbegova
que resultó severamente dañada durante la Segunda Guerra Mundial y acabó casi
completamente destruida durante la última contienda, aunque pudo ser
restaurada. Precedido por un doble pórtico con cupulitas, su interior tiene una
base cuadrada de enormes dimensiones sobre la que se eleva la cúpula principal.
De acuerdo con la tradición y el estilo de la época, la mezquita está
flanqueada en el patio por otros edificios: una fuente ritual, la madrasa o
escuela islámica, una biblioteca e incluso una cocina pública destinada a los
pobres. También conserva en su interior un Corán manuscrito del siglo XVI.
Mezquita Karadozbegova. Mostar |
Por otro lado, encontraría la mezquita Hadzi Tere Jahja, que aunque pueda parecer mentira apenas sufrió daños durante la última guerra.
Mezquita Hadzi Tere Jahja. Mostar |
Mi paseo continuaría en dirección norte, llevándome directo al río y así encontrar junto a sus aguas las ruinas del Hotel Neretva, un complejo hostelero levantado en 1892 y dejado como un colador en la pasada guerra. A su lado, también dañado, el edificio de los viejos baños austro – húngaros, levantado en estilo neomorisco en 1914 y hoy restaurado.
Viejos Baños Austro -Húngaros. Mostar |
Ruinas Hotel Neretva. Mostar |
Era el momento de dejar atrás el viejo casco histórico otomano e internarme en los modernos barrios europeos y lo haría cruzando el Neretva hacia su ribera derecha por el Puente Musala, construcción ya proyectada por los turcos en 1873, pero que no fue realizada hasta la llegada de los austro – húngaros, completándose en 1883. Pasó por diversas vicisitudes, y de hecho fue destruido durante los bombardeos de 1993, por lo que la obra data del año 2000. Aquí comenzaron, en 1952, las competiciones de saltos sobre el río que en 1968 se trasladaron al puente viejo.
Continuando por la calle Mostarkog bataljona llegaría hasta
la plaza de España, llamada así en
honor de los 21 militares españoles fallecidos aquí, a los que también se les
recuerda con un monolito en el centro de la misma. El lugar sería inaugurado
por el Rey Juan Carlos.
Monumento a los Soldados Españoles. Mostar |
En esta se alza también el denominado Gimnasio, que aquí debemos entender como antigua escuela secundaria. Sería levantado en 1898 en estilo neomorisco y se inspira en la Alhambra granadina. En la actualidad continúa siendo sede educativa donde se integran estudiantes croatas y bosnios.
Gimnasio o Antigua Escuela. Mostar |
Frente al Gimnasio, al otro lado de la calle, se alza la Sniper tower (torre de los Francotiradores), una estructura de hormigón que durante la etapa socialista alojó un banco y, ya durante la pasada guerra, sirvió a serbios y croatas para hostigar a los musulmanes. Hoy es un edificio abandonado, repleto de grafitis, símbolo de la tragedia vivida entre 1992 y 1995. De hecho es este el punto que separa los barrios croatas de los musulmanes, y que durante el mencionado conflicto constituiría lo que se conoce como frente de guerra.
Sniper Tower. Mostar |
Tras el gimnasio se abre el parque Zrinjevac, donde hallaría la curiosa estatua en bronce de Bruce Lee. Fue realizada en 2005 como símbolo de paz y lucha contra la injusticia y muestra al actor en una de sus clásicas posturas, con el brazo izquierdo extendido y la mano abierta, tal vez para soltar alguno de sus golpes.
Estatua de Bruce Lee.Parque Zrinjevac. Mostar |
Algo más allá se encontraría el cementerio monumental de los partisanos, realizado en 1965, que contiene las tumbas de los 810 partisanos de Mostar que murieron luchando contra el fascismo en la II Guerra Mundial. Pero, sinceramente, estaba cansado y todavía quería dedicar la tarde a conocer otros lugares cercanos, así que omitiría su visita y volvería por el llamado Bulevard hasta el centro histórico de Mostar, donde me animaría a probar el cevapi en un restaurante llamado Tima Irma que había mirado que tenía muy buenas críticas. Este plato consiste en salchichas de carne picada a la parrilla, acompañado de cebolla picada y una crema láctea. La verdad que estaba buenísimo y muy contundente. Junto con dos coca colas todo me saldría por 14 BAM.
