1 de Septiembre de 2020.
Después de la primera toma de contacto de ayer, hoy entraba
de lleno a conocer Varsovia, capital de Polonia desde finales del siglo XVI.
Antes de la II Guerra Mundial contaba con 1.300.000 habitantes, pero la furia
bélica arrasó el 84% de la ciudad y la población se redujo a 600.000
habitantes. Sin embargo Varsovia se recuperó con rapidez de la postguerra,
reconstruyendo finalmente los barrios más característicos y desarrollándose
según un plano regular y concepciones arquitectónicas influidas por el nuevo
poder socialista.
Aunque el cielo estaba gris, no hacía frío, por lo que
decidiría llegar caminado hasta la plaza
Bankowy, lugar donde comenzarían mis visitas hoy. El inmenso espacio se
encuentra flanqueado por multitud de edificios aunque mi interés se centraría
en el más importante de todos ellos: el palacio de tres alas de la Comisión de
Hacienda, actualmente ocupado por el Ayuntamiento.
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Ayuntamiento. Plaza Bankowy |
Sería aquí donde me sucedería una curiosa anécdota que me
empezaría a mostrar, casi recién llegado, el carácter amable y abierto de su
gente. Aunque sabía que era más que probable que no se pudieran visitar las
instalaciones del edificio municipal, no dudaría en preguntar a la primera
persona que pasaba por allí y se disponía a entrar a su interior. Era un señor
de unos cincuenta años que vestía de manera informal e iba con una gorra. Este
no dudaría en decirme que le siguiera, haciéndome pasar dentro. Una vez allí le
comentaría a uno de los guardias de seguridad algo en polaco y acto seguido
este se levantó me dio una identificación y comenzó a hacerme una visita guiada
del edificio, llevándome por sus largos pasillos y principales salas y
despachos, incluidos los del alcalde y vicealcalde, aunque sólo se me
permitiría hacer fotos de los primeros. No me podía creer que me estuviera
sucediendo algo así, conocer una de las instituciones políticas más importantes
de Varsovia de forma individual y con el servicio de seguridad, verlo para
creerlo. Una muestra más de la hospitalidad polaca y de lo orgullosos que se
muestran de mostrarle al extranjero su cultura y sus organismos públicos. También
es cierto que con quien fui a dar debía ser una persona importante e influyente,
pues ni rechistaron al recibir la instrucción.
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Ayuntamiento. Plaza Bankowy |
A la salida me desplazaría a no más de diez minutos y
entraría en los Jardines Sajones, el
parque público más antiguo de la ciudad, encargados por el rey Augusto II a
principios del siglo XVIII. En ellos destacan el conjunto de estatuas barrocas de
Musas y Virtudes, un bonito lago artificial, una elegante fuente e incluso un
reloj solar.
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Jardines Sajones |
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Jardines Sajones |
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Jardines Sajones |
Justo en el lado contrario al que había entrado me daría de
bruces con una pequeña sombra de lo que fue el antiguo y soberbio Palacio
Sajón, destruido por las guerras del siglo XX. Aquellos restos serían
sabiamente transformados en la Tumba del
Soldado Desconocido, bajo un ambiente de gran solemnidad, donde en 1925,
fueron enterrados los restos de un combatiente sin nombre. De esta forma, hoy,
no podemos entrar o salir de los Jardines Sajones sin tener un emocionado
recuerdo hacia los miles de soldados polacos que cayeron en el campo de batalla
sin poder ser identificados. También tendría suerte aquí y podría asistir al
cambio de guardia de los soldados que constantemente montan guardia delante de
este monumento.
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Tumba del Soldado Desconocido |
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Tumba del Soldado Desconocido |
Dada la cercanía, continuaría acercándome hasta el museo de Arte Contemporáneo, la iglesia evangélica de la Confesión de los
Augsburgo y el museo Etnográfico,
donde me conformarían con ver la suntuosidad y magnitud de sus exteriores.
