Todo llega a su fin y mi sueño concluía hoy, después de tres
semanas increíbles por el sur de Argentina y Chile, la zona más austral del
continente americano que tantas ganas tenía de conocer.
Como suele suceder en estos casos, los sentimientos se
entremezclan al no querer que llegue el final de un viaje tan especial y la
felicidad de haber vivido algo de tan grandes dimensiones. Así que con las
emociones a flor de piel, pasaría las últimas horas en Ushuaia haciendo unas
cuantas compras. Me centraría en, para mí, dos de las mejores tiendas de souvenirs
de la ciudad, donde se puede encontrar absolutamente de todo y en ambos casos
con buen gusto. Se llaman “La última Bita” y “World´s End”. En la primera de
ellas, además, existe un patio interior donde hay figuras que representan
algunos iconos o símbolos de Ushuaia, siendo bastante simpáticos y estando muy
bien recreados. Así se pueden ver el ferrocarril del “Fin del Mundo”, los
presidiarios o los pingüinos, por lo que aunque no se compre nada merece la
pena entrar para verlo.
La Ultima Bita. Ushuaia |
La Ultima Bita. Ushuaia |
La Ultima Bita. Ushuaia |
Con todo listo y un nuevo crujir en la tarjeta de crédito,
volví a la casa que me había acogido todos estos días para tomar un taxi desde
allí con dirección al aeropuerto. Pero mi sorpresa sería que mis planes
cambiarían de repente y sin previo aviso, pues me estaría esperando Miguel para
llevarme él mismo a coger el avión. Todo un detallazo que todavía hacía más
difícil el marcharme de allí.
Cuando ya pensaba que íbamos de camino, de repente veo que
el coche deja de seguir la dirección hacia el aeródromo y nos desviamos por una
carretera que empieza a ascender poco a poco, encaminándonos hacia la base del
glaciar Martial. Sería toda una sorpresa que me dejaría sin palabras. Todo
estaba envuelto por las nubes, pero, simplemente, la intención ya significó
mucho más que ver la masa de hielo. Lo bueno de venir a estos lugares con
alguien de la zona es que es conocedor de sitios que pocos turistas tienen
conocimientos de ellos aún estando a muy pocos metros. Tal era el caso del
bosque fueguino que se encuentra al otro lado del arroyo que discurre por allí
y que se encuentra totalmente virgen. Fue una gozada poder contemplarlo y es
que el contraste es brutal entre la parte tocada por el hombre, donde nos
situábamos, y la zona intacta, la cual es única en el mundo, como también
sucedería con la selva valdiviana que pude ver en el cruce de lagos argentinos
hacía apenas un año.
Bosque Fueguino cercano al Glaciar Martial |
Bosque Fueguino cercano al Glaciar Martial |
El día había amanecido muy lluvioso y el agua no dejaba de
caer sobre nuestras cabezas, pero a la vuelta, Miguel pararía también en el
hotel Glaciar, desde donde se pueden contemplar unas vistas únicas de toda
Ushuaia y de sus islas, incluyendo la H, así como el territorio chileno con la
isla Navarino en primer plano. Sería una pena que estuviese todo tan cubierto y
no se apreciaran los detalles como era debido, pero bueno, en principio nada de
esto estaba previsto, así que no podía quejarme lo más mínimo.
Ushuaia desde Hotel del Glaciar |
Ushuaia desde Hotel del Glaciar |
Ahora sí, con el tiempo más que justo para tomar el vuelo,
nos dirigimos al aeropuerto donde me despediría de Miguel dándole mil gracias
por su generosidad y ser uno de los mejores anfitriones que me he encontrado en
mis viajes, facturaría la maleta y, con los minutos justos, me dirigiría a la
puerta de embarque, saliendo el avión con destino Buenos Aires a las 13:20. Eso
sí, antes haríamos escala en Trelew, como si te un tren o autobús se tratara.
Sería curioso, ya que aterrizaríamos en esa ciudad, bajaron unos pasajeros,
montaron otros y continuamos el vuelo, llegando a la capital bonaerense a las
17:45.
Aeropuerto de Ushuaia desde el Avión |
Esta vez no tendría ni que desplazarme de la terminal y era
tan pronto que ni siquiera me permitían todavía acceder a las salas de embarque
de vuelos internacionales, así que me comería una ensalada y dejaría pasar el
tiempo hasta las 20:30, donde ya sí pude pasar los controles y esperar a las
23:55, hora a la que despegaba mi vuelo hacia Madrid, llegando al día siguiente
a las 16:15.
Atrás quedaban ya los glaciares, lagos, bosques y montañas
patagónicas que me habían hecho vivir la mejor experiencia viajera de mi vida.
Quedaban esas rutas de senderismo únicas por El Chaltén, la aventura de rodear
el macizo de las Torres del Paine viviendo en plena naturaleza durante ocho
días consecutivos sin cobertura móvil, las horas en las que pude deleitarme
contemplando el maravillosos Perito Moreno o la emoción de sentirme como uno de
los personajes de Julio Verne al llegar al “Fin del Mundo” y navegar y caminar
por sus confines. Quedaban gente maravillosa que me acompañó en el camino:
Roberto, Walter, John, Miguel, Felipe, Paula, Paola, Romina y tantos otros con
los que pude conversar, reír, emocionarme y que hicieron esta aventura más
humana.
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