MOLINA DE ARAGÓN

15 de Agosto de 2011.

Lo primero que llama la atención de esta localidad, no es el perfil almenado de sus dos fortalezas ni su vetusto caserío apretujado entre el empinado cerro y el río Gallo. Lo primero es el nombre, porque Molina de Aragón tiene un nombre engañoso. Molina de Aragón, que se yergue en el lejano oriente de la provincia de Guadalajara, era y es castellana.

Aunque la reconquistó en 1129 el aragonés Alfonso I El Batallador, muy pronto se la regaló a su mujer doña Urraca, que era reina de Castilla. Los castellanos Condes de Lara, durante los siglos XII y XIII, y los reyes de Castilla en lo sucesivo gobernaron con bastante éxito este señorío, pero bastó un desafuero de Enrique II para que los molineses se pasaran durante siete años al bando aragonés y para que la villa cambiase su viejo nombre de Molina de los Caballeros por el que tiene hoy en día.

Molina de Aragón

Otro episodio bélico se desarrolla en 1810 con la guerra de la Independencia. Las tropas del general Roquet saquearon e incendiaron la ciudad, llevándola a la desolación y la destrucción hasta que sus habitantes con la ayuda del Empecinado consiguen expulsar a las tropas francesas hacia la zona de levante. Por semejante valor heroico, Fernando VII y las cortes de Cádiz otorgan en 1812 el título de ciudad a la población.

Tras este breve paso por la historia, ahora sí, veamos cuales serían los lugares imprescindibles qué ver en Molina de Aragón.

QUE VER EN MOLINA DE ARAGÓN:

1. CASTILLO – ALCÁZAR.

En el lugar en que se asienta hubo en época prerromana un castro, ciudad fortificada de construcción celtibérica. El actual es una edificación medieval de los siglos XII y XIII y fue residencia de los primeros señores de Molina. Llegó a tener hasta ocho torres, de las que conserva seis en torno a su patio de armas, con capacidad para unos 2000 hombres.

Castillo-Alcázar

Castillo-Alcázar

El cinto, es decir el recinto exterior de la muralla que baja desde el castillo hasta la población, en su momento albergó el casco antiguo de Molina. Se caracteriza por su característico color rojizo, y conserva en muchos de sus lienzos las almenas que remataban toda la cerca.

Castillo-Alcázar

Torre de Aragón desde Castillo-Alcázar

Cuando yo lo visité había horarios concretos de visita y un cupo mínimo para poder realizarla, por lo que dado que no llegábamos a ese número decidimos entre los que allí nos encontrábamos pagar las entradas que nos faltaban para llevarla a cabo, ante la atónita mirada de la guía de la oficina de turismo sorprendida ante tal decisión. Conviene por tanto informarse bien de este asunto.

2. TORRE DE ARAGÓN.

En 1281 el matrimonio entre María de Molina y Sancho IV incorporó la villa a los dominios del rey castellano, menos de un siglo después pasó a la corona de Aragón. De ahí el nombre de la población, como ya hemos visto, y de esta hermosa torre – vigía pentagonal que estaba unida a la fortaleza por una coracha o lienzo de muralla.

Ocupa el lugar más elevado de toda la población por lo que las vistas que se consiguen desde ella son sencillamente espectaculares.

Torre de Aragón

Castillo-Alcázar desde Torre de Aragón

3. IGLESIA DE SANTA CLARA.

Tras mi visita a las construcciones defensivas de la ciudad, no tendría duda en dirigirme hasta la plaza de Santa Clara, uno de los rincones más bellos y poéticos de la población, donde se encuentra la joya del románico molinés: Santa Clara, con su extraordinario ábside y su fantástica portada, ambos románicos. En el interior de la iglesia se superponen los elementos románicos y góticos con fabulosas bóvedas de crucería, capiteles románicos y arcos apuntados.

Iglesia de Santa Clara

4. MÁS IGLESIAS DE MOLINA.

En el siglo XII, tras la conquista de la plaza a los musulmanes por Alfonso el Batallador, empezó la construcción de templos cristianos. De esta manera además de Santa Clara, podrían destacarse Santa María la Mayor de San Gil, reedificada en el siglo XVI y aunque fue románica en sus inicios ya no quedan restos ya que sufrió numerosas reformas. Cuenta con un magnífico retablo renacentista. Al igual que la anterior, del siglo XII y reedificada en el XVI, es Santa María del Conde con una portada clasicista recorrida por pilastras. En la iglesia de San Pedro, con cabecera y crucero góticos, una hermosa bóveda de crucería se eleva sobre la intersección de las naves. El convento de los franciscanos, por su parte, sería fundado por Doña Blanca en el siglo XIII. Es gótico, con añadidos barrocos y su torre está coronada por una monumental veleta de madera de sabina conocida como el Giraldillo.

Iglesia de San Gil

Iglesia de San Pedro

5. JUDERÍA.

Molina de Aragón contó, hasta la expulsión de los judíos en 1492, con una notable presencia de estos, muchos de ellos influyentes personajes locales. Se encontraba situada extramuros, al final de la actual calle de Arriba. Sus estrechas arterias revelan el origen medieval del barrio.

Barrio Judío

6. PLAZA DE ESPAÑA.

Aquí se halla el Ayuntamiento, pudiéndose observar en su portada la placa conmemorativa que hace referencia a la declaración de título de ciudad en 1812  por las Cortes de Cádiz, que ya comenté en la introducción.

Plaza de España

7. PALACIOS Y CASONAS.

Por las calles de Molina aparecen las fachadas de edificios de distintas épocas que fueron propiedad de nobles y eclesiásticos en muchos casos provenientes de familias hidalgas del País Vasco, Navarra y La Rioja. Entre todas ellas cabría destacar “La Subalterna”, que fue palacio de los Molina, hoy el mejor hotel del lugar; el palacio del Virrey de manila, conocido como “la casa pintada” por los ajados frescos que decoran su fachada; el palacio de los Funesel de los Arias; el de los Garcés de Marcilla; y muchos otros.

Palacio Nobiliario

8. PUENTE VIEJO.

Restaurado por el Rey Felipe IV, sus tres arcos de sillares de piedra arenisca se alzan sobre el río Gallo. El puente es románico y está bien conservado. En las orillas de la corriente abundaban los molinos harineros - aún pueden verse una docena -, que aprovechaban la fuerza del agua para mover  las grandes piedras. Hoy es otro de los símbolos de la villa.

Puente Viejo y Río Gallo

Así dejaba la importante ciudad castellana regada por el Gallo, cabeza de un gran señorío, tras poder disfrutar de un impresionante patrimonio que se desgrana en iglesias, palacios y arquitectura civil molinesa, bajo la protección de su formidable castillo – fortaleza, uno de los más hermosos de la Península, al que siempre será un placer poder volver.

Para quien se lo pueda estar preguntado, no haría esta visita yendo y viniendo desde Madrid en el día, sino que aprovechando varios días de estancia en Castellón, al regreso decidiría tomar la ruta que me llevara a esta localidad y pasar el día en ella, antes de dirigirme definitivamente a la capital.

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