Otro madrugón era necesario para poder estar en la estación
de autobuses un poco antes de las ocho, la hora de salida del bus que me
llevaría a Puerto Natales, ya en Chile, por lo que como se ve volvía otra vez
al país vecino, sólo tres años después de mi viaje de un mes por su territorio
en el año 2014. Y es que una vez en estas latitudes y en estas fechas, no podía
dejar de lado otro de los motivos principales de este viaje, sino el más
importante de todos: llegar al Parque Nacional de Torres del Paine, unas de las
zonas paisajísticas más espectaculares del planeta. Pero empecemos por el
principio que todavía quedaba mucho para llegar hasta él.
El viaje lo haría con la compañía chilena Bus – Sur, una de
las más famosas, comprando el billete por su página web, varios meses antes,
costándome 27 euros. Haría bien porque no quedaba ni una sola plaza libre. El
ayudante del conductor nos pediría a todos los pasajeros los pasaportes y tras hacer las comprobaciones oportunas y
ver que todo estaba correcto, nos pondríamos en marcha.
Llanura Patagónica camino a la Frontera Argentina |
Recta Patagónica camino a la Frontera Argentina |
Tardaríamos tres horas en llegar al Paso Internacional Don
Guillermo, donde deberíamos bajar todos del autobús para hacer los trámites
fronterizos de salida de Argentina. La verdad que sería rápido y en media hora
ya nos volvíamos a poner en marcha, atravesando varios kilómetros de zona de
nadie entre los dos países, para llegar poco después a la frontera chilena,
donde las gestiones para entrar al país son algo más engorrosas, pues te hacer
bajar con todas tus pertenecías para pasarlas por un escáner y comprobar que no
llevas ningún tipo de alimento orgánico. También obligan a bajar al conductor
todos los equipajes para ser olfateados por perros, por lo que, como se ve, son
bastante severos con este asunto, enfrentándote a importantes multas si te
pillan con algo, además de requisártelo. Igualmente es necesario rellenar una
declaración jurada al respecto, para cubrirse las espaldas por si incumples.
Paso Internacional Don Guillermo.Argentina |
Paso Internacional Don Guillermo.Argentina |
Paso Internacional Don Guillermo.Chile |
Al final se nos iría casi una hora con toda la parafernalia,
poniéndonos otra vez en carretera y atravesando la barrera fronteriza. La
última parte del firme argentino había sido de ripio y ahora volvía a
convertirse en asfalto en Chile, por lo que empezaba a verse más medios en este
nuevo país.
En hora y media más llegábamos a Puerto Natales tardando al
final seis horas, una hora más del horario previsto, así que al final no
estaría tan mal, plantándonos allí a las 14:00.
La estación de buses de Puerto Natales está algo alejada del
centro, así que no me pensaría mucho tomar un taxi allí mismo, costándome 80
pesos argentinos. Efectivamente admiten otras divisas, ya que mucha gente llega
sin pesos chilenos, como era mi caso. También aceptan dólares, suponiendo en
estos dos últimos casos tres dólares y dos mil pesos chilenos. Todos estos
precios son cerrados y se aplican para cualquier trayecto dentro del centro
urbano.
En menos de diez minutos estaba en la puerta del Hostal
Morocha, un agradable lugar que reservaría por www.booking.com
varios meses antes. Se encuentra regentado por Pablo, su dueño y también
porteador del Parque Nacional de Torres
del Paine durante 18 años. Cuando llegué él no estaba, pero me recibiría
Celine, una chica suiza muy agradable que estaba de voluntaria allí,
aprendiendo castellano. Pronto me enseñaría mi habitación compuesta por dos
camas. (40 euros la noche con desayuno incluido). Efectivamente necesitaba algo
confortable y para mí sólo, pues quería poner en orden todo el equipaje y estar
tranquilo, pues mañana empezaba una empresa que no era ninguna tontería. Todo
estaba muy limpio, siendo una casa de lo más acogedora por lo que era perfecto
para recuperar fuerzas.
Hostal Morocha |
Me organizaría lo imprescindible y pronto estaba de camino
al centro, no más de diez minutos paseando, para realizar varias gestiones,
pues hoy era el último día del año y temía que pudieran cerrar muchos comercios
antes de su horario normal, pero todo lo contrario, pues estaba todo abierto
hasta más tarde de las 21:00.
Empezaría por lo más importante, cambiar moneda, no
consiguiendo un cambio más favorable de 700 pesos chilenos por euro. Aquí es
cierto que había muchas casas de cambio cerradas y sólo pude encontrar tres
establecimientos abiertos, ofreciéndote los otros dos sitios peores
condiciones.
Mi siguiente destino sería la farmacia, donde compraría
esparadrapo, tiritas, Betadine y alguna que otra cosa que había olvidado traer
desde España. Es importante no olvidar nada de esto pues nunca se sabe las
heridas que te pueden causar tantos kilómetros de caminata.
En tercer lugar era el momento de entrar a un inmenso
supermercado que estaba a rebosar de gente, realizando todo el mundo las
compras de última hora para la gran cena. Yo me proveería de provisiones para
cuatro de los ocho días que iba a estar en el Parque Nacional, pues decidí
tomar una decisión salomónica, contratando en los refugios pensión completa la
mitad de los días, y los otros llevarla yo, para así ahorrar un poco, pues
aunque se puede contratar en todos, suponía que de hacerlo así, mis gastos se
dispararan en exceso. Entre mis compras estarían fiambre embasado, frutos
secos, chocolates y algunas latas de conserva.
