Sólo un mes y medio después de haberme internado por la desconocida región de Cameros y el valle del Iregua, y de haber conocido Logroño, la capital riojana, regresaba a esta Comunidad Autónoma con la intención de recorrer su zona más noroccidental y descubrir algunos de los pueblos más hermosos del territorio. Aunque el itinerario incluiría localidades tan populares como Haro o Casalarreina, muchos otros se cruzarían en mi camino: pueblos cuyos nombres apenas suenan a la mayoría, pero no por ello resultan menos bellos. Al contrario, algunos son auténticas joyas arquitectónicas, rodeadas de un entorno natural único.
No encontraréis aquí ciudades tan conocidas e importantes como Santo Domingo de la Calzada o Nájera, ni los célebres monasterios de Yuso y Suso. Estas ciudades tuve ocasión de conocerlas en un viaje anterior —que aún tengo pendiente de publicar—, y los monasterios, además de compartir ese mismo motivo, se localizan en la región de la Sierra. En esta escapada, en cambio, decidí ceñirme exclusivamente a la Rioja Alta.
El viaje se concentró en un solo fin de semana, que puede parecer poco tiempo para tantos lugares. Sin embargo, todos los pueblos que iba a visitar se encuentran muy cerca entre sí, por lo que apenas hay que recorrer kilómetros. Además, hablamos del mes de junio, con los días más largos del año y un clima ideal. Por último, al tratarse de un viaje principalmente cultural —y no gastronómico ni enológico, salvo una pequeña excepción—, los tiempos de parada fueron razonables, ya que no me detuve en catas ni comidas largas.
Y ahora sí, y sin más preámbulos, veamos adónde me llevó la carretera en esta escapada por la Rioja Alta:
HARO
Junto a un comprimido meandro del río Ebro, muy cerca de la desembocadura del Tirón, a un paso de los roquedos de los montes Obarenes y en el límite de La Rioja con las tierras castellanas y vascas, se localiza la histórica y señorial villa de Haro. El principal rasgo de la personalidad de esta monumental población, repleta de construcciones civiles y religiosas, es ser la capital de una de las más famosas regiones vinícolas del mundo: La Rioja Alta.
Su casco viejo es, como no podía ser de otra manera, la zona que mejor ha conservado el tipismo de la señorial villa. Conocida como la Herradura por la forma semicircular que describe su trazado, todavía mantiene en pie dos puertas de la muralla medieval que rodeaba todo el conjunto. A sus empedradas calles y plazas se asoman los principales monumentos de la localidad.
Uno de sus edificios más destacables es el Palacio de los Condes de Haro, de estilo barroco, fue levantado entre los siglos XVII y XVIII. La portada está escoltada por cuatro enormes columnas salomónicas, algo poco común en la arquitectura civil de la región. En la fachada destaca también un gran escudo nobiliario que representa las armas del linaje Haro, vinculado a la fundación de la villa en el siglo XII. El edificio fue residencia señorial y sede de rentas.
Otro importante palacio sería el de Paternina, uno de los ejemplos más representativos de arquitectura civil del siglo XVI en Haro. Se sitúa en la calle San Martín y su estilo es plateresco, con elementos decorativos de transición hacia el manierismo. En la fachada abundan los blasones familiares, testimonio de alianzas entre casas nobles riojanas y navarras. La familia Paternina tuvo un papel clave en el temprano desarrollo del cultivo y comercialización del vino en la zona. El edificio se asienta sobre parte del trazado original de la muralla medieval y hoy alberga la Oficina de Turismo.
El Ayuntamiento es otro imprescindible. Es un edificio de estilo neoclásico, sobrio y simétrico, construido entre 1769 y 1778. Su diseño original fue obra del arquitecto Ventura Rodríguez, aunque la ejecución se debió al maestro Pedro de Zaldívar. Está ubicado en la Plaza de la Paz y presenta cuatro arcos de medio punto en su planta baja que sostienen un cuerpo superior con balcones y un escudo borbónico que remata el conjunto. Además de su función como sede consistorial, el edificio albergó durante el siglo XIX diversas instituciones municipales como la Junta de Abastos o el archivo judicial.
