POLONIA - DIA 07. Poznan: sorpresa polaca

 6 de Septiembre de 2020.

Los otros lugares que sacrificaría de la zona de Gdansk, al tener que reestructurar el viaje, serían, por un lado, el cercano Westerplatte, donde tuvieron lugar los primeros disparos de la Segunda Guerra Mundial y en el que se pueden ver las ruinas del cuartel que allí se encontraba, los búnkeres de cemento que se utilizaron para la defensa, así como un enorme monumento que rinde homenaje a los que trataron de proteger esta península. Por otro la catedral de Oliwa en cuyo interior se halla un espectacular órgano.

Ambos lugares serían sacrificados para poder visitar durante todo el día la ciudad de Poznan, que en un principio hubiera llegado a ella mañana.

Poznan es la capital y urbe de mayor tamaño de la región de Wielkopolska (Gran Polonia), teniendo una relevancia histórica esencial ya que en el siglo X se convirtió en la capital del naciente Estado polaco, además de ser la sede del primer obispado de Polonia. Aunque también sería objeto de saqueos por parte de invasores, sería dividida en ducados separados, destruida por inundaciones e incendios, devastada por la peste y soporto una serie de guerras y ocupaciones miliares que prácticamente destruyeron la ciudad.

Ante esa historia es comprensible que las expectativas que traía con respecto a su casco antiguo fuesen bajas e incluso tuviese el temor de arrepentirme de haber renunciado a visitar los lugares que mencionaba al principio de este capítulo. En pocas horas sabría si había tomado o no la decisión correcta.

A las 08:00 en punto, me encontraba en la estación de Gdansk dispuesto a coger el tren (62 PLN) que me llevaría a Poznan en poco más de tres horas, bajando en su estación a las 11:10. Esta forma parte de un inmenso edificio en el que se encuentra un centro comercial y muchas otras tiendas, restaurantes y comercios, por lo que no dudaría en poner el GPS del móvil para salir con éxito de allí y dirigirme de manera correcta hacia mi hotel Altus Poznan, al que llegaría en sólo quince minutos caminando y donde sólo me permitirían dejar la maleta en consigna, ya que era excesivamente pronto para permitirme subir a la habitación. En cualquier caso tampoco me importó, cogí la información de la ciudad y me dispuse salir a conocerla sin perder tiempo.

Me encontraba en pleno centro de la ciudad por lo que sólo me llevaría unos pocos metros y minutos en llegar a cualquier lugar que eligiese, así que decidí comenzar por la plaza Wolnosci, un inmenso rectángulo, donde lo primero que me llamaría la atención sería una gran escultura situada en uno de sus laterales y que correspondía a la llamada fuente de la Libertad con dos estructuras que bien parecían alas a punto de levantarse en vuelo.

Plaza Wolnosci

Flanqueando el inmenso espacio por sus cuatro costados podría observar interesantes edificios como la Biblioteca Raczynski con su fachada de columnas que la distinguen de cualquier otra construcción y que jugó un papel destacado en la defensa de la identidad cultural de Polonia en el tiempo de la dominación prusiana; el Museo Nacional, de estilo renacentista; o el antiguo Hotel Bazar, un importante centro de reunión de la intelectualidad polaca entre los siglos XIX y comienzos del XX. En la plaza también es habitual que se celebren espectáculos, conciertos y multitud de diferentes eventos.

Biblioteca Raczynski

Museo Nacional

Muy cerca de la anterior encontraría la iglesia de los Franciscanos, y tan sólo un poco más allá el castillo Przemyslaw, el cual está completamente reconstruido, sin conservarse nada del anterior. Actualmente alberga el Museo de Artes Aplicadas, con objetos de todo tipo, desde piezas religiosas hasta televisores diseñados por ingenieros polacos, pero no tenía interés en visitar nada de ello. Sólo me apetecía subir a su torre para poder divisar desde ella una amplia panorámica del centro de la ciudad, pero para ello había que pagar la entrada del museo, así que lo acepté y desembolsé los 15 PLN que costaba. El ascensor te lleva hasta el último piso en la sexta planta que es un espacio diáfano cubierto, con cristales cerrados y algo sucios que haría me llevase una primera e importante decepción. Afortunadamente no sería este el lugar definitivo desde donde obtener las vistas, pues hay que seguir por una puerta que da acceso a unas escaleras que te conducen hasta lo más alto de la torre, al aire libre, donde ahora sí, podría deleitarme con las ansiadas perspectivas de los cuatro puntos cardinales de Poznan y sus alrededores.

Castillo Przemyslaw

Poznan desde Torre del Castillo Przemyslaw

Poznan desde Torre del Castillo Przemyslaw

Tras estos primeros retazos de la ciudad, había llegado el momento de conocer su lugar más increíble y espectacular: la Plaza Vieja del Mercado. Apenas tendría que callejear desde donde estaba para al doblar una esquina quedarme paralizado y con la boca abierta de asombro. El cuadrilátero estaba lleno de casas con fachadas vistosas de antiguos comerciantes, exquisitamente restauradas, la mayoría de las cuales se han convertido en restaurantes y tiendas.

Plaza Vieja del Mercado

Plaza Vieja del Mercado

En el centro de la plaza se encuentra el Ayuntamiento, uno de los más vistosos edificios municipales de Europa. Tiene tres galerías con arcos, coronadas por una torre gótica con el reloj y su fachada está decorada con retratos de los reyes de Polonia. En él todos los días a las 12:00, un reloj animado da la hora mediante dos cabras mecánicas que salen por sendas puertas y se dan doce cabezazos mientras una trompeta suena desde el balcón de arriba.

Ayuntamiento. Plaza Vieja del Mercado

Ayuntamiento. Plaza Vieja del Mercado

Dice la leyenda que hace muchos años un cocinero se encontraba preparando un banquete para importantes dignatarios, cuando sin darse cuenta quemó el ciervo asado que iba a servir. Presa del pánico, buscó una alternativa y encontró dos cabras en un prado cercano. Las arrastró hasta la cocina, con tan mala suerte que se le escaparon y se dirigieron al gran salón donde estaban las autoridades, poniéndose delante de ellas a chocar sus cabezas entre sí, lo que provocó la risa de estas. Gracias al improvisado entretenimiento se indultó al cocinero y se incorporaron dos cabras mecánicas en el nuevo reloj que se estaba construyendo para el edificio.

Por cierto que en el interior del edificio consistorial se encuentra el Museo Histórico de la Ciudad con el Gran Vestíbulo que posee una bóveda original ricamente ornamentada, pero en esta ocasión renunciaría a visitarla para poder seguir deleitándome con los exteriores.

Delante del Ayuntamiento se halla también la Antigua Picota de 1535, aunque se trata de una copia, ya que la original se encuentra en el museo del consistorio, y la fuente barroca de Proserpina que representa el rapto de la antigua diosa romana de la fertilidad a manos de Plutón, gobernante del inframundo.

Ayuntamiento. Plaza Vieja del Mercado

En las otras esquinas del gran espacio se pueden ver otras tres fuentes dedicadas a Marte, Apolo y Neptuno.

Fuente de Apolo. Plaza Vieja del Mercado

Fuente de Neptuno. Plaza Vieja del Mercado

También llaman mucho la atención las casitas porticadas de diferentes colores construidas junto al Ayuntamiento, las denominadas Casas de los Mercaderes, que fueron en el pasado lugares donde se vendía pescado, velas y sal. En algunas de ellas todavía se pueden apreciar los símbolos comerciales de los artesanos del siglo XVI.

Casas de los Mercaderes. Plaza Vieja del Mercado

Como se ve la plaza es una maravilla y se la puede dedicar todo el tiempo que uno quiera, de hecho a mi me daría aquí la hora de comer, por lo que no dudaría en dirigirme al restaurante Bamberka, considerado uno de los mejores de Poznan y recomendado en muchísimas guías y páginas de internet, pero desgraciadamente el tiempo de espera era de más de hora y media, por lo que desistiría de la idea. Tras dar una vuelta por la plaza y no convencerme ningún otro, pues me resultaban demasiado turísticos, probé en una pequeña callejuela que salía de la gran plaza, donde me gustaría mucho uno que también ofrecía comida tradicional polaca y tenía terraza. Se llamaba Wiejskie Jadlo y no podía haber elegido mejor opción. Todo estaba buenísimo y el trato fue amable y profesional. Pediría de primero la Sopa Zurek, una de las más típicas de la cocina polaca servida en un recipiente de pan, por lo que te puedes comer hasta el plato. Su sabor es muy característico y lleva salchichas, huevo, alubias y patatas. De segundo optaría por Golabki, es decir rollitos de repollo rellenos de una mezcla de arroz y carne picada. Y de beber media jarra de cerveza. Todo me saldría por 58 PLN y casi tengo que salir rodando de allí. Es lo bueno de Polonia que puedes comer muy bien a unos precios increíbles.

Sopa Zurek en Restaurante Wiejskie Jadlo

Golabki en Restaurante Wiejskie Jadlo

Afortunadamente tenía toda la tarde por delante para ir bajando la comida, comenzando por dirigirme hacia la Basílica de San Estanislao, una de las iglesias barrocas más monumentales en Polonia, construida por los jesuitas en el siglo XVII. En su interior se puede apreciar entre otras obras, su famoso órgano, el cual cuenta con más de 2600 tubos. Bajo el suelo del templo, en toda su longitud, se extiende una cripta, con un microclima especial, donde en el siglo XX se depositaba el vino.

Basílica de San Estanislao

Basílica de San Estanislao

En la parte trasera de la basílica encontraría el pequeño y agradable parque Fredéric Chopin donde me sorprendería, ya que no tenía conocimiento de ella, la escultura de dos cabras chocando sus cabezas en homenaje al reloj mecánico del Ayuntamiento. Al menos compensaba de alguna manera el no haber podido presenciar en directo el espectáculo que todas las mañanas a las 12:00 tiene lugar en dicho edificio.

