A partir de
hoy comenzaríamos con lo que sería la tónica habitual durante todo el viaje:
los madrugones. La idea era levantarnos a las siete de la mañana y acostarnos
pronto para así aprovechar al máximo las horas de luz. De todas maneras algún
que otro día y como excepción, sería todavía más pronto para ver amanecer en
sitios significativos.
Ironías de
la vida, el jet lag y su descompensación horaria hacía de las suyas y no iba a
tener piedad con nosotros, teniendo ambos los ojos abiertos de par en par a las
06.30 de la mañana, sin que ni siquiera hubiese amanecido. Así que nos lo
tomaríamos con calma y tras desayunar algo en el mismo hotel, pues cuando
bajamos ya estaba abierto el comedor, nos iríamos a comprar provisiones a un
supermercado que acababan de abrir para así tener aguas y snacks en el
recorrido que íbamos a realizar durante los siguientes días. Decir que aunque
hay lugares donde comprar lo que se te antoje dentro de los Parques Nacionales,
evidentemente, todo es mucho más caro dentro de ellos, por lo que haciéndolo
así te puedes ahorrar unos dólares.
Con todo
listo era el momento de dirigirnos hacia el pequeño pueblo de Teton Village
para realizar la que iba a ser la primera actividad del día: montar en el
teleférico llamado Aerial Tramway. Este nos llevaría desde el seguro asfalto de
la villa hasta la parte superior de la montaña Rendezvous, deslizándose 4139
metros en vertical. La cosa empezaba por todo lo alto, nunca mejor dicho,
haciéndonos sentir como si estuviéramos volando. Cuando llegamos a la cima y
las puertas se abrieron nos recibió un
viento gélido y helador cuyas ráfagas en algunos momentos hacían que costase
mantenerse en pie, aún así la emoción nos pudo más y nos iríamos a disfrutar de
las maravillosas vistas que se obtenían del Valle del Río Snake, del Parque
Nacional Grand Teton y de la cordillera Gros Ventre en la distancia.
Aerial Tramway. Teton Village |
Vistas desde Aerial Tramway. Teton Village
Tras una media hora y cuando empezábamos a no sentir las manos, decidimos que era un buen momento de volver a la civilización, por lo que tomamos de nuevo el teleférico y una vez abajo nos encaminamos, en nuestro precioso Jeep blanco, hacia la entrada sur del primer Parque Nacional que íbamos a visitar: el Grand Teton. Este recibiría tal categoría en 1929 y recibe el nombre de las montañas llamadas de la misma manera. Su curiosa denominación parece ser que viene de “Le trois tetons” (los tres pechos), que se la dieron los descubridores franceses debido a la forma de sus montañas.
Grand Teton National Park |
Muy pronto comenzaríamos a circular por una inmensa llanura de verdes prados con las imponentes montañas en la lejanía. Estábamos sobrecogidos ante lo que la naturaleza nos brindaba. No habíamos recorrido apenas unos kilómetros y nos encontrábamos fascinados ante lo que nos empezábamos a encontrar. Fuimos parando en gran cantidad de miradores que se encuentran a los lados de la gran recta de asfalto por la que circulábamos, sin poder dejar de abrir la boca en todo momento y haciendo infinidad de fotografías. Tras unos cuantos kilómetros más llegaríamos al desvío que se interna en una zona boscosa y que nos conduciría a la zona del Jenny Lake.
En todos los
controles de los parques te dan un buen mapa del lugar, indicándote en los
mismo los lugares más significativos a visitar y las rutas de senderismo a
realizar, por lo que es fácil organizarse sobre la marcha. De todas maneras y
ante cualquier duda no tienes más que preguntar y cualquier guarda o encargado
de una tienda estará encantado en ayudarte. La simpatía americana es increíble.
Cuando
aparcamos el coche en el área habilitada, al lado del lago Jenny, vimos que
había una gran tienda con todo tipo de recuerdos y de comidas y donde además te
daban toda la información necesaria para poder disfrutar de la zona. Así que
tras informarnos debidamente nos dispusimos a poner en marcha los planes.
