18 de Agosto de 2009.
Era evidente que con tres días y medio
en Canadá, no todo iba a ser quedarnos obnubilados contemplando las cataratas
del Niágara, por lo que teníamos claro que uno de esos días queríamos
acercarnos a ver una ciudad canadiense, siendo la opción más cómoda por no
haber demasiada distancia: Toronto.
Para llegar hasta ella optaríamos, de
nuevo, por la empresa Coach Canadá, sacando un billete de ida y vuelta que nos
costaría 38,80 dólares.
Tardaríamos en llegar casi una hora y media,
tras recorrer unos 130 kilómetros, bajándonos en una céntrica estación de
autobuses.
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Vistas de Toronto a la Llegada en Autobús |
Toronto es la capital de Ontario, una de
las diez provincias que forman Canadá. Se la considera su capital económica y
financiera, aunque Ottawa sea su capital oficial. Es la ciudad más grande y
poblada del país y una de las más multiculturales del mundo, conviviendo en
ella hasta 150 nacionalidades diferentes.
Nuestra visita comenzaría desplazándonos
por la University Avenue, repleta de hospitales de gran importancia como el
Monte Sinaí, hasta el edificio oficial más importante tanto de la ciudad como
de toda la provincia. Me estoy refiriendo al Parlamento de Ontario que se
encuentra en pleno centro de la ciudad, en la zona de Queens Park, La visita es
guiada y gratuita y para conseguir nuestra entrada sólo tuvimos que dirigirnos
al ala izquierda del edificio donde te facilitan esta.
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Parlamento de Ontario |
El exterior ya impacta al encontrarte
con un inmueble de arenisca rosada, gruesos muros y gran cantidad de arcos,
torres y rosetones decorados con relieves. Mientras que en la visita guiada, de
cuarenta minutos, por sus dependencias, seríamos testigos de cómo estas
conservan la misma grandiosidad. Destacan, sobre todo, las columnas clásicas
doradas que flanquean la escalinata principal, así como unas enormes vidrieras
que iluminan las alargadas galerías revestidas de madera. También impresiona la
lujosa sala de plenos, donde abunda la madera tallada, y en la que se pueden
leer frases que instan a la caballerosidad como “Con coraje, no con artimañas”.
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Parlamento de Ontario |
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Parlamento de Ontario |
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Parlamento de Ontario |
Muy cercana al Parlamento se encontraba
la Universidad de Toronto, por cuyos exteriores no quisimos dejar de dar una
vuelta para comprobar in situ que sus edificios siguen el patrón de los
colegios ingleses de Oxford y Cambridge.
Caminando entre altos edificios, no
tardaríamos mucho en llegar hasta Nathan Phillips Square, la plaza en la que se
yergue imponente el Ayuntamiento nuevo, de líneas ultramodernas, formado por
dos torres en sección de cuarto de círculo y una tercera con aspecto de
gigantesco platillo volante posada entre las dos primeras.
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City Hall Square |
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City Hall |
Sería el símbolo de Toronto durante la
década de 1960, hasta la construcción de la CN tower en la siguiente década.
Y justo en el extremo de esta inmensa
plaza con su característica fuente, que en invierno hace las veces de pista de
patinaje, podríamos ver también el exterior del Ayuntamiento viejo, cuya
arquitectura contrasta con el aire moderno del barrio. Merece la pena echar un
vistazo a los detalles de la fachada que da a Queen Street: las gárgolas
representan de manera grotesca a los consejeros municipales. Furioso porque su
nombre no fue colocado en una de las piedras angulares del edificio, el
arquitecto decidió ridiculizarlos representándolos haciendo muecas, sacando la
lengua, etc. Justo enfrente, se hallan los grandes almacenes The Bay, uno de los
más antiguos y grandes de la cadena en Canadá.
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Old City Hall |
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Old City Hall |
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Old City Hall |
Desde aquí nos dejaríamos llevar por el
barrio financiero y sus amplias avenidas, repletas de relucientes torres de
hormigón y vidrio y poderosos rascacielos como el Toronto Dominion Centre o la
Trump Tower que con sus 65 plantas es uno de los más altos.
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Distrito Financiero |
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Distrito Financiero |
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Distrito Financiero |
Tampoco quisimos dejar de entrar en
enormes centros comerciales, algunos tan grandes que llegan a ocupar una
manzana entera como el Toronto Eaton Centre.
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Centro Comercial en Distrito Financiero |
Y ahora sí que llegaba el momento de
caminar los últimos metros que nos separaban del símbolo estrella de la ciudad
y que ya llevábamos viendo desde hacía un buen rato, cada vez más cerca: la CN
Tower.
Este coloso de hormigón con forma de
cohete espacial alcanza los 553 metros, con la antena incluida, y hasta hace
bien poco ostentó el record de ser la estructura independiente más alta del
mundo.
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CN Tower |
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CN Tower |
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CN Tower |
Cuando llegamos a su base nos
encontraríamos con una tremenda fila que hacía presagiar que no iba a ser poco
el tiempo que íbamos a tener de espera antes de poder acceder a su interior.