Con todos los deberes hechos, ahora sí, que buscaría un
local para comer algo que no fuese demasiado contundente, optando por un
pequeño comercio en el que vendían una empanadas de lo más sabrosas,
acompañándolas con unos zumos.
Eran las 18:00 cuando terminaba de hacer todo lo descrito
anteriormente por lo que, antes de retirarme al hostal, decidiría dar una
pequeña vuelta por el centro de Puerto Natales.
Esta ciudad, ubicada a 247 kilómetros al noroeste de Punta
Arenas, es hoy capital de la Provincia de Última Esperanza y se encuentra
delante del Seno del mismo nombre. El área fue descubierta por Juan Fernández
Ladrillero en el 1555, en su misión colonizadora, como enviado de la corona
española para extender la gobernación de Chile hasta el Estrecho de Magallanes.
En su desesperación por encontrar la salida hacia el sureste, desde los fiordos
del Océano Pacífico y que lo condujeran a aquella vía interoceánica, se
encontró con el Seno, que era la última oportunidad de hallar el gran canal
magallánico. Canal que no encontraría entonces, pero que le permitió estudiar
un espacio geográfico nuevo para la cartografía mundial.
No sería hasta 1911 cuando se dispuso por decreto supremo la
fundación de la nueva población, que pasaba a nombrarse Puerto Natales. A pocos
kilómetros de ella se iniciaba la construcción de un frigorífico para la
exportación del ganado hacia Europa y que se conocería como “Frigorífico
Bories”. Por tanto, la ciudad nacía como un poblado para servir todas las
necesidades de quienes trabajaban en la ganadería en la región, tanto desde el
punto de vista sanitario, como educacional.
Sin duda, lo que más destaca de ella es la Plaza de Armas
que, como todas las de Chile, acoge la iglesia más importante, la
Municipalidad, el correo y la gobernación, como también las casas de más
prestigio. El templo sería inaugurado en 1930 y destaca la fachada con el
campanario central que se inspiran en modelos ingleses de 1700. La
Municipalidad por su parte también tiene influencias inglesas y alemanas.
Iglesia María Auxiliadora. Puerto Natales |
Municipalidad de Puerto Natales |
Plaza de Armas. Puerto Natales |
Navidad en Puerto Natales |
Por otro lado la arquitectura, de muchos de sus edificios,
es el producto del tipo de colonización que se practicó. Casas de una gran
simplicidad planimétrica y decorativa, con un gran uso de la madera como
material principal.
Arquitectura Tradicional |
Arquitectura Tradicional |
Aunque me hubiese gustado también dar un paseo por la
costanera y acercarme hasta el monumento al Milodón, que había visto de pasada
desde el autobús, el hecho de que si llevaba a cabo estos planes, se me iba a
hacer muy tarde, decidiría al final marcharme para el hostal a prepararlo todo.
Puerto Natales desde Hostal Morocha |
Puerto Natales desde Hostal Morocha |
Estaría dos horas organizándome y es que era muy importante
no olvidar nada y dejar en el Hostal Morocha todo lo que pudiera, pues cuanto
menos peso llevara mejor que mejor. Aún así y todo creo que la mochila no
bajaba de los 14 kilos, que para mi gusto era demasiado, por lo que
esperaríamos que no pasara factura a mi maltrecha espalda.
Con el tiempo justo para asearme y volverme a vestir,
conseguiría estar en el pequeño salón de la entrada unos minutos antes de las
21:00, hora a la que nos había citado Pablo, el dueño del Hostal, a todos los
que quisiéramos compartir con él la cena de Nochevieja.
Al ser una vivienda pequeña, todos querríamos estar por lo
que ocuparíamos la mesa: una pareja canadiense jubilada de la que no recuerdo
sus nombres; Gabriela y María, dos italianas del sur; Celine, la suiza y yo.
Pablo nos sorprendería con una paella al estilo patagónico con productos
típicos de esta región chilena, que estaba bastante buena, además de ensalada y
un vino suave muy rico.
Además tendría el detalle de sólo cobrarnos el importe de lo
que había supuesto la compra, sin añadir ningún extra a la misma, teniendo que
poner sólo 5000 pesos cada uno.
Fue una cena muy divertida, donde hablamos de todo y en
todos los idiomas, con traducciones simultáneas como si aquello fuese la ONU.
Eso sí está vez y por primera vez en mi vida, con edad para hacerlo, no tomaría
las famosas uvas, pues la tradición no existía en ninguno de los países que
estaban representados allí, así que tengo que reconocer que me daría algo de pena,
aunque tampoco supondría un trauma.
A las 23:30 nos retiraríamos, pues mañana madrugábamos todos
los comensales para realizar diferentes actividades y excursiones y no era plan
de seguir de fiesta y no ser personas pocas horas después.
De esta manera, me iba a dormir antes de que terminara 2017,
un año increíble en todos los aspectos, especialmente en sueños viajeros.
Mañana comenzaba un nuevo año del que espero me dé también muchas alegrías,
sean del tipo que sean, pues en cuanto a viajes se refieren es posible que
estos disminuyan sustancialmente, después del ritmo tan intenso de los últimos
años. Por lo tanto, como se acaba de ver, en este pequeño y último párrafo de
este capítulo, desvelo así la gran sorpresa del 2018, aunque es cierto que
nunca se sabe en la vida y las cosas pueden cambiar, así que lo iremos viendo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario