11 de Enero de 2018.
Desayunaba tranquilo en la confortable casa, con una pareja
compuesta por un argentino y una brasileña, para a las 08:45 estar en las
casetas turísticas situadas al lado del puerto y en frente de la oficina de
información turística. Me dirigiría directamente a una que se llamaba “Tres
Marías” pues con ella había contratado por mail, varios meses antes, la
excursión de la mañana (1400 pesos) y tenía que realizar el pago allí mismo.
Esta no era otra que la clásica navegación por el canal de Beagle con el
desembarco en una de sus islas. El motivo de decantarme por esta empresa no
sería otro que por el carácter personalizado que le dan a la excursión al
llevarse a cabo en pequeñas embarcaciones con capacidad máxima para doce
personas, huyendo de esta manera de las grandes masas que se concentran en
barcos de mayor tamaño.
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Oficina Tres Marías |
Tras lo anterior, no tendría que buscar mucho, pues estaba
situado al lado, el famoso cartel del “Fin del Mundo” de Ushuaia, con el que
inmortalizaría el momento con unas cuantas fotografías, para poco después
realizar un pequeño paseo por la costanera de la Avenida Perito Moreno,
localizada al lado del puerto y con la que tendría mi primera toma de contacto
con la ciudad más austral del mundo, pues aunque muchos chilenos dicen que este
título le corresponde a Puerto Williams, este no es más que un pequeño poblado
con cuatro casas que no puede considerarse ciudad.
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Ushuaia.Fin del Mundo |
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Bahía de Ushuaia |
Todavía me costaba creerme, como en tantos otros lugares,
que me hallaba en uno de los destinos más anhelados, al pie de los Andes y con
una incomparable geografía.
Durante la breve caminata además del entorno privilegiado
también tendría oportunidad de fijarme en los bustos que se iban sucediendo en
honor a los primeros descubridores y conquistadores de toda esta zona,
combinados con alguna que otra escultura que rendía homenaje a otros
acontecimientos históricos de importancia.
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Costanera y Bahía de Ushuaia |
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Bahía de Ushuaia |
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Costanera de Ushuaia |
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Puerto y Bahía de Ushuaia |
A la vuelta cruzaría unos instantes a la oficina de turismo
donde podría sellar el pasaporte de manera gratuita y me acercaría a la oficina
del puerto a pagar la tasa de navegación (20 pesos).
A las 10:00 estaba, de nuevo, en la caseta de la empresa
“Tres Marías” donde uno de los responsables nos pediría que le acompañásemos,
llevándonos hasta los controles de seguridad del puerto y, poco después, a la
embarcación donde llevaríamos a cabo la aventura. De las dos posibilidades que
ofrece esta empresa para navegar, yo me había decantado por el yate “Sea Gold”,
por el motivo principal que con él se llega hasta el faro Les Eclaireurs,
mientras que con el velero If, su otra opción, no. Es cierto que esta segunda
posibilidad te permite navegar a vela por el canal si el viento lo permite,
pudiendo ser una experiencia increíble, pero a mí me motivaba más la primera
alternativa. Además después de mis últimas experiencias en ciertas
embarcaciones que me harían salir blanco de ellas, harían que, todavía con
mayor motivo, me decantara por algo más tranquilo. Además el Yate cuenta con
salones interiores con calefacción y mayores comodidades que el velero.
El día estaba gris, pero al menos no llovía, así que
podríamos disfrutar de la travesía sin las molestias que ocasiona el agua
cayendo sobre tú cabeza.
Poco a poco iríamos dejando a nuestras espaldas la ciudad y
la bahía de Ushuaia, consiguiendo unas panorámicas maravillosas del cordón
montañoso que rodea la población, apreciando el relieve costero y los
archipiélagos y obteniendo vistas únicas de diferentes islas y de la fauna que
empezaba a envolvernos.
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Ushuaia desde su Bahía |
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Ushuaia desde su Bahía |
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Ushuaia desde su Bahía |
Era emocionante saber que estas aguas por las que ahora
navegábamos, fueron surcadas en su día por el capitán Fitz Roy junto a Darwin
durante más de cuatro años, realizando cartografías y expediciones. Nosotros
íbamos a recorrer una mínima parte y es que el canal, de origen glaciar, posee
180 kilómetros de largo y cuatro de ancho.