Cevapi en Restaurante Tima Irma. Mostar |
Con las fuerzas repuestas me iría a buscar el coche a mi hotel y emprendería camino hacia un pueblo llamado Blagaj, situado a sólo 13 km de Mostar, por lo que en un cuarto de hora estaba allí.
Dicha población cayó en poder de los otomanos en 1466, tras
pertenecer a diferentes gobernantes de la región, convirtiéndose en ese momento
en una pequeña capital administrativa. Se levantaron al menos siete mezquitas,
cuatro puentes sobre el río Buna y diversos molinos. En 1835, la mayor parte de
la población era musulmana, aunque durante la dominación austro – húngara se
construyeron algunos templos católicos y ortodoxos.
Durante la pasada guerra, Blagaj quedó al principio en manos
de las fuerzas croatas, inicialmente aliadas de los bosnios. Sin embargo,
cuando en mayo de 1993 las primeras atacaron el Mostar musulmán, el ejército
bosnio buscó ocupar Blagaj, lográndolo a mediados de julio. Algunos edificios
históricos quedaron dañados, y en la localidad se instaló un campo de
refugiados al que acudieron huidos de otras poblaciones vecinas y de la propia
Mostar.
Comenzaría visitando su lugar más célebre: el monasterio Blagaj Tekija, ubicado a los
pies de una escarpada colina y junto a una cueva por la que se adentra el río
Buna buscando sus fuentes originales, lo que hace que el lugar sea realmente
bonito. El monasterio en cuestión es de origen turco, siendo construido en el
siglo XVI y habitado por una comunidad de monjes derviches que permanecieron en
él hasta 1925. Restaurado a comienzos de los años setenta del siglo XX, volvió
a ser usado por la comunidad islámica local.
Monasterio Blagaj Tekija |
Monasterio Blagaj Tekija |
Su estilo es barroco clásico con elementos de arquitectura otomana y mediterránea, siendo el único de este tipo en Bosnia y Herzegovina. La entrada cuesta 10 BAM.
Respecto a la cueva se puede acceder a ella en barca por un módico
precio (4 BAM), embarcando justo enfrente del monasterio. Es una caverna muy
pequeña pero te sirve para observar por donde se pierde el curso de agua. La
mini excursión te lleva poco más de diez minutos.
Cueva del Río Buna. Monasterio Blagaj Tekija |
Cueva del Río Buna. Monasterio Blagaj Tekija |
Monasterio Blagaj Tekija desde Cueva del Río Buna |
Si quería que me diese tiempo a todos los planes que tenía por la tarde, debía prescindir de otros monumentos de Blagaj, por lo que así lo hice a excepción de su fortaleza medieval, conocida aquí como Stjepan grad, la ciudadela del Duque Stjepan Kosaca, a la que llegaría, a duras penas, campo a través al no encontrar la entrada de primeras, acabando con las piernas destrozadas por el desnivel y las zarzas. Se sitúa a casi 300 metros sobre el nivel del mar, y fue tanto posición iliria como romana. Durante mucho tiempo fue uno de los centros del reino bosnio y del ducado herzegovino, momento en que se reforzaron los muros, hasta que lo ocuparon los otomanos. Estos establecieron aquí una guarnición y la repararon en varias ocasiones. A comienzos del siglo XIX sufrió diversos daños después de que su torre central, convertida en polvorín, estallara. Luego sería abandona y sólo han llegado hasta nuestros días las ruinas de la misma, por lo que lo mejor son las preciosas vistas que se consiguen desde ella del valle del Neretva, la mejor manera de dejar atrás la población.
Fortaleza Stjepan Grad. Blagaj |
Vistas desde Fortaleza Stjepan Grad.Blagaj |
Mi próximo destino sería Medugorje, situado a 28 km de Blagaj, tardando cuarenta minutos en llegar.
Medugorje es una ciudad de peregrinación católica del estilo
de Lourdes en Francia o Fátima en Portugal, pero con la diferencia que nunca ha
sido reconocida por el Vaticano.