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Ayuntamiento. Haro |
Respecto a sus edificios religiosos habría que mencionar en primer lugar la basílica de Nuestra Señora de la Vega, patrona de la ciudad. Su origen se remonta al siglo X, aunque el templo actual es fruto de sucesivas reconstrucciones. La estructura principal corresponde al siglo XVII, momento en el que se reedifica en estilo barroco riojano. La planta es de cruz latina, con una nave central de gran altura cubierta con bóveda de cañón con lunetos. Destaca la cúpula sobre el crucero, elevada sobre tambor octogonal y decorada con yeserías barrocas. La portada principal, de estilo clasicista, se construyó en 1703 y presenta columnas corintias, hornacina central y remate en frontón partido. En el interior se conserva la imagen románica de la Virgen de la Vega, tallada en madera policromada, del siglo XII, aunque modificada en época posterior. También alberga un retablo mayor del siglo XVIII, obra del escultor Santiago del Amo.
La iglesia de Santo Tomás es otro de los principales templos de la ciudad. Fue levantada entre los siglos XVI y XVII sobre un edificio anterior, con participación del arquitecto Felipe Bigarny en su portada plateresca, fechada entre 1512 y 1525. Esta portada, concebida como un retablo pétreo, muestra escenas de la vida del apóstol Tomás y es una de las mejores muestras del primer renacimiento en La Rioja. El resto del edificio sigue un esquema gótico tardío, con tres naves de igual altura separadas por pilares fasciculados. La torre, uno de los elementos más reconocibles del perfil urbano de Haro, fue levantada en el siglo XVIII. Tiene 68 metros de altura y está compuesta por varios cuerpos, los dos superiores de planta octogonal y fuerte influencia barroca. La iglesia ha sufrido diversas restauraciones, especialmente a finales del siglo XX, y conserva un importante conjunto de retablos barrocos en sus capillas laterales.
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Iglesia de Sto Tomás. Haro |
Tampoco habría que dejar de mencionar el Museo del Vino, ubicado en la antigua estación enológica de Haro, junto al barrio de la Estación. Aunque no me daría tiempo a visitarlo, cabe señalar que este centro recoge de forma didáctica la evolución histórica de la viticultura en la región, incluyendo instrumental original, documentación técnica y paneles sobre las variedades autóctonas. El edificio en sí, de finales del siglo XIX, conserva su estructura industrial original, con muros de sillería y cubierta a dos aguas.
CASALARREINA
A un paso de la confluencia entre los ríos Tirón y Oja aparece esta localidad que, según la tradición, debe su nombre a la estancia en uno de sus palacios de la reina Juana I de Castilla, conocida como Juana la Loca. Fue señorío de los Velasco, Condestables de Castilla, lo que explica la concentración de casas señoriales de época renacentista que todavía se conservan. Casalarreina está sembrada de casonas blasonadas, levantadas en los siglos XVI y XVII, muchas de ellas con escudos heráldicos bien conservados y portadas en sillería.
Entre estas destaca la Casa de la Cadena, uno de los ejemplos mejor conservados del renacimiento riojano. Se levanta con fachada de sillería en dos plantas, la inferior con arco de medio punto y la superior con ventanas con rejas de forja. En la portada se puede observar un escudo tallado que representa las armas de los Velasco, testimonio de la vinculación nobiliaria. La estructura conserva además elementos originales como balcones volados con modillones y una planta noble con techumbre de madera artesonada.
A unos pasos se encuentra el monasterio de Nuestra Señora de la Piedad, una de las construcciones religiosas más relevantes de Casalarreina. Su construcción se inició en 1514 bajo el patrocinio de los Condestables de Castilla, los Velasco, en un momento en que la arquitectura local transitaba del gótico final al renacimiento.
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Ntra Sra de la Piedad. Casalarreina |
El templo destaca por su portada en arco carpanel, realizada en sillería, sencilla pero con la robustez propia de la época. En el interior, la nave única está cubierta por bóvedas estrelladas que combinan el gusto gótico con los primeros detalles renacentistas, mientras que las yeserías y elementos de cantería muestran un trabajo sobrio, sin excesos decorativos.
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Nuestra Señora de la Piedad. Casalarreina |
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Nuestra Señora de la Piedad. Casalarreina |
El claustro del monasterio mantiene esa misma austeridad, con proporciones equilibradas y funcionalidad clara, propias de un convento dominico que hasta hoy permanece en activo. A lo largo de los siglos, las reformas que ha sufrido han respetado su carácter sobrio y su valor histórico, preservando la esencia de un edificio que refleja el peso de la nobleza local y su influencia religiosa.