Si los anteriores impresionan, más lo hace aún el imponente Gran Teatro, un edificio neoclásico en
cuya fachada resaltan sus columnas dóricas y corintias, así como su friso que
representa el regreso de Edipo de los Juegos Olímpicos. En la elegante plaza en
la que se encuentra, que fue durante largo tiempo el corazón cultural y
comercial de la ciudad, también destacan la iglesia de San Andrés y el Palacio
Jablonowski, que sirvió de ayuntamiento en el pasado.
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Gran Teatro |
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Palacio Jablonowski. Plaza Teatralny |
A pocos metros de la plaza anterior encontraría la iglesia de los Capuchinos, la cual fue
levantada por iniciativa de Juan III, en agradecimiento por la victoria del
ejército polaco sobre los turcos en la batalla de Viena, en 1683. La fachada
recuerda la iglesia capuchina de Roma. Dentro se custodian las urnas con el
corazón de Juan III y las cenizas del rey sajón Augusto Segundo.
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Iglesia de los Capuchinos |
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Urna de Juan III. Iglesia de los Capuchinos |
Justo detrás de la misma, encontraría también el memorial de los Héroes de Varsovia, más
conocido con el nombre de “Nike de
Varsovia”, el cual rinde homenaje a todos aquellos que murieron en la
ocupación nazi de la ciudad entre 1939 y 1945. La escultura, de siete metros de
altura, representa a una mujer, medio inclinada, con una espada levantada sobre
su cabeza, sujetada por ambas manos, en postura de ataque.
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Monumento a los Héroes de Varsovia |
Y había llegado el momento, sin más preámbulos, de visitar
la zona más bonita de la ciudad. Me refiero a la Ciudad Vieja, la cual fue el punto de partida de la actual
Varsovia. Fue fundada entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV,
cuando los duques de Mazovia abandonaron su castillo de Jazdów y se instalaron
en el lugar donde más tarde se levantaría el Castillo Real, lugar por donde iniciaría mi andadura. Es este el
verdadero corazón de la urbe a nivel histórico y arquitectónico, con sus
imponentes edificios barrocos perfectamente reconstruidos alrededor del gran
patio, uno de los monumentos más célebres y majestuosos de Varsovia.
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Castillo Real
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Se construyó por la decisión de Segismundo III Vasa de
trasladar la capital desde Cracovia a Varsovia en el año 1596, siendo edificado
en estilo barroco temprano, incorporándose el previo palacio de los duques de
Mazovia. La fachada barroca sobre el Vístula es de tiempos de Augusto III y los
espléndidos interiores datan del reinado de Estanislao Augusto. Los alemanes lo
arrasaron en la Segunda Guerra Mundial y fue reconstruido de forma meticulosa, entre
1971 y 1988, siguiendo los planos del proyecto original al igual que de otros
dibujos y gracias a las donaciones de trabajo y dinero de los polacos del país
y del extranjero. En 1980, la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad.
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Castillo Real
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Antes de entrar en su interior es imposible no fijarse
también tanto en el grupo de casas
pintorescas con tejadillos de madera pintadas de diferentes colores, como en
la célebre columna de Segismundo,
situada a su lado. Es este el monumento más antiguo de toda Polonia y consiste
en una columna corintia de granito de 22 metros coronada por la estatua de
bronce del rey con una cruz en la mano izquierda y una espada en la derecha.
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Columna de Segismundo y casas de la Ciudad Vieja |
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Casas de la Ciudad Vieja |
Ahora sí y tras recrearme un buen rato con la imagen de todo
el conjunto exterior, decidiría entrar a conocer las habitaciones y salas del
castillo. El precio es de 25 PLN. Por cierto que si alguien se pregunta por qué
no compraría la Varsovia card fue motivado porque no sabía cómo se iban a desarrollar
los acontecimientos ni si iba a encontrar todo abierto por el COVID, además de
que los museos se intercalan para cerrar entre el lunes y el martes, por lo que
preferí no tener que preocuparme de todo ello, aunque me costase un poco más.
