COLONIA - DIA 01. Catedral, centro histórico y paseo por el Rin

15 de Febrero de 2020.

Colonia es considerada uno de los motores de Alemania, pero la metrópoli, en la que hoy se vive tan bien, ha atravesado momentos complicados en el pasado. La ciudad, que quedó casi totalmente destruida durante la Segunda Guerra Mundial, consiguió renacer de sus cenizas con un ímpetu extraordinario, reconstruyéndose concienzudamente el trazado original de sus calles y restaurándose con todo detalle casi la totalidad de los edificios dañados. Sin duda que el icono de la ciudad es su Catedral, símbolo medieval del cristianismo y la perseverancia, aunque no menos importantes es el Altstadt o barrio antiguo, con gran cantidad de edificios de los años setenta; sin olvidarnos de la proliferación de museos de importancia internacional; las orillas del Rin, transformadas en agradables jardines por donde pasear, o el barrio belga. Todo ello hace a Colonia una ciudad cosmopolita y dinámica ideal para poder disfrutarla en un fin de semana.

Conocedor de todo lo anterior, no dudaría en hacerme con los correspondientes billetes de ida y vuelta cuando la compañía Ryanair sacaba una de sus ofertas por el módico precio de 46 euros ambos vuelos. Por cierto, no podía haber mejor auto regalo para San Valentín.

Dicho y hecho el viernes 14 de Febrero tomaba el vuelo que me llevaría de Madrid a Colonia en sólo dos horas y media, llegando a la ciudad alemana a las 23:30, con media hora de retraso con respecto a la hora prevista y cortesía, una vez más, de Ryanair.

Llegando a Colonia

El aeropuerto de Colonia se encuentra a quince kilómetros del centro de la ciudad, eligiendo para llegar a esta el tren, que fue lo que más cómodo me pareció de las diferentes opciones que hay para ello. El ticket se saca en las máquinas habilitadas para ello, costándome tres euros el trayecto. El tren se denomina S-Bahn y cogería el número S19 dirección Sindorf, aunque también se puede tomar el S13. No obstante si te supone mucho lío casi todo el mundo sigue la misma dirección, por lo que no te será difícil encontrarlo.

Estación de Tren del Aeropuerto

En no más de quince minutos llegaba a la Estación Central de trenes de Colonia (Köln Hauptbahnhof), saliendo al exterior y dándome de bruces con la espectacular catedral. Como has podido comprobar si tú vuelo llega a medianoche no tienes por qué preocuparte pues hay trenes hasta más allá de la doce, aunque no sé exactamente a qué hora pasará el último.

Como decía la primera imagen que tendría de Colonia sería su Catedral, lo que me impactó sobremanera, pues es colosal e imponente incluso de noche. Sólo me detendría lo justo y en segundos continuaría hacia mi hostel, localizado a sólo diez minutos. Se llamaba Cologne Downtown y una vez localizada la calle Hohe Strasse, sólo hay que seguirla hasta el final y torcer a la izquierda y en cuanto se ve un supermercado, volver a girar a la izquierda por un pequeño callejón en cuya puerta se ve bien grande el nombre. Se encuentra en la sexta planta.

Hay servicio las 24 horas por lo que no hay que preocuparse por la hora de llegada. Todo sería muy rápido pues evidentemente no había ya nadie despierto cuando entré por la puerta, así que me asignaron mi cama en una habitación de cuatro personas y listo. Las habitaciones son muy amplias y limpias con baño con ducha en el interior, lo que hace que todo sea más cómodo aún. Las sábanas y la toalla se encuentran incluidas en el precio y se dispone de taquillas para dejar tus pertenencias, eso sí, no te olvides de traerte tú propio candado. Las dos noches me saldrían por 54 euros, es decir 27 euros cada una. Esta vez tendría mucha suerte porque me tocarían dos chicas más silenciosas que las monjas de un convento de clausura, por lo que podría descansar y dormir a pierna suelta, lo que agradecería enormemente.