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Navegando por el Canal de Beagle |
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Navegando por el Canal de Beagle |
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Navegando por el Canal de Beagle |
Tampoco tardaríamos mucho en avistar numerosas especies de
aves marinas como petreles, cormoranes, albatros, skúas, gaviotas cocineras, un
auténtico paraíso donde era complicado no tener la boca abierta.
Y casi sin tener tiempo de digerir todo lo que estaba
viviendo, tras unos cuarenta minutos de navegación, era el momento de vivir
otra de las grandes experiencias de la excursión, pues nos acercábamos poco a
poco a la Isla H, la tierra más al sur de Argentina, su
última frontera con todas las de ley, según nos explicaba nuestro guía. Pues
pocas millas más adelante ya se entraba en territorio chileno. Así que era
también emocionante saber que íbamos a desembarcar en el último punto del
territorio del coloso sudamericano.
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Isla H.Canal de Beagle |
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Isla H.Canal de Beagle |
El amarre costaría un poco pues no hay puerto y se han de
servir de la destreza del capitán para acercar el lateral de la embarcación a
uno de los farallones rocosos de la isla, desde con algo de ayuda poder
impulsarnos y saltar así a tierra firme. A partir de este momento realizaríamos
una pequeña ruta de casi una hora de duración donde podríamos ver nidos de
cormoranes, una especie de planta endémica de esta isla, avistamiento de gansos,
patos vapor y diferentes tipos de gaviotas. Pero además de todo ello, también
podríamos disfrutar en primer plano de una parte de las costas de la isla
Navarino correspondiente a Chile, de tal dimensión que sólo puede verse en su
totalidad desde el aire.
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Isla H.Canal de Beagle |
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Embarcación Tres Marías desde Isla H |
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Isla H.Canal de Beagle |
El nombre de la isla, como es evidente, se debe a su forma,
similar a la letra del abecedario y cual sería nuestra sorpresa que llegaríamos
hasta su parte más baja, justo a la franja de tierra que une las dos grandes
porciones de terreno y que sólo se deja ver cuando la marea está baja. Dado que
ese era el caso, nos invitarían a pasar al otro lado para así poder llevarnos
la experiencia completa, por lo que varios de los componentes de la expedición
nos animaríamos a ello. Pero es cierto que no duraríamos mucho en el otro lado,
pues a los cinco minutos los gritos del guía nos harían darnos cuenta que la
marea estaba subiendo y que si no cruzábamos deprisa nos íbamos a empapar al
tener que volver a atravesar el pequeño istmo. Afortunadamente todos lo
atravesaríamos sin mojarnos. Desde aquí volveríamos a la embarcación para
continuar la navegación por el canal de Beagle, directos ya hacia el mítico y
sin igual faro Les Éclaireurs.
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Isla H.Canal de Beagle |
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Isla H.Canal de Beagle |
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Isla H.Canal de Beagle |
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Isla H.Canal de Beagle |
La ventaja de ir en una embarcación tan pequeña es que esta
se acerca muchísimo al faro y lo rodea por sus cuatro costados, pudiendo
sacarle el máximo partido y disfrutar de sus vistas. Mientras hacía las
maniobras oportunas el capitán nos contaba que este no es aquel que inspiró a
Julio Verne para su novela “El faro del fin del mundo”, ya que ese se
encontraba en la Isla de los Estados, a 240 kilómetros de aquí, y había sido
destruido. No obstante se puede contemplar su réplica en el museo del Presidio
de Ushuaia, al que si toda marchaba según lo previsto era probable que me
dejara caer por él por la tarde.
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Faro Les Eclaireurs. Canal de Beagle |
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Faro Les Eclaireurs. Canal de Beagle |
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Faro Les Eclaireurs. Canal de Beagle |
El mencionado faro Les Éclaireurs indica la entrada a la
bahía de Ushuaia, sería construido en 1919 por el Servicio de Hidrografía Naval
y puesto en servicio en 1920. Su altura es de 11 metros aunque se encuentra a
22 metros sobre el nivel del mar, siendo su alcance óptico de algo más de 7
millas. Actualmente funciona con un panel solar y una célula foto eléctrica,
estando totalmente automatizado.