Su gran patio interior, vasto pentágono alrededor del cual
se extiende el complejo del Castillo Real, dominado por dos torres, me daría la
bienvenida, atravesado el cual me introduciría en sus estancias. Son muchísimas
las que ver pero algunas de las más impresionantes serían: la sala del Senado, adornada por pilares
corintios y escudos de armas del Reino de Polonia, del Gran Ducado de Lituania
y de todos los territorios de la República. Fue en esta sala donde se adoptó
uno de los documentos más importantes de la historia de Polonia: la
constitución de 1791; la sala de
Canaletto, que servía de ante – cámara a los visitantes que esperaban una
audiencia con el rey. Su arquitectura es muy simple de forma que no haga sombra
a las pinturas del paisajista italiano Bernardo Belloto, conocido como
Canaletto el joven, que representan Varsovia y Wilanów;
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Gran patio. Castillo Real |
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Sala de Canaletto. Castillo Real
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Sala del Senado. Castillo Real |
La antigua sala de Audiencia
que en 1777 servía como sala del Trono; la suntuosa sala de los Caballeros, donde la intención del rey era que aquí se
conmemorasen los más gloriosos momentos de la historia de Polonia y de sus
personajes más ilustres: jefes de guerra, estadistas, científicos, artistas. Su
pieza más bella es la escultura neoclásica de Cronos sosteniendo la bóveda
celeste; la sala de Mármol, cuyos
muros están revestidos de mármoles de diferentes colores; el salón de Baile o de Asambleas, el más grande de todo el
castillo, con una vista que pone en evidencia su esplendor y refinamiento.
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Antigua Sala de Audiencias. Castillo Real |
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Sala de los Caballeros. Castillo Real |
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Salón de Baile. Castillo Real |
Para terminar la visita accedería a sus hermosos jardines con diferentes niveles y donde
destacan especialmente los setos originales anteriores a la Segunda Guerra
Mundial, aunque también se pueden ver cerezos, arces, tilos, álamos con
hermosas formas y arreglos. Es curioso que este pequeño espacio sea el hábitat
de muchas especies de aves protegidas como el ruiseñor, la urraca o el cuervo. |
Jardines Castillo Real |
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Jardines Castillo Real |
Mi siguiente objetivo consistiría en dirigirme a una
recoleta y romántica plazoleta triangular llamada Kanonia, situada detrás de la catedral. Fue creada en el emplazamiento
de un antiguo cementerio y se encuentra bordeada de casas que fueron
construidas en el siglo XVI por los canónigos de la catedral de San Juan. En el
centro destaca una bonita campana que fue realizada para una iglesia de aquella
época, pero parece que se resquebrajó y aquí la dejaron. Dicen que sí se da
tres vueltas a su alrededor trae buena suerte, por lo que no dejaría de hacer
dicho ritual.
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Campana de Bronce. Plaza de Kanonia |
Dada su cercanía, era obvio que mi siguiente visita sería a
la catedral de San Juan, que se cree
que es la iglesia más antigua de Varsovia. Comenzaría siendo una iglesia
parroquial a principios del siglo XV y no fue catedral hasta 1798. Los
sucesivos reyes fueron añadiendo nuevas capillas y otros elementos. Aquí se
celebraron ceremonias tan importantes como la coronación de Estanislao Augusto
en 1764 y el juramento de lealtad a la Constitución del 3 de mayo de 1791.
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Catedral de San Juan |
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Catedral de San Juan |
En su interior es digno de señalar el crucifijo
Baryczkowski, famoso por sus poderes
milagrosos; las espectaculares vidrieras; la tumba en mármol de los dos últimos
duques de Mazovia y la monumental estatua de Stanislaw Malachowski.