Me levantaría temprano, por lo que comenzaría a recorrer las calles de Colonia a las 08:30, dirigiéndome por la desierta calle Hohe, una de las más comerciales de la ciudad con todo tipo de tiendas y comercios, hacia la Catedral, donde apenas había gente, salvo algunos turistas como yo y varios devotos que acudían a la correspondiente misa.

Catedral de Colonia

La entrada es gratuita, por lo que accedería y caminaría por sus diferentes naves hasta el límite del deambulatorio, es decir el pasillo que rodea la parte de atrás del altar mayor, donde dos centinelas religiosos impedían el paso a todo aquel que no fuese a escuchar el respectivo sermón del día. Les preguntaría la hora de acceso y hasta las 10:00 no iba a ser posible pasar. Mi interés en esta zona era debido a que en ella se hallan algunos de los tesoros más reseñables de su interior y no quería perdérmelos.

Catedral de Colonia

Catedral de Colonia

Mientras tanto continuaría quedándome perplejo con esta soberbia construcción de una complejidad atípica, ya sea atendiendo a su esplendor, su tamaño o su fecha de construcción. Y es que la piedra fundacional del edificio gótico más famoso de Alemania fue colocada en 1248 para albergar las reliquias de los Reyes Magos, traídas desde Milán por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico Barbarroja, durante el siglo anterior. El progreso de la construcción sería lento, quedando interrumpido en 1560. En 1842, coincidiendo con el resurgir de la arquitectura neogótica, el rey Federico Guillermo IV de Prusia ordenó la continuación del edificio a partir de los planos y dibujos que habían sobrevivido.

Catedral de Colonia

Catedral de Colonia

La catedral de Colonia fue completada finalmente en 1880, seiscientos treinta y dos años después de su inicio, y se convirtió en la mayor iglesia de Alemania.

Aunque las agujas gemelas y la fachada occidental sobrevivieron a los intensos bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la catedral recibió catorce impactos directos que causaron graves daños en su estructura, terminando las obras de restauración en 1956.

Tras quedarme fascinado con las asombrosas perspectivas de las naves, de su maravilloso altar mayor, del mar de columnas y arcos, de los vitrales medievales y de otros muchos elementos arquitectónicos, saldría a su exterior de nuevo para rodearla y apreciar más detenidamente su portada, sus agujas ornamentadas y sus contrafuertes que le confieren ese aire liviano y frágil, pese a su altura y peso.

Catedral de Colonia

Catedral de Colonia

Tras ello era el momento de afrontar la subida a lo más alto de una de sus torres, la de la derecha, accediendo por un subterráneo que se encuentra a la derecha si miras de frente la construcción. La entrada supone cinco euros y el gran esfuerzo de subir 533 escalones. El sacrificio merecería la pena una vez pude contemplar la panorámica completa de la ciudad y el río Rin atravesándola, e incluso de las comarcas cercanas.

Colonia desde torre de su Catedral

Río Rin a su paso por Colonia desde torre de su Catedral

Puente Hohenzollern desde Torre de la Catedral de Colonia

Después de las inmejorables vistas era el momento de volver a descender a ras del suelo e introducirme de nuevo en la catedral para dirigirme directamente al deambulatorio y contemplar los tesoros a los que hacía referencia párrafos atrás, comenzando con el sarcófago dorado de los Reyes Magos (donde presuntamente están los restos de los tres sabios); siguiéndole la sillería gótica de roble, considerada la más grande de Alemania; la Madonna de Milán, una escultura de madera de 1290 que representa a María con Jesús; la Cruz de Gero, tallada en 970 y considerada como la mayor cruz de madera al norte de los Alpes; la lápida gótica del altar que reproduce la coronación de la Virgen, flanqueada por los doce apóstoles; el tríptico “Altar de los Magos” de Stephan Lochner, dedicado a los tres Reyes Magos, patronos de Colonia; o las espectaculares vidrieras de este lado de la catedral, consideradas de las más bellas.

