Por fin, después de pasarme gran parte del otoño y todo el
invierno, sin salir de Madrid, algo que no pasaba desde hacía muchos años,
salía de ese estado de hibernación y me preparaba para afrontar con todas las
ganas del mundo, la temporada viajera 2012.
Aunque tengo que reconocer que se me ha hecho un poco pesado
el permanecer tanto tiempo sin ir a ningún destino, pues el síndrome de viajar
es cada vez más fuerte, tampoco ha sido tan malo el estar en mi ciudad
dedicándome a salir y a descubrir nuevos sitios de Madrid, como restaurantes,
bares y algún que otro museo.
Pero como la primavera estaba a punto de hacer acto de
presencia, que mejor que comenzar la nueva estación, pisando el suelo de un
nuevo país. Y en este caso el elegido sería Alemania y dentro de esta, su
capital: Berlín.
Muñeco berlinés típico de Semáforo |
Aprovechando que el Lunes era día festivo, por ser el día
del Padre, dos meses antes le propuse a mi amigo Raúl, un habitual de los
últimos viajes que si nos íbamos a conocer esta ciudad con tanta historia y
sitios para ver, a lo que después de pensárselo un rato, me dijo que sacara los
vuelo antes de que se arrepintiese. Y así el viernes a las 20.30 de la tarde,
salíamos, puntualmente, con Easy Yet del aeropuerto de Barajas. El billete nos
salió por 160 euros cada uno.
Después de tres horas de viaje, aterrizábamos en el
aeropuerto de Schoenefeld, el cual se encuentra a poco más de veinte kilómetros
de la capital. Como eran casi las 00.00 cuando desembarcábamos, el tren exprés
que te lleva directo a Alexanderplatz, ya no pasaba, por lo que decidimos mirar
otras opciones y al final coger el S-Bahn hasta la estación de Ostkreuz y desde
ésta el metro hasta nuestro destino. Pero parece ser que por la hora que era el
S-Bahn sólo llegaba hasta la anterior estación, Treptower Park, donde las
combinaciones que había eran malísimas y con bastantes posibilidades de que ya
no pasaran.
Así que como sacando los billetes de tren, en una maquina
del aeropuerto (3 euros), nos habíamos puesto hablar con una pareja madrileña
muy maja con la que ya fuimos charlando en el trayecto hasta Treptower Park y
encima nuestros hoteles estaban cerca, en la mencionada estación decidimos
coger un taxi los cuatro y no calentarnos más la cabeza.
La primera parada sería para dejarnos a nosotros en
Alexanderplatz, donde nos despediríamos, dejándoles 6 euros de los 12 que
llevaba el contador del taxi, así que nos había salido bastante bien la cosa.
Al final entre pitos y flautas, llegábamos al Park Inn,
nuestro hotel, a la 01.00. Este le contratamos a través de la página web de
Destinia, en un momento que estaba bastante económico.
El hotel estaba limpio, el personal era encantador y se
encontraba muy bien situado para poder ir andando a muchos sitios importantes.
Además tenías muy cerca las paradas de metro, autobús y tren para desplazarte a
cualquier lugar dentro y fuera de la capital.
Por este día ya habíamos hecho bastante, así que nos fuimos
a dormir, pues Berlín nos esperaba con los brazos abiertos a la mañana
siguiente.
A TENER EN CUENTA:
- En el tren y metro, aunque no tienes ningún tipo de torno ni barrera y puedes pasar sin billete, se hacen controles continuos y si te pillan sin él las multas son considerables.
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