Sólo nos
quedaban dos días y medio de viaje y la mayor parte de los mismos se los iba a
llevar la ciudad de Dubrovnik, un imprescindible en cualquier viaje a Croacia.
No obstante, y antes de llegar a ella, todavía haríamos otra parada esencial y
que especialmente a mí, me apetecía mucho conocer. Hablo de la ciudad de Ston.
Pero empecemos por el principio de la jornada antes de hablar de ella.
Tras
disfrutar tranquilamente del desayuno no dirigiríamos al puerto de Korcula
donde habíamos decidido coger el ferry de las 11:00 para no madrugar demasiado,
ya que entre tener que estar una hora antes y demás historias ya nos supuso
tener que estar en pie a las 09:00.
En sólo
quince minutos atravesaríamos el tramo de mar que nos separaba de la península
de Peljevac, del mismo modo que haríamos a la ida, pero hasta aquí sería la
repetición del día de ayer, pues a partir de este momento, en vez de volver a Ploce
desde el puerto de Trpanj, continuaríamos bajando por la citada península hasta
Ston y desde aquí continuaríamos a Dubrovnik. De esta manera también evitábamos
tener que pasar la frontera con Bosnia y Herzegovina que en verano es un
engorro al estar casi siempre saturada de coches y con atascos considerables.
Así que ya sabéis la manera de recorrer toda Croacia sin pasar por ese otro
país.
Desde el
puerto de Orebic hasta Ston tendríamos casi 60 km por delante que haríamos en
una hora, con tramos donde las vistas fueron espectaculares, con esos colores
que brinda el Adriático tan increíbles y característicos.
Península de Peljesac camino a Ston |
Una vez que
dejamos el coche en un parking de tierra en las afueras, no perderíamos tiempo
y lo primero que haríamos sería dirigirnos hacia las espectaculares murallas defensivas de Ston, que
todavía se elevan imponentes sobre la ciudad.
La entrada
cuesta 70 HRK, independientemente del circuito que realices ya que hay dos. El
más corto, el de la muralla inferior, dura una media hora, es acto para la
mayoría de personas y se ciñe a la propia localidad de Ston. El largo, el de la
superior, se realiza aproximadamente entre una hora y media y dos horas y es
bastante más duro por el nivel a superar, además de llegar hasta la localidad
de Mali Ston y luego tener que regresar. Si algunos echáis de menos una posible
tercera opción que sería llegar hasta la misma cima de la colina, esto no es
posible ya que se está restaurando, pero en el futuro es probable que se pueda.
Dichas
murallas empezaron a levantarse en el siglo XIV y se completaron en el XV por
orden de Dubrovnik. Son más de cinco kilómetros que ascienden desde el corazón
de la ciudad hasta el monte San Miguel y que luego continúan ladera abajo hasta
alcanzar Mali Ston.
Murallas de Ston |
Murallas de Ston |
Las 41 torres, 7 bastiones y 2 fuertes convierten el complejo en uno de los sistemas defensivos más grandes e interesantes del Adriático y, de hecho, del mundo, pues dicen que tras la muralla china esta es la siguiente en longitud.
En su
diseño y construcción participaron algunos de los mejores arquitectos militares
de la época, haciendo que la población fuese casi inexpugnable. Presentan un
buen estado de conservación a pesar de los bombardeos sufridos en 1991 y del
terremoto que asoló la zona en 1996.
Por otro
lado, los edificios de mayor interés histórico están en Ston, que se levanta
sobre una planta pentagonal irregular. Entre los edificios figura el mayor de
los fuertes, la iglesia neogótica de San
Blas – erigida en 1870 para reemplazar una catedral del siglo XIV, derruida
por un terremoto en 1850 -, el palacio
del Gobernador y el palacio Obispal,
sin olvidarnos de su castillo.
Iglesia de San Blas. Ston |
En Mali Ston está el fuerte Koruna, que data de 1347 y cuenta con dos arsenales y un almacén de sal fortificado.