Cofre de los Reyes Magos. Catedral de Colonia

Tríptico Altar de los Magos. Catedral de Colonia

El cielo gris con el que había amanecido el día se había convertido en un azul radiante, por lo que aprovecharía para dar mis primeros paseos por la ribera del Rin, uno de los grandes ríos europeos que ya había tenido oportunidad de contemplar en otras localizaciones. Sería la primera vez que tendría ante mí el imponente puente Hohenzollern, del que dicen es el que más tráfico de ferrocarril tiene del mundo (un tren cada dos minutos tanto de día como de noche).

Puente Hohenzollern y Río Rin

No tardaría mucho en empezar a atravesarlo, llamándome la atención la barandilla que da al lado de las vías, al encontrarse repleta de candados de amor, un auténtico problema, por otro lado, porque está deteriorando este y muchos otros puentes y monumentos importantes de otras ciudades del mundo.

Puente Hohenzollern

Río Rin desde Puente Hohenzollern

Justo al otro lado del Rin, hallaría la característica y famosa imagen de Colonia que sale en todas partes con el susodicho puente y la catedral. El día, como he comentado, era excepcional, por lo que no lo desaprovecharía y me sentaría un rato en las gradas que hay en esta zona, a disfrutar de las vistas.

Catedral y Puente Hohenzollern

Después de este breve parón caminaría hasta el cercano edificio Köln Triangle Panorama (abierto en invierno de 10:00 a 18:00 los sábados, domingos y festivos y de 12:00 a 18:00 el resto de días). La entrada cuesta tres euros. Un elevador me llevaría en cuestión de segundos a la plataforma panorámica circular situada en su parte superior, ofreciéndome probablemente las vistas más impresionantes de la ciudad, mejores incluso que las obtenidas desde la catedral. Y es que gracias a su altitud de más de cien metros y su posición estratégica te permite conseguir una perspectiva de 360 grados de Colonia, con la Catedral, el puente Hohenzollern y el Rin en primer plano. Gracias a los gruesos muros de vidrio no hay ningún peligro y los grabados que te indican que tienes enfrente en cada momento son perfectos para ubicarte y saber lo que están viendo.

Köln Triangle Panorama

Colonia desde Köln Triangle Panorama

De nuevo en la ribera del Rin, volvería a cruzar el puente que me había traído hasta esta parte de la ciudad y me dirigiría hasta la calle Frankenwerft y la plaza Fischmarkt con las típicas casitas de tejados puntiagudos y fachadas pintadas de color pastel que es invadida por las terrazas de los restaurantes y cervecerías contiguas. Siempre están muy concurridas y, sin duda, son de los rincones más bonitos de la ciudad. Por cierto las casas son reconstrucciones que imitan diseños históricos, pues fueron destruidas en la Segunda Guerra Mundial.

Plaza Fischmarkt y San Martín

Casas calle Frankenwerft

Justo por detrás de la plaza Fischmarkt, sobresale la iglesia Gran San Martín, dominada por una enorme torre con un campanario en cada esquina. Su interior románico es una obra maestra por su elegancia y sencillez.

Iglesia Grob San Martin

A pocos pasos se encuentra la Alter Markt, que como su propio nombre indica era donde se localizaba el antiguo mercado de la ciudad. Es otra zona bastante animada, donde además te encuentras con el Ayuntamiento o Rathaus, uno de los edificios civiles con más historia de Colonia, así como con el monumento dedicado a Jan von Wertht, un general de caballería que participó en la guerra de los Treinta Años. En estos momentos buena parte de las instalaciones del consistorio se encontraban tapadas y en obras, pero afortunadamente tanto la preciosa torre como la escultura sí que se podían contemplar.