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Claustro. Nuestra Señora de la Piedad. Casalarreina |
La iglesia de San Martín es otro edificio religioso destacado en Casalarreina. Su origen se sitúa en los siglos XVI y XVII, reflejando un estilo que combina elementos renacentistas con detalles tardogóticos. La planta es de nave única, cubierta con bóvedas de crucería que aportan una sensación de ligereza estructural.
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Iglesia de San Martín. Casalarreina |
La fachada principal, austera y sin grandes ornamentos, presenta una portada sencilla con arco de medio punto y una pequeña espadaña que alberga las campanas. En el interior, se conservan varios retablos barrocos que, aunque posteriores a la construcción original, aportan un interés artístico significativo.
Cerrando el conjunto histórico de Casalarreina, el puente sobre el río Oja constituye un elemento clave en la conexión de la villa con sus alrededores. Construido en piedra, probablemente en los siglos XVI o XVII, presenta un diseño funcional con varios arcos de medio punto que permiten el paso del río sin complicaciones. Este puente ha sido durante siglos un punto estratégico para la comunicación y el comercio en la zona, contribuyendo al desarrollo y la prosperidad de la localidad.
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Puente Río Oja. Casalarreina |
BRIONES
Este antiguo pueblo se encuentra emplazado en una de las terrazas que presiden la margen derecha del Ebro. Desde su pintoresco y monumental caserío se dominan los apretados meandros que dibuja el afamado río Ebro que tiene como telón de fondo el marcado y rocoso perfil de la Sierra del Toloño. De origen prerromano y con una intensa historia centrada en la época medieval y barroca, Briones atesora un variado muestrario de construcciones civiles y religiosas.
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Briones |
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Río Ebro desde Briones |
Desde lo más alto de la localidad, donde se ubica la octogonal ermita de los Remedios, parten una serie de estrechas, empedradas y evocadoras calles, a las que se abren un gran número de casonas blasonadas que delatan la importancia económica que alcanzó Briones en los siglos XVII y XVIII.
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Centro Histórico. Briones |
La Plaza Mayor está perfilada por una serie de palacios entre los que se deben mencionar la casa de los Arcos y la del Marqués de San Nicolás. Esta última es de época barroca y presenta una cuidada fachada formada por tres cuerpos simétricos, acogiendo las instalaciones del Ayuntamiento.
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Casa del Marqués de San Nicolás. Briones |
Su templo principal es la iglesia de Santa María de la Asunción, de estilo renacentista, con planta de salón y tres naves cubiertas de complicadas bóvedas estrelladas. Su interior es un auténtico museo, donde destaca el retablo barroco de la Visitación. También es barroca su espigada torre.
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Iglesia de Santa María de la Asunción. Briones |
BODEGAS DINASTÍA VIVANCO
Muy cerca del núcleo urbano de Briones, en un alto sobre el valle del Ebro y con la Sierra de Cantabria al fondo, se encuentra el complejo enoturístico de las Bodegas Dinastía Vivanco. Este fue el pequeño paréntesis que hice en la ruta de pueblos, una parada distinta pero plenamente justificada.
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Bodegas Dinastía Vivanco |
El conjunto, de arquitectura contemporánea, se integra con acierto en el paisaje sin renunciar a una presencia marcada. La visita incluye tanto las modernas instalaciones de producción como el entorno de viñedos que rodea al edificio, lo que permite situar bien el trabajo de campo y la elaboración posterior. Allí mismo, junto a las vides y al museo, pude degustar varios de sus vinos, en una cata que completó de forma muy directa y agradable la experiencia global.
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Bodegas Dinastía Vivanco |
El museo del vino, auténtico núcleo del complejo, está distribuido en varias salas temáticas. Aglutina desde útiles de viticultura antiguos hasta una destacada colección de arte relacionada con el vino: piezas arqueológicas, grabados, esculturas y obras de diferentes épocas y estilos. Aunque no contaba con tiempo suficiente para detenerme en cada sección como habría merecido, la impresión general es la de un proyecto cultural ambicioso, sólido y bien estructurado.
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Viñedos Dinastía Vivanco |
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Museo de la Cultura del Vino. Dinastía Vivanco |
Un alto en el camino que no desentonó con el resto del itinerario, sino que lo complementó con una vertiente más sensorial y técnica del mundo riojano.
CENICERO
Cenicero, situado en una llanura a orillas del Ebro y rodeado por un extenso paisaje de viñedos, fue el punto de partida y regreso de nuestra ruta. Aunque su patrimonio monumental no alcanza el nivel de algunas de las localidades vecinas, cuenta con algunos elementos que bien justifican un paseo por su núcleo.
