DIA 03. NIZA. Últimas visitas en la capital de la Riviera Francesa

22 de Noviembre de 2021.

Eran muchas las cosas que todavía me faltaban por hacer en esta bonita ciudad francesa por lo que deseché la idea que traía en un principio de marcharme a conocer Cannes. Así en una próxima visita a la Costa Azul podría dedicarme a conocer tanto esa como otras localidades cercanas, sin tener que pasar ya por Niza.

Decidiría comenzar la jornada con un pequeño paseo de quince minutos hasta la catedral de San Nicolás, el edificio ortodoxo ruso más grande y uno de los más significativos fuera de Rusia.

¿Y cómo se acaba construyendo semejante obra arquitectónica en esta parte de Francia? Tenemos que tener en cuenta que en la segunda mitad del siglo XIX, Niza se había convertido en lugar de residencia habitual de la familia imperial rusa, estableciéndose aquí por ello una gran colonia de este país.

El hecho de que en 1865 falleciera el hijo del zar Alejandro II por meningitis, con sólo 21 años, precipitó la construcción de una capilla en el lugar donde sucedió el fatídico suceso. Con los años esta se quedaría pequeña como lugar de culto y gracias a la implicación personal de la emperatriz María Feodorovna, esposa del hermano del fallecido y madre de Nicolás II, último zar de Rusia, se acabaría construyendo la catedral actual.

Catedral de San Nicolás

Se inauguraría en diciembre de 1912, curiosamente, con la gran ausencia del propio emperador que nunca pudo tener la libertad de venir a visitar su catedral, muriendo en 1918. Por eso lleva su nombre, en honor al zar y benefactor del edificio. Como curiosidad decir que una puerta y un pequeño balcón se habían construido  específicamente para la llegada de Nicolás II. Sin embargo como nunca pudo venir a Niza, se decidió que esa puerta permaneciera cerrada para siempre.

Afortunadamente, el enorme recinto en el que se encuentra la edificación está protegido por vallas que no impiden apreciar su belleza exterior. Merece la pena detenerse un rato y observar su espectacular diseño inspirado en la arquitectura de la famosa catedral de San Basilio de Moscú. Las cinco cúpulas ubicadas en el centro del edificio dan una impresión de poder y grandeza. Los dorados de los dos campanarios y las cúpulas permiten que el sol se refleje y deslumbre, reforzando así la idea de superioridad. Sin duda, todo un espectáculo de volúmenes, formas y dimensiones que es un lujo poder contemplar en Europa occidental.

Desgraciadamente, no podría visitar el interior ya que no abría hasta las 10:00 y si esperaba, el resto de los planes que tenía en mente no podría llevarlos a cabo. Por lo que con tristeza me dirigí a mi siguiente parada.

Esta no era otra que el museo Marc Chagall, donde también llegaría caminando tras 25 minutos, llegando justo a las 10:00, hora de su apertura.

Para mí este lugar era un imprescindible en Niza y no quería perdérmelo bajo ningún concepto. Situado al pie de la colina Cimiez, el museo rinde homenaje al talento y la generosidad filantrópica del gran artista franco-ruso. Es un museo de arte extraordinario y alberga la colección pública más grande de obras de Chagall en el mundo. Incluye diecisiete obras maestras tituladas El mensaje bíblico que Chagall donó al estado francés en 1966. Chagall otorgó la asombrosa cantidad de 250 obras al museo en 1972 y siguió agregando a la colección hasta su muerte en 1985. Otros coleccionistas también legaron a Chagall y ha habido adquisiciones, compras y préstamos de otros lugares de arte.

Museo Marc Chagall

Con la colaboración de Marc Chagall, el diseño arquitectónico del museo incluye una gran sala ventilada con forma de polígono. Fue inaugurado en 1973 en su presencia. Aquí se exhibe la primera de las doce interpretaciones de mensajes bíblicos. Están inspirados en los dos primeros libros del Antiguo Testamento: Génesis y Éxodo. Las cinco pinturas restantes del tamaño de una pared: El Cantar de los Cantares explota en rojos ardientes, contando la historia de Salomón. Las diecisiete obras maestras representan poderosas historias espirituales y religiosas contadas a través del color artístico, la pasión y los símbolos caprichosos de Marc Chagall.

Museo Marc Chagall

Museo Marc Chagall

Cantar de los Cantares.Museo Marc Chagall

Tampoco hay que pasar por alto las tres vidrieras que representan La creación del mundo, situadas en el pequeño auditorio, así como un pequeño estanque que refleja un deslumbrante mosaico del profeta Elías.