Alter Markt

Torre Rathaus y Estatua de Jan von Wertht

Parecía mentira, pero sin darme cuenta habían dado las 13:30, por lo que pararía unos instantes a comer algo en un puesto callejero. Y estando en Alemania optaría por la clásica salchicha bratwurst con patatas fritas y una cerveza.

Al terminar continuaría mi paseo por Colonia dirigiéndome hacia la plaza Heumarkt, una de las zonas comerciales y de tránsito más importantes de la ciudad, donde en uno de sus lados destaca la estatua ecuestre del rey Federico Guillermo III.

Monumento a Federico Guillermo III. Heumarkt

Acto seguido me desplazaría a la cercana iglesia de St. Alban, la cual fue destruida por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial, decidiendo no reconstruirla y dejándola en su estado ruinoso, convirtiéndose así en un monumento conmemorativo a la destrucción de Colonia en la fatídica guerra.

Iglesia de St. Alban

Por la mañana había tenido oportunidad de ver mi primera iglesia románica, San Martín, y ahora continuaría con otra de las doce que existen, siendo mi intención verlas todas entre los dos días, consiguiendo así tener una visión de los diferentes estilos de este tipo de arquitectura religiosa en la región de Renania. En este caso llegaría a Santa María del Capitolio (St. María im Kapitol), la única con claustro de toda Colonia y en la que primero se construyó un coro en forma de trébol. También destacan las puertas de madera tallada que fueron hechas antes de que se construyera la iglesia, en 1065. Es aquí donde el arzobispo de Colonia celebra todos los años la misa de Navidad.

St. María im Kapitol

St. María im Kapitol

Y quien me iba a decir a mí que sería en este lugar donde me encontraría a una de mis bloguera preferidas: www.krisporelmundo.com, aunque no me atrevería a decirla nada al ir acompañada.

A la salida y para alternar un poco, pasaría por delante de un peculiar edificio conocido como Overstolzenhaus, la única casa de patricios que queda en la ciudad del periodo románico. Aunque sufrió graves daños durante la guerra, también se reconstruyó.

Overstolzenhaus

Prácticamente al lado encontraría Santa María Lyskirchen, la iglesia de menores dimensiones de todas las románicas de Colonia y bastante sencilla, no aportándome casi nada. Una de las torres se quedó inacabada pero lo importante de esta iglesia es que en sus bóvedas conserva prácticamente intactas unas pinturas del siglo XIII con escenas del Antiguo Testamento en la parte norte y del Nuevo Testamento en la parte sur. Son, precisamente, esas pinturas lo más destacable del interior del templo.

Estaba muy cerca del Rin, por lo que aprovecharía para acercarme otra vez a su ribera, encontrándome en ella un enorme edificio moderno que albergaba el museo del chocolate, donde decidiría no entrar ante el día tan bueno que seguía. Justo al lado se encontraba también el museo del deporte. Por cierto, en la fachada del primero había curiosas maquetas de la catedral de Colonia con diferentes temas y colores y muy cercana la llamativa torre Malakoft, construida para proteger el antiguo puerto.

Maquetas Catedral en Museo del Chocolate

Torre Malakoft y Río Rin

Siguiendo con mi visita a las iglesias románicas, las siguientes que se cruzarían en mi camino serían San Jorge (St. Georg) y San Severino (St. Severin). La primera se encuentra adornada con un porche renacentista y en el interior se aprecia una conmovedora Piedad. La segunda es el templo cristiano más antiguo de Colonia, destacando su interior por su bella nave gótica. En los dos brazos del crucero se pueden admirar cuadros del maestro San Severino y en la cripta se encuentra la tumba de este, que fue obispo de Colonia hacia el año 400, y uno de sus santos patronos de la ciudad.

St. Georg

St. Severin

Bastante cerca también hallaría Severinstorburg, una de las cuatro puertas de la ciudad que han sobrevivido de la Colonia medieval y que eran parte de la antigua muralla de la primera mitad del siglo XIII.