En el centro se encuentra la iglesia de San Martín, edificio de origen medieval reformado en distintas fases. Su interior acoge retablos e imaginería de interés, mientras que la torre, de buen porte, sobresale por encima del caserío.
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Iglesia de San Martín. Cenicero |
Algunas casonas del siglo XVIII, con escudos nobiliarios y detalles arquitectónicos clásicos, se reparten por el casco urbano, dando testimonio de una actividad económica vinculada históricamente al cultivo de la vid.
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Casa de Cultura Las Monjas. Cenicero |
Y entre los elementos singulares del municipio, sorprende la presencia de una pequeña réplica de la Estatua de la Libertad, erigida a finales del siglo XIX en recuerdo de la I República y convertida hoy en uno de los símbolos más llamativos —y curiosos— de Cenicero.
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Estatua de la Libertad. Cenicero |
Sin llegar a ofrecer el conjunto monumental de otros pueblos de la zona, Cenicero mantiene una imagen fiel del ámbito rural riojano, en el que la vida gira en torno a la viña y la bodega. Como punto de operaciones, no desentonó, y su breve recorrido completó con lógica el contexto general de la ruta.
SAN VICENTE DE LA SONSIERRA
En la margen derecha del río Ebro y rodeada de un suave paisaje de viñedos surge esta bella población riojana. La personalidad de su historia y entramado urbano están relacionados con su carácter fronterizo como estratégica villa disputada por los reinos castellano y navarro.
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San Vicente de la Sonsierra |
Erigido sobre los cimientos de otras antiguas fortificaciones de origen berón y romano, su castillo todavía muestra restos de sus tres recintos amurallados y de las torres del homenaje y del reloj. Durante muchos siglos formó parte de la disputada frontera entre los reinos mencionados en el párrafo anterior.
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Vistas desde el Castillo de San Vicente de la Sonsierra |
La iglesia de Santa María se encuentra enclavada en el centro del patio de armas del castillo, construyéndose a comienzos del siglo XVI en estilo gótico tardío. En su interior destaca el renacentista retablo mayor, la escalera de acceso al coro y la sacristía barroca.
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Iglesia de Santa María. San Vicente de la Sonsierra |
San Vicente de la Sonsierra dibuja su inconfundible silueta sobre lo alto de un cerro que se levanta desde la misma orilla del Ebro. Es muy llamativo el conjunto formado por el puente de piedra, la alargada silueta de la población y los rotundos volúmenes del castillo y la iglesia de Santa María.
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San Vicente de la Sonsierra |
ÁBALOS
Ábalos se presenta como un pequeño núcleo de carácter sobrio y bien conservado, donde el trazado urbano y varios edificios destacados permiten entrever su pasado vinculado a antiguos linajes y a la economía vitivinícola de la comarca.
Entre sus construcciones civiles sobresalen dos casonas nobles. La más notable es el Palacio de los Marqueses de Legarda, de arquitectura barroca contenida, con escudo heráldico en la fachada y elementos clásicos bien proporcionados. A corta distancia se alza la Casa del Virrey Lizana, otra edificación blasonada que ha conservado buena parte de su traza original y cierto empaque señorial.
El principal edificio religioso es la iglesia de San Esteban Protomártir, una construcción de gran escala si se considera el tamaño del pueblo. Su origen gótico tardío, con ampliaciones posteriores, da lugar a una sola nave amplia, rematada en cabecera poligonal, y coronada por una torre de buena altura. En el interior se conserva un retablo mayor de interés y algunas piezas barrocas que completan el conjunto.
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Iglesia de San Esteban. Ábalos |
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Iglesia de San Esteban. Ábalos |
Sin ser uno de los núcleos más conocidos de la zona, su breve recorrido ofrece un buen ejemplo de arquitectura civil y religiosa riojana, con suficiente entidad como para justificar la parada.
SANTA MARÍA DE LA PISCINA
Muy cerca de Ábalos, en un paraje solitario entre viñas y suaves colinas, se alza la iglesia de Santa María de la Piscina, uno de los ejemplos más puros y antiguos del románico riojano. Fue mandada construir en el año 1137 por el infante don Ramiro, hijo natural de Sancho Garcés IV de Navarra, con el propósito de custodiar una reliquia de la Santa Espina que había traído desde Tierra Santa.
