25 de Julio de 2012.
Afrontábamos hoy nuestro último
día en América y mi cabeza no podía dejar de pensar que en pocos días tocaría,
de nuevo, volver al trabajo y a la vida rutinaria y normal de siempre, por lo
que otra vez, al igual que ayer, un sentimiento encontrado de alegría y
tristeza rondaba confundido en mi cabeza. Había salido todo de maravilla, el
tiempo no podía haber sido mejor y la experiencia había sido inmejorable, por
lo que rápidamente tomaría todas estas cosas positivas, me dejaría de
sentimentalismos innecesarios y comenzaría con una sonrisa la última jornada
del viaje, poniéndonos en pie, nada más y nada menos que a las diez de la
mañana y es que bien lo merecíamos después de tantos madrugones.
Y así, después de un buen
desayuno, caminando, pronto llegaríamos a la zona de altos rascacielos, con
algunas construcciones peculiares como el Rainier Building, la Central Library
o el edificio más alto de todo Seattle, el Columbia Center. Por aquí estaríamos
entretenidos un rato, de un lado para otro, pasando por la Catedral de Saint
James, bastante fea, por cierto, por lo que si no la hubiéramos perdido no
hubiera pasado nada, y entre algún que otro rascacielos más llegaríamos a otro
de los famosos, la Smith Tower.
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Rainier Tower |
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Central Library |
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Columbia Center |
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Smith Tower |
Muy cerca de aquí, nos dejaríamos
caer por el barrio y la plaza que más merecen la pena: Pioneer Square, con un
tótem gigante y un montón de pequeñas tiendecitas por sus alrededores.
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Pioneer Square |
Y casualidades de la vida, hoy me
había puesto la camiseta que en su día me compré en Nueva York, de los Yankees
de Beisbol y de hecho, durante la mañana ya se habían dirigido a mí en varias
ocasiones por la calle en referencia a ella, pero si soy sincero entre que
tampoco hice mucho caso y no me enteraba de lo que me decían pues como que pasé
un poco. Pronto sabría el porqué de tantos comentarios y referencias hacia mí y
mi camiseta. El motivo era que hoy jugaban el equipo de mi dichosa vestimenta,
los New York Yankees, contra los Mariners de Seattle. ¡Manda huevos! ¡Qué
casualidad! No había equipos en la liga profesional y tenía que coincidir justo
hoy, además de que entre todas las camisetas que llevaba para el viaje, me
tuviera que poner justo hoy esta misma. Ni adrede.
Como el estadio se encontraba a
unas manzanas de donde nos encontrábamos decidimos irnos para allá para así
poder ver el ambiente que había por fuera. La verdad que lo viven tanto como
nosotros el fútbol o incluso más. Estuvimos a punto de sacar una entrada, pero
al final desistimos y seguimos paseando por la ciudad, ya que estos partidos
son eternos y creo que pueden durar hasta más de cuatro horas. Así que, como decía,
nos mezclamos entre la masa que había por los alrededores y pronto me sentiría
como un aficionado más de los visitantes. Había mucha deportividad y todo el
mundo estaba mezclado con todo el mundo, por lo que disfruté en todo momento de
un ambiente festivo y deportivo.
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Safeco Field |
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Safeco Field |
Cuando las inmediaciones del
estadio comenzaban a quedarse desiertas, tomaríamos desde aquí el camino del
paseo marítimo e iríamos viendo el ambiente que se respiraba en los distintos
muelles por los que íbamos pasando. Al principio todo decadente y derruido,
muchísimos vagabundos por la zona, más que en ningún lugar. A medida que nos
íbamos acercando más al centro este ambiente desolador iba cambiando y se iba
convirtiendo en bullicio, gente, restaurantes, barcos de paseo, etc. El contraste
en tan sólo unos metros fue sorprendente.
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Muelle de Elliott Bay |
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Gran Noria.Muelle de Elliott Bay |
Habíamos llegado al centro
neurálgico de la zona marítima, donde se concentran, el acuario, la noria, los
muelles más famosos y significativos pegados al mar, por un lado y por otro y
justo en frente el famosísimo mercado de
Pike Place, toda una institución en Seattle desde 1907 y el más antiguo de los
que están activos sin interrupciones en Estados Unidos. Ocupa siete bloques y
16 edificios de varias plantas, con 600 vendedores que hablan docenas de
idiomas diferentes. Así que nos metimos por los entresijos de este y entre una
oleada de gente fuimos descubriendo los secretos y los recovecos de este famoso
mercado.
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Public Market |
Empezamos a subir escaleras de arriba a abajo, de
izquierda a derecha, nos metimos por pasillos que te llevan a callejones sin
salida, que conectan tiendas que nada tienen que ver las unas con las otras,
cafés, joyerías, panaderías, floristerías y cualquier otra cosa que se te pueda
ocurrir. De esta manera saldríamos a la parte superior donde nos encontramos,
de casualidad otro gran bloque de tiendas de alimentación y entre estas una de
las que más llaman la atención, convirtiéndose casi en una atracción turística.
La famosa pescadería Pike Place Fish, donde los empleados montan un auténtico
espectáculo mientras trabajan, ya que cantan, gritan y se pasan pescados
enormes, lanzándoselos como si de pelotas de beisbol se trataran, a la voz de
“Pez va”. Es curiosísimo y la verdad que me pareció muy original.
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Pike Place Fish |
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Pike Place Fish |
Después de tanto trasiego,
pararíamos un rato a comernos unos perritos calientes, sentados al lado de una
fuente, donde corría algo más de aire, ya que hacía un calor sofocante y una
vez que habíamos recuperado fuerzas, empezaríamos la tarde entrando a conocer
el acuario, uno de los que, según los expertos, más merece la pena de USA. (20
dólares la entrada).
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Seattle Aquarium |
Pudimos ver pulpos gigantes que
cambiaban de color, nutrias de mar y de río, infinidad de peces rarísimos como
el escorpión, el lobo, el globo, focas, anémonas verdes, etc. Estuvo bien y se
nos pasó volando, ya que con la tontería saldríamos de allí a las 17.30.
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Seattle Aquarium |
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Seattle Aquarium |
Estábamos cansados de tanto
ajetreo, por lo que como el hotel estaba cerca, fuimos a descansar un poco,
antes de volver a la zona del Space Needle para sentarnos cerca de una fuente
enorme, como si de un platillo volante se tratara, justo debajo de la gran
torre.
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Space Needle desde International Fountain |
Aquí estaríamos viendo como se entretenían unos
chavales mojándose con sus enormes chorros, para con esta imagen irnos a cenar
a una pizzería de vuelta al hotel que se llamaba Zeeks Pizza (25 dólares por
persona), donde brindaríamos con unas buenas cervezas por las fabulosas
vacaciones vividas y que llegaban a su fin.
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