Cabritos de Poznan. Parque Fredéric Chopin

Era el momento de desplazarme a las localizaciones más alejadas del centro, cruzándose en mi camino la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, remontándose sus orígenes al siglo XIII.

Después de veinte minutos de camino y tras atravesar el río Varta llegaría hasta la Isla de Catedral (Ostrów Tumski) que es la parte más antigua de la ciudad. Su reclamo más importante es el espectacular edificio gótico con sus dos imponentes torres que fue reconstruido y remodelado durante cientos de años, siendo el monumento histórico más importante de Poznan. Antes de ser Catedral fue primero una basílica prerrománica construida en 966, después de que Polonia se convirtiera al cristianismo. En ella se enterró a los dos primeros reyes de Polonia, pudiendo encontrar sus sepulcros en la hermosa capilla Dorada. También destaca la cripta en la que se pueden ver los restos arqueológicos de las anteriores etapas constructivas de la catedral, así como sepulturas de gobernantes y arzobispos de Poznan.

Isla de la Catedral y Río Warta

Catedral de Poznan

Capilla Dorada. Catedral de Poznan

En la isla no hay nada más espectacular que la propia catedral, pasando desapercibidos otros lugares como podrían ser la iglesia de Santa María o el barrio de Sródka con un entresijo de callejas dispuestas en torno a una pequeña plaza de mercado.

Dejando atrás esta zona y tras otros diez minutos más de paseo llegaría al Lago Malta, realmente un embalse de dos kilómetros de largo que conforma la principal zona de recreo de la ciudad. Recibe su nombre de los caballeros de Malta, la orden religioso – militar que tuvo sede en la iglesia de San Juan de Jerusalén Extramuros. Está rodeado por un carril para bicicletas y para andar y unos raíles de ferrocarril de vía estrecha junto a su orilla norte por la que transita un viejo tren que te lleva hasta el zoológico y que hace las delicias de los pequeños.  En mi caso me conformaría con dar un breve paseo por la orilla del lago y regresar otra vez hacia el centro, donde todavía me quedaban algunos lugares por visitar.

Lago Malta

Tren Miniatura Maltanka en el Lago Malta

Era el turno de la zona situada más al norte, exactamente la colina de San Adalberto, donde se piensa predicó el santo hace 1000 años antes de emprender su campaña de evangelización de los prusianos. En lo alto hay dos iglesias: la de los carmelitas descalzos de San José y la pequeña iglesia gótica de San Adalberto. En la cripta posterior, se conservan los restos de grandes personalidades de la región de Wielkopolska, como el autor del himno nacional.

Iglesia de San Adalberto

Iglesia de San José

Algo más adelante hallaría un enorme monumento dedicado al ejército de Poznan. Si hubiera seguido caminando más allá hubiera accedido al Parque Ciudadela donde se ubica la obra “Los no identificados”, pero la excesiva distancia y el cansancio me harían renunciar a esa idea.

Monumento al Ejército de Poznan

Había que ir pensando en concluir la visita turística, por lo que decidiría hacerlo con el Castillo Imperial, la última y más reciente residencia imperial de Europa. Fue construida para el emperador Guillermo II. Tras la Primera Guerra Mundial, el Castillo albergó la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Poznan, cuyos licenciados descubrieron en los años treinta el sistema de cifrado de la máquina alemana Enigma. En la actualidad, desempeña la función de centro cultural (exposiciones, cine, teatro, conciertos, etc.) Justo enfrente se puede ver el edificio de la Filarmónica de Poznan.

Castillo Imperial

Y a muy pocos metros también podría observar el conmovedor Monumento a las Víctimas de Junio de 1956, donde se conmemora la violenta represión del levantamiento de los trabajadores de Poznan de ese año.

Monumento a las Víctimas de Junio de 1956. Plaza Adam Mickiewicz

Eran las 19:30, un buen momento para volver a mi hotel, registrarme y subir un rato a la habitación a descansar. Su nombre era Altus Poznan y sus instalaciones son modernas. La habitación fue la mejor en la que me había instalado hasta ahora. Era muy amplia, con una gran cama de matrimonio y con grandes cristaleras que rodeaban dos de las cuatro paredes, ofreciendo unas espectaculares vistas de la ciudad. (178 PLN)

Poznan desde Hotel Altus Poznan

Sobre las 21:00 me animaría a salir de nuevo a la calle con el único objetivo de volver a la maravillosa Plaza Vieja, sentarme en una cervecería y disfrutar de su belleza y arquitectura. Sólo tomaría cervezas, pues el contundente almuerzo todavía pesaba en mi estómago.

Ayuntamiento y Plaza Vieja del Mercado

Una estancia breve, pero sin duda intensa que me haría terminar satisfecho y feliz mi paso por Poznan.


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