Severinstorburg

Decidiría continuar por la amplia avenida Kartäuserwall para así hacerme una idea de cuál era el perímetro real de las murallas y ya de paso observar un trozo que aún se conserva de la misma, así como otra antigua puerta de acceso denominada Ulrepforte que era la más pequeña de las existentes.

Antigua Muralla

Ulrepforte

Posteriormente llegaría hasta la iglesia de St. Pantaleon, del siglo X y un espléndido testimonio de la arquitectura otoniana. En su interior destaca la tribuna gótico flamígera, así como las tumbas del arzobispo Bruno, hermano del emperador Oton I, y la emperatriz Theophanu, quien completaría el edificio. La iglesia también ostenta una magnífica reja de coro del gótico tardío con trabajados relieves ornamentales.

St. Pantaleon

Un poco más adelante y sin quererlo pasaría por delante de otra iglesia llamada Mauritius Kirche, para desde esta seguir directo hasta la enorme iglesia románica de los Apóstoles (St.Aposteln), una de las más interesantes de Renania, que se alza imponente  sobre la céntrica Neumarkt y donde lo más reseñable son el ábside y el coro que tienen forma de trébol.

St.Aposteln

Sería en la recién mencionada Neumarkt, una de las plazas más importantes de la ciudad, a rebosar de gente y de ambiente, donde se me haría de noche, pues ya eran las 17:30.

Dado que todo el centro estaba en plena ebullición, todavía tendría fuerzas de recorrer otra de las calles comerciales más importantes de Colonia llamada Schildergasse, que dicen que es la calle más comercial de Europa con cerca de 13000 personas recorriéndola cada hora, quedando Oxford Street en Londres en segundo lugar. Había tanta gente que costaba dar varios pasos seguidos sin hacer un pequeño parón. Flanqueándola a ambos lados había todo tipo de tiendas, centros comerciales, perfumerías, restaurantes y cadenas de comida rápida.

Schildergasse

Entre tanto barullo conseguía llegar por fin a mi hostel, donde decidiría descansar una hora para recuperar algo de fuerzas, antes de volver a salir al exterior, esta vez para dirigirme hacia una de las cervecerías estrella de la ciudad conocida como Früh am Dom, muy cerca de la catedral. Eran las 20:00 y estaba a rebosar de gente, no había un hueco libre por ninguna parte y tras quince minutos buscando, cuando estaba a punto de tirar la toalla y marcharme, de repente encontré una pequeña mesa en una esquina de una de las grandes salas y allí que me asenté. De todas maneras mi desconocimiento haría que en algún momento esperara a ver si los camareros me sentaban pero fue un error pues eres tú el que tienes que buscarte el sitio.

Ya más relajado en mi mesa podría fijarme en la autenticidad del lugar, decorado de la forma que uno espera de un restaurante alemán antiguo. Como no podía ser de otra manera pediría la cerveza típica de Colonia denominada Kölsch que se sirve en pequeños y finos vasos de tubo, lo que te supone un choque brutal con respecto a las grandes jarras que se sirven en otras ciudades como Munich.

Cerveza Kölsch en Früh am Dom

Otra de las peculiaridades de este tipo de cervecerías es que una vez terminada tú cerveza el camarero te traerá una tras otra a no ser que pongas el posavasos encima de tú vaso, lo cual querrá decir: “No quiero más, gracias”. Mientras tanto irá realizando las muescas respectivas en el mencionando posavasos para contabilizar las que llevas consumidas.

En mi caso me tomaría cuatro más un rico schnitzel, más conocido como el típico escalope empanado con patatas. De todas maneras tienen todas las especialidades alemanas para pedir lo que quieras, desde codillo hasta salchichas. Todo me saldría por 19 euros.

Eran las 22:00 cuando regresaba a mi alojamiento, realmente cansado, así que tardaría lo justo en meterme en la cama, pues mañana quería estar descansado para terminar de ver lo que me faltaba de Colonia y volver a Madrid tras esta breve escapada.

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