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Santa María de la Piscina |
El edificio, de una sola nave con cabecera semicircular y torre sobre el crucero, presenta una gran sobriedad formal. La escultura románica se concentra en los capiteles del ábside y en el interior, donde aún se conservan restos de policromía. En el entorno inmediato se ubican varios enterramientos altomedievales excavados en la roca, lo que da cuenta de la antigüedad del lugar como espacio sagrado.
BRIÑAS
Desde la soledad simbólica de Santa María de la Piscina, el recorrido descendería hacia el cauce del Ebro para alcanzar Briñas, una localidad que, sin estridencias ni excesos, ofrece una de las estampas más armónicas de toda la zona. Encajado entre el río y los cerros que preceden al Toloño, este pequeño núcleo ha sabido conservar intacto el carácter de pueblo vitivinícola, con un caserío recogido, sobrio y bien proporcionado.
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Palacio de Briñas |
Sus calles, estrechas y empedradas, descienden en pendiente hacia el puente que cruza el Ebro y conectan una serie de casas de piedra, en su mayoría de los siglos XVII y XVIII, entre las que destacan varias casonas blasonadas. Algunas de ellas han sido rehabilitadas como establecimientos hoteleros, como es el caso de la Hospedería Señorío de Briñas, una antigua casa noble del siglo XVIII que mantiene su escudo en fachada y buena parte de su estructura original, o el Palacio Tondón, a orillas del río, cuya recuperación ha respetado la huella histórica sin renunciar a una puesta al día de sus interiores.
La iglesia de la Asunción, situada en la parte alta del pueblo, marca el perfil del conjunto con su torre barroca, visible desde la carretera que bordea el río. Aunque su origen es gótico, las sucesivas reformas han dado lugar a una arquitectura ecléctica, que sin embargo mantiene la dignidad propia de los templos rurales que han acompañado la vida del vino durante siglos.
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Plaza Mayor. Briñas |
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Iglesia de la Asunción. Briñas |
SAJAZARRA
En el recorrido por La Rioja, Sajazarra destaca especialmente por su bien conservado castillo, una construcción que no sólo domina el paisaje sino que condensa siglos de historia y poder en sus muros. Levantado en el siglo XV por iniciativa de los Velasco, Condestables de Castilla y una de las familias más influyentes de la Corona, el castillo de Sajazarra fue concebido tanto como fortaleza defensiva como residencia señorial. Su planta cuadrangular, flanqueada por torres en las esquinas y rodeada de un foso, es un claro ejemplo de la arquitectura militar tardomedieval que buscaba combinar seguridad y comodidad. La defensa de este enclave era estratégica, dada su proximidad al río Ebro, vía natural de comunicación y comercio desde tiempos inmemoriales.
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Castillo de Sajazarra |
A lo largo de los siglos, el castillo ha sufrido diversas transformaciones, pero mantiene intacta su esencia original. Las torres almenadas, el patio interior y la robusta muralla hablan de un tiempo en el que las disputas territoriales y la necesidad de protección marcaron la vida cotidiana de sus moradores. La restauración llevada a cabo en tiempos recientes ha logrado preservar estos elementos sin caer en la reconstrucción excesiva, permitiendo que el visitante pueda imaginar el contexto histórico que rodeó su construcción y uso.
En el núcleo urbano, la iglesia de Santa María de la Antigua es otro de los focos de interés. De origen románico, construida en el siglo XIII, presenta una estructura sencilla y funcional que fue adaptándose con el paso del tiempo. Destacan en su construcción los arcos de medio punto y una portada que, aunque austera, refleja el equilibrio propio de la arquitectura religiosa rural. En el interior, se conservan elementos originales y un retablo modesto.
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Iglesia de Santa María de la Asunción. Sajazarra |
Completan el conjunto otras edificaciones civiles, principalmente casas con escudos nobiliarios y portadas barrocas, que dan testimonio de la importancia que llegó a tener Sajazarra en la Baja Edad Media y el Renacimiento. Estas viviendas señoriales, aunque discretas, ayudan a dibujar el perfil de un pueblo que ha sabido conservar su estructura histórica y evitar modificaciones que desvirtúen su identidad.
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Calle Tradicional. Sajazarra |
CELLÓRIGO
Desde Sajazarra, el paisaje comienza a ganar en altura y desnivel hasta alcanzar Cellórigo, una de las localidades más singulares del recorrido. Enclavado literalmente al pie de un conjunto de agujas rocosas conocido como Peña Lengua, este pequeño núcleo apenas conserva unas pocas casas agrupadas en torno a su iglesia, pero ofrece una de las vistas más impactantes de toda La Rioja Alta. Por eso, y con toda justicia, se ha ganado el nombre de “Balcón de La Rioja”.