En nuestro
caso, haríamos juntos el circuito más corto, siendo efectivamente agradable
para todos y no suponiendo excesivo esfuerzo. Tras este mis amigos se
dirigieron a la salida y yo me animé también a hacer el largo y tengo que decir
que me tuve que emplear a fondo, pues es exigente y si hace calor, como era el
caso, pues más aún.
Murallas de Ston |
Murallas de Ston |
Las vistas
en ambos casos son brutales. En el del primer tramo porque se perciben de forma
espectacular las salinas situadas al lado de Ston, y en el segundo por
brindarte también maravillosas panorámicas del norte de la ciudad.
Ston y Salinas desde su Muralla |
Murallas de Mali Ston |
Para volver desde Mali Ston hay una senda de tierra elevada que te permite hacerlo sin peligro, por lo que aconsejo no ir por el arcén.
Una vez que
me reencontré con mis amigos, aunque ya era la hora de comer, decidiríamos
hacer una última visita, que estaba incluida en la misma entrada de la muralla,
y que no queríamos desaprovechar.
Se trata de
la visita del fuerte Kastio, una
fortaleza recientemente restaurada que se encuentra al borde del casco antiguo.
Aunque su interior está prácticamente diáfano y no ofrece gran cosa, sin
embargo merecen mucho la pena las vistas que se consiguen desde sus almenas de
la propia muralla de Ston, no teniendo nada que ver esta perspectiva con la
conseguida a ras del suelo, además de tener casi adosadas al mismo las salinas,
que también merecen ser observadas a vista de pájaro.
Fuerte Kastio. Ston |
Fuerte Kastio. Ston |
Muralla de Ston desde Fuerte Kastio |
Ahora sí, era el momento de sentarnos a comer y optaríamos por un restaurante que tenía buena pinta en el centro de Ston y del que esta vez no apunté el nombre. En cualquier caso quedamos satisfechos y no, no probamos las famosas ostras de la localidad, que aunque dicen que son de las mejores que se pueden probar, cuando algo no te gusta pues al final eso te da igual.
Tras una
sobremesa sosegada, volveríamos a ponernos en marcha en dirección a nuestro
último destino del viaje, ni más ni menos que la siempre maravillosa Dubrovnik, en la que yo ya había estado
hacia apenas dos meses, pues fue mi lugar de entrada del viaje que realicé por
otra zona de los Balcanes, pero comprendía perfectamente que no era un lugar
que pudieran quedaran sin visitar mis amigos ya que es la joya croata y a mí me
gustó tanto que no me importaba regresar y disfrutarla de otra manera, con más
calma y buena compañía.
Tardaríamos
en llegar una hora, tras 54 km, dirigiéndonos directamente a la puerta Pile,
una de las dos entradas principales de la ciudad amurallada. El motivo es que
allí nos estaría esperando el dueño del que iba a ser nuestro próximo
alojamiento: un apartamento en pleno centro de Dubrovnik de nombre Eleganca. Y si hablo de pleno centro me
refiero a en la misma calle Placa o Stradun, la principal, algo inimaginable si
hubiese ido sólo, tal y como pudisteis comprobar en el anterior viaje que me
tuve que alojar a un kilómetro de la ciudad.
Apartamento Eleganca. Dubrovnik |
En realidad eran dos apartamentos, uno encima del otro, que estaban en perfecto estado y muy limpios.
Descansaríamos
un rato, colocaríamos el equipaje y saldríamos a dar un paseo por las calles de
Dubrovnik, decidiendo ya en este primer contacto con las ciudad, mostrarles
algunos lugares tan emblemáticos como el fuerte
de San Juan, la Catedral, la escalinata de la iglesia de San Ignacio,
famosa por Juego de Tronos, o la puerta
Ploce.
Muralla y Puerto Viejo. Dubrovnik |
Como he dicho, sería sólo un primer contacto con Dubrovnik, pues pronto anochecería y estábamos cansados, por lo que decidiría llevar a mis amigos a cenar a un lugar que a mí me gusto mucho en mi anterior visitar y con el que cerraríamos la jornada. Me refiero al restaurante Ala Mizerija, del que hablo en el capítulo siguiente, en el que también doy ideas de algunas de las actividades a realizar en la ciudad.
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