Los minutos iban pasando y la hilera de personas apenas avanzaba, por lo que en
una hora sólo habíamos recorrido un tercio de la distancia que nos separaba de
las taquillas, de hecho todavía ni habíamos llegado a la puerta de entrada. Aún
así decidimos seguir allí hasta que llegara nuestro turno, pues subir a la CN
Tower era una de las cosas que más ilusión nos hacía. Y siguiendo los cálculos
matemáticos, los cuales preferimos obviar, gran parte del tiempo que allí
estuvimos, para no llegar a la desesperación, tras tres horas conseguíamos
comprar las entradas y acceder al ascensor que nos llevaría a lo alto de la
torre.
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Vestíbulo de la CN Tower |
La subida es realmente impresionante
pues se suben 346 metros en 58 segundos y una vez que se llega a su nivel
superior todo el cansancio y la desidia que teníamos de la espera se esfumarían
en pocos segundos al contemplar una vista única de la ciudad y el inmenso lago
Ontario. El día no era demasiado claro y no pudimos llegar a apreciar Estados
Unidos en la orilla opuesta, ni el vapor de agua de las Cataratas del Niágara,
pero aún así las panorámicas, vuelvo a repetir, son excepcionales.
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Toronto desde la CN Tower |
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Toronto desde la CN Tower |
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Toronto desde la CN Tower |
Pero, sin duda, una de las mejores
atracciones de las que se puede disfrutar, siempre que no se padezca de
vértigo, es la del suelo de vidrio que te permite situarte encima del vacío. Es
una gozada estar aquí encima y saber que entre tú y el suelo no hay nada más
que esas gruesas placas. La verdad que es de lo más divertido ponerte a saltar
sobre ellas o tumbarte como si estuvieras en la playa, mientras el abismo se
precipita debajo de ti. También era comprensible que mucha gente no osara ni
siquiera asomarse ya que la sensación resulta, francamente, impresionante.
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Suelo Transparente en la CN Tower |
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Suelo Transparente en la CN Tower |
Aunque cuando nosotros estuvimos no
estaba, me he enterado que a día de hoy se puede gozar de una nueva actividad
destinada a los más valientes y locos. Consiste en pasear por una cornisa de
1,5 metros de ancho a 350 metros del suelo, sin más protección que un arnés de
seguridad. Es el paseo con las manos libres más elevado del mundo y también el
más caro ya que supone 175 dólares canadienses.
Tras una hora disfrutando de las vistas,
llegó el momento de volver a bajar, para lo que afortunadamente no tuvimos que
esperar tanto como a la subida. En esta ocasión serían como 45 minutos.
Visto lo visto y después de lo vivido lo
que tengo que aconsejar encarecidamente es que en temporada alta se madrugue o
se vaya al atardecer, pues en las horas centrales del día las filas, como se ha
podido ver, son un auténtico infierno.
Desgraciadamente, tanto tiempo de espera
se había llevado por delante buena parte de la jornada por lo que nos vimos
obligados a cambiar los planes y prescindir de dos actividades que traíamos en
la cabeza. Por un lado nos hubiera gustado visitar la casa Loma, la mansión de
un excéntrico y rico hombre de negocios, que se había inspirado en la de
Windsor, y por otro lado, nos quedaríamos sin poder llegar a alguna de las
islas que están en frente de la ciudad y desde las que se obtiene unas
increíbles vistas de su skyline. Pero así es la vida y a veces no se puede
hacer todo lo que te gustaría.
Lo que si podríamos hacer antes de
encaminarnos, de nuevo, a la estación de autobuses sería, por un lado, dar una
vuelta por los exteriores del Rogers Center, sede de los equipos Blue Jays de
béisbol y Toronto Argonauts de fútbol. Lo que más impresiona de este estadio es
su techo totalmente retráctil que permite que cuando hace buen tiempo el
recinto deportivo quede al aire libre, y si el tiempo empeora se cubra por
completo, protegiendo al público y a los jugadores.
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Rogers Centre |
Por otro lado, el resto de la tarde nos
dedicaríamos a caminar por la que dicen que es la calle más larga del mundo: la
Yonge street, con casi 1900 kilómetros que atraviesan la provincia de Ontario
de sur a norte. En ella disfrutaríamos de su ambiente callejero con un buen
número de músicos tocando al aire libre, nos fijaríamos en el continuo trasiego
de gente caminando de un lado a otro, permitiéndonos apreciar, mejor que
nunca, la gran diversidad cultural que
se da en esta ciudad y tendríamos oportunidad de observar la gran cantidad de
comercios y tiendas que se dan casi a cada metro y es que si algo le gusta a
los canadienses es ir de compras.
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Yonge Street |
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Yonge Street |
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Yonge Street |
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Yonge Street |
Sobre las 18:30 nos
dirigiríamos a tomar el autobús que nos llevaría, otra vez, a la zona de las
cataratas del Niágara, para pasar allí nuestra penúltima noche antes de
abandonar definitivamente la zona.
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