Caminando
nos acercaríamos al pequeño embarcadero del lago, que se encontraba tan sólo a
unos metros, y desde donde parten los barcos que te llevan de una orilla a
otra. Tras una agradable travesía, rodeados de un entorno privilegiado, siendo tan
sólo la antesala de lo que nos esperaba, llegaríamos hasta el muelle del otro
extremo de la masa de agua y ya desde aquí comenzaríamos una ruta de senderismo
hasta las llamadas Hidden Falls. La ruta es de lo más sencilla y acta para
cualquier persona. Al llegar pudimos ver una cascada espectacular que caía con
bastante fuerza.
Jenny Lake. Grand Teton National Park |
Hidden Falls.Grand Teton National Park |
Tras un rato recreándonos, seguiríamos la caminata hasta el siguiente punto interesante, el llamado Inspiration Point, desde el que se obtenían unas vistas espectaculares tanto del lago Jenny en todo su esplendor como de varios kilómetros a la redonda. Semejante panorámica era para recrearse un buen rato por lo que eso sería lo que haríamos y allí nos quedamos sentados en unas piedras unos cuarenta minutos. Aunque hubiéramos seguido allí más tiempo todavía queríamos hacer un montón de cosas por lo que retrocedimos sobre nuestros pasos, volvimos a coger el barco de regreso y seguimos con nuestra ruta por el interior del Grand Teton.
Inspiration Point. Grand Teton |
La siguiente parada la haríamos en el Jackson Lake, un impresionante lago rodeado de soberbias montañas que se levantan como gigantes desde las aguas. Tras un paseo por la orilla y viendo que se empezaba a hacer tarde para comer, decidimos retroceder unos kilómetros y así llenar la tripa en un restaurante que habíamos visto al pasar. Aquí nos meteríamos para el cuerpo las primeras buenas hamburguesas americanas que nos supieron a gloria.
Jackson Lake. Grand Teton National Park |
La tarde la comenzaríamos con otro rato por el lago Jackson y con varias paradas más en distintos miradores y tras unos cuantos kilómetros más de carretera llegaríamos a la entrada del Parque Nacional de Yellowstone, algo que no me podía creer y que necesite de algunos minutos para darme cuenta de que era verdad.
Cuando
preparaba este viaje en Madrid, tengo que reconocer que no se me paso por la cabeza,
en ningún momento, incorporar al mismo ni nada de lo que acabo de relatar en el
Grand Teton, ni tampoco visitar Yellowstone, que es lo que íbamos a hacer
durante el resto del día de hoy y los dos siguientes. De hecho mi idea inicial
era llegar hasta Los Ángeles desde San Francisco, parando en los lugares más
famosos de la costa tales como San Diego o Santa Mónica. Todo cambiaría a raíz
de la conversación que tendría con los amigos que nos asesoraron y que habían
podido conocer ambos lugares. Sería tal el entusiasmo con el que me hablaron de
este Parque Nacional y de lo que este ofrece, que al final conseguirían hacerme
cambiar de parecer y que renunciase a los escenarios de los vigilantes de la
playa y de las películas de Hollywood, a favor de presenciar la naturaleza
salvaje e indómita en todo su esplendor. Y hoy puedo afirmar que es una de las
decisiones más acertadas que he tomado en cuanto a viajes se refiere.
Pronto
cruzaríamos la entrada del Parque donde, por supuesto, pararíamos para plasmar
este momento único en imágenes junto al gran cartel de bienvenida. En la garita
de entrada el amable guarda nos facilitaría un mapa y el periódico del Parque y
ya estábamos listos para sumergirnos de lleno en el gran e inigualable
Yellowstone.
Los datos y
las cifras hablan por si solos: 9000 km cuadrados que antaño fueron morada de
los indios shoshones; primer parque nacional del país y del mundo, declarado
como tal en 1872; Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera; el lugar
con mayor actividad geotérmica y número de geiseres del planeta, etc.