Antes de convertirse en un centro de peregrinación, este
lugar era un pueblo vinícola pobre poblado casi totalmente por bosniocroatas.
En 1941 fue escenario de una atrocidad: cientos de mujeres y niños serbios
fueron arrojados a fosas profundas por fascistas croatas de la zona. Quienes no
murieron en el acto fueron enterrados vivos.
El 24 de junio de 1981, seis adolescentes dijeron haber
tenido una visión en la ahora conocida como colina de las Apariciones,
supuestamente una manifestación de María, la madre de Jesús. De los seis, tres
aseguran tener aún apariciones todos los días, mientras que los otros dicen
tenerlas al menos una vez al año.
Monasterio de Medugorje |
La iglesia católica no acepta oficialmente la veracidad de las apariciones. Un cura franciscano enseguida se convirtió en el principal defensor de los niños y en su director espiritual, si bien tiempo más tarde sería expulsado del sacerdocio acusado de conducta inapropiada con una monja. El asunto se complica aún más por tensiones entre los franciscanos de la zona y la iglesia en un sentido amplio.
En años recientes el Vaticano ha adoptado una postura más
pastoral, pensando que, sean verdad las apariciones o no, Medugorje puede ser
igualmente una fuerza para el bien y el mensaje central que se transmite ya no
es polémico. Se llama a la paz, la oración, la penitencia y la reconciliación.
Su edificio más importante es la parroquia de Santiago Apóstol, una iglesia de dos torres, de 1969,
donde diariamente se reza el rosario a las 18:00, seguido de la misa a las
19:00, que en verano se celebra en el enorme arco de atrás. De aquí sale una
avenida con mosaicos que representan los Misterios Luminosos del rosario, y
lleva a un jardín con la escultura
de bronce de cinco metros de alto del
Cristo Resucitado.
Monasterio de Medugorje |
A unos veinte minutos andando desde el aparcamiento se encuentra la colina de las Apariciones donde se produjeron estas a los muchachos en 1981, presidida por una estatua blanca de la Reina de la Paz. Hacía un calor de mil demonios por lo que no tendría ánimos de realizar la caminata. Y es evidente que tampoco llevaría a cabo la subida al Monte de la Cruz en cuyo sendero se hallan 14 bajorrelieves, uno por cada estación del vía crucis, y arriba, el 15º representando la resurrección. Además ello me hubiera hecho perderme la siguiente visita, algo a lo que no estaba dispuesto a renunciar.
No tenía duda que prefería terminar el día en un área
natural de gran fama en Bosnia y Herzegovina y donde estaba seguro que iba a
pasar mucho menos calor e incluso refrescarme. Dicho y hecho.
Me estoy refiriendo a las cascadas de Kravica, situadas a 20 km y unos 25 minutos de
Medugorje, un paraje idílico y hermoso. La entrada cuesta 20 BAM.
El coche lo dejaría en un parking perfectamente habilitado
para ello tras recorrer cuatro kilómetros de una carretera sin salida, bien
indicada desde la M6. Desde aquel hay como un cuarto de hora caminando hasta
donde se encuentran los saltos de agua.
Este conjunto de cascadas son una maravilla y no decepciona,
ni mucho menos, pues posee cierto aire irreal y mágico. El río Trebizat se
precipita sobre aguas de color turquesa formando un amplio arco de 25 metros de
largo. En primavera es un Niágara en miniatura, con un torrente de agua furioso
y dramático. Ahora en verano se convierte en un salto más suave, pero sus aguas
proporcionan un respiro idílico, ya que está permitido bañarse en la parte más
alejada de la cascada, algo que no desaprovecharía, pues aquí pasaría el resto
de lo que quedaba de tarde, junto a una cerveza bien fría.
Cascadas de Kravica |
Cascadas de Kravica |
Atardeciendo, abandonaría este maravilloso lugar, separándome sólo cuarenta kilómetros de Mostar, donde cenaría en un restaurante llamado Kulluk una ensalada gigante y una cerveza (16 BAM) y terminaría mi estancia mirando ensimismado su símbolo más preciado. Ya sabéis de cual hablo, ¿verdad?
Puente Viejo o Stari Most. Mostar |
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