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Faro Les Eclaireurs. Canal de Beagle |
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Faro Les Eclaireurs. Canal de Beagle |
Muy cerca de él, a muy pocos metros, también nos
acercaríamos a otra diminuta isla repleta de Lobos Marinos, donde casi
podríamos tocarlos. Se contaban por cientos y se podía ver perfectamente como
los machos dominantes marcaban su territorio y se mostraban posesivos con sus
hembras.
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Isla de los Lobos. Canal de Beagle |
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Isla de los Lobos. Canal de Beagle |
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Isla de los Lobos. Canal de Beagle |
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Isla de los Lobos. Canal de Beagle |
Tras un rato observando sus movimientos, había llegado el
momento de emprender el camino de regreso, por lo que aunque hacía frío y casi
todo el mundo se metería en el interior de la embarcación, otra pareja y yo
optaríamos por subir a la parte superior y sentir otro rato más el viento y el
paisaje sin igual que nos rodeaba. Aunque la travesía estaba siendo tranquila
nos enteraríamos que a veces sus aguas son objeto de grandes vientos que
provocan intensos temporales con ráfagas de viento de hasta 130 km/h.
Empezaba a chispear, así que sería una buena excusa para entrar
también en el barco, donde ya nos estaban esperando para compartir un chocolate
caliente y unos alfajores de camino hacia el puerto. La verdad que me sentaría
de maravilla pues estaba algo destemplado y me haría revivir.
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Embarcación Tres Marías |
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Puerto de Ushuaia |
A las 14:15 desembarcábamos, después de la gran experiencia,
y viendo la hora que era me iría a comer un sándwich y una coca cola (305
pesos), para después dar un paseo por el centro e ir mirando algunas tiendas de
recuerdos, además de cambiar algo de dinero.
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Centro de Ushuaia |
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Municipalidad de Ushuaia |
Tenía claro que otra de las cosas que no quería dejar de
hacer en Ushuaia era visitar su museo Marítimo y del Presidio. (400 pesos con
derecho a volver al día siguiente). Así que hacia allí me dirigí.
Este era una cárcel de máxima seguridad que funcionó entre
1917 y 1945, albergando presos de alta peligrosidad y presos políticos. Ellos
desempeñaban distintas tareas que servían a la ciudad de Ushuaia tales como
electricidad, sastrería, panadería, aunque fundamentalmente cortaban leña en
los bosques cercanos y la traían hasta la urbe en el conocido tren de los
presos.
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Museo Marítimo y del Presidio de Ushuaia |
Desde hace años funciona como museo y está considerado como
uno de los mejores de Sudamérica y es que a falta de albergar uno, en sus
instalaciones se pueden ver hasta cinco: Marítimo, Presidio, Antártico,
Penitenciario y Arte Marino, por lo que te puedes pasar aquí todo el tiempo que
quieras.
El primero con el que me encontraría, nada más pagar la
entrada, sería con el marítimo donde podría ver las maquetas de los barcos de
mayor importancia que navegaron por la zona, algunas cartas de navegación,
escenas de diversas tribus indígenas que vivieron en este entorno hostil, así
como varios dioramas que representan los naufragios más conocidos de la región.
Con todo ello uno se da cuenta que la historia de Tierra del Fuego siempre
estuvo ligada al mar, siendo el único modo de conexión con el continente los
medios marítimos, pues hasta 1948 no comenzarían los primeros vuelos comerciales.
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Museo Marítimo de Ushuaia |
A continuación seguiría con el museo del Presidio, pero en
vez de verlo por mi cuenta optaría por apuntarme a la primera de las dos
visitas guiadas gratuitas que se realizan por la tarde (16:30 y 18:30), pues me
parecía un lugar tan interesante que me apetecía que me narraran algo de su
historia.