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Estatua de Stanislaw Malachowski. Catedral de San Juan |
También en su cripta (5 PLN), se encuentran enterrados
muchos polacos famosos, como el recién mencionado Estanislao Augusto que fue el
último rey de Polonia, el escritor Henryk Sienkiewicz, galardonado con el
premio Nobel, varios presidentes polacos y cardenales primados.
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Cripta Catedral de San Juan
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Era el momento de perderme por las calles de la Ciudad
Vieja, especialmente por sus dos arterias principales. Por un lado la calle Piwna, la más larga de esta zona,
que arranca en línea recta desde la plaza del Castillo y cuyas casas que la
bordean fueron muy buscadas por las familias aristócratas a las que les gustaba
vivir en ellas. En ella también se encuentra la iglesia de San Martín además de tiendas de recuerdos, restaurantes
y cafés. Por otro lado la calle
Swietojanska, paralela a la anterior, es sobre todo conocida por el encanto
de las antiguas pequeñas casas, cuidadosamente reconstruidas después de la
guerra. Sería esta última la que me haría desembocar en la espectacular plaza del Mercado.
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Calle Swietojanska |
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Calle Piwna |
Este hermoso espacio rectangular fue construido hacia el año
1400 y desde entonces hasta comienzos del siglo XIX fue el centro de la vida
política, administrativa, comercial y cultural de la ciudad; las fachadas de
sus edificios tienen una agradable mezcla de estilos gótico, renacentista,
barroco y neoclásico. Pero es en el centro de la plaza donde se halla la más
famosa de las estatuas de Varsovia: su hermosa Sirena.
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Plaza de la Ciudad Vieja y Sirena de Varsovia |
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Plaza de la Ciudad Vieja y Sirena de Varsovia |
Érase una vez dos sirenas que fueron nadando del océano
Atlántico al mar Báltico. Una se sintió atraída por unas rocas y allí se quedó;
se la puede ver hoy en día a la entrada del puerto de Copenhague. La otra nadó
hasta el golfo de Gdansk y desde allí remontó el curso del Vístula. Llegó al
pie de lo que hoy es la Ciudad Vieja de Varsovia, el sitió le gustó y allí se
quedó. Los pescadores del lugar no tardaron en notar que alguien levantaba olas
en el río, enredaba las redes y ponía en libertad a los peces. Descubrieron que
era obra de la sirena aunque, fascinados por su canto, no le hicieron daño.
Pero llegó un rico mercader, vio a la sirena y la oyó cantar. Calculó lo que
ganaría exhibiéndola en los mercados y la capturó mediante una estratagema. Los
lamentos de la sirena los oyó el hijo de un pescador, que con ayuda de unos
amigos la liberó una noche. La sirena, agradecida, prometió que en el futuro
podrían contar siempre con su ayuda. Por eso figura en el escudo de la ciudad
con espada y escudo.
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Sirena de Varsovia. Plaza de la Ciudad Vieja |
Más allá de la hermosa escultura, en la plaza se pueden ver
otros interesantes detalles como el soberbio reloj de la casa Simonetti, encastrado en un nicho de gran
refinamiento y originalidad; las estatuas
de la Virgen María entre Santa Isabel y San Estanislao situadas sobre la casa Falkiewicz; la bella insignia que representa un animal
fabuloso como el basilisco, emblema de los banqueros, situado en la casa Bazyliszek; o las pinturas con las
que se encuentra decorada la casa del
León, son sólo algunos ejemplos de los tantísimos adornos, bajorrelieves,
frisos, portales e insignias distribuidos por todas las fachadas y rincones.
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Casa Bazyliszek. Plaza de la Ciudad Vieja |
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Reloj Casa Simonetti. Plaza de la Ciudad Vieja |
No he mencionado que en mi andadura apenas encontraría gente
por la calle, salvo algún que otro grupo escolar y poco más. Se notaba la ausencia
de turistas extranjero y éramos muy pocos los que nos habíamos atrevido a
viajar fuera. El ambiente era extraño y diferente.