Mosaico del Profeta Elías. Museo Marc Chagall

Vidrieras La Creación del Mundo. Museo Marc Chagall

El Museo Marc Chagall es una visita obligada para los amantes del arte. Su ambiente tranquilo y lleno de luz es un escenario perfecto para descubrir el estilo imaginativo del artista. Aquí se revelan varias décadas de la carrera artística del pintor. Chagall, aunque nació en Rusia, pasó gran parte de su vida en Francia, viviendo y trabajando en París y el sur de Francia, donde está enterrado en Saint-Paul-de-Vence, no lejos de Niza.

Parece que antes se daban audioguías para seguir la visita, sin embargo ahora se pueden seguir las diferentes explicaciones de cada obra por medio del escaneo de los códigos QR con el móvil, seleccionando el idioma correspondiente. Cada explicación dura aproximadamente unos tres minutos por lo que la visita se hace muy amena y te permite entender a la perfección el significado de cada una de las obras del artista.

La entrada cuesta 10 euros y las mochilas deben ir delante de la persona, no disponiendo en la actualidad casillero para dejar estas. Su horario es de 10:00 a 12:00 y de 14:00 a 17:00, cerrando los martes.

Y dada la cercanía y, por supuesto, que mi interés por el mismo, la mañana la iba a seguir dedicando a la visita de otro importante museo, en este caso el de Matisse, en lo alto de la colina Cimiez y a veinte minutos paseando del anterior.

Museo Henri Matisse

Henri Matisse llegó a Niza en 1917 y vivió en diferentes lugares de la ciudad hasta que se estableció en Cimiez para el resto de su vida. Justo antes de su muerte donó un gran número de sus obras a la ciudad como muestra del amor que sentía por ella y por su luz “clara, cristalina, precisa y límpida”.

Nueve años después de la muerte del artista, se abrió al público este museo, en una hermosa residencia burguesa con colores cálidos, para exhibir su legado. Durante décadas, compartió  espacio con el museo arqueológico de Niza, pero desde 1993 toda la villa está dedicada a rendir homenaje a la vida, obra e influencia de Matisse.

Museo Henri Matisse

A lo largo de sus salas se muestran algunas de sus obras principales como “Desnudo Azul”, una de las obras más reconocibles del artista. Es uno de los célebres recortables hechos por Matisse a base de aguadas en papel que recortaba y pegaba formando collages inolvidables.

Entre las obras escultóricas destaca la serie de Jeannette o el bronce torso y entre sus pinturas algunas tan importantes como “El descanso de la bailarina”, “Joven mujer con vestido verde”, “La lección de piano”, “El artista y la modelo desnuda”, “Autorretrato, “Mujer dentro del armario”, etc.

La lección de piano. Museo Henri Matisse

El descanso de la bailarina. Museo Henri Matisse

El museo abre todos los días de 10:00 a 17:00, excepto los martes. El precio es de 10 euros aunque existe un pase que se puede comprar aquí que permite el acceso a todos los museos de la ciudad que vale 15 euros (se excluye el museo Chagall). Existen casilleros para poder dejar las pertenencias.

A la salida decidiría dar un paseo por los alrededores del museo encontrándome más de una sorpresa como las ruinas de un enorme complejo de baños romanos que solía ocupar este sitio y que se pueden ver con más detalle entrando al museo de Arqueología, o las ruinas de un anfiteatro romano de acceso libre y en buen estado de conservación, así como un olivar de 2000 años de antigüedad.

Anfiteatro Colina Cimiez

Pero alejándome sólo un poco más llegaría hasta todo un descubrimiento: un antiguo monasterio franciscano con una curiosa portada donde destacaban arcos de medio punto en su parte inferior y arcos apuntados en la superior, además de sus bonitos frescos y pinturas interiores que cubrían la totalidad de las paredes y el techo.

Monasterio de Cimiez

Monasterio de Cimiez

No hay que olvidar dirigirse también a los jardines de estilo italiano situados en su parte trasera, por donde es un gusto pasear y desde el que se obtienen unas fantásticas vistas de todo el entorno que rodea Niza.

Jardines Monasterio de Cimiez

Niza desde Jardines Monasterio de Cimiez

Era el momento de regresar al centro urbano y dejar atrás la colina de Cimiez, pero esta vez lo haría en autobús, cogiendo el número 5, ahorrándome así un tiempo de oro porque todavía me faltaban algunos lugares por visitar. El billete, por cierto, lo pagaría en efectivo al conductor y me saldría por 1,5 euros.

