26 de Diciembre de 2017.
Una de las muchas conversaciones que tendría con Pablo
trataría acerca de cuáles iban a ser mis planes durante mi estancia en El Chaltén,
así como en otros famosos lugares por los que pasaría durante mi viaje,
llegando un determinado momento, mientras se los contaba, que su cara de
circunstancia le delataría. Sería debido a lo que tenía previsto para hoy que
no era otra cosa que hacer la navegación por el lago Viedma y un pequeño
trekking por el glaciar del mismo nombre, que lleva la empresa Patagonia
Aventura.
Acto seguido, tras narrárselo, su respuesta sería con otra pregunta:
-“¿Acaso no vas a hacer lo mismo en El Calafate con Perito Moreno?” Después de
que le asintiera con la cabeza, me sería muy sincero. Resulta que ya no se
puede caminar por encima del glaciar Viedma ya que este ha retrocedido tanto en
los últimos años que es peligroso para las personas y más para gente sin experiencia
en este tipo de superficies. A cambio te dan la opción de caminar por una
península cercana pero el problema que desde allí se ve demasiado lejos la masa
de hielo, ya que ni siquiera ha conseguido aguantar a mantenerse cercana a esta
porción de tierra, por lo que se puede decir que de alguna manera pierdes
demasiado tiempo para lo que obtienes. Si a todo ello le sumas que, como todo
aquí, supone un desembolso de dinero importante, pues como que no me
recomendaba en ningún caso esta opción.
Dicho todo lo anterior, Pablo, me propondría hacer la que él
considera la mejor ruta en El Chaltén y que, como suele suceder en muchas
ocasiones, no se encuentra entre lo más popular o famoso de un lugar. Su nombre
era “Loma del Pliegue Tumbado”, consiguiendo, si el día está despejado, unas
perspectivas soberbias de todos los picos del macizo montañoso, incluyendo el
Fitz Roy y el Cerro Torre, como no podía ser de otro modo. Ahora sólo quedaba
esperar que mi último día completo aquí fuese agraciado con buen tiempo.
Reconozco que aunque estaba satisfecho con lo conseguido en
días anteriores, pues apenas había llovido y en momentos concretos había
logrado visualizar las cumbres míticas
de la zona, sin embargo tenía una ligera decepción pues no lo había hecho con
el mejor tiempo ni como siempre había soñado, ni tampoco había podido
eternizarme contemplando las montañas debido a las nubes y al viento, por lo
que al final creo que en el interior de mi había acabado aplicando el famoso
dicho “Quien no se consuela es porque no quiere”.
Sin embargo, una vez más, los dioses se apiadaban de mí y el
último día entero en El Chaltén, en mi última oportunidad, me obsequiaban con
una jornada espléndida, sin nubes en el cielo, un azul radiante y la ausencia
de viento, es decir, el día perfecto.
Tengo que admitir que estuve a punto de no hacer caso a
Pablo, con respecto a la ruta que me había recomendado, y dirigirme a realizar,
otra vez, la ruta de la Laguna de los Tres para poder ver el Fitz Roy completo
desde ella, pues hay que recordar que me faltarían la última mitad de este,
oculta por las nubes, además de haber bajado hasta la orilla de aguas
transparentes, que por culpa del viento también me quedé sin llevar a cabo.
Sin embargo, por una vez, dejé mi cabezonería a un lado y
seguí los consejos que con toda buena voluntad me había dado Pablo. No me
arrepentiría, bien sabe Dios que no lo haría.
La ruta parte del centro de recepción de visitantes, al
principio del pueblo, justo en sentido contrario del camino que se dirige a los
miradores de los Cóndores y las Águilas. Son veinte kilómetros y es una
caminata exigente pues tiene un desnivel de mil metros.
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Cartel de Bienvenida.El Chaltén |
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Cartel Informativo.El Chaltén |
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Fitz Roy desde El Chaltén |
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Senda Loma del Pliegue Tumbado |
Nada más comenzar a caminar, pasados escasos diez minutos y
en el primer repecho con el que te encuentras, me sería familiar la silueta de
un señor con sombrero que marchaba delante de mí. Efectivamente era Roberto, el
cual había tenido la misma idea que yo, por lo que no dudamos en compartir
parte del camino para que este fuese más ameno.
Según subíamos, a la derecha, no dejaba de mostrarse en todo
su esplendor el Fitz Roy cuya altura asciende a más de 3300 metros, destacando
así sobre el resto de cumbres y la certeza de su poderío rotundo sobre las
mismas. Igualmente se divisaba perfectamente Cerro Torre con su inconfundible y
puntiaguda aguja en lo más alto.
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Fitz Roy desde El Chaltén |
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Cerro Torre desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Cerro Torre desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
La imagen del macizo iluminado por el sol es soberbia y
según vas avanzando y cambiando de dirección esta va siendo diferente, por lo
que no puedes evitar pararte y contemplarlo una y otra vez, además de realizar
un sinfín de fotografías.
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Fitz Roy desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Fitz Roy y Cerro Torre desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Valle del Río de las Vueltas desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Cerro Torre desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
Después de los primeros desniveles importantes llegaríamos
hasta una zona algo más llana desde la que se puede divisar el objetivo final
de la gran caminata, aunque todavía quedaba un mundo para llegar hasta allí,
así que lo mejor era no fijar demasiado la mirada en aquella para no
desmoralizarte.
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Senda Loma del Pliegue Tumbado |
El firme pronto cambiaría y se convertiría en una mullida
senda que se acabaría adentrando en un tupido bosque por el que tendríamos que
avanzar de forma ascendente bastante tiempo, haciéndose esta parte
especialmente pesada.