Tras haber disfrutado de la hermosa plaza del Mercado,
continuaría ahora hacia la zona de las murallas
y barbacana que protegían el acceso a la ciudad por el norte. Varsovia es
una de las escasas capitales europeas que conservan buena parte de sus murallas
medievales. Se construyeron en fases entre la primera mitad del siglo XIV y
mediados del XVI. Una doble circunvalación, con bastiones y torres, rodeaba la
ciudad en esa época. La fortificación más antigua es la barbacana, la cual se
levantó en el emplazamiento de una antigua salida para defender y reforzar esa
zona. Tenía una puerta de entrada provista de un puente levadizo flanqueado de
dos torres semicirculares.
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Barbacana y Murallas |
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Barbacana |
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Barbacana y Murallas |
Rodeando las propias murallas podría conseguir hermosas
vistas de la Ciudad Vieja, además de encontrarme con dos estatuas
significativas. Por un lado, el famoso monumento
al Pequeño Insurrecto, situado sobre las ruinas de una pequeña torre. La escultura
te enternece al observar un soldado en miniatura. Es un niño de ojos tristes,
que parece completamente perdido bajo un casco demasiado grande para él. Está
dedicada a los numerosos niños que participaron activamente en la insurrección
de 1944. Por otro, la estatua de Jan
Kilinski, un zapatero de Varsovia que durante la insurrección de la misma
se puso a la cabeza de la población urbana y tomó la residencia del embajador
del zar. Fue nombrado coronel y combatió para defender la ciudad, siendo herido
dos veces. Después del fracaso de la insurrección fue detenido, extraditado a
Rusia, y encerrado en una torre en San Petersburgo.
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Murallas y Ciudad Vieja |
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Estatua de Jan Kilinski y Ciudad Vieja |
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Monumento al Pequeño Insurrecto |
Era un buen momento para hacer un alto en el camino, pues ya
eran las 15:30, animándome a comer en un restaurante que había leído tenía
buena fama por su cocina local. Se llamaba Gosciniec.
En él probaría por primera vez uno de los platos más famosos de la gastronomía
polaca: los pierogi, similar a las empanadillas o raviolis y que están rellenos
de diferentes ingredientes como patata, queso, cebolla, carne o champiñones. No
me defraudarían y estaban buenísimos. Para esta primera ocasión me animaría con
unos rellenos de patata y bacon. Ojo que son contundentes, por lo que pedir
otro plato de lo que sea puede ser excesivo. Decidiría también pedir postre,
optando por una tarta casera de manzana, que igualmente estaba deliciosa. Todo
ello más dos coca colas me saldría por 48 PLN.
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Pierogi en Restaurante Gosciniec |
Nada más salir comenzaría la visita a la Ciudad Nueva, otro gran barrio de
arrolladora personalidad que le hace un lugar muy interesante para descubrir.
Gracias a la gran autonomía administrativa que tuvo a lo largo de los siglos,
el barrio de Nowe Miasto, que así se le conoce en polaco, pudo dotarse de
iglesias, conventos y edificios prestigiosos, y estuvo en el apogeo de su
esplendor en el siglo XVIII.
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Calle Ulica Freta. Ciudad Nueva |
Ulica Freta es la
calle principal de la Ciudad Nueva, llevándome a los principales edificios y
puntos de interés que se irían sucediendo uno tras otro por el siguiente orden:
Iglesia del Espíritu
Santo: sus orígenes se remontan al s. XIV, siendo construida en madera.
Destruida en 1655 por los suecos, no fue reconstruida hasta medio siglo más
tarde por los monjes paulinos de Czestochowa, realizando un edificio imponente
y austero.
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Iglesia del Espíritu Santo |
Iglesia de San Jacek:
es una de las más interesantes de la Ciudad Nueva, inusualmente alargada.
Dedicada a Santiago sigue los cánones góticos, además de poseer bellísimos
falsos techos y decorados en estuco. Alberga las solemnes tumbas de la familia
Kotowski.