Ya por el centro, el primer lugar que se cruzaría en mi camino sería una original y monumental escultura conocida como Tête Carrée, con treinta metros de altura y catorce de ancho, radicando su originalidad arquitectónica en que la base de la estructura tiene la forma de un busto escultórico, cortado horizontalmente en el medio de la boca y coronado por un gran cubo. Es la primera obra escultórica habitable pues en su interior se encuentran las oficinas de la biblioteca Louis Nucéra, aunque es inaccesible para el público en general.

Escultura Tête Carrée

El hecho de que el interior de esta obra de arte esté lleno de libros es la metáfora perfecta que se esconde detrás de su proyecto: la mente concebida como una gran caja que contiene conocimientos.

A poca distancia de la anterior, hallaría la plaza Garibaldi, construida a finales del siglo XVIII, lo que le otorga el honor de ser la más antigua de la ciudad. Es un vasto espacio rectangular de unos cien metros presidido por la estatua del general y político italiano, nacido en Niza y responsable de la unificación de Italia, que mira hacia el norte, hacia donde se sitúa Turín. Justo detrás de él se aprecia la capilla del Santo Sepulcro, sede de los penitentes azules de Niza.

Plaza Garibaldi

Desde este punto volvía a internarme por la zona del casco antiguo de la ciudad, en busca de algunos de los monumentos que el sábado no me había dado tiempo a conocer. De esta manera, me encontraría en primer lugar con la iglesia de Saint Martin - Saint Augustin en la que sería bautizado Garibaldi en julio de 1807. En su interior, a la derecha del coro, hay una piedad.

Iglesia Saint Martin - Saint Augustin

Ya en el exterior y enfrente de la fachada de la iglesia anterior se puede apreciar, en la pared que tiene justo delante, un monumento en relieve dedicado a Catherine Segurane, la protagonista de una leyenda que dice que gracias a su acto heroico de enfrentarse a varios soldados turcos en el sitio de Niza de 1543, haría huir a las tropas franco – otomanas, retrasando la caída de la ciudad.

Monumento a Catherine Segurane

A continuación me desplazaría hasta la torre de Saint François, perteneciente a un antiguo convento franciscano que había en el lugar, con la intención de subir hasta lo más alto de la misma, pues había leído que ofrecía unas hermosas vistas del centro histórico de Niza a vista de pájaro, pero me quedaría con las ganas ya que estaba cerrada a cal y canto.

Torre Saint François

Dada la cercanía continuaría con el exterior del palacio Comunal, situado en la plaza de San Francisco, y es que quería admirar el que fue el antiguo Ayuntamiento, todo un símbolo institucional de la historia política y urbana de la ciudad.

Palacio Comunal

Volvería otra vez a monumentos religiosos, sucediéndose en mí camino, por un lado, el convento de la Visitación, construido durante los siglos XVI y XVII y en cuyo portal de entrada aparecen los retratos de Santa Clara y San José. Parece que la intención del Ayuntamiento es convertirlo en un hotel de cinco estrellas, aunque existe una fuerte oposición vecinal a este proyecto. Y por otro, la capilla de Sainte  Croix, también conocida como de los Penitentes blancos, del siglo XVIII, con una fachada de estilo barroco en la que se puede ver un pelícano alimentando a sus crías.

Convento de la Visitación

Capilla de Sainte Croix

Era el momento de ir concluyendo las visitas, por lo que decidiría terminar con el importante palacio Lascaris, una mansión del siglo XVII de estilo genovés que fue en otro tiempo residencia de la familia Lascaris – Vintimille. Está bellamente decorada con tapices y pinturas de la época y posee una monumental escalera que lleva a los pisos superiores con varios salones que cuentan con frescos del siglo XVII.

Palacio Lascaris

Su horario es de 10:00 a 18:00 todos los días a excepción de los martes que cierra. La entrada cuesta cinco euros, aunque está incluido en el pase de los museos de la ciudad de Niza que ya había comprado en el museo Matisse. Pero como podéis comprobar visitando sólo estos dos museos es indistinto comprar las entradas por separado o el pase ya que cuestan lo mismo.

Pasaban las 14:00 cuando salía del palacio anterior, por lo que todavía me quedaba tiempo de pasar mis últimos momentos en Niza paseando por el paseo de los ingleses, disfrutando otra vez de esa luz sin igual que tantas veces inspiró a multitud de artistas.

Promenade des Anglais

Tras comer un sándwich de jamón y queso a la plancha, sobre las 16:00 cogía el tranvía que me llevaría en menos de media hora al aeropuerto, donde a las 18:15, la hora prevista, despegaba mi avión rumbo a Madrid, poniendo así fin a esta breve pero intensa escapada por la Costa Azul.


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