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Museo del Presidio de Ushuaia |
Éramos más de treinta personas, pero la guía era realmente
buena y llevaba un micro para escucharla a la perfección. Mientras avanzábamos
por el pabellón y observábamos las escalofriantes celdas nos enteraríamos de
interesantes datos como que los mismos convictos serían los encargados de
construir la penitenciaría formada por una sala central y cinco pabellones,
cada uno con 76 celdas individuales. La prisión sin embargo estaba atestada de
gente y a menudo abarrotaba a más de 600 presos en sus 380 celdas individuales.
Durante 1930 la población carcelaria sería igual a la de Ushuaia.
Otro enfoque interesante que tiene el museo es que en muchas
de sus celdas existen exposiciones acerca de cómo era la vida en la prisión, de
las normas y de las historias de algunos conocidos habitantes que aquí
residieron, mostrándose fotos de ellos, figuras y las causas por las que fueron
condenados. Otras se encuentran vacías para que puedas acceder a ellas y vivir
por unos segundos lo que se sentía bajo aquellas frías paredes.
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Museo del Presidio de Ushuaia |
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Museo del Presidio de Ushuaia |
Otro momento interesante de la visita sería el que
correspondería al poder ver la réplica del faro de San Juan de Salvamento, más
conocido como “El faro del fin del mundo” que se encontraba en la Isla de los
Estados y en el que se inspiró Julio Verne para escribir su novela.
Accederíamos a él por una pequeña puerta localizada en el Hall central y lo
mejor de ir con la guía es que se puede acceder a su interior, viendo así como
era este y muchos de los objetos que se recuperaron del antiguo faro. Sería así
como terminaríamos la visita de una hora de duración, que nos había llevado por
la historia de unos de los edificios más interesantes de Ushuaia.
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Réplica Faro San Juan de Salvamento o Del Fin del Mundo |
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Interior Réplica Faro San Juan de Salvamento o Del Fin del Mundo |
Otro lugar que tampoco se puede perder uno es el llamado Pabellón
Uno o Histórico y es que es el único que no se ha rehabilitado y se conserva
tal y como era en el momento de construirse el centro penitenciario. Cuando
entré no había más que otra pareja y se respiraba un ambiente tétrico y
misterioso. Avanzaría poco a poco por el pasillo y varios escalofríos
recorrerían mi cuerpo, especialmente cuando llegué a la zona final donde se encontraban
los baños y las duchas y no había nadie más que yo. No duraría mucho tiempo
allí, pues las sensaciones que te provocaban estas habitaciones eran extrañas.
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Pabellón Histórico. Museo del Presidio de Ushuaia |
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Pabellón Histórico. Museo del Presidio de Ushuaia |
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Pabellón Histórico. Museo del Presidio de Ushuaia |
Para concluir la visita me dirigiría al piso superior donde
podría ver el museo antártico, un interesante escaparate de historias acerca de
la exploración en el continente helado por varios equipos de expedición; el
museo de Arte Marino con videos y referencias a la fauna de esta zona del
mundo; y el museo penitenciario y policial dedicado a los guardas y vigilantes
de los presos.
De este modo terminaba la totalidad de mi visita, empleando
en ella algo más de tres horas y sin recrearme demasiado, por lo que como se ve
te puedes estar toda una tarde o una mañana en sus instalaciones.
Eran las 18:30 cuando volvía a pasear por las calles de
Ushuaia, dirigiéndome a un supermercado donde compraría la bebida y comida que
necesitaba para la excursión de mañana, para poco después llegar a mi
alojamiento donde descansaría lo que quedaba de tarde.
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Casa Ushuaia Sur Encantado |
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Casa Ushuaia Sur Encantado |
A las 21:30 había quedado con Walter, sí el italiano
que había conocido en El Calafate y luego había vuelto a coincidir con él en
Torres del Paine, y es que nos habíamos vuelto a encontrar en el “Fin del
Mundo”. También se apuntaría otro amigo de él, John, un americano de Idaho,
afincado en Brasil. Así que los tres nos encaminaríamos a uno de los muchos
restaurantes del centro donde sirven cordero patagónico y bifes de chorizo y
ternera y nos pondríamos hasta arriba de ellos, acompañándolos con una buena
botella de vino. Lo pasaríamos tan bien que nos darían casi la una de la
madrugada y es que cuando estás entre amigos el tiempo pasa volando.
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