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Iglesia de San Jacek |
Casa – Museo de Marie
Curie: es el lugar donde nació la científica ganadora de dos premios Nobel,
aunque sólo paso allí un año. No entraría a su interior pero si alguien está interesado en visitarla encontrará
muebles de la época, instrumental de laboratorio y la bata y el sombrero de la
propia Marie, entre otras cosas. |
Casa - Museo de Marie Curie |
Plaza de la Ciudad
Nueva: es el corazón de la Ciudad Nueva. Tenía forma rectangular pero tras
su reconstrucción adquirió forma triangular. La demolición del edificio del
Ayuntamiento, en 1818, despejó el centro de la plaza y descubrió la espléndida
cúpula barroca que corona San Kazimierz. Las fachadas de muchos edificios de la
plaza están cubiertas por interesantes murales del realismo socialista. En el
centro se puede ver un pozo del siglo XIX.
Iglesia de San Kazimierz:
es un notable edificio barroco de proporciones clásicas. El interior se renovó
después de sufrir importantes daños en la guerra. El elemento reconstruido más
importante es la tumba de María Carolina, nieta de Juan III Sobieski. En ella
se puede ver un escudo roto y una corona cayendo al abismo, en alusión al
escudo de los Sobieski y a la muerte del último representante de la dinastía.
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Plaza de la Ciudad Nueva e Iglesia de San Kazimierz |
Después de esa última visita abandonaría la calle Ulica
Freta para dirigirme tan sólo unos metros más allá y contemplar la hermosa iglesia de la Visitación de la Virgen María,
cuya torre de ladrillo se alza imponente sobre los tejados de las casas. Se
supone levantada sobre un antiguo lugar de culto pagano. Muy cerquita, sobre la
terraza contigua a la iglesia, se puede ver una evocadora estatua de la científica Marie Curie con una maqueta de un átomo.
Fue erigida en 2014 con motivo del
ochenta aniversario de su muerte. Desde este mismo punto hay una maravillosa
panorámica del valle del Vístula.
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Iglesia de la Visitación de la Virgen María |
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Estatua de Marie Curie |
No quedaba ya mucho para que se hiciera de noche, además de
que era más que probable de que empezara a diluviar, por lo que atravesé la
cercana iglesia franciscana, que no
me diría gran cosa y continué hasta una escultura que te pone los pelos de
punta y que se la conoce como Monumento
a los caídos y asesinados en el Este. Tiene forma de vagón de ferrocarril
en el que se deportaba a los polacos a la Unión Soviética durante la Segunda
Guerra Mundial. Las cruces simbolizan los cientos de miles de polacos llevados
al Este y asesinados en los campos de concentración soviéticos.
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Monumento a los Caídos y Asesinados en el Este |
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Monumento a los Caídos y Asesinados en el Este |
Sería justo mientras contemplaba este triste monumento
cuando las nubes empezarían a soltar todo el agua que llevaban reteniendo todo
el día, por lo que teniendo en cuenta que ya eran las 18:30 y sólo quedaba una
hora para que se hiciera de noche, decidiría coger el metro y marcharme al
hotel a descansar, no sin antes comprar unos sándwiches y una coca cola para
cenar tranquilamente en mi habitación.
Y en el preciso instante en que disfrutaba de la cena
y del relax, un mail de Ryanair, me creaba cierta inquietud, pues en él se me
comunicaba que mi vuelo de Cracovia a Madrid previsto para el día 12 de
septiembre por la noche había sido cancelado como consecuencia de las
restricciones que había impuesto el gobierno polaco para volar desde y hacia
España de manera directa. Así que de momento me encontraba atrapado en Polonia
no sabiendo muy bien como haría para
volver a Madrid. Afortunadamente, todavía quedaban muchas jornadas por delante,
por lo que mañana y los días sucesivos continuaría con los planes previstos que
no eran otros que seguir conociendo Varsovia y otras hermosas ciudades polacas.
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