Justo al final del anterior, hallaríamos una extensa llanura
verde que invitaba al descanso y a deleitarte contemplando las maravillosas panorámicas tanto del macizo
Fitz Roy, como de las lagunas Madre e Hija y la, cada vez más cerca, Loma del
Pliegue Tumbado. No dudaríamos en estar allí tirados más de media hora, hasta
que Roberto me comunicaría que por sus rodillas, de momento no continuaría con
la excursión. Así que debía seguir sólo.
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Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Fitz Roy desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Fitz Roy desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
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Fitz Roy desde Senda Loma del Pliegue Tumbado |
A partir de aquí ,el paisaje cambiaría radicalmente y los
árboles y el frescor del bosque serían sustituidos por un terreno pedregoso y
yermo en continuo ascenso que desembocaría en una gran llanura compuesta por
piedras y arena, desde donde se podía ver una perspectiva única y diferente de
las dos protagonistas principales, Fitz Roy y Cerro Torre, tan de cerca la una
de la otra que casi podían tocarse.
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Cerro Torre y Fitz Roy desde Loma del Pliegue Tumbado |
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Cerro Torre y Fitz Roy desde Loma del Pliegue Tumbado |
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Fitz Roy desde Loma del Pliegue Tumbado |
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Cerro Torre desde Loma del Pliegue Tumbado |
Sólo quedaba ya lo más complicado: el terrorífico ascenso a
la Loma, una subida que no es técnicamente complicada, pero que puede terminar
con las rodillas y las piernas de cualquiera, además de con la paciencia y el
aliento. Parece no terminar nunca por lo que es muy importante avanzar con
pasos muy muy cortos y haciendo pequeñas paradas cada cierto tiempo.
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Loma del Pliegue Tumbado |
Pero una vez en la cima todo se ve de otra manera y la
recompensa supone poder observar en la lejanía el popular Paso del Viento, una
parte del cordón Mariano Moreno, las cumbres del macizo Fitz Roy, el lago
Viedma, la laguna Toro e incluso El Chaltén, por lo que como se ve, bien merece
la pena el esfuerzo.
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Lago Viedma desde Loma del Pliegue Tumbado |
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Lagunas Madre e Hija desde Loma del Pliegue Tumbado |
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Cerro Torre y Fitz Roy desde Loma del Pliegue Tumbado |
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Fitz Roy desde Loma del Pliegue Tumbado |
Seguía sin hacer casi viento por lo que no dejaría de
aprovechar esta situación y me sentaría en lo más alto y allí me tiraría más de
una hora disfrutando de todo lo que la naturaleza me ofrecía. Me sentía un
privilegiado y muy afortunado de casi terminar de esta manera mi estancia en El
Chaltén y haber hecho caso a Pablo en su recomendación.
Aunque no me hubiese movido de allí en todo el día eran ya casi
las 13:30 y empezaba a soplar algo más el viento, por lo que no quedaba otra
que deshacer el camino.
Para aquellos que sólo puedan pasar dos días en El Chaltén o
que el tiempo les limite en exceso los planes, recomiendo que se haga tanto la
ruta de la Laguna de los Tres como esta misma, ya que la Loma del Pliegue
Tumbado te permite ver desde las alturas lo mismo que se ve desde las orillas
de la Laguna Torre, sumándole además toda la perspectiva del Fitz Roy y 360
grados de la zona, incluyendo el valle por el que se transita hasta la recién
mencionada laguna. De verdad que no saldrás defraudado, si el tiempo lo
permite.
Eran las 16:30 cuando volvía a estar donde todo empezaba por
la mañana, pero no daría por finalizados aquí los planes de hoy, pues aunque
estaba cansado, no quería desaprovechar que tenía tan cerca los miradores de
Los Cóndores y Las Águilas, por lo que hacia ellos que me dirigí. Sólo suponen
uno y dos kilómetros respectivamente desde el centro de visitantes y se tarda
media hora en llegar a cada uno tranquilamente, por lo que en dos horas o menos puedes hacer el recorrido completo.
En el de los Cóndores te vas encontrando con paneles indicativos que te
instruyen acerca de esta especie, para una vez llegado a su parte final
conseguir unas perspectivas únicas del Fitz Roy y el valle del Río de las
Vueltas, además de la visión conjunta de todo El Chaltén. Desde el de las
Águilas, por su parte, se obtiene una preciosa panorámica del Lago Viedma y la
estepa patagónica. Sería en este último donde decidiría sentarme un buen rato a
disfrutar de las vistas, mientras muy cerca unos jóvenes hacían lo propio pero
acompañados del sonido de música andina que emanaba de un antiguo radiocasete.
No sonaba alto y creo que fue el complemento perfecto para despedir un día tan
especial.
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Mirador de los Cóndores |
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El Chaltén y Fitz Roy desde Mirador de los Cóndores |
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Fitz Roy desde Mirador de los Cóndores |
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Lago Viedma desde Mirador de las Águilas |
Me costaría levantarme y es que ya no podía con mi alma,
pero al final desharía el camino y me dirigiría hacia mi hotel, donde pasaría
descansando lo poco que ya restaba de tarde, tomándome allí mismo el resto de
pizza que me había sobrado la noche anterior y que me habían guardado para hoy.
Sobre las 22:00, un fuerte antojo no podría evitar que
volviera a salir al exterior y es que me apetecía muchísimo un helado. Optaría
otra vez por la heladería Domo Blanco, donde trabajan artesanalmente, tomándome
una tarrina triple de diferentes sabores, entre ellos uno llamado El Calafate
que estaba espectacular. Fue caro pero bien mereció la pena pagar los 110 pesos
que me costaría.
De esta manera tan dulce, tanto a nivel de paladar
como a objetivos se refiere, cerraba mi último día completo en esta población,
consiguiendo lograr que buena parte de mis expectativas se cumplieran con nota.
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