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Cellórigo |
Las formaciones rocosas que rodean el caserío no sólo crean una estampa visual rotunda, sino que han marcado desde antiguo el aislamiento, la protección y el carácter del lugar. Peña Lengua, con sus riscos verticales y siluetas agudas, funciona como un telón de fondo natural que enmarca el caserío con una fuerza difícil de encontrar en otros puntos de la región. Desde su posición elevada, el pueblo domina una amplísima panorámica del valle del Ebro, los viñedos de Haro y las tierras que se abren camino hacia Castilla, lo que refuerza su valor estratégico desde antiguo.
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Vistas desde Cellórigo |
Aunque el caserío es mínimo, aún pueden rastrearse vestigios del pasado medieval del enclave, especialmente en las ruinas de antiguas viviendas adosadas a la roca y en la pequeña iglesia parroquial de San Millán, de origen románico, que conserva restos del ábside original y muros de sillarejo, adaptados a la inclinación del terreno. La iglesia ha sufrido reformas posteriores, pero mantiene una dignidad acorde a la sobriedad del entorno.
CUZCURRITA DEL RÍO TIRÓN
El camino continuaría hacia Cuzcurrita del Río Tirón, un núcleo compacto y sobrio que se asienta junto al curso del río que le da nombre. A diferencia de otros pueblos de la zona, aquí el caserío aparece claramente articulado en torno a su castillo, una construcción medieval reformada en el siglo XIX que, sin ser de los más antiguos ni espectaculares de la región, conserva todavía la prestancia de los recintos fortificados que ordenaban el territorio en tiempos de frontera. Su planta cuadrada, con torres en las esquinas y un patio central, domina la margen del río y otorga carácter a todo el entorno.
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Castillo. Cuzcurrita del Río Tirón |
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Cascada del Castillo. Cuzcurrita del Río Tirón |
En su entorno inmediato se levantan algunas casonas blasonadas, varias de ellas fechadas entre los siglos XVII y XVIII, que dan testimonio del peso económico que tuvo el vino también aquí. Sin llegar al nivel monumental de Haro o Briones, el conjunto mantiene una unidad arquitectónica que hace que la visita resulte coherente y bien delimitada. La plaza principal, de proporciones amplias y carácter tranquilo, se convierte en un buen punto para observar la relación entre arquitectura civil y vida cotidiana.
Uno de los elementos más significativos del lugar es la iglesia de San Miguel, situada en un extremo del pueblo. De origen renacentista y construida en sillería, su volumen rotundo destaca en el perfil del caserío. La torre campanario, más tardía y de rasgos barrocos, aporta el elemento vertical que rompe la horizontalidad dominante. En su interior se conservan retablos de distintas épocas, con especial relevancia del barroco tardío.
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Iglesia de San Miguel. Cuzcurrita del Río Tirón |
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Iglesia de San Miguel. Cuzcurrita del Río Tirón |
El puente de piedra que cruza el Tirón añade una imagen final que refuerza el carácter de paso y cruce de caminos de esta localidad.
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Puente Medieval. Cuzcurrita del Río Tirón |
SANTA MARÍA DE SOREJANA
Para rematar este itinerario, el camino se desvía brevemente hacia un paraje apartado, ya fuera del casco urbano, donde se levanta Santa María de Sorejana, uno de los templos románicos más antiguos y puros de toda La Rioja Alta. Situada en las inmediaciones de Cuzcurrita del Río Tirón, a muy poca distancia de su núcleo urbano, esta iglesia del siglo XII permanece en pie en un entorno casi despoblado, como si el tiempo se hubiera detenido a su alrededor.
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Nuestra Señora de Sorejana. |
Su construcción, en sillería de buena calidad, responde con claridad a los modelos del románico rural: planta rectangular, ábside semicircular y una portada de medio punto decorada con motivos vegetales y geométricos que conserva aún su sobriedad original. No hay añadidos posteriores ni intervenciones que hayan alterado su carácter esencial. En el interior, una sola nave cubierta con techumbre de madera desemboca en una cabecera que mantiene parte de su decoración escultórica.
Y hasta aquí llega el recorrido por los pueblos de la Rioja Alta. Un trayecto marcado por la historia, la cultura, la arquitectura y hermosos paisajes, ideales para aprender y disfrutar con calma de esta región de La Rioja.
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