Sólo ya con
estas referencias, cuanto menos que te impresiona. En nuestra breve estancia
tendríamos la fortuna de observar manadas de bisontes, osos, alces; podríamos
disfrutar del entorno inconmensurable de bosques, ríos, lagos, cañones,
cascadas; nos sorprenderíamos con
fenómenos geotérmicos como aguas termales, manantiales calientes y chorros de
vapor, geiseres, etc. Sorpresa tras sorpresa que nos emocionarían a cada
kilómetro que recorríamos y a cada paso que dábamos. Pero empecemos por el
principio.
Como decía,
tras pasar la entrada del Parque sin tener que pagar, ya que el pase anual para
todos los Parques Nacionales lo habíamos adquirido en la entrada del Gran
Teton, continué conduciendo por la carretera para muy pronto encontrarnos con la
viva imagen de la desolación, donde el corazón se te encoge, y es que ante
nosotros teníamos una zona de miles de hectáreas arrasadas por el gran incendio
de 1988 que arrasó una parte importante del Parque.
Menuda
manera de empezar. Afortunadamente las primeras sorpresas naturales llegarían
pronto para ya no dejarnos, tales como el río, el lago y la cascada Lewis. Sí,
como se ve le han puesto el mismo nombre a todo y así no andan complicándose la
vida y es que si hay algo que caracteriza a los americanos es que son
prácticos.
Lewis River |
Tras ver, kilómetros después, el Yellowstone Lake, el lago de montaña más grande de toda Norteamérica, llegaríamos, algo más adelante, a una zona realmente impactante llamada West Thumb Geyser Basin. Esta sería la primera zona geotermal con las que nos encontraríamos y en ella y a través de una ruta sobre tablones de madera, de la que conviene no salir si no quieres acabar achicharrado cual chorizo en una barbacoa, vas viendo piscinas de barro, fumarolas, fuentes termales, etc. Todo esto acompañado, además, de un contraste de colores increíble a cada paso que íbamos dando.
West Thumb Geyser Basin |
West Thumb Geyser Basin |
Estaba anocheciendo y hasta este momento el día que nos había hecho había sido bastante bueno, con alguna que otra nube y con temperaturas agradables, no siendo necesaria más que una sudadera en algunos momentos, que por otra parte era lo único que llevábamos de abrigo. Pero en unos minutos, y no exagero, todo cambiaría. Las temperaturas empezaron a bajar con brusquedad, tanto que daba mucho gusto el hecho de acercarte a las fumarolas que teníamos a nuestro alrededor, pues hacían de improvisadas hogueras para protegernos del frío tremendo que nos había envuelto. Por otro lado, el cielo se cubrió totalmente y, en un abrir y cerrar de ojos, empezaron a caer inmensos copos de nieve sobre nuestras cabezas. Estábamos alucinando. ¿Como podía cambiar de esta manera y en unos minutos la meteorología? Tampoco nos quedaríamos a hablar sobre ello, así que nos fuimos corriendo para el coche y nos dirigimos bajo una importante tormenta de nieve hasta nuestro alojamiento que no estaba más que a diez minutos. Los arcenes y parte del asfalto empezaron a cubrirse rápidamente de un manto blanco, pero afortunadamente llegaríamos al hotel antes de que la cosa fuera a mayores. Estábamos entre flipados y preocupados, porque no sabíamos si esta tormenta podía ocasionarnos algún problema para el día siguiente con respecto al estado y corte de carreteras, pero bueno, si eso era así, ya se vería mañana como resolverlo. De momento haríamos el check in en la recepción del Lake Yellowstone Hotel, donde nos darían la llave de una bonita cabaña en el recinto que rodea este alojamiento y que habíamos reservado unos cinco meses antes.
Casi todos
los alojamientos del interior del Parque son caros y los más baratos vuelan con
muchos meses de antelación, por lo que recomiendo reservar estos cuanto antes
mejor, si no quieres quedarte sin ellos.
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